Varones vírgenes
Si es cierto
que no es bueno que un hombre esté solo, menos aun lo será
que conserve su virginidad: nuestra sociedad no suele ser
muy contemplativa para con los varones que llegan a la mayoría
de edad sin haber tenido su primera experiencia sexual. Podría
decirse que ser virgen es tanto o más difícil que dejar de
serlo. Quien ostenta esta condición debe soportar desde la
sospecha de homosexualidad por parte de familiares y conocidos
hasta el sentimiento de aislamiento y abandono que le provoca
su dificultad de hablar del tema o el hecho de que sus amigos
dediquen tiempo a sus parejas o familias.
La persistencia
en el estado virginal involuntario no es fácil para el varón
por las presiones sociales que pesan sobre él; deberíamos
pensar que en estos casos pueden existir factores psicológicos
que actúan como inhibidores del contacto con chicas. A veces,
este cuadro se complica por la presión social que recibe el
varón sin experiencia sexual por la creencia popular que ubica
como sospechoso o rarito
al que no exhibe sus vínculos con las mujeres. También es
motivo de preocupación de los padres cuando sus hijos no le
traen novias a la casa. Sin embargo no hay relación directa
entre esta dificultad y la homosexualidad, ni constituye una
circunstancia determinante.
¿Cuándo
se puede considerar aceptable el debut en un varón virgen?
El momento
o la etapa de la vida del individuo donde resultaría conveniente
que haya tenido su debut, no puede determinarse de manera
arbitraria: en todo caso son las pautas generacionales las
que podrán imponer algún tipo de parámetro. Para el criterio
que surge de los adolescentes y jóvenes actuales, podría establecerse
que un individuo que termina su colegio secundario, que ronda
los 18, ya debería haber tenido su primera experiencia. Hay
que decir que estas leyes no escritas corresponden a
la mitología masculina de determinado momento y lugar, pero
de ningún modo tienen un rigor médico o científico; no valen
para descalificar la virilidad o la salud física o mental
del virgen ni para marcar sus preferencias o inclinaciones
sexuales.
El contenido erótico de los programas televisivos y las publicidades, así como el acceso que hoy tienen los jóvenes a las revistas o videos pornográficos, suman otro elemento de presión al virgen. Además, en la actualidad, hay mayor probabilidad de que los jóvenes lleguen a debutar con compañeras de su edad. Paradójicamente, estas posibilidades de relacionarse con chicas hacen aparecer miedos de todo tipo: a no saber cómo hacerlo, a lastimar, al fracaso, a la falta de erección. En otros casos se trata de varones fóbicos, que salen con mujeres, pero siempre se las ingenian para evitar el contacto sexual. Estas conductas crearán un entorno que no ayudará en nada a su situación: padres que comienzan a sospechar de su virilidad, amigos que presionan con invitaciones para salir con chicas o ir a lugares nocturnos que les permitirán alternar con mujeres siempre bien dispuestas para un encuentro erótico.
El contenido erótico de los programas televisivos y las publicidades, así como el acceso que hoy tienen los jóvenes a las revistas o videos pornográficos, suman otro elemento de presión al virgen. Además, en la actualidad, hay mayor probabilidad de que los jóvenes lleguen a debutar con compañeras de su edad. Paradójicamente, estas posibilidades de relacionarse con chicas hacen aparecer miedos de todo tipo: a no saber cómo hacerlo, a lastimar, al fracaso, a la falta de erección. En otros casos se trata de varones fóbicos, que salen con mujeres, pero siempre se las ingenian para evitar el contacto sexual. Estas conductas crearán un entorno que no ayudará en nada a su situación: padres que comienzan a sospechar de su virilidad, amigos que presionan con invitaciones para salir con chicas o ir a lugares nocturnos que les permitirán alternar con mujeres siempre bien dispuestas para un encuentro erótico.
¿Qué
les pasa en su interior a estos varones? ¿Se los puede considerar
homosexuales reprimidos?
¿Qué ocurre
en el interior de un joven o adulto que no ha tenido su primera
experiencia, más aún si se tiene en cuenta el bombardeo de
erotismo que le llega desde los medios masivos? El virgen
vive sumergido en un mundo cada vez más sexualizado o hipererotizado
donde parece que todos los hacen o para todos es fácil, menos
para él: "yo veía
todas esas películas, escuchaba a mis amigos hablar de cómo
lo hacían y me sentía un infeliz, encima teniendo que encarar
algo que veía como una hazaña imposible", me decía
un paciente. Esto puede dar lugar a que aparezcan escenas
de angustia o de pánico homosexual. En algunos casos los miedos
socavan tanto las defensas del individuo que llegan a tener
fantasías de inclinarse a la homosexualidad, aunque responden
más a una obsesión que a una inclinación, sin descartar por
eso a los que sienten una franca atracción por personas del
mismo sexo. Conviene aclarar que no todos los varones vírgenes
son homosexuales o tienen predisposición a serlo.
¿Son
personalidades acomplejadas que tienden al aislamiento?
Lo que a veces
vemos es que sobrellevan una gran carga de ansiedad que la
canalizan por vía masturbatoria; también pueden acentuarse
los rasgos narcisísticos debido a que se trata de personas
que se cierran en sí mismas terminando muchas veces en un
aislamiento todavía más amplio: evaden las reuniones sociales,
no van a bailar, esquivan el trato con las mujeres, abrumados
por la cantidad de complejos y traumas que desencadena una
involuntaria y prolongada virginidad.
Si bien en apariencia después del debut no se sabe mucho más de lo que se sabía antes de concretarlo, la primera vez es un momento fundante en la vida de un varón, un verdadero rito de pasaje. La valoración no pasa por la experiencia que se adquiera ni por lo mucho o poco que se ha gozado -inclusive me atrevería a decir que para los debutantes es algo secundario- sino por haber podido atravesar esa etapa. En culturas primitivas los vírgenes eran preparados con anticipación y cuando llegaba el momento -el paso a la vida adulta, el abandono del cuerpo infantil, la desfloración- daba lugar a ceremonias de iniciación de la que participaban numerosos jóvenes de ambos sexos.
Una lectura más lineal que puede hacerse del antes y el después es que el varón que la concreta puede decir yo pude, ya lo hice. Esto podría trasladarse a aquel que se casa o egresa de una universidad: también en estos casos podría pensarse que el individuo es el mismo antes de recibir la libreta o el diploma que después, sin embargo no es así. El pasaje de un condición a otra, ya se trate de un vínculo conyugal, de recibirse de médico o de tener la primera experiencia sexual, afirma una identidad, es un estado diferente, no siendo idéntico ante la sociedad ni ante sí mismo.
La primera vez se transforma entonces en una suerte de revelación que, al margen de los pormenores anecdóticos, hace que el individuo se sienta otra persona.
Si bien en apariencia después del debut no se sabe mucho más de lo que se sabía antes de concretarlo, la primera vez es un momento fundante en la vida de un varón, un verdadero rito de pasaje. La valoración no pasa por la experiencia que se adquiera ni por lo mucho o poco que se ha gozado -inclusive me atrevería a decir que para los debutantes es algo secundario- sino por haber podido atravesar esa etapa. En culturas primitivas los vírgenes eran preparados con anticipación y cuando llegaba el momento -el paso a la vida adulta, el abandono del cuerpo infantil, la desfloración- daba lugar a ceremonias de iniciación de la que participaban numerosos jóvenes de ambos sexos.
Una lectura más lineal que puede hacerse del antes y el después es que el varón que la concreta puede decir yo pude, ya lo hice. Esto podría trasladarse a aquel que se casa o egresa de una universidad: también en estos casos podría pensarse que el individuo es el mismo antes de recibir la libreta o el diploma que después, sin embargo no es así. El pasaje de un condición a otra, ya se trate de un vínculo conyugal, de recibirse de médico o de tener la primera experiencia sexual, afirma una identidad, es un estado diferente, no siendo idéntico ante la sociedad ni ante sí mismo.
La primera vez se transforma entonces en una suerte de revelación que, al margen de los pormenores anecdóticos, hace que el individuo se sienta otra persona.
¿El
uso de Internet los puede favorecer o los encierra aún más?
Es interesante
hacer una breve reflexión sobre la utilidad de Internet para
ciertos varones con características de fóbicos sociales
ya que el "hablar" a través de la red, mediatizada
por ésta, les permite empezar a encarar un vínculo con una
pareja, aunque más no sea de esta manera un tanto impersonal
y anónima. Muchas veces les permite el acceso a un encuentro
posterior. Un joven de 23 me decía: "yo
ni podía hablar por teléfono de temas íntimos con una chica,
me mataba la timidez y la vergüenza; pero a través del chateo,
tal cual me lo sugirió Ud. en la sesión anterior, me animé,
ahora sólo me falta concertar una cita para verme con ella".
Aparecía claramente como se calmaban sus ansiedades fóbicas
con la utilización de la computadora pero no para favorecer
el aislamiento sino para relacionarse mejor con el mundo teniendo
como objetivo un encuentro real con la persona con la cual
se comunicó por Internet.
¿Qué
soluciones hay para estos casos?
Puedo citar
el caso de alguien que me consultó diciendo: "quiero hacer terapia porque teniendo 28 años nunca pude hacer el
amor". Llevábamos unas cinco sesiones cuando se animó
a dar el paso. A la siguiente sesión apareció con otra cara,
con otro humor, mucho más extravertido. Recuerdo que dijo:
"esto es maravilloso,
me saqué un peso de encima, antes me sentía limitado, perdedor,
poco viril; ahora veo el mundo distinto". Por supuesto
que el mundo era el mismo, sólo que él había cambiado su percepción.
El varón virgen viene a la consulta con distintos argumentos: los comentarios que comienza a escuchar en el trabajo o en la casa: ¿por qué no tenés novia?... ¿por qué no vas con chicas?... ¿no será medio raro el chico?; porque aparece una mujer que le gusta y no quiere perderla por la incomodidad que su fobia (un miedo sin objeto ni razón) le provoca al tener intimidad con ella; por miedo a caer en la homosexualidad, o dado que se va quedando solo ya que sus amigos se van casando. Es común cuando dicen: "tengo miedo a no tener la erección y fracasar...y ¿si eyaculo antes de penetrar?" Muchos de estos miedos los disfrazan con racionalizaciones de todo tipo: "no era tan linda, a mí me gustan las morochas...no tenía suficientes senos...no era inteligente...era demasiado intelectual...era baja...demasiado alta para mí...la veía y me decía: ¿qué hago con esta mujer? no es mi ideal...". Cuando, en la consulta, uno rastrea algo más se evidencia que son meras justificaciones que le sirven para poner una distancia. Algunos, a posteriori, lo definirán bien: "en el fondo tenía un miedo bárbaro de engancharme". Lo más importante es saber dónde radica el temor y cuales son los motivos por los que un varón siente que es conveniente evitar el encuentro sexual: es común detectar cuadros de impotencia o eyaculación precoz y a pesar de que lo intentaron varias veces fracasaron en esos intentos. Hay casos donde las fobias configuran tal gravedad que corresponde medicar con modernos y efectivos psicofármacos, y en el caso de las disfunciones eréctiles (impotencias) contamos con terapias sexuales combinadas con medicaciones orales (siendo la más efectiva el sildenafil) que resuelven el problema en un breve lapso de tiempo, especialmente si se combina con una Terapia Sexológica. En otros casos son aconsejables la complementación con las psicoterapias tradicionales.
Lo importante en el varón virgen que pide ayuda es que se pone un paso adelante de aquel que sufre pero no se anima a hacerlo. Además, si consultó es porque, a pesar de sus resistencias, quiere cambiar y esa toma de conciencia lo hará sentirse más seguro y lo ayudará en su propósito. A él le caben bien aquellos versos del mayor poeta norteamericano: "Si no me encuentras al principio no te descorazones / si no estoy en una parte, búscame en otra / en algún lugar te espero".
El varón virgen viene a la consulta con distintos argumentos: los comentarios que comienza a escuchar en el trabajo o en la casa: ¿por qué no tenés novia?... ¿por qué no vas con chicas?... ¿no será medio raro el chico?; porque aparece una mujer que le gusta y no quiere perderla por la incomodidad que su fobia (un miedo sin objeto ni razón) le provoca al tener intimidad con ella; por miedo a caer en la homosexualidad, o dado que se va quedando solo ya que sus amigos se van casando. Es común cuando dicen: "tengo miedo a no tener la erección y fracasar...y ¿si eyaculo antes de penetrar?" Muchos de estos miedos los disfrazan con racionalizaciones de todo tipo: "no era tan linda, a mí me gustan las morochas...no tenía suficientes senos...no era inteligente...era demasiado intelectual...era baja...demasiado alta para mí...la veía y me decía: ¿qué hago con esta mujer? no es mi ideal...". Cuando, en la consulta, uno rastrea algo más se evidencia que son meras justificaciones que le sirven para poner una distancia. Algunos, a posteriori, lo definirán bien: "en el fondo tenía un miedo bárbaro de engancharme". Lo más importante es saber dónde radica el temor y cuales son los motivos por los que un varón siente que es conveniente evitar el encuentro sexual: es común detectar cuadros de impotencia o eyaculación precoz y a pesar de que lo intentaron varias veces fracasaron en esos intentos. Hay casos donde las fobias configuran tal gravedad que corresponde medicar con modernos y efectivos psicofármacos, y en el caso de las disfunciones eréctiles (impotencias) contamos con terapias sexuales combinadas con medicaciones orales (siendo la más efectiva el sildenafil) que resuelven el problema en un breve lapso de tiempo, especialmente si se combina con una Terapia Sexológica. En otros casos son aconsejables la complementación con las psicoterapias tradicionales.
Lo importante en el varón virgen que pide ayuda es que se pone un paso adelante de aquel que sufre pero no se anima a hacerlo. Además, si consultó es porque, a pesar de sus resistencias, quiere cambiar y esa toma de conciencia lo hará sentirse más seguro y lo ayudará en su propósito. A él le caben bien aquellos versos del mayor poeta norteamericano: "Si no me encuentras al principio no te descorazones / si no estoy en una parte, búscame en otra / en algún lugar te espero".
TÍTULO: us open Duelo de colosos en Flushing Meadows
Nadal y Djokovic se enfrentan hoy en su tercera final del US Open con el español como ligero favorito tras su sensacional torneo
Rafael Nadal y Novak Djokovic se conocen tanto que ya nada
de uno sorprende al otro. De este modo, sus duelos, que ya son historia
del tenis, se presentan siempre abiertos y apasionantes. Sin duda, son
los dos amos del circuito y se han acostumbrado a pelear por marcar su
territorio. Volverán a hacerlo esta noche (23.00 horas) cuando disputen
sobre el cemento de Flushing Meadows su tercera final del Abierto de
Estados Unidos. Hasta la fecha, se han repartido las victorias, una para
cada uno. Ambos colosos llegan a la final en perfectas condiciones. El
serbio sólo ha cedido tres sets, dos de ellos ante el rocoso Wawrinka en
semifinales, en cinco partidos. Lo de Nadal ha sido todavía más
espectacular. Sólo ha perdido un set y ha concedió un único 'break'.
Brutal.
«Novak es un increíble competidor. Un gran campeón. Va a
ser una final dura pero espero estar listo», dijo ayer el de Manacor,
que no se olvidó de recordar lo «increíble» que le parece estar donde
está tras su lesión de rodilla del año pasado. Djokovic tampoco ahorró
halagos a su gran rival. «Jugar con Nadal es el desafío más grande que
se puede tener en nuestro deporte ahora. Él es el jugador dominante del
momento. Está luchando por cada pelota y está jugando probablemente el
mejor tenis que ha jugado en canchas duras», declaró. El de hoy será el
partido número 37 entre ambos campeones, un nuevo capítulo de la novela
que estos dos mitos llevan escribiendo desde que se unieron al circuito
de la ATP, y cuyo final nadie puede predecir. Nadal, eso sí, lidera los
duelos particulares (21-15) y ha ganado cinco de los últimos seis
partidos contra Djokovic.
El español ganó su primera y única final en el US Open en
2010, sacudiendo a Djokovic en cuatro sets (6-4, 5-7, 6-4, 6-2). Nadal
estaba entonces en la cresta de la ola, tras haber ganado el único
torneo de Grand Slam que le faltaba. Pero la rodilla comenzó a molestar
al manacorí, y fue perdiendo terreno hasta que Djokovic le desplazó del
lugar de privilegio de la ATP en julio de 2011, y dos meses después se
desquitó en Flushing Meadows al derrotarle en cuatro parciales, 6-2,
6-4, 6-7 (3/7), 6-1. Después, Djokovic se consolidó como el rey del
cemento al derrotar a Nadal en los seis partidos que jugaron en 2011,
más la final del Abierto de Australia de 2012, todos en pista dura. La
venganza es un plato que se toma frío, y dos años más tarde Nadal tuvo
su desquite, cuando venció al serbio hace unas semanas en la pista
rápida del Masters 1000 de Montreal, su primer triunfo ante 'Nole' en
esa superficie desde 2010.
La gran racha
El español lleva 21 victorias sobre pista dura esta
temporada. Y ha llegado a 12 finales de los 13 torneos que ha jugado.
Hoy estará buscando su 60º título profesional y 13º de Gran Slam, ocho
de los cuales pertenecen a Roland Garros. Djokovic acumula 37 coronas,
entre ellas cuatro del Abierto australiano, una de Wimbledon y otra del
US Open. Pase lo que pase en la final, el serbio mantendrá su posición
de privilegio en el ránking mundial. Pero Nadal estará pegado a sus
espaldas, esperando la más mínima oportunidad para recuperar un trono
que ha enfriado una amistad al punto de convertirla en una puja por ser
el macho alfa de la tribu ATP,.
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