martes, 27 de agosto de 2013

REVISTA XL SEMANAL , NEYMAR EL OSADO, “ ESTOY LISTO PARA CUALQUIER DESAFIO./ BALONCESTO, AMISTOSO, FRANCIA-84- ESPAÑA-85-./ CHRIS HORNER NO CADUCA,.

 
TÍTULO.  REVISTA XL  SEMANAL  , NEYMAR EL OSADO, “  ESTOY  LISTO PARA CUALQUIER DESAFIO.
 
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Neymar, el osado: "Estoy listo para cualquier desafío"

NeymarCon solo 21 años es el deportista más rentable del mundo. Y es que no solo juega al fútbol. La nueva perla brasileña del Barça genera negocio y pasiones tanto dentro como fuera del campo. Le contamos cómo es la nueva estrella de la Liga, con el talento de Messi y el carisma de un actor de Hollywood
Con una toalla anudada a la cintura, neymar huye de una fan que lo acosa hasta en la ducha. Arrinconado, el equipo de seguridad lo acaba rescatando de la 'loca'. La 'loca' en cuestión es, en realidad, una actriz y la escena es parte de una popular telenovela brasileña en la que Neymar hizo un cameo interpretándose a sí mismo hace unos meses. Lo de las fans que gritan, lloran y se desmayan a su paso es real. Tienen nombre: Neymarzetes, una versión brasileña de las Believers del cantante Justin Bieber. Su aparición en el culebrón fue, en consecuencia, récord de audiencia. No es la primera vez que el jugador aparece en series, protagoniza anuncios que se convierten en fenómenos virales ni que se sube a un escenario para cantar y bailar... El chico es un espectáculo, y no solo en el campo de fútbol.Neymar da Silva forma parte del selecto club de los cuatro jugadores mejor pagados del mundo junto con Cristiano Ronaldo, Messi y Eto'o. Pero el brasileño lo ha conseguido con 20 años y sin salir de su país. Sí, juega bien al fútbol, pero en su caso la diferencia la marca su personalidad: naturalidad, desenvoltura ante las cámaras, 17 millones de seguidores en las redes sociales... Recién llegado a Barcelona, se editaron dos biografías sobre él y en unas semanas estaban agotadas en una gran superficie... ¡de Madrid!El potencial publicitario de Neymar es enorme y, teniendo en cuenta que él se queda con el cien por cien de los beneficios que genera su imagen (12 millones de euros solo el año pasado), es obvio que la criatura se está forrando. Si con 15 años ya aportaba a la familia 3500 euros al mes, más de lo que nunca ganó su padre, con 20 es la empresa familiar. Un auténtico emporio. Su sueldo lo gestionan sus padres. Neymar padre (se llama como el hijo, de ahí que este firme como Neymar Júnior) reconoce que, cuando está en casa, es el padre de su hijo. «Pero en el momento en el que cruza la puerta y sale a la calle es nuestra forma de ganarnos la vida. Se convierte en una empresa cuyos presidentes somos su madre y yo. Es así».
El padre, que también fue jugador de fútbol, aunque sin llegar a tener una carrera destacable, trabajó como mecánico y funcionario antes de ser agente de su hijo. Pero siempre tuvo claro su potencial, desde que jugaba en la calle con una pelota de trapo. No es que Neymar se criase en una favela, pero la situación económica en casa no era boyante. De hecho, la educación del pequeño Ney se financió con becas de buenos colegios que querían que aquel chaval enclenque pero con un dominio inusual del balón jugase en sus equipos.
Su madre, Nadine, es quien le inculca los valores y la fe. Son evangelistas. Ella reza con él antes de cada partido, en casa o por teléfono. Cuando Ney tenía cuatro meses, sufrieron un accidente de tráfico. El niño rodó por debajo de los asientos del coche, pero solo sufrió un rasguño. El padre estuvo en coma tres meses. Aquello reforzó sus creencias y, hoy, Neymar viaja siempre con una Biblia en la maleta.
Cuando la situación económica de los padres mejoró algo, se trasladaron a Santos, la ciudad que lo vería estallar como futbolista. Su padre compró una casa con vistas al estadio del que sería su primer gran equipo. «Para que no perdiese de vista el objetivo», dice.
Tener el objetivo claro es una de las máximas de su padre. El esfuerzo para alcanzarlo es la otra. Y eso implicaba jugar al fútbol, pero también cursos de inglés, un logopeda para mejorar su expresión oral... Clases de interpretación es lo único que no necesitó. Tiene un talento natural para eso.
La cuestión clave en su imagen no fue decisión de su padre. Al contrario. Fue el día que apareció en el campo, sin avisar a su progenitor, con una cresta mohicana en el pelo coloreada de naranja. La decisión la habían tomado él y su peluquero de toda la vida, Cosme. Después del partido, a Juninho -como lo llaman en casa- le cayó una bronca monumental. Ese no era el estilo de una familia religiosa, tradicional, discreta. Tanto que pensó en quitársela al día siguiente, pero, cuando llegaron los periódicos por la mañana, los titulares lo dejaban claro: había dado en el clavo. La cresta ocupaba las portadas. Bien es cierto que ese día también había marcado dos goles. Pero a partir de ahí su padre tuvo que aceptar que el estilismo corriera por cuenta de su hijo: llegaron los pendientes, las gorras, los tatuajes... Y empezaron a llamarlo 'el Beckham brasileño'. A él le hace gracia: «Mi único parecido con Beckham son los cortes de pelo. Sí, me gusta comprar ropa, los buenos perfumes, las cremas para el pelo. Soy presumido. No tengo problema en reconocerlo. Como el hecho de que me depilo las piernas. Pero no me considero metrosexual. Eso es cosa de Beckham, que es muy elegante».
Neymar no es Beckham. Es otra cosa. Es descaro y simpatía. Su imagen es transgresora, pero sobre todo feliz. Parece un tipo 'normal' y la gente empatiza con él. Su lema es «osadía y alegría», palabras que lleva grabadas en sus botas. La expresión surgió en una conversación con su amigo el cantante Thiaguinho y este acabó componiendo una canción con ese título. Esa es otra 'versión' del futbolista: Neymar y la música. No solo porque acuda siempre al Carnaval; es porque algunos de sus mejores amigos son músicos y se ha subido al escenario para acompañarlos, además de participar en media docena de videoclips. Por no hablar de las coreografías que crea para celebrar sus goles con canciones que inmediatamente se convierten en éxito. Todo simpático, natural... Pero ¿y si una discográfica pagase? Otro filón.
El chico también tiene su lado antipático. Neymar es iracundo. El momento cumbre de la pérdida de papeles se produjo en 2010, cuando su entrenador le impidió tirar un penalti y el jugador comenzó a insultarlo. Llegó a agredir a los compañeros que intentaban detenerlo. Lamentable. Pero peor aún fue cuando el entrenador decidió castigarlo sin jugar en los siguientes partidos... y acabaron despidiéndolo. El presidente del club prefirió apoyar a su megaestrella. La situación podía haber creado un monstruo, pero no ocurrió así. Además de las críticas de la prensa, el correctivo fue llegar a casa y encontrarse a su madre llorando, avergonzada. Neymar dice que fue el peor día de su vida. Juró que no volvería a hacer algo similar. Y tan grave no lo ha hecho. Pero broncas en el campo sigue teniendo. No debe de ser fácil controlar ese carácter impetuoso para alguien que se sabe centro de atención de medio mundo desde adolescente. Con 15 años ya hizo una prueba con el Real Madrid y con 17 se lo disputaban los mejores clubes de Europa. Eso, sin duda, imprime carácter: «Las presiones no me afectan. Desde pequeño sueño con jugar en la selección y ser un ídolo de multitudes. Estoy listo para cualquier desafío».
Por eso también está acostumbrado a las críticas. «Si marco muchos goles, la gente me pide más y me dice que soy individualista. Si participo en el juego y hago pases, me dicen que ya no soy decisivo. Es difícil agradar a todo el mundo. Por suerte, Dios me ha dado el don de jugar al fútbol... pero también un poco de paciencia».
Pero lo que más le critican es ser un jugador 'piscinero', de los que se deja caer con facilidad. Él se defiende diciendo que lo hace para protegerse porque los defensas le entran con demasiada agresividad. Es el jugador que ha sufrido más faltas en las dos últimas Ligas brasileñas. «Salto y me tiro para defenderme, para que no me lesionen». Más de una vez ha mostrado tras un partido sus espinillas machacadas en Twitter.
Las lesiones son el mayor riesgo al que se enfrenta. Eso y que su físico se deteriore. Su llegada al Barcelona ha estado marcada por una anemia que ha tenido en vilo a los aficionados. Siempre lo han apodado 'flacucho', así que perder siete kilos cuando ya le cuesta mantenerse por encima de los 65 (para su 1,74) no es 'inocuo'. Quizá por eso, aunque le gusta la vida nocturna, Neymar ni bebe ni fuma ni consume nada que pueda dañar su cuerpo. Eso sí, en Brasil era un habitual de fiestas nocturnas; en gran parte, por imposición de sus patrocinadores, y en parte, por afición propia. Hasta el presidente del Santos tuvo que admitirlo: «Hay días que llega al entrenamiento habiendo dormido dos horas, pero como nunca llega tarde no hay problema». En el Barcelona no van a ser tan permisivos. Claro que tampoco habrá tantas tentaciones: su novia se queda en Brasil y sus amigos también han regresado. De momento tendrá que centrarse en sus otras aficiones: los relojes, las gafas de sol y los coches en miniatura... que progresivamente van transformándose en deportivos de verdad, aunque todavía no tiene el Porsche y el Ferrari con los que sueña. Lo que sí le sacó a su padre fue un yate de lujo. Se lo apostaron. Suelen apostar cosas pequeñas como desafío para conseguir ciertos logros deportivos. En una bravuconada, el pasado mes de abril su padre le apostó que no marcaba cuatro goles en un encuentro. El yate que su hijo reclamaba estaba en juego. Y Neymar los marcó.
Aquí -dicen-, escoltado por Dani Alves, con la responsabilidad de ocupar la taquilla de Abidal y el reto de estar al nivel de Messi no parece que vaya a haber muchas juergas. Eso sí, nunca se sabe dónde está el peligro.
La actriz con la que correteaba en el culebrón, Tatá Werneck, llevaba tacones. Él iba descalzo. En un momento, ella le pisa. Neymar se agarra el pie con cara de dolor. Ella entra en pánico. Si llega a lesionar al crac, la megaestrella, la 'joya', el tipo al que el Ejército brasileño libró de la mili porque «representaba mejor a la nación en el campo», no es que la despidan, es que la exilian.

TÍTULO: BALONCESTO, AMISTOSO, FRANCIA-84- ESPAÑA-85-.


Amistoso. Francia 84-85 España
Partido de la RutaÑ13 en Motpellier que enfrentño a Francia y a España como preparación para el EuroBasket de Eslovenia 2013.
 
 TÍTULO;  CHRIS HORNER NO CADUCA,.
 
Hace justo un siglo ya, en el Tour de 1913, Eugene Christophe pasó la noche en una forja del Tourmalet arreglando su bicicleta mientras sus ..
Chris Horner no caduca
 
Hace justo un siglo ya, en el Tour de 1913, Eugene Christophe pasó la noche en una forja del Tourmalet arreglando su bicicleta mientras sus rivales se alejaban. Acabó aquella etapa y aquel Tour, y mucho después, en 1922, fue el líder más viejo del Tour, ya con 37 años. Nadie ha superado esa meta. Solo Andrea Noé, ya en 2007, fue líder del Giro con más edad, 38 años. La de Christophe es una de esas historias que solo parecen posibles en aquel pasado, cuando el ciclismo era más que deporte: una aventura. Cosa de supervivientes. Gestas increíbles, como la de ayer de Chris Horner, nacido un siglo más tarde que Christophe, pero más viejo que él. El líder más viejo.
El último kilómetro del Mirador de Lobeira es inflamable. Quema. Arriba hay una cruz, en memoria de los muertos del mar. Eso no va con Chris Horner, que corre como si fuera eterno. No teme el paso del tiempo. Aparece el primero, tres segundos antes que Valverde y 'Purito', otra vez sin puntería ni reacción; Nibali, Basso y Zubeldia; trece segundos antes que Henao, Nieve y Samuel, algo recuperado. Horner manda sobre el tiempo, lo maneja. Al ver la meta se relaja, saborea el momento. Pierde unos segundos. Qué más da. «¿Cuántas veces tiene uno la ocasión de disfrutar de un instante así?». Su biografía responde: una cada 41 años. Esa edad tiene el ganador de etapa y líder más viejo en la historia del Tour, el Giro y la Vuelta. Horner ha descubierto la eterna juventud. «La clave es la pasión», dice alegre, atropellándose con el castellano. No mira el calendario, no tiene edad: «Si he ganado la Vuelta al País Vasco (2010) con 39 años, ¿por qué no puedo ganar esta Vuelta?». Horner no caduca.
La suya es una historia americana. Con drama, claro. Greg LeMond, triple ganador del Tour, resucitó tras un disparo durante una cacería. Lance Armstrong volvió del cáncer para ganar siete Tours. A su manera, Horner también ha sobrevivido. Como era hijo de un mecánico de la Armada, nació en la base estadounidense de Okinawa (Japón). Pedaleó en su pueblo, El Cruce, en Oregón. Buen nombre. Tuvo que elegir hacia dónde dirigir su vida en muchos cruces. Jugó a los dados con su futuro. Trabajó de peón en la obra; estuvo en el paro; metió su vida en una autocaravana y recorrió Estados Unidos de costa a costa, de carrera en carrera. Salió adelante con «veinte dólares a la semana». Comía en las áreas de servicio de las autopistas: hamburguesas, donuts, coca-cola y chocolatinas. La dieta del antideportista.
Y solo una carambola le cambió el rumbo. Un director francés, Alain Gallopin, el que ahora le dirige en el RadioShack, viajó a una carrera en Sudáfrica para ojear a un australiano rápido, Baden Cooke. Fichó a Horner, que voló a París. Allí le esperaba el director de la Française des Jeux, que se encontró con un hippie pálido, huesudo y con coleta. No llevaba más que una mochilla. «Es todo lo que tengo». Era 1998, el año del 'caso Festina'. El ciclismo francés estaba podrido de dopaje, como el resto. Horner fracasó, regresó derrotado a Oregón. Barco hundido.
Solo el azar.
A veces, hacen falta dos golpes del azar. En la Française había coincidido con un veterano corredor suizo, Mauro Gianetti, que, años después, se hizo mánager del Saunier Duval. Y, como uno de sus patrocinadores era la firma estadounidense de bicicletas Scott, tuvo que fichar un corredor con ese pasaporte. Uno barato. Se acordó del hippie. Horner, ya calvo, reinició el viaje.
El ciclista infinito. Aunque casi muere en 2011. Tras una tremenda caída en el Tour, sufrió un desmayo en el avión de vuelta a EE UU. Once horas en el aire con un coágulo en los pulmones. «Pasé seis meses como en cuarentena, atiborrado de medicamentos y mirando en la televisión carreras que quizá pude haber ganado», lamentaba entonces con su voz de flauta. Contra la ley del paso del tiempo y lleno de comida basura, Horner se rehízo de eso y de la operación de rodilla que este año le ha tenido cinco meses lejos de Europa. «Soy como el vino», le gusta decir. Mejor cuando envejece. Gran reserva. Nadie es ni ha sido como Horner.
Y en el RadioShack lo saben: el sábado salieron a la contrarreloj por equipos para vestir de líder a Cancellara. Horner era el elegido para sucederle en el primer final en alto. Nibali y el Astana, vencedores aquel día, retrasaron los planes. Pero el tiempo juega a favor de Horner. A la tercera etapa, ya tiene lo que buscaba. Líder con 41 años.

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