Viajes espaciales
Sin duda alguna uno de los pilares básicos más destacables del
género de la ciencia-ficción. Los viajes espaciales son uno de los sueños más antiguos del
hombre y una extensión lógica de sus afanes exploratorios ya que, desde el
principio de los tiempos, el hombre ha deseado alcanzar lugares lejanos y
exóticos, aunque de momento sólo ha sido capaz de enviar sondas a planetas de
nuestro Sistema Solar y de pisar un astro distinto a la Tierra, la Luna. Sin
embargo, las dificultades de enviar hombres incluso a lugares relativamente
cercanos como Marte son enormes. El espacio es
intrínsecamente hostil y las dificultades de todo tipo elevadas.
En el caso del viaje interestelar los problemas se multiplican. La
estrella más cercana está a una distancia casi
inimaginable para la mente humana. Incluso a la velocidad más elevada alcanzada jamás por un
vehículo humano se tardarían miles de años en llegar hasta allí. Y para
complicar más las cosas las leyes físicas conocidas nos imponen un límite a la
velocidad que podemos alcanzar: la velocidad de la
luz. Nada puede viajar más rápido que la luz y
cuando un objeto se acerca a una fracción relativamente pequeña de dicho valor
empiezan a manifestarse los efectos
relativistas, con lo que dicha velocidad es literalmente inalcanzable. De
hecho, los efectos relativistas pueden incluso hacer el viaje más llevadero, ya
que el tiempo transcurrido para los viajeros sería menor que el percibido por
observadores situados en los puntos de origen o destino. Un viaje con una
duración de años se contraería a meses para un viajero cuasilumínico. Pero
incluso si nos conformamos con una velocidad más modesta descubriremos que la
economía juega también en contra nuestra, porque las necesidades de combustible
son literalmente astronómicas. Ni pensar en los ineficientes combustibles
químicos. Enviar un objeto relativamente pequeño a una velocidad modesta a Alfa Centauro consumiría energía suficiente para
mantener un pequeño país.
Se han planteado muchas formas de abordar el problema de un viaje
espacial que pueden agruparse en dos grandes familias conocidas como
estrategias lentas y estrategias rápidas. Las primeras se basan en
métodos que son en general científicamente plausibles y que tienen como gran
barrera la velocidad de la luz; las segundas, por
contra, caen casi directamente en un terreno que los ángeles no se atreven a
pisar pero en el que los escritores de ciencia-ficción entran atrevidamente.
Una de las estrategias lentas más conocidas es la nave generacional. Si se tarda toda una vida en llegar a las estrellas, ¿Por qué no utilizar
una nave que sea un pequeño mundo en sí misma? Una nave generacional consiste en
eso mismo, es un micromundo en el que generaciones de viajeros nacen y mueren
con la convicción de que algún día sus descendientes
llegarán a buen puerto. Ejemplos de estas naves en la ciencia-ficción las
encontramos en LA NAVE ESTELAR, de Brian W. Aldiss,
UNIVERSO, de R. A. Heinlein o el autoplaneta Valera de
la Saga de los Aznar.
Otras soluciones inciden más directamente en la manera de conseguir
el combustible necesario para un viaje tan largo. Las estrellas pueden
proporcionar un buen impulso constante simplemente aprovechando la presión de la radiación que emiten. Ese es el
funcionamiento de un velero solar, un vehículo
sujeto a una enorme vela ultraligera de miles de kilómetros cuadrados que recoge
la presión de radiación de una estrella para navegar al estilo
más clásico entre las estrellas. El velero solar se cuenta entre los pocos
vehículos espaciales realmente plausibles y económicos, y asistir a una regata
como la descrita en EL VIENTO DEL SOL, de Arthur C. Clarke, sería un
espectáculo fantástico. Sin embargo un velero solar no es precisamente la nave
más rápida del universo. Para proporcionarle la máxima aceleración posible podría utilizarse una fuente de
luz extraordinariamente intensa, como un láser. En
LA PAJA EN EL OJO DE
DIOS, de Larry Niven y Jerry Pournelle, los pajeños
utilizan un sistema así para procurar a su primer y único velero solar la
velocidad suficiente.
No es sorprendente por tanto que se hayan propuesto otras formas
más enérgicas de propulsión. La favorita es sin duda la fusión nuclear. Una nave provista del suficiente
combustible nuclear podría obtener su energía y su masa de reacción de procesos termonucleares. La reacción de fusión más
mencionada es la misma que tiene lugar en el nacimiento de las estrellas: la
transformación del deuterio en helio. A pesar de que este método permite obtener
grandes cantidades de energía de forma rápida e impulsar la nave
(presumiblemente) a una velocidad tal que empezarían a manifestarse los efectos
relativistas sigue teniendo la dificultad de la enorme cantidad de combustible
implicada. La solución podría ser tomar directamente el combustible del espacio,
ya que el hidrógeno está omnipresente en el
universo, y el resultado se conoce como estatocolectora: un vehículo que toma hidrógeno del
medio interestelar y lo fusiona para impulsarse cada vez más aprisa. UN MUNDO
FUERA DEL TIEMPO, de Larry Niven o TAU CERO, de Poul Anderson, son
buenos ejemplos de este tipo de naves espaciales. Las obras de Niven,
Anderson o LA
GUERRA INTERMINABLE de Joe Haldeman son también un
buen ejemplo de los efectos relativistas citados más arriba. En la novela de
Haldeman los soldados lanzan ataques de represalia con siglos de dilación
real, aunque para ellos hayan transcurrido únicamente algunos meses.
Si se decide utilizar como método de propulsión la fisión nuclear en lugar de la fusión puede
recurrirse a una nave tipo Orión: todo consiste en
lanzar pequeñas armas nucleares detrás de uno e ir impulsándose mediante
explosiones. Esta idea ha sido probada experimentalmente a pequeña escala con
explosivos convencionales y aunque parezca increíble funciona. Incluso serviría
para librarse del enorme arsenal de armas nucleares almacenado. Pero las armas
nucleares tienen mala prensa, así que las naves descritas en NAUFRAGIO,
de Charles Logan, o SEMILLA, de Juan Miguel Aguilera,
seguramente no verán nunca la luz. Por último, está la propulsión más eficiente
pero también la más cara, basada en la aniquilación materia-antimateria y el uso de los rayos gamma generados como materia de reacción. A
pesar de su increíble eficiencia energética, es tan difícil construir una nave
así que algunos dudan de que sea posible, pero eso no arredra a gentes como los
habitantes de MUNDOS APARTE, de Joe Haldeman.
Las estrategias rápidas propuestas son mucho más interesantes.
Muchas de ellas se basan en encontrar la panacea del viaje MRL, más rápido que
la luz, mientras que otras buscan atajos a un universo aburrido para no tener
que sufrir esas tonterías de la Relatividad que
no permite viajar lo bastante aprisa. Si estas estrategias funcionasen nos
permitirían hacer realidad las space-operas que
el género ha dado profusamente.
TÍTULO: RECORDAR,.
Imaginen la escena: cinco mujeres almorzando en un restaurante hablando de lo
divino y de lo humano. De las cinco, tres son amigas; las
...
Imaginen la escena: cinco
mujeres almorzando en un restaurante hablando de lo divino y de lo
humano. De las cinco, tres son amigas; las otras dos, entre las que me
cuento, solo conocidas. De repente un hombre se acerca a la mesa y, con grandes
aspavientos, se dirige a una de las comensales.
–Anita, ¿te acuerdas de mí? Piensa, piensa...
La interpelada le mira con asombro y logra balbucear: “Sí..., sí sé quién eres”.
–Chica, cómo has cambiado. ¡Con lo monísima que eras cuándo estábamos en la facultad! Bueno, ¿y cómo te va? Yo sé de ti porque a veces leo cosas tuyas en los periódicos. ¡Qué bien te lo has montado! Y eso que cuando estudiábamos no pegabas “clavo” y te pasabas el día pidiéndome los apuntes. Te he visto alguna vez en revistas, incluso en la tele. ¡Qué nivel! Bueno, ¿y qué? ¿Te has casado? Porque la última vez que te vi me estuviste dando la “paliza” con aquel novio que te hacía unas faenas de aurora boreal. Mira que te dije que era un “cara”, pero tú nada... Claro que con mi amigo Roberto fue peor. Qué tío más golfo... y tú picaste y vaya que lo pasaste mal... te pasaste media carrera llorando... Eras una pesada. Anda que ahora eres importante, pero si yo contara todo lo que sé...
La verdad es que yo me empecé a poner nerviosa. Una amiga me había insistido para que me uniera a ese almuerzo precisamente para que conociera a Ana (nombre ficticio). “Es una muy combativa y una persona interesante”, me aseguró. Y tenía razón. Durante el almuerzo, Ana me estaba pareciendo una mujer inteligente, con sentido del humor, segura de sí misma, una profesional brillante y de repente aquel cretino estaba destrozando esa imagen. Lo peor es que Ana estaba desconcertada, bloqueada, incapaz de poner a aquel hombre en su sitio.
Cuando por fin se alejó, todas suspiramos con alivio, pero vi que el rostro de Ana se había descompuesto. Ya no era la mujer segura y alegre, sino alguien que había recibido la visita inesperada de un espectro. Y es que el tipo me pareció un imbécil, pero sobre todo pensé en que hay gente a la que lo más importante que le ha pasado en la vida es haber conocido a alguien que con el tiempo ha destacado y, si pueden, se empeñan en demostrar lo íntimamente que conocen a esa persona. Yo no sé cómo era Ana en la facultad, pero sé cómo es hoy, y entre ambas mujeres median 30 años de existencia. Es decir, que la Ana de hoy es consecuencia de la de ayer, pero no es la misma. A mí me revientan las personas a las que no has visto durante años y de repente llaman a la puerta diciendo eso de: “¿Te acuerdas de mí...?”. Lo normal es que ni te acuerdes pero, si te acuerdas, muchas veces no te quieres acordar porque esa persona pertenece a una etapa pasada, y por tanto cerrada; y si no os habéis visto en los últimos 30 años, es porque no os ha interesado a ninguno de los dos. Hay quién es discreto, te saluda y se va; o hay personas que te da alegría reencontrar; pero también las hay como ese antiguo compañero de Ana, que amén de ser un zafio, seguramente lo más importante que ha hecho en su vida es dejarle los apuntes a quien hoy es una brillante abogada. Y parece que al recordárselo intenta salir de su mediocridad y acceder al brillo, al éxito, a la situación de Ana.
–Anita, ¿te acuerdas de mí? Piensa, piensa...
La interpelada le mira con asombro y logra balbucear: “Sí..., sí sé quién eres”.
–Chica, cómo has cambiado. ¡Con lo monísima que eras cuándo estábamos en la facultad! Bueno, ¿y cómo te va? Yo sé de ti porque a veces leo cosas tuyas en los periódicos. ¡Qué bien te lo has montado! Y eso que cuando estudiábamos no pegabas “clavo” y te pasabas el día pidiéndome los apuntes. Te he visto alguna vez en revistas, incluso en la tele. ¡Qué nivel! Bueno, ¿y qué? ¿Te has casado? Porque la última vez que te vi me estuviste dando la “paliza” con aquel novio que te hacía unas faenas de aurora boreal. Mira que te dije que era un “cara”, pero tú nada... Claro que con mi amigo Roberto fue peor. Qué tío más golfo... y tú picaste y vaya que lo pasaste mal... te pasaste media carrera llorando... Eras una pesada. Anda que ahora eres importante, pero si yo contara todo lo que sé...
La verdad es que yo me empecé a poner nerviosa. Una amiga me había insistido para que me uniera a ese almuerzo precisamente para que conociera a Ana (nombre ficticio). “Es una muy combativa y una persona interesante”, me aseguró. Y tenía razón. Durante el almuerzo, Ana me estaba pareciendo una mujer inteligente, con sentido del humor, segura de sí misma, una profesional brillante y de repente aquel cretino estaba destrozando esa imagen. Lo peor es que Ana estaba desconcertada, bloqueada, incapaz de poner a aquel hombre en su sitio.
Cuando por fin se alejó, todas suspiramos con alivio, pero vi que el rostro de Ana se había descompuesto. Ya no era la mujer segura y alegre, sino alguien que había recibido la visita inesperada de un espectro. Y es que el tipo me pareció un imbécil, pero sobre todo pensé en que hay gente a la que lo más importante que le ha pasado en la vida es haber conocido a alguien que con el tiempo ha destacado y, si pueden, se empeñan en demostrar lo íntimamente que conocen a esa persona. Yo no sé cómo era Ana en la facultad, pero sé cómo es hoy, y entre ambas mujeres median 30 años de existencia. Es decir, que la Ana de hoy es consecuencia de la de ayer, pero no es la misma. A mí me revientan las personas a las que no has visto durante años y de repente llaman a la puerta diciendo eso de: “¿Te acuerdas de mí...?”. Lo normal es que ni te acuerdes pero, si te acuerdas, muchas veces no te quieres acordar porque esa persona pertenece a una etapa pasada, y por tanto cerrada; y si no os habéis visto en los últimos 30 años, es porque no os ha interesado a ninguno de los dos. Hay quién es discreto, te saluda y se va; o hay personas que te da alegría reencontrar; pero también las hay como ese antiguo compañero de Ana, que amén de ser un zafio, seguramente lo más importante que ha hecho en su vida es dejarle los apuntes a quien hoy es una brillante abogada. Y parece que al recordárselo intenta salir de su mediocridad y acceder al brillo, al éxito, a la situación de Ana.
P. D.: Seguramente el único minuto de gloria de ese hombre en su
vida, lo único importante que le ha sucedido, es haber sido compañero de
pupitre de alguien que vale mucho más que él. Yo no sé cómo era Ana en
la facultad, pero sé cómo es hoy, y entre ambas mujeres median 30 años de
existencia.
TÍTULO: 7 DÍAS CITAS :
-1-Sábado-23- Velas por el planeta,.
-2-Domingo-24- Adiós Teatralia,.
-3-Lunes-25- Volver la vista atrás,.
-4-Martes-26- Vampiros del espacio.
-5-Miércoles-27- Vampiros del espacio,.
-6-Jueves-28- Mujeres en el gulag soviético,.
-7-Viernes-29- Clic a la vida real,.
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