Cada clic en Internet, cada comentario
en una red social, cada archivo que se sube o descarga y hasta un error
ortográfico genera una catarata de información sobre nosotros. Empresas,
instituciones y gobiernos procesan esta apabullante cantidad de datos
para vendernos productos, mejorar nuestra salud, facilitarnos servicios,
buscar nuestro voto... Para bien y para mal hemos entrado en la era del
'big data'. Y esto es solo el principio.
Cómo identificar a una mujer embarazada antes que nadie?
Target, una cadena de grandes almacenes de los EE.UU., se propuso este
objetivo hace unos años. La concepción marca un antes y un después en
los hábitos de consumo de una pareja. Fidelizar a esas clientas sería,
por consiguiente, un chollo para una empresa como Target. Pues bien, un
día un hombre entró en una tienda de la franquicia hecho una furia. «Mi
hija ha recibido esto por correo se quejó, mostrando un fajo de cupones
de productos para bebés. Todavía está en el instituto. ¿Quieren
incitarla a tener hijos?».
Los almacenes habían detectado que el
ordenador de la chica entraba en webs relacionadas con bebés. El
gerente se disculpó. Días más tarde, inquieto ante la posibilidad de
perder un cliente, llamó al señor. Al otro lado de la línea, este se
mostró mucho más calmado: «Verá, he hablado con mi hija. Soy yo quien le
debe una disculpa. Está embarazada».
Este
episodio, narrado en el libro El poder de los hábitos (Ediciones Urano),
sobre cómo algunas empresas predicen y manipulan hábitos de consumo, es
un ejemplo clásico de big data, la vasta acumulación de datos digitales
y su transformación en valor económico, que está revolucionando el
mundo. Target analizó los datos de millones de clientes hasta
encontrar una correlación entre los hábitos de compra y un probable
embarazo. La marca incluso estima la fecha de parto con un estrecho
margen de error y ofrece así los productos más adecuados a cada fase de
la gestación.
El término big data, acuñado en los noventa por
ciencias como la astronomía y la genética, pioneras en acumulación
masiva de datos, se extiende por todas las áreas de actividad en una
época en que la humanidad genera en 15 minutos tres veces el acervo de
la Biblioteca del Congreso de los EE.UU., la mayor del planeta.
La
gran revolución, sin embargo, no estriba en esa apabullante generación
de datos, que también; el gran cambio es que somos capaces de
almacenarlos hace dos décadas, guardar un gigabyte costaba 1000 dólares;
hoy, 6 centavos y extraer 'petróleo' de ellos. El crecimiento
del sector es tal que en 2015 habrá un déficit de mano de obra del 60
por ciento. Hoy, en plena crisis hay cuatro candidatos por cada cien
plazas en un campo donde, ¡atención!, la media salarial es de 8300
dólares. Big data es cada clic en Internet, cada comentario en una red
social, cada archivo que se sube o se descarga, cada vídeo, canción o
texto que ejecutamos, cada e-mail que enviamos o recibimos...
Pero,
¡ojo!, también cada llamada telefónica grabada «por razones de
seguridad», cada dato que proporciona nuestro móvil; sensores, cámaras,
radares y demás repartidos por medio mundo. Por resumir: cada dato que
cedemos o recogen empresas, instituciones y gobiernos.
«Cuando
cruzamos todos esos datos, aparecen grandes descubrimientos»,
reflexiona Peter Norvig, director de investigación de Google, la mayor
empresa privada en términos de acumulación digital. Google, sin ir más
lejos, es capaz de predecir desde 2008 la propagación de una epidemia de
gripe estudiando las búsquedas de sus usuarios; más de 3000 millones de
consultas diarias, archivadas todas ellas en sus servidores.
Para conseguirlo, sus algoritmos procesaron 450 millones de modelos
matemáticos diferentes hasta hallar una combinación de 45 palabras que
presentaban una fuerte correlación con la posibilidad de que un usuario
padeciera gripe. Semanas más tarde, cuando se conocieron las cifras
recogidas por médicos de todos los EE.UU., estas coincidían con las de
Google.
Pero, a diferencia de la estadística oficial, la del
buscador estaba disponible en tiempo real. Fue el nacimiento de Google
Flu Trends, una herramienta hoy indispensable para evitar la propagación
del virus.
La sanidad es, de hecho, un campo con gran
potencial, como ha demostrado Stephan Fihn, coordinador del sistema de
datos de la red sanitaria que atiende a 25 millones de veteranos de
guerra de los EE.UU., con 6000 millones de análisis de laboratorio, 3000
millones de manuscritos médicos, nueve millones de internamientos...
Cruzando todo eso, Fihn realiza previsiones semanales sobre la salud de
los pacientes:
¿Qué probabilidad hay de que uno sea internado en
30 días? ¿Cuál es el riesgo de que sufra un infarto o fallezca?
Estudios como este revolucionarán la prevención, pero también el mundo
de los seguros, ya que las compañías podrán discriminar a sus clientes
en función del riesgo.
La segunda clave del big data,
tras la ya mencionada capacidad de almacenamiento, son los algoritmos,
la herramienta definitiva para sacar partido a toda esa caótica montaña
de datos sin aparente utilidad. En la definición clásica, 'algoritmo' es
la secuencia de instrucciones para llegar a una conclusión sobre qué
acción tomar.
En el big data, los algoritmos separan el polvo de
la paja, relacionan datos con acciones concretas, llegan a conclusiones
y toman decisiones. Gracias a ellos, Amazon, Netflix y otras empresas
recomiendan libros al gusto de sus clientes. Los algoritmos ya conducen
coches por su cuenta, y sin exceder el límite de velocidad, en Florida y
Nevada donde la ley los autoriza a circular por sus carreteras.
El
algoritmo, sin embargo, no nos lo cuenta todo. La búsqueda de la causa,
el motivo por el cual algo sucede o existe, está dejando paso a la
correlación. «Para un comerciante, el porqué ya carece de importancia
reflexionan Viktor Mayer-Schönberger y Kennet Cukier, autores de Big
data. La revolución de los datos masivos (Editorial Turner).
Es
el qué lo que impulsa los clics. Con las correlaciones no hay certeza,
solo probabilidad. Pero si una correlación es fuerte, la probabilidad de
vínculo es muy elevada». Las correlaciones, en todo caso, al conectar
las cosas, también fomentan búsquedas causales. Pueden orientar a los
científicos, por ejemplo, hacia causas probables que investigar.
En
la era del big data, el aforismo «la información es poder», tiene
estatus de mandamiento. Empresas como Acxiom, el gran gigante de las
'correctoras de datos' compañías que recolectan, analizan y venden
información, ya son conocidas como ciberazzis (cibernética/paparazzi);
término nada desencaminado, ya que, con 23.000 servidores que procesan
50 billones de datos anuales, Acxiom maneja 1500 detalles personales de
origen digital de 500 millones de consumidores.
Por no hablar de
las compañías de telefonía, que manejan, con los datos de los móviles
de sus usuarios, una colosal mina de oro. Ciertas empresas, por ejemplo,
ya ganan dinero detectando atascos sin ver los coches: basta con
comprobar la velocidad y el número de teléfonos que 'van' por una
carretera. Este es, de hecho, el gran problema.
Con
la expansión digital, nuestra privacidad se enfrenta a inéditas
amenazas. Las firmas de todo tipo amasan informaciones que relacionan
con otras sin nuestro conocimiento y las utilizan de maneras que ni
siquiera podemos imaginar. Y no es ese el único peligro. En los
EE.UU., la mayoría de juntas de libertad condicional deciden, a partir
de análisis de datos, si excarcelan a presos o los mantienen entre
rejas. ¿Acabaremos como imaginó Philip K. Dick en 1956, en su relato The
minority report adaptado por Spielberg al cine, con los criminales
siendo detenidos antes de cometer un delito? «La dictadura de los datos
nos acecha advierten Cukier y Mayer-Schönberger, dependerá de nosotros
dejarnos atrapar por ella cuando tengamos motivos razonables para
sospechar de que algo está mal».
En mi casa mando yo
Shwetak Patel, ingeniero, es inventor de un sistema para saber cuánto consume un aparato eléctrico. Ha
descubierto que todos incluyen una firma digital única que facilita
datos sobre el usuario a las eléctricas y ha creado sensores para
detectarlas y controlar su consumo de energía aparato por aparato. Patel
redujo su factura de la luz de forma drástica, patentó su invento,
fundó una startup y se la vendió a una multinacional.
TÍTULO; LA ROTACION DE ECUADOR,ECUADOR-0-. ESPAÑA-2-.
Negredo marca gol y otro de Cazorla, un gran partido realizado por España contra Ecuador, etc,.
Fútbol | Amistoso
Vicente del Bosque planea un amistoso en Guayaquil con novedades poco ambiciosas,.
Del falso '9' a la falsa renovación. Vicente del Bosque
continuará su discurso de innovaciones tácticas con un nuevo partido
amistoso que ha permitido teorizar sobre una nueva fase con la selección
española. Sin embargo, el entrenador que incorporó la solución del
Barça con un delantero que no ejerciera de su función clásica ha
descartado también cualquier transformación radical para el futuro a
pesar de los siete nuevos jugadores para el encuentro en Guayaquil. «Se
ha ampliado considerablemente la plantilla de la selección, aunque eso
no quiere decir que hayamos dejado de confiar en el grupo que nos ha
dado tantos éxitos», aseguró el seleccionador a su llegada a Ecuador. Se
da el caso de que entre las ausencias por lesión y por decisión propia
se trata de la primera vez en que el técnico salmantino solo convoca a
tres jugadores del Barça desde 2008, un equipo que hasta ahora
vertebraba sus formaciones.
En Guayaquil, el seleccionador español aprovechará la
oportunidad para ofrecer un puesto a futbolistas en progresión que
apuntan a un futuro puesto entre los convocados. «No queremos quitar la
mirada a lo que viene por detrás porque ahora los procesos de formación
de los futbolistas se están acelerando», señaló. Por ello, los españoles
rotarán en Ecuador, donde el vuelo de casi doce horas y el cambio de la
rutina horaria obligarán a ser precavidos a los técnicos. En estos
casos, Del Bosque suele optar por hacer saltar al campo a los jugadores
más habituales durante solo 45 minutos. «Mañana podremos hacer seis
cambios y los usaremos todos. Jugarán 17», avisó en la rueda de prensa
previa al partido. La elección más evidente consistirá en la
recuperación de un delantero centro, puesto que han sido convocados
Fernando Llorente y Álvaro Negredo.
Por otra parte, el partido, que se disputará a las 15.00
horas de Ecuador (22.00 hora peninsular española), ha despertado un gran
interés en la ciudad costera aunque se teme que solo se llene la mitad
del Monumental de Guayaquil, un estadio propiedad del Barcelona
ecuatoriano. Aunque se ha promocionado el choque en el país sudamericano
como 'el partido del siglo', la venta de entradas no ha cumplido las
expectativas para un estadio que se ha remodelado para la visita de la
selección española.
En el plano deportivo, los ecuatorianos asumen su condición
de víctimas. La 'Tri' cuenta con tres bajas entre sus habituales y
nunca ha ganado a un campeón mundial. De hecho, la incorporación de
savia nueva ha puesto en guardia a los anfitriones. «Aparentemente
(España) viene con un equipo renovado, lo cual lo hará más difícil aún,
porque los que vienen por primera vez intentarán mostrarse ante su
técnico», aseguró el centrocampista Pedro Quiñónez en la rueda de prensa
previa al partido.
En el aspecto extradeportivo el duelo servirá para
homenajear a Christian 'Chucho' Benítez, futbolista fallecido en Catar
este verano por un paro cardíaco. La federación ecuatoriana ha planeado
varios eventos y los jugadores de la 'Tri' aportarán algún detalle sobre
su excompañero. De hecho, el centrocampista Secundo Castillo lucirá un
corte de pelo con el nombre de 'Chucho' y el número 11 en honor a su
antiguo camarada. Los españoles, nuevos y habituales, participarán
también en el homenaje.
Alineaciones probables:
Ecuador: Banguera, Paredes, Achilier, Guagua, Walter Ayoví,
Pedro Quiñónez, Noboa, Segundo Castillo, Ibarra, Joao Rojas y Caicedo.
España: Casillas; Arbeloa, Albiol, Sergio Ramos, Jordi Alba, Javi Martínez, Iniesta, Navas, Cazorla, Silva y Negredo.
Árbitro: Wilmar Roldán (Colombia).
Estadio: Monumental Isidro Romero Carbo (Guayaquil).
Horario: 22.00 horas (Telecinco).
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