martes, 27 de agosto de 2013

EL DOLOR DE UNA ELECCION DIFICIL./ ENRÉDATE LA VELOCIDAD,.

TÍTULO: EL DOLOR DE UNA ELECCION DIFICIL.
 
Este verano he leído un libro de Simona Sparaco, 'Nessuno sa di noi' (“Nadie nos conoce”), sin traducción aún al español, que ha cosechado un gran éxito en Italia. No sabía de qué iba y, por eso, lo empecé con la ligereza con la que se afrontan las lecturas estivales, esa ligereza que imponen el calor y el descanso. Su estilo es fluido y atractivo, capaz de atraparte a las primeras de cambio y de que no te entren ningunas ganas de dejarlo. Oculto dentro de ese aparente deleite se esconde, sin embargo, un drama devastador.

Y es que el libro cuenta la historia (real) del primer embarazo de la escritora, tras una larga e impaciente espera junto a su marido. Tienen ya listas la cuna y la habitación del bebé, al que su madre habla largo y tendido mientras se acaricia el vientre. Desafortunadamente, al quinto mes, cuando el feto está ya del todo formado, la ecografía detecta que algo no va bien. Parece que hay un problema en los huesos: el pequeño podría padecer de enanismo. De pronto, la dulce espera se torna una pesadilla o, peor aún, un camino infernal en el que las etapas ya han sido señaladas por otros.

En Italia, el aborto en un estado tan avanzado no es legal, así que el matrimonio vuela a Londres, donde consulta con uno de los mejores genetistas. Este no solo confirma el diagnóstico, sino que además sugiere actuar de inmediato, sin perder más tiempo. Trastornada por las circunstancias, bajo una presión apenas soportable, la joven madre se ve así abocada a un aborto terapéutico. Pero el bebé siente algo y, justo antes de concluir la operación, empieza a arañar y a patalear como un loco, aunque su rebelión no detiene el proceso. El médico, con suma precisión, alcanza con una aguja el corazón del niño que al punto deja de latir. El vientre de la joven madre porta ahora la muerte durante dos días, hasta que, con no poco esfuerzo y dolor, logra expulsar el cuerpo de su hijo.

No consigo sacarme de la cabeza esas imágenes que, a su vez, me recuerdan a otras. Especialmente la de una conocida mía, mayor de 40 años, que después de buscar durante mucho tiempo un hijo se quedó, al fin, embarazada. Tras un análisis erróneo, se convenció de la necesidad de abortar, para descubrir después que el bebé estaba totalmente sano. No había entrado nunca tan de lleno en la tragedia que supone el aborto terapéutico.

Nunca había pensado cuánto dolor, cuánta desolación se pueden esconder detrás de esta decisión que ninguna madre desearía tomar jamás; cuánta soledad persiste en el corazón de estas mujeres tan valientes a las que la vida ha sometido a una prueba tan feroz. Los médicos afrontan el trance protegidos por un conveniente velo de piedad, pero una mujer que siente morir a su propio hijo dentro de sí queda marcada para toda la vida, como ponen de manifiesto tantos y tantos testimonios en las redes sociales.

Este verano he leído un libro de Simona Sparaco, 'Nessuno sa di noi' (“Nadie nos conoce”), sin traducción aún al español, que ha cosechado un gran éxito en Italia. No sabía de qué iba y, por eso, lo empecé con la ligereza con la que se afrontan las lecturas estivales, esa ligereza que imponen el calor y el descanso. Su estilo es fluido y atractivo, capaz de atraparte a las primeras de cambio y de que no te entren ningunas ganas de dejarlo. Oculto dentro de ese aparente deleite se esconde, sin embargo, un drama devastador.

Y es que el libro cuenta la historia (real) del primer embarazo de la escritora, tras una larga e impaciente espera junto a su marido. Tienen ya listas la cuna y la habitación del bebé, al que su madre habla largo y tendido mientras se acaricia el vientre. Desafortunadamente, al quinto mes, cuando el feto está ya del todo formado, la ecografía detecta que algo no va bien. Parece que hay un problema en los huesos: el pequeño podría padecer de enanismo. De pronto, la dulce espera se torna una pesadilla o, peor aún, un camino infernal en el que las etapas ya han sido señaladas por otros.

En Italia, el aborto en un estado tan avanzado no es legal, así que el matrimonio vuela a Londres, donde consulta con uno de los mejores genetistas. Este no solo confirma el diagnóstico, sino que además sugiere actuar de inmediato, sin perder más tiempo. Trastornada por las circunstancias, bajo una presión apenas soportable, la joven madre se ve así abocada a un aborto terapéutico. Pero el bebé siente algo y, justo antes de concluir la operación, empieza a arañar y a patalear como un loco, aunque su rebelión no detiene el proceso. El médico, con suma precisión, alcanza con una aguja el corazón del niño que al punto deja de latir. El vientre de la joven madre porta ahora la muerte durante dos días, hasta que, con no poco esfuerzo y dolor, logra expulsar el cuerpo de su hijo.

No consigo sacarme de la cabeza esas imágenes que, a su vez, me recuerdan a otras. Especialmente la de una conocida mía, mayor de 40 años, que después de buscar durante mucho tiempo un hijo se quedó, al fin, embarazada. Tras un análisis erróneo, se convenció de la necesidad de abortar, para descubrir después que el bebé estaba totalmente sano. No había entrado nunca tan de lleno en la tragedia que supone el aborto terapéutico.

Nunca había pensado cuánto dolor, cuánta desolación se pueden esconder detrás de esta decisión que ninguna madre desearía tomar jamás; cuánta soledad persiste en el corazón de estas mujeres tan valientes a las que la vida ha sometido a una prueba tan feroz. Los médicos afrontan el trance protegidos por un conveniente velo de piedad, pero una mujer que siente morir a su propio hijo dentro de sí queda marcada para toda la vida, como ponen de manifiesto tantos y tantos testimonios en las redes sociales. 
 
 TÍTULO: ENRÉDATE LA VELOCIDAD,.
 
 Cuando llovizna de noche
y cuando añoro sus ojos tan tiernos
acelerando mi moto en silencio
voy por las calles y recuerdo

cuando las luces de nuevo encandila
y cuando el viento despeina mi pelo
siento tu cuerpo pegado a mi cuerpo
y acelerando yo recuerdo

Velocidad ayúdame para olvidarla
por que esta vida siento extraña
donde te has ido
donde estas?
 
no puedo estar
sin un camino donde hallarla
amada mía tan lejana
donde te has ido
donde estas?

Cuando este mundo se cansa
y mi campera me abriga del viento
siento su vos que me dice te quiero
y acelerando yo recuerdo

cuando las luces de nuevo encandila
y cuando el viento despeina mi pelo
siento tu cuerpo pegado a mi cuerpo
y acelerando yo recuerdo
 

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