Los
menores de 14 años tienen desde ayer prohibida la entrada a los parques
de Disney si no van acompañados de un adulto. La medida se
Los menores de 14 años tienen desde ayer prohibida la entrada a los
parques de Disney si no van acompañados de un adulto. La medida se aplicará, en
principio, sólo en los complejos de Estados Unidos, pero no se descarta que en
las próximas fechas se extienda también a la red mundial de Disney World y
Disneyland, que son los dos nombres con los que opera la marca de Mickey Mouse.
Los responsables de la gestión del mayor negocio mundial de parques temáticos se
han cansado de ver en sus instalaciones a cada vez más menores de 14 años solos
o sin más compañía que la de un hermano o un amigo. Ocurre especialmente entre
quienes viven cerca de las instalaciones, que según la compañía, han acabado por
convertirlas en una gran guardería al aire libre gracias a un mal uso de los
pases anuales.
En la actualidad, la normativa interna varía en los diferentes
centros del gigante del entretenimiento, pero, según ha comunicado la compañía,
a partir de ayer los centros de Disney World y Disneyland aplicarán esta nueva
norma, que exigirá que «todos los menores de catorce años estén acompañados de
un adulto». Con esta medida se pretende acabar con la práctica de algunos
padres, que al llegar el periodo vacacional envían a sus hijos a los parques de
Disney para que pasen ahí el día mientras ellos acuden al trabajo o hacen otras
cosas. La opción Disney les resulta más barata que pagar un campamento, una
guardería o contratar a una persona.
Armonizar las normativas
Los parques de Disney les ofrecen la posibilidad de que los niños
tengan una «gran sensación de independencia, donde ésta hecho pensando en los
más pequeños, y por un módico precio. El pase anual, llamado 'Pasaporte anual',
tiene dos tarifas en Disneyland París para los viajeros españoles, de 159 y 199
euros, en función de los días que vaya a utilizarse, además de descuentos en las
tiendas y restaurantes del centro, pero para los locales, los precios resultan
aún más económicos (119 euros). En algunos parques de Estados Unidos ya existía
la norma de los 4 años, pero en otros no había hasta ayer especificación alguna,
o solo se exigía la compañía de un mayor de 14 años a los menores de 7. La
iniciativa pretende armonizar las exigencias en los centros de Disney, donde los
empleados pueden preguntar la edad a los niños que vean sin mayores y, si están
solos, llamar a sus padres para que los recojan. La compañía, que tiene a gala
las fuertes medidas de seguridad con que cuentan sus instalaciones, afirma que
esta nueva directriz no responde a ningún incidente en particular, sino a un
interés por armonizar las normas y ajustarse a las prácticas de otros parques.
Mickey Mouse quiere niños, pero bien cuidados.
TÍTULO: LOS AÑOS DEL PANTALÓN CORTO,.
Hubo una época en la que los cines olían a limón mezclado con DDT y en los intermedios de las películas se podía ir al bar a comprar sugus y ...
Hubo una época en la que los cines olían a limón mezclado con DDT y
en los intermedios de las películas se podía ir al bar a comprar sugus y
gaseosas.
Unos años en los que en la producción patria destacaban filmes de
niños prodigio que cantaban como ruiseñores mientras los padres con hijos del
montón exclamaban: «¡A ver si aprende el niño!».
Un tiempo en el que filmes como 'Gilda' aún no eran clásicos y además
estaban prohibidos por la Iglesia. Por supuesto, siempre era mejor ver un
cadáver descuartizado en una película de terror que unas nalgas: «¡Dónde vamos a
parar!, que entre las nalgas se esconde el pecado», decían algunos sacerdotes.
Aquellos tiempos de la leche en polvo y el queso americano en el
patio del colegio, como canta Asfalto en 'Días de escuela', son los que retrata
con humor, crítica y nostalgia el director, guionista y escritor Xavier Gassió
en 'Los niños de Franco', editado por Lunwerg.
Del chiste al ideario
En una recepción se encuentran Gary Cooper, Rita Hayworth y Franco.
El primero se presenta y dice: «Hola, soy Gary Cooper y trabajo en la Metro».
Rita se adelanta y anuncia: «Soy Rita Hayworth y trabajo en Columbia».
Finalmente, Franco alza su voz atiplada y declara: «Pues yo soy Franco y trabajo
en el NO-DO».
Así refleja un chiste de la época la importancia que para el dictador
tenía aquel noticiero creado específicamente como instrumento de propaganda del
régimen. Una herramienta más con la que inculcar a los españoles sus ideales,
que ya les eran dados desde los tiernos años de la infancia.
«Tenedlo en cuenta, maestros. Esos niños cuya educación se os
encomienda han de ser guiados por la senda de la verdad y del bien: ese es el
mandato de Dios, ese es el mandato del frente de las trincheras, de la sangre
vertida y de las vidas inmoladas», afirmaba Franco en sus consignas.
Así pues aquellos niños que casi siempre vestían con pantalón corto
crecieron entre humanidades cargadas de ideología, lecciones en las que se leían
lindezas como: «Es innegable que la entidad moral de los individuos y la
capacidad intelectual varía grandemente según las razas». Todo ello junto a
catecismos y oraciones a todas horas.
Pero los niños siempre son niños, y si la religión les iba a salvar
de un suspenso, pues allá que se encomendaban escribiendo jaculatorias del tipo
«Virgen Santa, Virgen Pura, haced que apruebe esta asignatura». No sabemos si
sería mano de santo, pero dicen que la fe mueve montañas.
¡A jugar!
Piedras, chapas, esferas de barro cocidas, unas vértebras de cordero
e incluso las duras bolitas de los excrementos de cabra bastaban para idear
muchos juegos. Para otros, solo hacía falta echar mano del intercambio de cromos
y el 'si le si le no le no le' o de la actividad física, esa que ahora se reduce
casi a mover los dedos sobre los botones de una consola. Tocar y parar, Moros y
Cristianos, la Peste Alta, la Rayuela o Cielo y Tierra son nombres que sonarán a
más de uno que se habrá cansado de jugar a ellos en el recreo. Juguetes había,
claro está, pero no todos podían permitírselos. Además, algunos causarían hoy
horror en los padres, por ejemplo Pipo, un pequeño muñeco de plástico que tenía
un pitillo de papel en la boca que se podía encender para hacer la cosa más
verosímil.
Y llegaron el Scalextric, los trenes eléctricos, el Cine Nic o la
famosísima Mariquita Pérez, que fue regalada a Evita Perón durante su viaje a
España.
Fue también en los años 60 en los que se puso de moda el hula hoop,
que databa de 3.000 años atrás. Pero las películas americanas siempre han
marcado la moda, más cuando era Lolita quien lo hacía girar en sus caderas ante
la mirada de Humbert en el largo de Stanley Kubrick. Por supuesto, ese
movimiento a la Iglesia le parecía indecente y entre los médicos originó debates
sobre su efecto en el organismo. Sin embargo nada se decía de los castigos que
se infligían en los colegios que, además de dolorosos, eran humillantes.
Este popular héroe estaba inspirado en el boxeador Primo Carnera y
representaba la fuerza bruta al servicio del poder. Igual que muchas novelas
gráficas de la época, sus principales enemigos eran los indios, los árabes y los
negros poco serviles.
Nostálgicos o no, darle a la moviola de nuestra vida es un ejercicio
que, en 'Los niños de Franco', a más de uno le va a arrancar una
sonrisa.
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