jueves, 16 de febrero de 2012

Lo Dudo.

Lo Dudo


Lo Dudo



Dicen que los árboles crecen despacio. Que la vida pasa rápido.
Naces al alba de un nuevo día. Durante su mañana, quizás, te enamoras. Envejeces sin remedio en un atardecer rojizo, perdiendo o siendo la pérdida. Al llegar la noche, a buen seguro, te has ido ya, como el día que ha acabado. Un cielo estrellado es tu infinito techo. Los corazones de quienes te han querido, el mejor lecho.


El sol empieza a decaer tras una mañana fría y nublada, que ha pasado sin apenas darme cuenta. Los árboles han perdido algunas hojas, como lágrimas caídas. Todavía no es invierno, pero lo parece. Desde hace años.
Retraso el reloj de mi alma, que se adelanta demasiado a menudo, cada día un poco más. Y al hacerlo, entre mis recuerdos recuerdo que nunca se me dio bien volar cometas.
Tampoco lo intenté mucho.
"Es sólo un juego...", me decían.

Ahora, o puede que siempre, tras tantos amaneceres como atardeceres, no se me da bien decir te quieros.
"Es sólo la vida...", me miento.
Ignoro si habrá algún otro intento, aún fallido, antes de que caiga la noche, que todo lo cubre.

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