lunes, 13 de febrero de 2012

ASMA AL ASSAD, GLAMOUR.

La joven primera dama de Siria no duda en apoyar a su sanguinario esposo. El pueblo sirio la cuestiona y el mundo occidental se pregunta qué piensa realmente.
La primera dama de Siria, en diciembre de 2010---foto.
Antes de unirse a Bashar al Assad, en diciembre del año 2000, Asma era una prestigiosa ejecutiva financiera, discreta amante del diseño y políglota (habla árabe, inglés, francés y castellano). Tras la boda con el presidente de Siria, de quien tiene tres hijos, dedicó sus esfuerzos a convencer al mundo, incluso a través del papel 'couché', de que el régimen de Siria era más abierto y tolerante que los del resto de países árabes del entorno. Se hizo asidua de las causas humanitarias y hasta creó su propia ONG, Massar, para integrar en la actividad política a los jóvenes, esos a quien ahora su marido masacra por exigir más libertad y menos corrupción.
No parece que el binomio 'glamour'-tiranía vaya a tener mucho futuro, tal y como ahora están las cosas. Asma al Assad se encuentra en esa encrucijada. El mundo entero se pregunta si legitima de corazón la represión que su esposo ejerce contra su pueblo o si, simplemente, se ve obligada a ello. Un reportaje publicado el año pasado por la revista 'Vogue' la tildaba de «glamourosa, joven y muy chic» y decía que era «la más refrescante y magnética de las primeras damas». Días después, coincidiendo con el despertar de la primavera árabe, estallaban en Siria las primeras protestas. La publicación tuvo que ingeniárselas para justificar ese reportaje en el que Asma se fotografiaba envuelta en seda rosa.
Hija de un cardiólogo y una diplomática, Asma Fawaz al-Akhras nació en 1975 en el barrio de Acton, en Londres, ciudad a la que emigró su familia desde Homs, precisamente el escenario de las últimas matanzas. Se licenció en Informática y en Literatura francesa en el prestigioso King's College de Londres y trabajó para el Deutsche Bank y la financiera estadounidense JP Morgan. Más discreta que la reina Rania, a quien los jordanos acusan de robarles tierras y gastar millonadas de dinero público en caprichos, la primera dama siria, estilosa, alta y elegante, también acude a la aguja de los grandes diseñadores para combinar sus modelos con perlas de Chanel.

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