Juan Serrano "Finito de Córdoba": media (silencio); y dos pinchazos y una estocada (silencio)
Miguel Ángel Perera: estocada (oreja); y estocada (dos orejas).
Alejandro Talavante: dos pinchazos y estocada (palmas); y estocada (oreja).
La plaza tuvo tres cuartos de entrada.
-----------------
PERERA Y SU CLASE
Menos mal que los toreros de la corrida eran de lo mejorcito y saben lo que se traen entre manos, porque de lo contrario, con los toros de Jandilla, de muy poco juego por pocas fuerzas y mansedumbre, la tarde hubiera sido insufrible.
"Finito de Córdoba", que tuvo el peor lote, no hizo a penas nada en el primero al que era muy difícil sacarle un pase, ya que era un inválido y se caía a cualquier movimiento que hacía, en una faena breve.
En el cuarto, que mejoró poco al anterior, tampoco hizo nada y si a eso se añade lo poco afortunado que estuvo con la espada, se quedó todo en un intento y un despropósito, con la consiguiente decepción para todos.
Miguel Angel Perera hizo una buena faena al primero que le tocó en suerte, con pases templados y pases de largo recorrido. Dio tiempo al toro para respirar y coger aire, y le supo sacar provecho de lo poco que tenía.
En el quinto salió dispuesto a abrir la Puerta Grande, y desde el comienzo de la lidia dio un recital de pases de todo tipo. Se arrimó al toro, y le sacó cuanto quiso a pesar de no ir muy sobrado de fuerzas.
TÍTULO; CAYETANO, UN BUEN NOVILLERO FRANCES,.
Iba a haber abierto cartel Mario Alcalde, que ha toreado ya
dos veces en Madrid, y bastante bien. Se cayó del cartel. Llamaron de
sustituto al murciano Miguel Ángel Moreno, que debutó con picadores hace
cuatro años. Para abrir cartel. En las novilladas, como en las corridas
de toros , se respeta la antigüedad en el escalafón religiosamente.
No es cómodo «ir por delante», se dice en la jerga. Podría
haberse buscado un sustituto más moderno, pero no procedía que abriera
Cayetano Ortiz, porque él era sobre el papel, el sostén de la novillada.
Tanto como Mario Alcalde, si no más. Solo el último domingo de julio
hizo su presentación en Madrid Cayetano, que es de Béziers, como
Sebastián Castella, y a quien en parte recuerda. Al Castella maduro y no
a aquel Castella novillero temerario e impasible de 1999, valor sin
límites. Triunfador del Certamen Internacional de San Sebastián. Del
Castella hecho y derecho son la firmeza, la seriedad, la manera de
estar, la contenida elegancia de este Cayetano Ortiz. Y del primer
Castella es también ese punto frío, entre opaco y transparente, que
llevan casi como etiqueta los toreros franceses. Etiqueta, estigma o
sambenito.
El debut de Cayetano Ortiz en Madrid fue más que digno,
pero esa tarde se presentó también en las Ventas «uno de Albacete».
Frase intencionada, llena de sentido entre aficionado. Uno de Albacete
que se llama Sergio Felipe y estuvo deslumbrante. La sorpresa del verano
en Madrid. Capaz de borrar a lo demás.
¿Se podía haber llamado a Sergio Felipe? ¿Habría venido?
No. Y, además, Cayetano habría tenido entonces que ir por delante.
Porque este Sergio Felipe es de 2011. Como el tercero de terna, un
Martín Campanario, guipuzcoano de Lasao, formado en las escuelas
taurinas de Huesca y Zaragoza y que, desbordado por los acontecimientos,
se vino abajo y llegó a afligirse. Si lo sé, no vengo. Aprendiz en
entredicho.
La novillada de Manuel Caro Andrade, hierro de estreno en
una feria de segunda, procedencia Jandilla-Millares, era una corridita
de toros, estaba afilada y bien armada, imponía respeto y por ese se
atragantó Campanario, que llegó a tirarse de cabeza al callejón cuando
se vio desarmado al cuarto lance con que quiso medir al sexto de
corrida. Se quedó sin aire, tuvo que salir a torear cojeando y
deschaquetado. No sería por el calor. Las temperaturas pegaron ayer en
Vitoria un bajón de casi diez grados. Cayetano debutó con picadores en
abril de 2010 en un pueblo muy torero de Madrid, Talamanca del Jarama.
Mario Alcalde, en Ledaña, provincia de Cuenca, de donde es oriundo. Solo
dos semanas antes que Cayetano. ¡Cuánta puntería! Hizo Moreno un
derroche de voluntad y mal que bien, no sin sufrir, resolvió la
papeleta.
Así que el peso de la fiesta y de la tarde cayó entero
sobre Cayetano. Una primera faena templadita pero excesivamente
despegada con un primer novillo de lote que tuvo de salida muchos pies
pero acabó parado. Tal vez por exceso de desfogue en una vara muy
peleada. Y, luego, con el quinto, un espléndido ejemplar cárdeno que
tuvo son y hechuras de cuatreño, un trabajo de llamativa enjundia:
sitio, entrega, temple, cabeza.
Tres, cuatro tandas ligadas muy de verdad. Generosas,
abundantes: de cinco muletazos como mínimo. Muy precisas en toques y
enganches, que es señal de torero cuajadito. Se vio a Cayetano ir
creciéndose de tramo en tramo o de pase en pase. La seguridad, casada,
por cierto, con la nobleza de ese quinto de corrida que, siendo cárdeno,
se llamaba Burraco. Tendría un goterón de Torrestrella, donde los
cárdenos solían salir así de buenos. Y ya no quedan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario