TÍTULO: REVISTA SEMANAL XL PRIMER PLANO,.LAS GUARIDAS DE LOS NOBEL,.
El laboratorio de... Brian P. Schmidt. Nobel de Física en 2011Aquí descubrió... La energía oscura"¡El universo está abarrotado de una extraña ...
Las guaridas de los Nobel
En estos laboratorios se descubren
nuevas estrellas, se avanza en el tratamiento contra el cáncer o se
inventan nuevos materiales que luego estarán en nuestras sartenes o en
nuestra próxima televisión en 3D. Aquí se crea el futuro. Con
imaginación y con una única máxima: equivocarse es solo el trámite para
acertar. Visitamos las 'guaridas' de seis Nobel que han revolucionado
nuestra manera de entender el mundo.
Aquí descubrió... La energía oscura
"¡El universo está abarrotado de una extraña energía que lo condena a morir!"
Sabíamos que el universo se expande, pero pensábamos que esa expansión se estaba frenando. En mi observatorio buscaba pruebas de ello. Estudié supernovas, estrellas moribundas, para medir su velocidad. ¡Y vi que ocurría todo lo contrario! El universo se expande cada vez más rápido. ¡Era inconcebible! ¡Iba en contra de la ley de la gravedad! Así que tenía que existir algo que tirase de estrellas y galaxias con más ímpetu que la atracción gravitatoria. Una fuerza desconocida. Se trata de la energía oscura. Nadie sabe lo que es, pero compone el 70 por ciento del universo», explica este astrónomo australiano, de 46 años, que revolucionó la cosmología en los noventa. «No podía creer lo que había descubierto. La idea de un universo abarrotado de una extraña energía que lo condenaba a morir era difícil de digerir», cuenta. «Las matemáticas que podrían explicar la energía oscura están por desarrollar. También busco las estrellas más antiguas, tan viejas que se formaron solo mil millones de años después del big bang, que ocurrió hace 13.800 millones».
Schmidt describe así el fin del universo. «Estrellas y galaxias estarán cada vez más alejadas entre sí. Dentro de 500 millones de años, desde la Tierra no se verá ni una galaxia. Contarán solo con sus propias energías y se irán consumiendo, hasta apagarse. ¿Que si hay otros universos? ¡Quién sabe! Cada vez que la humanidad ha empezado a comprender algo se ha dado cuenta de que se equivocaba».
El laboratorio de... John C. Mather. Nobel de Física en 2006
Aquí se fabrica... El telescopio más potente de la histotia
"Quiero saber cómo nacen las estrellas"
Nació en un pueblo de EE.UU. hace 66 años. «Crecí en una granja. En el laboratorio donde se congelaba el semen de los toros, me familiaricé con los aparatos con los que luego he trabajado toda mi vida. Mi primer recuerdo del colegio es la intuición matemática del infinito: a los seis años, me di cuenta de que podía llenar el cuaderno de dígitos y nunca llegaría al número más alto posible. Ya iba para científico. A los nueve fabriqué una radio para oír países lejanos. Lo que hago para la NASA es parecido», asegura. Le dieron el Nobel por el primer satélite para estudios de cosmología. Ahora lidera la creación del telescopio espacial James Webb, que será lanzado en 2018. Costará 6000 millones de euros. «Queremos saber cómo nacen las estrellas». El telescopio está frío (266º C) para evitar que su emisión infrarroja bloquee las señales. «Lo más complejo es el espejo. Como no cabe en el cohete está cortado en 18 pedazos. Esta tecnología ya ha beneficiado a los oftalmólogos. ¡Y yo me libré de la guerra de Vietnam por miope!».
El laboratorio de... Oliver Smithies. Nobel de Medicina en 2007
Aquí se creó... El ratón transgénico
"Sigo investigando con 88 años. No conozco mejor manera de pasar el tiempo"
No tira nada. Recoge cosas de aquí y allá, como si tuviera síndrome de Diógenes. Y las usa. En el caótico laboratorio de este estadounidense de la Universidad de Carolina del Norte hay aparatos con décadas de antigüedad. «A algunos hasta les he puesto nombre. Mi favorito es el 'hexápodo', una especie de pulpo con seis tubos o tentáculos que bombean agua a diferentes temperaturas. Es una pieza de museo, pero la uso». Sigue trabajando a sus 88 años. «No conozco mejor manera de pasar el tiempo. Voy todos los días al laboratorio; incluso los domingos. Me quejé al decano porque mi plaza de garaje estaba demasiado lejos, a diez minutos, y yo ya no tengo edad de perder el tiempo».
A mediados de los ochenta desarrolló la técnica para crear el primer ratón transgénico. «Me costó tres años. Mis colegas no lo veían. Y mis colaboradores desaparecían desanimados». Hoy, esta tecnología ha producido cientos de ratones que replican enfermedades cardiovasculares, diabetes y cáncer. La pasión por la ciencia le viene de niño. «Había un tebeo en el que salía un inventor que me encantaba y me dije que yo iba a ser como él. Para mí, la ciencia es creatividad. Te inventas algo para resolver un problema. Yo me apaño con lo mínimo, con lo que tengo alrededor. Mi abuelo recogía clavos torcidos y los ponía derechos, y yo cojo cosas que veo por el suelo para ver si se puede hacer algo con ellas».
El laboratorio de... Martin Chalfie. Nobel de Química en 2008
Aquí se investiga... La proteína verde fluorescente
"Mi despacho tiene vistas a Nueva York. ¡Hay que estar abierto al mundo!"
Llevo trabajando con bacterias y gusanos desde los años noventa. Y sigo. Me fascina el gusano Caenorhabditis elegans, que apenas mide un milímetro y es transparente. Lo que hicimos fue introducirle un fragmento de ADN de una medusa fluorescente. Fue como si se hubiese tragado una linterna, con la particularidad de que se iluminaba solo lo que nosotros queríamos ver», explica este bioquímico estadounidense de 66 años.Esta técnica es posible gracias a una proteína verde que brilla con la luz ultravioleta y que está presente en ciertas medusas. En biomedicina, la proteína verde puede unirse a otra proteína que sería invisible de otro modo, la marca y se chiva de sus movimientos. Es muy útil. Sirve para estudiar, por ejemplo, cómo crecen los tumores o cómo se desarrolla el alzhéimer en las neuronas. «Ahora investigo cómo se activan y desactivan las células nerviosas relacionadas con el sentido del tacto, el oído y la contracción de los músculos», asegura. «Nunca me atrajeron los microscopios. Y en el instituto no me veía en el futuro estudiando gusanos. Tampoco soy el típico científico que vive en una burbuja, absorto. La ventana de mi despacho tiene vistas a Nueva York. Y eso te obliga a estar abierto al mundo. Yo, por ejemplo, toco la guitarra española y compongo música».
El laboratorio de... Theodor W. Hänsch. Nobel de Física en 2005
Aquí se inventó... El 'peine' láser de frecuencias de luz
"Los errores te marcan el camino. Cuant antes metas la pata, mejor"
A este físico alemán de 72 años lo llaman el 'mago de la luz'. Es un pionero de la óptica cuántica. Consiguió que un láser midiera la frecuencia de la luz, que vibra miles de millones de veces por segundo, con exactitud. Hänsh compara el artilugio con un peine antipiojos, porque el láser filtra la luz y la descompone en cientos de miles de colores como los dientes de un peine tupido. Gracias a ese invento hay relojes atómicos mucho más exactos, fundamentales para los sistemas de localización por satélite (GPS). También ha contribuido a elevar la velocidad de transmisión de datos en redes de fibra óptica. «En 2020 veremos en televisión películas en 3D, sin gafas de colores. Pero esas aplicaciones son secundarias; lo primero para mí es investigar la teoría cuántica, que tiene casi un siglo y todavía no la entendemos, porque desafía al sentido común». Desde niño le hechizaba la luz. Echaba sal sobre una llama para ver la lluvia de colores. «Iba para químico. Escondía bajo la cama productos peligrosos. Jugaba con ellos hasta que una mezcla me estalló en la cara y perdí audición. Entonces, la física me pareció más segura», recuerda. Siempre le han gustado los gadgets. «En el laboratorio tengo un montón de aparatos que he comprado en eBay: láseres, monitores...». Y nunca se desanima. «Cuanto antes metas la pata, mejor. Los errores te marcan el camino».
El laboratorio de...Dan Shechtman. Nobel de Química en 2011
Aquí se descubrieron... Los cuasi-cristales
"Cuando publiqué mi hallazgo, todos mis colegas se rieron de mí"
«No podía creer lo que veía». Este israelí de 72 años, ingeniero de materiales, lleva desde los años sesenta trabajando con microscopios electrónicos. «Entonces no eran tan gigantescos ni tan potentes como el que tengo ahora: el Titán. Lo bueno del Titán es que te permite ver la materia a nivel atómico. Pero su sensibilidad es tal que cualquier ruido, incluso mi respiración, puede afectarle, así que debe estar aislado». Cuando Shechtman vio al microscopio el primer cuasicristal, en 1982, no daba crédito. «¡Era una nueva estructura de la materia! Un cristal cuyos átomos están organizados de manera no periódica. ¡Algo así no podía existir! La cristalografía se basaba en un principio inamovible: todos los cristales están estructurados en formas periódicas que se repiten de manera constante. Y aquello desobedecía las reglas».
Cuando anunció el hallazgo, sus colegas le hicieron el vacío. Y se convirtió en un paria. Lo invitaron a abandonar grupos de investigación, rechazaban sus artículos. «Se reían de mí». Pero siguió en sus trece. Hoy, los cuasicristales tienen cientos de aplicaciones porque son muy duros, pero, a diferencia de los metales, malos conductores de la electricidad: en motores diésel, sartenes antiadherentes... «Son muy bellos. Simetrías pentagonales que pueden verse en el arte islámico, por ejemplo, en la Alhambra de Granada».
TÍTULO; EL BLOC DEL CARTERO, JUEGOS DE TRONOS,
Juego de tronos (A Game of Thrones) es una novela de fantasía escrita por el autor estadounidense George R. R. Martin en 1996 y ganadora del premio Locus en 1997. Se trata de la primera entrega de la serie de gran popularidad Canción de hielo y fuego. La novela se caracteriza por el uso de numerosos personajes bien detallados, la contraposición de puntos de vista de los múltiples protagonistas, su trama con giros inesperados y un uso sutil y moderado de los aspectos mágicos tan comunes en otras obras de fantasía.
Argumento
Juego de Tronos sigue tres líneas argumentales principales al mismo tiempo.En Los Siete Reinos
Al principio de la historia, Eddard Stark (Ned), como Señor de Invernalia, en nombre de Robert I Baratheon, rey de los Siete Reinos, debe condenar y ejecutar a un desertor de la Guardia de la Noche, con sus hijos entre los testigos. En el viaje de vuelta a Invernalia, los hijos de Eddard descubren seis cachorros lobo huargo, que son confiados a los cinco hijos legítimos de Eddard y a su bastardo (el lobo huargo, el sello de la Casa Stark, es parte integral de la familia Stark). Después de la muerte de Lord Jon Arryn, anterior "Mano del Rey" (el más alto asesor del rey), el rey Robert Baratheon visita a Eddard en Invernalia. Porque confía en él como un viejo amigo y como aliado en la lucha anterior por el trono, el Rey Robert le pide a Eddard convertirse en la nueva Mano del Rey. Eddard acepta, en contra de sus instintos, y al mismo tiempo promete a su esposa, Lady Catelyn Stark que va a investigar la muerte de la mano anterior, Jon Arryn.Antes de que los Stark viajen hacia Desembarco del Rey en el Sur, el hijo de Ned Stark, Bran ve a Cersei cometer incesto con su hermano gemelo Jaime Lannister, quien lanza rápidamente a Bran de una torre con la esperanza de ocultar el secreto. Bran sobrevive contra viento y marea, pero entra en un estado de coma. Durante su recuperación, un asesino intenta matarlo, sólo para encontrarse con Catelyn, que se ha negado a separarse de su lado. El huargo de Bran le salva la vida, así como la de Catelyn, matando al asesino. Catelyn se da cuenta de que su marido se enfrenta a peligros en Desembarco del Rey, por lo que viaja allí de incógnito en barco para advertirle, dejando a su hijo mayor Robb Stark para gobernar como el Señor de Invernalia. No mucho después de la partida de Catelyn, Bran despierta de su coma como un parapléjico y sin recordar cómo cayó. Él permanece en Invernalia, junto con su hermano mayor Robb y su hermano menor Rickon.
Mientras tanto, Lord Eddard viaja hacia Desembarco del Rey, la capital, llevando consigo a sus hijas Sansa y Arya. Sansa, de 11 años, está prometida al hijo de Robert, de 12 años de edad, Joffrey, el heredero aparente. En Desembarco del Rey, Eddard asume las funciones de la mano y la sentencia de Poniente, ya que Robert es famoso por su poco interés en la gobernanza.
A la llegada de Catelyn a Desembarco del Rey, es llevada a una reunión secreta con Petyr Baelish, conocido como Meñique, un amigo de la infancia y admirador suyo, convertido en "Maestro de la Moneda" o Tesorero de Desembarco del Rey. Él identifica a Tyrion Lannister, el hermano enano de Cersei y Jaime, como el propietario de la daga utilizada en el atentado contra la vida de Bran. Durante el viaje de vuelta a Invernalia, Catelyn encuentra a Tyrion, regresando del Muro, y lo toma cautivo. Catelyn decide cambiar de rumbo y, en vez de volver a Invernalia, lleva a Tyrion al Nido de Águilas, que su hermana, Lady Lysa Arryn, controla como la Virgen del Valle. Lysa culpa a los Lannister de la muerte de Jon, su marido, y está dispuesta a ejecutar a Tyrion, pero él exige un juicio por combate y recupera su libertad cuando su campeón de espada contratado Bronn, gana el duelo. En represalia por el secuestro de Tyrion, el padre de Tyrion, Lord Tywin Lannister, jura guerra. Por ello, al poco tiempo se une a su hijo Jaime, quien se ha enfrentado a Eddard en Desembarco del Rey, matando a varios de sus hombres y paralizando a Eddard, huyendo inmediatamente después de la ciudad.
Eddard descubre, tal y como el asesinado Jon Arryn había descubierto antes que él, que los herederos legales de Robert, de hecho, son hijos de Jaime Lannister y de su hermana. Eddard se enfrenta a Cersei y le ofrece la oportunidad de escapar de Desembarco del Rey antes de que él le diga a Robert la verdad, pero Robert es herido mortalmente en una cacería y Eddard no puede soportar la idea de decirle a Robert la realidad sobre sus supuestos hijos mientras yace en su lecho de muerte. Como Robert se está muriendo, su hermano pequeño Renly sugiere a Eddard que deben usar sus guardias de hogar combinados para detener a Cersei y a sus hijos y tomar el control del trono durante la noche, antes de que los Lannister puedan actuar. Eddard se niega, pues lo considera un acto deshonroso. Renly huye de Desembarco del Rey con los guardias leales a la Casa Baratheon. Eddard recluta a Meñique para tener a los guardianes de la ciudad arrestados y cargan contra Cersei, pero Eddard es traicionado por Meñique, lo que da como resultado el arresto de Eddard, la muerte de todos sus hombres y la captura de Sansa. Los Lannister intentan capturar a Arya también, pero ella huye del castillo después de que su instructor de esgrima, Syrio Forel, intervenga para ayudarla.
Con Eddard encarcelado, el hijo mayor de Cersei y Jaime, Joffrey, se corona como heredero y rey de los Siete Reinos de Robert. Eddard es persuadido por Varys para confesar la traición y jurar lealtad a Joffrey como el Rey verdadero a cambio de la vida de Sansa y los suyos, siempre que Ned se una a la Guardia de la Noche, tal y como el propio Varys había ya acordado con Cersei. Eddard más tarde hará una confesión pública, pero Joffrey ordena su ejecución a pesar de lo que le dice su Consejo y de las advertencias de su madre, que desoye. Lord Eddard es decapitado y luego a la vista de sus hijas, Sansa y Arya, su cabeza es colocada en una pica. Más tarde Arya es protegida y llevada por Yoren, miembro de la Guardia de la Noche, pero su destino incierto.
Una guerra civil estalla con la noticia de la detención de Eddard, que se propaga a través de los Siete Reinos. Robb, ahora Señor de Invernalia, comanda un ejército de hombres del norte y marcha al sur, uniéndose a Catelyn para rescatar a su padre y hermanas en Desembarco del Rey, pero al enterarse de la muerte de Eddard, cambia de destino y va a las Tierras de los Ríos para aumentar el apoyo de su abuelo materno, el Señor Hoster Tully. Para llegar a Aguasdulces, acepta un acuerdo matrimonial con la Casa Frey. En Aguasdulces, Jaime Lannister está sitiando, si bien mantiene al heredero de Lord Hoster y al hermano de Catelyn, Edmure Tully, como rehenes. Al enterarse de la marcha de Robb, Lord Tywin también avanza con su ejército para reunirse con Robb. En un movimiento audaz, Robb separa secretamente su caballería hacia Aguasdulces, mientras que su infantería, al mando de Lord Roose Bolton, se dedica al ejército de Tywin. Tyrion, ahora liberado, luchando junto a su padre, forma su propio ejército de hombres del clan de Montaña y derrota al anfitrión del Bolton, descubriendo demasiado tarde que todo era un señuelo. Las fuerzas de Robb luego toman el ejército de Jaime por sorpresa durante la noche, capturando al mismo Jaime después de urdir una trampa para el caballero temerario. El anfitrión de Jaime se encuentra disperso y Edmure Tully es liberado, uniéndose a las casas de las Tierras de los Ríos al ejército de Robb.
Renly Baratheon, el hermano menor de Stannis Baratheon, es el próximo heredero al Trono de Hierro. Pero Renly hace campaña para el trono y gana el apoyo de la Casa Baratheon y Tyrell por casarse con la hija de Lord Mace Tyrell, Margaery Tyrell. Se autoproclama rey y comanda toda la fuerza del sur, comenzando su marcha en Desembarco del Rey. Después de un debate prolongado, los abanderados y vasallos de Robb de la Casa Stark y la Casa Tully, señores de las Tierras de los Ríos, proclaman a Robb Rey en el Norte, un título que había sido abandonado hacía mucho tiempo, después de que el último Rey en el Norte jurase lealtad al Trono de Hierro 300 años antes de los acontecimientos de Juego de tronos.
En el muro
El prólogo de la novela presenta a la salida del reino desierto del Norte más allá del Muro, una antigua barrera de 700 metros de altura, 300 kilómetros de largo (480 km) de hielo, piedra y magia antigua, protegiendo los Siete Reinos del Norte, vigilado por la orden de la Guardia de la Noche. Los hombres de la Guardia de la Noche (apodados "cuervos") dan un juramento para servir en el Muro de por vida, renunciando al matrimonio y visten ropa teñida sólo en negro. En las tierras sin ley al norte de la pared, una pequeña patrulla de cazadores de la Guardia de la Noche conformados por Gared, Ser Waymar Royce y Will, encuentran a los Otros, una raza antigua y el mal de los seres piensa que es de tiempo extinguido y mitológico. Todos los cazadores (Gared y Ser Waymar Royce) son asesinados, excepto un solo sobreviviente (Will, que huye al sur, llegando a ser el desertor a quien Ned ejecuta en el inicio de la historia). Jon Nieve, el hijo bastardo despreciad de Lord Eddard y Catelyn, está inspirado por su tío, Benjen Stark, el primer guardabosques de la Guardia de la Noche, a "tomar el negro" e ir al Muro para unirse a la Guardia de la Noche. Jon viaja hacia el norte del Muro con el hermano de la reina, Tyrion Lannister, y otros miembros de la Guardia de la Noche. Él se desilusiona cuando descubre que es poco más que una colonia penal destinada a mantener a los "salvajes" (tribus humanas que viven en relativa anarquía, al norte de la pared) bajo control.En el Muro, Jon se une a los reclutas contra su dura instructor, y protege al cobarde pero bondadoso e inteligente, Samwell Tarly. Jon espera que sus habilidades de combate le ganarán la asignación a los cazadores, el brazo militar de la Guardia de la Noche. En su lugar, se asigna como mayordomo al Señor Comandante de la Guardia, Jeor Mormont, apodado "el Viejo Oso". Él se encarga de su amigo Samwell Tarly a hacerse mayordomo del anciano Maestre Aemon. Mientras tanto, Benjen Stark lidera un pequeño grupo de Rangers de patrulla más allá del Muro, pero no regresa. Casi seis meses después, los cadáveres de dos de los cazadores de la partida de Benjen se recuperan de más allá del Muro, y sus cadáveres los reaniman como espíritus en la noche. Sin dejarse intimidar por las heridas de espada, los espectros matan a seis hombres, excepto a Jon y su lobo huargo, Fantasma, y a Lord Comandante Mormont mediante la destrucción de uno de los espíritus con fuego. Para salvar su vida, Mormont le presenta a Jon la espada bastarda Valyrian de acero "Garra", una reliquia de la Casa de Lord Comandante Mormont. Lord Mormont ha sustituido al actual oso pomo con una empuñadura en forma de la cabeza de un lobo huargo blanco, que representa tanto la Casa Stark y el lobo huargo de Jon.
Cuando la noticia de la ejecución de su padre llega a Jon, intenta abandonar la Guardia de la Noche y unirse a su medio hermano Robb en la guerra contra los Lannister. Sus amigos entre la Guardia de la Noche se ponen al día con Jon antes de que llegue demasiado lejos del Muro y le convencen para volver. Mormont convence a Jon que su lugar está con sus nuevos hermanos, y que la guerra por el trono no se compara con el mal que el invierno está preparado para llevar sobre ellos desde el norte. Con la lealtad de Jon asegurada, Mormont declara su intención de liderar un norte masivo que van del Muro, para encontrar a Benjen Stark -vivo o muerto-, así como para investigar la desaparición de muchos salvajes y los rumores oscuros que rodea el Rey Más allá del Muro, un desertor de la Guardia de la Noche conocido como Mance Rayder.
En el Este
Al otro lado del mar en la ciudad libre de Pentos, Viserys Targaryen vive en el exilio, con hermana de trece años de edad, Daenerys. Él es el hijo y único heredero varón sobreviviente de Aerys II Targaryen de la casa, "el Rey Loco", que fue derrocado por Robert Baratheon durante la Guerra del Usurpador. Los Targaryen gobernaron Poniente como los señores dragones por unos 300 años, pero sus dragones y el poder ahora se ha ido. Viserys negocia un contrato de matrimonio y desposa a su hermana a Khal Drogo, un señor de la guerra de los guerreros nómadas a caballo Dothraki, a cambio del uso del ejército de Drogo para reclamar el Trono de Hierro del Poniente por la Casa Targaryen. El rico comerciante, Magister Illyrio, que ha sido anfitrión de Viserys y Daenerys, da un regalo de bodas a Daenerys de tres huevos de dragón petrificados. Un caballero exiliado de Poniente, Ser Jorah Mormont (hijo de Jeor Mormont, Lord Comandante de la Guardia de la Noche), se une a Viserys como asesor.Inesperadamente Daenerys busca la confianza y el amor con su marido brutal, ella concibe "el semental que montará el mundo", un niño que está profetizado para unir y gobernar el Dothraki y les llevará a conquistar el mundo entero. Cuando Drogo muestra poco interés en la conquista de Poniente, Viserys temperamentales trata inicialmente de intimidar a su hermana en coaccionar a Drogo, pero Daenerys, envalentonado por su posición como esposa de Khal, comienza a defenderse a sí misma y se niega a ser intimidada por su hermano por más tiempo. Inicialmente, Drogo perdura a Viserys y castiga a sus arrebatos de humillación pública. Cuando Viserys amenaza públicamente a Daenerys, Drogo lo ejecuta mediante el vertido de una olla de oro fundido en la cabeza, que le dieron la corona de oro que le habían prometido a cambio de Daenerys. Como el último Targaryen, Daenerys ocupa la búsqueda de su hermano para reclamar el Trono de Hierro de Poniente.
Un asesino que busca el favor de Rey Robert intenta, sin éxito, envenar a Daenerys y a su hijo por nacer. Enfurecido, Drogo se compromete a invadir Poniente para buscar venganza. Mientras saquea pueblos para financiar la invasión, Drogo es herido. Los supura la herida y Daenerys manda un maegi cautivo a usar la magia de sangre para salvarlo; el traidor maegi sacrifica a Daenerys al poder del hechizo, que mantiene a Drogo vivo en un estado vegetativo. A medida que la multitud se disuelve sin líder Dothraki, Daenerys se apiada de su otroro y orgulloso marido y lo ahoga. Ansioso de venganza, ella pide al maegi atado a la pira funeraria de Drogo y coloca sus tres huevos de dragón en la pira de Drogo. Mientras ella mira arder, Daenerys es seducida por la belleza de las llamas y pasea en el infierno. En lugar de perecer en las llamas, sale indemne y con tres dragones recién nacidos envueltos alrededor de ella y los amamanta con sus pechos. Como un verdadero Targaryen, ella sospecha que es inmune a las llamas. Los pocos Dothraki que quedan y Ser Jorah juran su lealtad a ella como La Madre de Dragones.,etc,.
TÍTULO: LA CARTA DE LA SEMANA, UNA ASPIRINA EN GRANADA,.
Granada,
o sea. Y enfrente, arriba, la Alhambra, la Roja; la que fue, antes de
que los reyes ziríes la pusieran a punto, Hish Garnata. He subido ...
Una aspirina en Granada
Granada, o sea. Y enfrente, arriba, la Alhambra, la Roja; la
que fue, antes de que los reyes ziríes la pusieran a punto, Hish
Garnata. He subido hasta el Albaicín -malditas cuestas, no me extraña
que hasta 1492 no conquistaran esto- buscando un analgésico: intentando
escapar un rato de lo de abajo. De los periódicos, de la tele, de las
tertulias, de los ecos y consecuencias de toda esa gentuza que nos
gobierna o desgobierna turnándose cada cuatro años en infamia, cobardía,
venalidad. Huyendo del Iva a la cultura, del expolio fiscal, del
negocio autonómico con sus beneficiarios y su clientela, de las tiendas
cerradas, de las librerías inexistentes, del intolerable desempleo, del
robo descarado, sistemático y general perpetrado por el risueño ministro
de Hacienda desde que tomó posesión, de las diecisiete taifas
españolas, de la impunidad administrativa, de los ayuntamientos que nos
asfixian en imbécil papeleo, del estólido analfabetismo de quienes
medran rigiéndonos, de la falta de educación pública y privada, de la
infanta de las narices, de su legítimo esposo y de ya te seguiré
contando. De la demagogia, el cinismo, el embuste, la mezquindad, la
poca vergüenza. Tan de aquí. Tan nuestras.
Subo hasta el Albaicín, como digo, a ver si por un rato consigo que todo eso se quede abajo, aunque supongo que verdes me las van a segar y que toda aquella basura, suba a donde suba, me perseguirá con ese hedor que no hay tarjeta postal, por bonita que sea, capaz de quitar de encima. Mirando con envidia a los turistas japoneses, porque llevan en el bolsillo un pasaporte y un billete de avión que podrán sacarlos de aquí. Y en ésas estoy, frente a uno de los paisajes más bellos de Europa, mientras pienso en quienes me lo amargan; masticando entre dientes, como si fueran aspirinas, los versos de Rafael Guillén: «Calles de látigo y garra / por las espaldas del monte / no hay más luna ni horizonte / que el aire que las desgarra». Y me paro en el mirador de San Nicolás para mirar lejos, enfrente, abajo, este lugar que antes de hacer mío con los ojos descubrí en viejos romances dormidos en la biblioteca de mi abuelo, o en los versos, que sé de memoria porque mi padre me los recitó cien veces, sobre la hazaña del pequeño grupo de soldados castellanos que, para devolver una afrenta de los moros -habían arrastrado el crucifijo de una iglesia saqueada por el campo de batalla-, se internaron de noche en la ciudad enemiga para clavar un cartel con las palabras Ave María en la mezquita grande, hoy catedral: «Sorprenden los centinelas, / traban lucha encarnizada, / y Hernán Pérez del Pulgar, / sólo y por toda Granada, / va a la mezquita mayor / y en la puerta, y con su daga...».
En ésas estoy, como digo, contemplando la ciudad, y la vega donde estuvo el campamento cristiano, y las torres bermejas donde guerreros musulmanes cambiaban turnos de guardia. Y considero cuánta historia hay en esas viejas piedras y en este lugar fascinante; y por extensión, en la tierra, país, patria, nación o como se llame, o no se llame, que los alberga. Cuántas cosas a recordar, estudiar y conocer. Cuántas identidades posibles, cuántos legítimos orgullos, cuánta memoria común si desde hace siglos gente decente, no los rufianes miserables y criminales que siempre tuvimos, nos hubiera educado para ello, en vez de envolvernos en banderas, mezquindades, demagogia y vileza. Y sin embargo, me digo, a pesar de todo, a pesar de nosotros mismos, no es una mala tierra. No somos mala gente; o -matizo tras un instante- podríamos fácilmente no serlo. Y como si todo estuviera dispuesto de antemano, en ese momento oigo a mi espalda el rasgueo de una guitarra en la plaza misma. Y me acerco a beber un tinto de verano a la terraza del bar Kiki, y en la puerta hay cinco tíos con tatuajes en el dorso de la mano y un peligro que te rilas, y algún careto donde no hay gota de sangre cristiana desde los Reyes Católicos, sentados a la sombra, dándole a la música -hora y media después me regalarán un cedé con la funda rota donde pone Pastrana escrito con rotulador-. Me siento allí, a su lado, junto a algunos guiris y un grupo de hombres callados, españoles, con pinta de currantes que se han tomado un descanso, y que escuchan la música con mucho respeto. Y esa música es tan buena y tan de verdad, allí, en la plaza del cementerio de San Nicolás, en una sombra fresca del Albaicín, que mojo los labios en mi vaso y sonrío, feliz, mientras miro Hish Garnata a lo lejos y la aspirina me hace efecto, al fin. Los japoneses, concluyo, con su pasaporte y su billete de avión en el bolsillo, no tienen ni puta idea.
Subo hasta el Albaicín, como digo, a ver si por un rato consigo que todo eso se quede abajo, aunque supongo que verdes me las van a segar y que toda aquella basura, suba a donde suba, me perseguirá con ese hedor que no hay tarjeta postal, por bonita que sea, capaz de quitar de encima. Mirando con envidia a los turistas japoneses, porque llevan en el bolsillo un pasaporte y un billete de avión que podrán sacarlos de aquí. Y en ésas estoy, frente a uno de los paisajes más bellos de Europa, mientras pienso en quienes me lo amargan; masticando entre dientes, como si fueran aspirinas, los versos de Rafael Guillén: «Calles de látigo y garra / por las espaldas del monte / no hay más luna ni horizonte / que el aire que las desgarra». Y me paro en el mirador de San Nicolás para mirar lejos, enfrente, abajo, este lugar que antes de hacer mío con los ojos descubrí en viejos romances dormidos en la biblioteca de mi abuelo, o en los versos, que sé de memoria porque mi padre me los recitó cien veces, sobre la hazaña del pequeño grupo de soldados castellanos que, para devolver una afrenta de los moros -habían arrastrado el crucifijo de una iglesia saqueada por el campo de batalla-, se internaron de noche en la ciudad enemiga para clavar un cartel con las palabras Ave María en la mezquita grande, hoy catedral: «Sorprenden los centinelas, / traban lucha encarnizada, / y Hernán Pérez del Pulgar, / sólo y por toda Granada, / va a la mezquita mayor / y en la puerta, y con su daga...».
En ésas estoy, como digo, contemplando la ciudad, y la vega donde estuvo el campamento cristiano, y las torres bermejas donde guerreros musulmanes cambiaban turnos de guardia. Y considero cuánta historia hay en esas viejas piedras y en este lugar fascinante; y por extensión, en la tierra, país, patria, nación o como se llame, o no se llame, que los alberga. Cuántas cosas a recordar, estudiar y conocer. Cuántas identidades posibles, cuántos legítimos orgullos, cuánta memoria común si desde hace siglos gente decente, no los rufianes miserables y criminales que siempre tuvimos, nos hubiera educado para ello, en vez de envolvernos en banderas, mezquindades, demagogia y vileza. Y sin embargo, me digo, a pesar de todo, a pesar de nosotros mismos, no es una mala tierra. No somos mala gente; o -matizo tras un instante- podríamos fácilmente no serlo. Y como si todo estuviera dispuesto de antemano, en ese momento oigo a mi espalda el rasgueo de una guitarra en la plaza misma. Y me acerco a beber un tinto de verano a la terraza del bar Kiki, y en la puerta hay cinco tíos con tatuajes en el dorso de la mano y un peligro que te rilas, y algún careto donde no hay gota de sangre cristiana desde los Reyes Católicos, sentados a la sombra, dándole a la música -hora y media después me regalarán un cedé con la funda rota donde pone Pastrana escrito con rotulador-. Me siento allí, a su lado, junto a algunos guiris y un grupo de hombres callados, españoles, con pinta de currantes que se han tomado un descanso, y que escuchan la música con mucho respeto. Y esa música es tan buena y tan de verdad, allí, en la plaza del cementerio de San Nicolás, en una sombra fresca del Albaicín, que mojo los labios en mi vaso y sonrío, feliz, mientras miro Hish Garnata a lo lejos y la aspirina me hace efecto, al fin. Los japoneses, concluyo, con su pasaporte y su billete de avión en el bolsillo, no tienen ni puta idea.
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