- Una botella de vidrio para refresco puede usarse hasta 100 veces antes de ser reciclada, por eso prefiera los envases de vidrio a los de plástico o, en todo caso, elija envases retornables, con esta sencilla acción contribuirá a la disminución de basura.
- La producción de ciertos alimentos, tal como se da hoy en día, es una de las principales causas de muchos problemas ambientales en México y en el mundo. Entre otras, cosas, por el uso excesivo e inadecuado de plaguicidas y fertilizantes químicos.
- Para mantener sus agujas siempre afiladas puede guardarlas clavadas en una fibra de acero.
- Los cascarones de huevo pueden utilizarse como fertilizante: quiébrelos y extiéndalos sobre la tierra, alrededor de sus plantas de ornato o del jardín. También sirven para alejar caracoles y babosas.
- Si tiene pecera en su casa, cada vez que le cambie el agua, vacíela sobre sus macetas, ya que es rica en desechos orgánicos y es un buen fertilizante para sus plantas.
- Para renovar un suéter que se ha ensanchado en los puños y la cintura, sumerja por un momento en agua caliente las áreas "estiradas" y aplíqueles luego aire caliente con la secadora de pelo por unos minutos y deje secar; así encogerán de nuevo a su tamaño original.
- Que con 100 gramos de charales secos que se coman íntegramente, incluyendo el esqueleto, queda cubierto el requerimiento diario de un adulto en cuanto a proteínas y calcio.
Gioachino Rossini o Gioacchino (nacido como Giovacchino Antonio Rossini[1] en Pésaro, Italia, el 29 de febrero de 1792 y fallecido en París, Francia, el 13 de noviembre de 1868) fue un compositor italiano, conocido especialmente por sus óperas particularmente por las bufas, pero con numerosas y determinantes aportaciones al mundo de la ópera seria.
Todo ello le hizo asumir el "trono" de la ópera italiana en la estética del bel canto de principios del siglo XIX, género que realza la belleza de la línea melódica vocal sin descuidar los demás aspectos musicales.
Rossini nació en Pésaro, hijo de Giuseppe, apodado "El vivaz", cornista de oficio, y de Anna Guidarini, cantante en los teatros locales. Tocando en la banda municipal a los seis años, Rossini mostró un extraordinario genio musical desde la más temprana edad y estudió música con su padre. Aprendió a tocar la espineta con el vinatero Giuseppe Prinetti; posteriormente estudió con el canónigo Giuseppe Malerbi, en cuya biblioteca leyó las partituras de grandes compositores del pasado. En Bolonia tuvo por primer profesor a Angelo Tesei e ingresó en el prestigioso liceo musical, bajo la tutela del sacerdote Stanislao Mattei, y ganó un premio por una cantata que compuso a los dieciséis años de edad.
Como clavecinista acompañante en teatros, Rossini fue llamado para componer una ópera breve en 1810 y, dado el éxito que logró, siguió componiendo, particularmente en Venecia y en Milán, con éxitos sonados en la mayor parte de los casos (su séptima ópera conquistó La Scala con cincuenta y tres funciones iniciales) y repentinos fracasos, pero afianzándose como el primer compositor de su tiempo, a pesar de no contar siquiera veinticinco años de edad. En esos momentos, Rossini llevó a la perfección musical el género bufo. Tuvo la ventaja de contar, ya en esta primera etapa, con grandes cantantes, en quienes pensaba al momento de desarrollar la melodía de los personajes, considerando las posibilidades de sus voces. Algunos de ellos eran Marietta Marcolini, Filipo Galli y Paolo Rosich.
En 1815 fue contratado por el sagaz empresario Domenico Barbaia para componer en Nápoles para los teatros que administraba él con subvención gubernamental, el Teatro de San Carlos y el Teatro Del Fondo, en donde produjo óperas serias de inmenso valor para las voces más imponentes puesto que en la compañía de Barbaia se encontraban las más grandes luminarias del tiempo como Manuel García, Isabella Colbran (quien sería luego esposa de Rossini), Giovanni Rubini y otros. Mientras tanto, Rossini también recorre Italia, y creó óperas de todos los géneros (serio, semiserio, bufo), cuya influencia fue absoluta para todos los compositores posteriores y aun contemporáneos, y representó las ya creadas, que contenían melodías que se convertían en hitos inmediatos y permanentes.
En 1816 estrenó, en el Teatro Argentina de Roma y con argumento de Cesare Sterbini, una de las más famosas obras del repertorio operístico: El barbero de Sevilla. Basada en la trilogía literaria del barón francés Pierre-Augustin de Beaumarchais, cuya segunda parte, Las bodas de Fígaro, fue musicalizada por W. A. Mozart, fue durante sus primeras representaciones un fracaso. Posteriormente, Giuseppe Verdi y otros compositores la alabarían efusivamente, y alcanzaría una inmensa fama. Previamente puesta en música por el respetado compositor napolitano Giovanni Paisiello, el Barbero, como muchas otras óperas de Rossini, borró del cartel permanentemente las obras de grandes compositores como Nicola Antonio Zingarelli, Saverio Mercadante, Simon Mayr, Ferdinando Paër, Mosca, Carlo Coccia y el propio Paisiello.,etc.
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