Diez
minutos. El exemir del Grupo de Combatientes Islámico Libio (LIFG, por
sus siglas en inglés), nacido en Trípoli hace 47 años, no tiene ...
SOCIEDAD
El emir que acabó con Gadafi
El objetivo ahora de Abdelhakim
Belhadj es 'cazar' al británico que en una rocambolesca trama de espías
le entregó al tirano libio, que lo torturó
Diez minutos. El exemir del Grupo de Combatientes Islámico
Libio (LIFG, por sus siglas en inglés), nacido en Trípoli hace 47 años,
no tiene más de diez minutos libres. Su secretario y hombre de total
confianza, Anis Shariff, anuncia la inminente llegada a la sala del
comandante de las fuerzas revolucionarias, «la persona que lideró la
toma de Bab Al Aziziya (fortaleza de Gadafi en Trípoli)», como recuerdan
los ciudadanos de a pie a la hora de referirse a una persona sobre la
que se ha forjado toda una leyenda.
Belhadj, de mediana estatura, rostro curtido por el sol y
barba oscura cerrada, recorre vestido con uniforme militar a paso ligero
la alfombra roja del pasillo de su cuartel general en la base aérea de
Mitiga. Tras estrechar la mano al entrevistador toma asiento en un
tresillo color leopardo, herencia de algún alto mando del Ejército del
antiguo régimen.
Después de años de clandestinidad y prisión, la revolución
que estalló en febrero de 2011 devolvió a Belhadj a la vida pública en
Libia. Mirando a la cara del antiguo emir del LIFG lo primero que llama
la atención son unos ojos apagados que apenas mantienen la mirada al
interlocutor. «Se debe a sus años en la oscuridad de los calabozos de
Gadafi», explica su ayudante en un inglés impecable. El primer encuentro
de este enviado especial con Belhadj fue durante su etapa como Líder
del Consejo Militar de Trípoli en septiembre de 2011 en una base
militar, pero en pocos meses trasladó su cuartel general hasta un hotel
de cinco estrellas de la capital donde hubo nuevas entrevistas. En mayo
de 2012 cambió el uniforme por el traje y dio el salto a la política
para formar el Partido Al Watan, formación islamista próxima a los
Hermanos Musulmanes a la que dedica ahora su tiempo.
Quiere centrarse en el futuro de Libia, pero cada día debe
dedicar parte de su tiempo a desnudar su pasado y limpiar cualquier tipo
de vínculo entre Al Qaeda (AQ) y el LIFG, organización incluida en la
lista de grupos terroristas tras los atentados del 11-S, y su presunta
vinculación con los cabecillas de los atentados del 11-M en Madrid,
según informes de la inteligencia española. Formado a principios de los
noventa por libios que regresaban de la yihad (guerra santa) contra la
Unión Soviética en Afganistán, el LIFG tenía como primer objetivo
derrocar al régimen e implantó durante una década un sistema de lucha
tan radical que incluso vetaba cualquier tipo de contacto con los
negociadores de Gadafi. Llegaron a atentar contra el mandatario libio.
Rodeado ahora de muchos de los hombres que se formaron a
sus órdenes en la guerra santa afgana, Belhadj defiende que en su día
dijo no a la oferta de colaboración con Al Qaeda (AQ) porque «nuestros
objetivos eran nacionales», su sueño era echar a Gadafi y no dejó de
luchar hasta conseguirlo. 'Abu Abdullah Assadaq', tal como le conocen en
los círculos islamistas, sin embargo, admite contactos telefónicos con
cabecillas del 11-M como 'El Tunecino' y su socio jordano Mohd Othman,
pero «por temas profesionales, nada vinculado con los ataques».
Capturado con su esposa
Tras acabar con Gadafi, su objetivo es ahora llevar ante la
Justicia a quien le entregó a la CIA en 2004. Belhadj acusa al
exresponsable de Exteriores del Reino Unido, Jack Straw, de ser la
persona que dio la orden de captura, junto a la de su mujer, a los
agentes del M16 cuando se disponía a volar de Bangkok a Londres para
pedir asilo político. Los agentes británicos le transfirieron a manos de
la CIA, que se encargó de la entrega del matrimonio al régimen libio,
que perseguía a Belhadj por ser el cabecilla del principal grupo
opositor. Tras su captura la pareja sufrió «todo tipo de torturas a
manos de tailandeses, americanos y libios», según Belhadj, tras una
entrega autorizada por las autoridades británicas.
La implicación del Gobierno británico salió a la luz tras
una información de la cadena BBC a comienzos de abril de 2012, pero
faltaba saber el grado de las personas involucradas. Este aspecto lo
desveló 'The Sunday Times' con fuentes que implicaban directamente a
Straw, a quien los abogados de Belhadj -de la empresa Leigh Day &
Co, especializada en derechos humanos- acusan formalmente de «cómplice
de los malos tratos sufridos por su cliente y su esposa». En mayo
comenzó el proceso en el Reino Unido y el líder islamista asegura que
retirará la demanda a cambio de una libra como compensación simbólica y
una disculpa oficial, algo que no se ha producido hasta el momento.
Nació en Trípoli en 1966 y fue emir del Grupo de
Combatientes Islámico Libio (LIFG, por sus siglas en inglés), grupo
armado opositor a Gadafi.
Luchó en Afganistán contra las tropas soviéticas y tuvo contacto directo con Osama Bin Laden.
Mantuvo contactos con los autores del 11-M antes de los atentados más graves de la historia de España.
La CIA le detuvo en 2004 y le entregó al régimen líbio, que cooperaba en la 'guerra contra el terror' promovida por George Bush.
Fue comandante de las fuerzas rebeldes en Trípoli tras la caída de Gadafi y desde mediados de 2012 dirige un partido islamista.
TÍTULO; CUIDADO QUE PINCHO,.
CUIDADO QUE PINCHO,
MARCA.com
GENTE
«Cuidado, que pincho»
El Príncipe resta importancia a la ausencia de doña Letizia en las regatas durante una charla informal con la prensa
Que Letizia se ausenta por primera vez de la Copa del Rey
de vela? No tiene importancia. ¿Que no acompaña a su marido en la
ceremonia de entrega de trofeos? Tampoco pasa nada. Todo está bien, todo
está en orden... Sin novedad en el frente. Este fue en síntesis el
mensaje que pudo extraer esta periodista tras una breve charla con el
príncipe Felipe en la que atendió, afable y risueño, a un pequeño grupo
de informadores desplazados a Mallorca. Fue a eso de las diez de la
noche del sábado, después de la entrega de premios de la recién
finalizada XXXII Copa del Rey Mapfre de vela y en el marco incomparable
de Ses Voltes, al pie de la imponente catedral de Palma. ¿Nos acercamos o
no nos acercamos?, era la pregunta que nos hacíamos a pocos metros de
don Felipe, que en ese momento acababa de bajar del estrado y departía
amigablemente con otros regatistas sin portavoces de la Casa Real a la
vista... La periodista Carmen Duerto decidió romper el fuego
preguntándole a Felipe si podía saludarle con dos besos. «Sí -contestó
él con una sonrisa- pero cuidado, que pincho con la barba».
Hechas las presentaciones y completados los saludos,
comenzó la batería de preguntas... De esas preguntas que nos hemos
venido haciendo a lo largo de toda esta semana en Mallorca. Por ejemplo:
¿Por qué no le había acompañado al acto la Princesa de Asturias?
«Alguien se tenía que quedar con las niñas», contestó el Príncipe. Esta
periodista le hizo ver que las infantas bien podrían haberse quedado al
cuidado de la 'superabuela' que es la Reina, a lo que el experimentado
regatista volvió a contestar con un regate: «Precisamente por eso, lo
mejor es quedarse en familia». ¿Y no se ha sentido solo ahí arriba?,
insistíamos (otros años, sobre ese mismo escenario han estado, además de
él, los Reyes, Letizia e incluso la infanta Cristina). Pero el Príncipe
estaba decidido a darle a todo un aire de normalidad: «El año pasado
también estuve solo, no pasa nada. Al menos, ha habido alguien de la
Casa, que es lo importante».
«Lo han visto en casa»
El resto del breve e improvisado interrogatorio transcurrió
por caminos menos pedregosos... ¿Cuándo van a empezar a aprender a
navegar Leonor y Sofía? «Cuando ellas quieran, no hay que forzarlas»,
fue la respuesta. ¿Pero traen afición? «Sí, les gusta, porque es algo
que han visto en casa». El Príncipe también comentó divertido que, tras
el último estirón de Sofía, las niñas apenas se llevan «dos o tres
centímetros» de estatura.
Esta pasará a la historia como la Copa del Rey con menos
presencia de la Familia Real. El Rey ya no navega y ni siquiera estaba
en Mallorca durante la competición. La Reina sí estaba en la isla pero
este año no fue al Real Club Náutico de Palma ni para tomar café con sus
amistades y doña Letizia, que llegó a la isla la víspera del final de
la regata, tampoco ha propiciado el ya clásico posado en el club junto a
sus hijas, con las que solía ir a despedir o a recoger al Príncipe. Él
tampoco estuvo en la cena de armadores ni en el concierto de su gran
amigo Jaume Anglada... Eso sí, hoy lunes o como muy tarde mañana se
espera que Felipe, Letizia y sus hijas posen por fin en algún enclave
mallorquín emblemático.
Por Palma corría ayer el rumor de que este año los
Príncipes han evitado la foto del Náutico para no dar una imagen
«frívola» estando tan reciente el trágico accidente de tren de Santiago y
teniendo en cuenta el agravamiento de la crisis económica en España.
Pero son meras conjeturas. Javier Sanz, presidente del RCNP, declaró
durante la entrega de premios que esta «ha sido la mejor regata que
hemos tenido nunca». Y destacó que el Príncipe ha navegado a la caña del
Aifos cuatro de los seis días que ha durado la competición, lo cual a
su juicio demuestra «que la sigue apoyando». Sin embargo, Sanz también
confesó que en el fondo desearía «más presencia» de la Casa Real en la
Copa. El veraneo mallorquín de los Príncipes acaba de comenzar. Mañana
por la noche estarán presentes en la cena que los Reyes ofrecen a las
autoridades baleares en el palacio de La Almudaina, pero en su charla
informal con la prensa Felipe, que el 15 de agosto acudirá a la toma de
posesión del presidente de Paraguay, no precisó cuánto tiempo
permanecerán en la isla... Casualmente, ayer domingo se cumplieron
cuarenta años de la cesión de Marivent a don Juan Carlos y doña Sofía.
El aniversario pilla al palacio un poco desangelado. Es evidente que ha
conocido tiempos mejores.
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