jueves, 2 de febrero de 2012

El té de las cuatro con Enrique Bunbury.CULTURA./ EL TIEMPO- TEMPORAL DE FRÍO Y NIEVE.

TÍTULO: El té de las cuatro con Enrique Bunbury.CULTURA.

Como muchos plumillas del gremio musical, he tenido mis más y mis menos con Enrique Bunbury-foto-. Es decir, etapas de efusión y momentos de gritos airados. Ocurre que el chat del pasado 25 de enero facilita otro acercamiento: allí reconocí que me seducía el ambiente de su disco de canciones latinoamericanas. Enrique –encantador cuando quiere- llama para contar que está en Madrid, preparándose para sus cuatro conciertos en La Riviera. Antes de iniciar ese maratón, quedamos en un hotel a las cuatro de la tarde. La música de Licenciado Cantinas sugiere el ardor del tequila reposado pero optamos por el té. Té verde. Así de prudentes nos hemos vuelto.
No es una entrevista. No intervienen agencia de comunicación o management. No hay grabadora, ni siquiera un cuaderno para tomar notas. Resulta estimulante charlar en un ambiente silencioso, sin un propósito definido: nada de buscar titulares, ninguna necesidad de vender la pescadilla. Cierto que, unos días después, medito que sería una lástima que la conversación se perdiera "como lagrimas en la lluvia". Y me planteo compartirla a través del blog, como un ejercicio de reconstrucción de la memoria cercana, aparcando  -¡sssh!- los comentarios más delicados.

DOGMATISMOS "INDIES"
Me llama la atención su empeño en no ser malinterpretado. Incluso cuando el error le beneficia. Por ejemplo, a Enrique le fastidia que se considere que se ha pasado a la autoedición. Le han aplaudido por ese supuesto gesto de valentía pero no han leído la letra pequeña: ha fichado por Ocesa, una poderosa promotora mexicana, "la misma que me monta las giras en América". En principio, no tiene nada contra las grandes compañías: "casi todos los discos que me han marcado salieron en multinacionales. ¿Te puedes imaginar si Columbia no hubiera tenido paciencia con Bob Dylan?". Pero cerró etapa en EMI cuando su sucursal española perdió autonomía: “para la más mínima inversión, deben pedir permiso a Londres".
Insiste en que no sufre de ese automatismo de ir siempre a la contra pero que detesta algunos mitos de la "autenticidad" rockera:  tópicos como que Lennon era el alma de los Beatles…¡o Keith Richards de los Rolling Stones! Se ha traído la última biografía sobre Mick Jagger, que argumenta que se comete una injusticia histórica al minusvalorar la aportación creativa del cantante. Una cuestión de percepción, agravada por su escaso arte para caer simpático a fans y periodistas.
Algo de eso le pasa a Andrés, colega de Enrique. Calamaro se siente especialmente maltratado por las secciones culturales de los medios españoles, pero también toma decisiones tipo contratar a Mario Vaquerizo como jefe de prensa. Aunque Bunbury desconfía de la comunicación vía redes sociales, admira ese ponerse el mundo por montera de Andrés: "se levanta y lanza un tuit que indigna a miles de personas. Es un ser libre, aunque no debería esperar que le entiendan".

HACER LAS AMÉRICAS
Hablamos de amigos comunes, como Ignacio Cubillas, universalmente conocido como Pito. Un asturiano que llegó a Madrid como fan de los Pegamoides y, diez años después, había llevado a la cumbre a Dinarama, Gabinete Caligari o, sí, Héroes del Silencio, aparte de exportar el concepto Morocco al otro lado del Atlántico. Hasta hace unos meses, Pito se ocupaba de los asuntos de Bebe. Ahora mismo, Bunbury no ve un hueco en España para un manager tan visionario: "¿Qué puedes esperar de un país que se ha puesto en manos de un notario de Pontevedra?".

Y vuelta a Los Ángeles, donde Enrique vive con su chica y su hija, Jose Girl y Asia. No ha logrado convencer a sus músicos para que den el salto y se instalen en California. ¿Ventajas? Tranquilidad, capacidad para ver el circo español con perspectiva, mercado expansivo. Allí tiene, al alcance de la mano, todo lo que necesita: la tienda de discos Amoeba, el estudio de Robi Draco, unos locales de ensayo repletos de grupos históricos y novísimos. "Si se trata de una gira americana, ellos viajan a L.A. para ensayar. Ahora, para España, yo me incorporo a su local".
También repasamos a conocidos y famosos que se mantienen sobre dos patas pero obviamente damnificados. En sus palabras, "con más agujeros en el cerebro que un queso gruyère". Nadie quiere terminar como ellos pero, cuando nos levantamos, siento que hemos pecado de moderados. Como decía Dylan en Just like Tom Thumb's blues, deberíamos haber empezado por el borgoña, antes de pasar a "the harder stuff". Que coñazo esto de la sobriedad. Está bien disfrutar de quality time con lo más parecido a un rock star que tenemos en España pero, ay, añoro la ebriedad.

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