Los jóvenes entre 18 y 25 años consumidores habituales de drogas no
son conscientes de asumir ningún riesgo. En concreto, un 34% de ellos consideran
que el consumo de estas sustancias no conlleva problemas de ningún tipo. Además,
aquellos que abandonan prematuramente los estudios y no tienen empleo poseen más
probabilidades de acabar convirtiéndose en consumidores. Así lo pone de
manifiesto la encuesta 'Mismas drogas, distintos riesgos' presentada ayer y
elaborada por la delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, la
Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) y la Obra Social de Caja Madrid.
El estudio se centra en los jóvenes que consumen habitualmente
drogas. Es decir, que se hayan emborrachado al menos dos veces en el último mes,
que hayan consumido cannabis en la última semana o cocaína, éxtasis o
anfetaminas en el último mes. Dentro de este grupo -cuyos resultados no pueden
extrapolarse a la población general- un tercio no aprecia riesgos en su consumo.
Sin embargo, el 28,1% reconoce que el uso de estas sustancias les acarrea
problemas económicos, conflictos familiares un 19,7%, de pareja (14%) o con los
amigos (11,2%).
Sin embargo, la mayoría de estos consumidores habituales (53,8%)
tampoco consideran que las drogas les vayan a causar problemas en el futuro, por
lo que no se plantean dejar su consumo. Tan solo un 21% considera que le
supondrán bastantes o muchos. Además, la falta de empatía en este colectivo se
manifiesta en que más de la mitad (53,1%) cree que no ocasionará problemas a sus
familiares o amigos. Es decir, estos jóvenes tienen una visión benévola de las
drogas.
Una de las novedades del estudio tiene que ver con la elaboración del
perfil del consumidor habitual. Según revela el informe, los jóvenes que han
abandonado prematuramente los estudios y se encuentran sin empleo poseen un
riesgo superior de convertirse en consumidores. Por sexo, dentro de este
colectivo, los hombres son más proclives a consumir estas sustancias.
Además, tras el análisis se han configurado tres tipos de
consumidores habituales. Por un lado los denominados 'despreocupados', que
representan alrededor del 29,5% de los encuestados. Según el estudio se trata de
jóvenes «no comprometidos con lo público» pero tampoco con elementos de la vida
de la esfera privada como la familia o los amigos. Este grupo es el que consume
de manera más regular e intensamente drogas no normalizadas, es decir, cocaína,
éxtasis, anfetaminas, alucinógenos... Dentro de este grupo, los jóvenes sin
estudios y trabajo están sobrerrepresentados (por encima de la media nacional).
Un segundo tipo serían los denominados 'experimentadores', que
representan al 32% de los consumidores habituales. Se trata de jóvenes que
aceptan el riesgo no solo relacionado con el consumo de drogas, sino con la vida
en general. Son policonsumidores de drogas, aunque en pequeñas cantidades. En
este grupo están muy representados los estudiantes universitarios.
Borracheras
Por último, se encuentra el grupo denominado 'precavidos', un 38,4%
de los jóvenes consumidores habituales. Tienen una visión más crítica de las
drogas y se limitan al uso abusivo de alcohol (borracheras) y cannabis. Este
colectivo es más consciente del peligro de las drogas, aunque son quienes
señalan en mayor porcentaje no sufrir ningún problema por la utilización de
estas sustancias.
«Hay un factor de sentirse integrado. De consumir para no sentirse
marginado en determinados ambientes», explicó Ignacio Calderón, director general
de la FAD. Y es que esa visión de integración es mayoritaria en los consumos de
alcohol y cannabis. Además, los jóvenes asocian estas drogas 'blandas' con
menores tasas de conflictos.
Los responsables del estudio incidieron en la necesidad de
diversificar las estrategias preventivas, especialmente en los colegios. La idea
será fomentar los valores sociales y la responsabilidad. «No sirven las mismas
medidas de prevención para este colectivo que para el resto,. de la población»,
aseguró el delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Francisco
Babín.
Extra omnes’. Fuera todos. Será el martes, día 12, por la tarde cuando sonarán
las solemnes palabras mientras se cierran las puertas de la Capilla Sixtina. Con
una primera votación esa misma tarde comenzará el cónclave número 75 de la
historia —pues antes del siglo XIII no se celebraban— que elegirá al sucesor de
Benedicto XVI: el 266 pontífice de la Iglesia católica. Ya es un cónclave
histórico porque designará un Papa mientras el anterior está vivo, algo insólito
tras la renuncia de Ratzinger, y luego vivirán los dos en el Vaticano. Se abrirá
una etapa inédita para la Santa Sede, que por otro lado ya vive la elección del
nuevo Papa en un clima de cambio de época, ante los graves retos que le aguardan
y con la posibilidad de que sea nombrado por primera vez un pontífice no
europeo, tras algunos africanos de los primeros tiempos.
Los cardenales reunidos ayer por la tarde sometieron por fin a votación la
fecha de inicio del cónclave, tal como había adelantado a mediodía el portavoz
vaticano, Federico Lombardi. En un pulso entre los partidarios de alargar al
máximo las discusiones y quienes deseaban adelantar la entrada en la Sixtina,
tal como ha permitido un decreto de Benedicto XVI pensado para esta excepcional
situación, se ha llegado a un punto intermedio. Tal vez indique que las ideas
sobre los candidatos ya están maduras.
Dos bandos
El ‘partido romano’ de la mayoría de italianos y la Curia, más organizado y
que intenta evitar reformas en el Vaticano tras los escándalos, quería adelantar
el cónclave y el resultado fue el decreto de Benedicto XVI que autorizaba a no
esperar los 15 días marcados por las reglas si todos los cardenales estaban en
Roma. Pero cuando llegaron los extranjeros cogió protagonismo un núcleo en torno
a estadounidenses y europeos, deseoso de transparencia y de reformar el gobierno
de la Iglesia. Estos cardenales exigieron saberlo todo sobre el caso Vatileaks y
tener tiempo para debatir los problemas abiertos. Además, el grupo no estaba
organizado y aún debía encontrar a su candidato idóneo.
El domingo por la mañana celebrarán en San Pedro la misa
pro eligendo
pontifice, abierta a todos los fieles. Por la tarde entrarán en procesión en
la Capilla Sixtina, donde escucharán una meditación del cardenal maltés Prosper
Grech, mayor de 80 años y por tanto no elector.
Después los cardenales votarán por primera vez. Este escrutinio inicial es
muy importante. Constituye la primera radiografía exacta de los papables reales
después de semanas de rumores y conversaciones secretas. Da una visión inicial
de los candidatos más sólidos, anula definitivamente a otros y refleja el
reparto de fuerzas entre bandos. A partir de ahí se empiezan a mover las
estrategias del cónclave, y por eso se ha establecido que luego los cardenales
se retiren a cenar y pasar una noche de reflexión. Luego habrá cada día dos
votaciones por la mañana y dos por la tarde, con el mundo pendiente de ver si la
‘fumata’ es blanca o negra.
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