TELEVISION
Aquellos maravillosos años
'El libro gordo de Petete',
'Barrio Sésamo', 'La bola de cristal'... Repasamos los programas
infantiles que aliviaron la vuelta al cole en los 70, 80 y 90.
Todavía nos queda un trocito de verano, a pesar de la
inminente vuelta al cole. Pero este año, ¿quién nos va a acompañar a la
hora de la merienda? La recomendación desde aquí es recurrir a los
amigos de Clan o Disney Channel, el oasis televisivo de los niños.
Porque las programaciones de los grandes canales ignoran a los chavales.
Y eso que ahora existe eso de la 'franja de protección', un invento
poco eficaz a la vista de los resultados que está cosechando. Antes, sin
ley, había más cuidado. Repasamos los programas infantiles que hicieron
más liviana la vuelta al cole de los niños en los años 70, 80 y 90.
En los 70, los niños se arremolinaban ante las televisiones
para ver 'Heidi' y 'Viki el vikingo'. Era la época del canal único, La 1
de TVE, y dedicaba sus tardes a los más menudos de la casa. Solo un
rato, claro, que había tres horas sin emisión. Así que a pequeñas dosis
los chavales la gozaban con las aventuras de 'Pipi Calzaslargas' y tras
el apagón, sobre las siete, la diversión seguía con 'Un globo, dos
globos, tres globos'.
Con los años la oferta infantil se fue ampliando y en los
80 estuvo en auge la programación educativa. Así, entre las páginas de
'El libro gordo de Petete' descubrimos la historia del reloj y
aprendimos a calcular la edad de un árbol. Pequeñas «clases» de cinco
minutos que daban paso a 'La cometa blanca' y 'El circo de la tele'. En
esos años nació Espinete, fiel en su 'Barrio Sésamo' a las seis de la
tarde. Con él, don Pimpón, Chema el panadero, Julián y Ana.
La lista de éxitos infantiles de la década prodigiosa
continúa con 'Los pitufos', 'Los osos amorosos', 'La aldea del Alce',
'El inspector Gadget'... Y 'El coche fantástico', que después de un
tiempo en antena cedió su hueco en la sobremesa a otro título convertido
ya en todo un clásico: 'Fama'. El sábado les tocaba a John 'Hannibal'
Smith y sus chicos, que afrontaban las complicadas misiones de 'El
equipo A' .
De Alaska a Leticia Sabater
Muchos espectadores se equivocan cuando dicen que Alaska y
Mario están revolucionando la tele con su 'reality' en MTV, porque ella
ya montó la revolución antes, con 'La bola de cristal'. Tras la
desaparición de la bruja Avería y compañía, en 1988, una jovencísima
Miriam Díaz Aroca ocupó su puesto con 'El cajón desastre'. Y no fue el
único cambio que experimentaron las parrillas. El barrio de Espinete se
trasformó en la nave espacial que nos llevó a 'Los mundos de Yupi'.
Ya en los 90, con el nacimiento de las cadenas privadas, la
programación infantil se asentó en la mañana, que se convirtió en una
franja muy reñida. La más madrugadora era Leticia Sabater ('Desayuna con
alegría'), que nos ponía en marcha a las siete de la mañana con
'Lassie', 'Los pitufos' y 'Mazinger Z', entre otros amigos animados. De
manera que a la competencia no le quedaba otra que contraatacar con
'Alfred J. Kwak', 'Érase una vez la vida', 'Los trotamúsicos' y 'Scooby
Doo'.
La única cadena que apostó por ofrecer programación juvenil
por la tarde fue Antena 3, que emitía las exitosas series americanas
'Salvados por la campana', 'El príncipe de Bel Air', 'Cosas de casa' y
el 'Equipo A'. Y como broche de oro: 'Los vigilantes de la playa', que
se colocó en el preciado 'prime time' y que congregaba a un público más
amplio que a los niños.
Lo curioso es que a pesar de la cantidad de programas
infantiles que había siempre sobraba un rato para salir a la calle a
jugar. A emular precisamente a nuestros héroes televisivos.
TÍTULO; QUE TIEMPO TAN FELIZ,.La etapa más inhumana elige a Nibali y Horner,.
- Puerto de Envalira. Interminable cuesta abajo. Jarrea. El invierno ha guardado sus garras en Andorra: cuatro grados de frío. Los focos del ...Puerto de Envalira. Interminable cuesta abajo. Jarrea. El invierno ha guardado sus garras en Andorra: cuatro grados de frío. Los focos del coche-médico le sacan destellos a la lluvia. En una curva a la derecha, tirado, tiritando, aparece el muleño Luis León Sánchez, que iba escapado. José Lara, el médico, corre. Le ve helado. Con una rodilla machacada y «un tremendo golpe en el pecho». El ciclista apenas puede hablar. La mandíbula helada. Como las manos, sin fuerzas ni para frenar. Está pálido, traslúcido. «¿Te llevamos al hospital?», le pregunta Lara. No. Más que el dolor del golpe le duele el frío.Dice la clasificación que la primera etapa pirenaica, la de La Gallina, fue para el italiano Ratto, el náufrago que más fuerza, habilidad y fortuna tuvo en la fuga donde iba Luis León. Dice también que, tras el italiano ganador, entraron pegados el líder Nibali y Horner con 18 segundos sobre 'Purito' Rodríguez, 26 sobre Samuel Sánchez y 50 sobre Valverde, congelado en los descensos y resucitado en la subida final. Y dice la clasificación general que Nibali avanza hacia su segunda Vuelta, con 50 segundos de ventaja sobre el abuelo Horner, 1.42 sobre Valverde y 2.57 sobre 'Purito'. Ahora solo falta saber lo que dice el parte meteorológico para hoy, segunda y tremenda etapa pirenaica, con 224 kilómetros y cuatro puertos de verdad.Solo dos ciclistas llegaron a La Gallina con los ojos despiertos. Ratto y Nibali. Primero apareció Ratto, joven, veloz, italiano del norte, del frío. «Estoy acostumbrado. Me gusta. Me gusta que llueva, como este año en la Vuelta al País Vasco», dijo. Es ciclista por herencia. Toda la familia pedalea, incluida la madre, directora de un equipo femenino. Y le van las motos, la velocidad. «Por eso bajaba así, sacando un pie en cada curva. Me da estabilidad», contó. También daba miedo. En cada giro soltaba un pie del pedal y rozaba el suelo. Parecía cosa de locos, pero así dejó atrás a Luis León y Gilbert, los que iban con él en la fuga, bajando Envalira, la cuesta que nunca termina. Arriba, el invierno es crónico. Solo Ratto salió de ese glaciar y tiró hacia Ordino y la Comella. Más subidas. Y lo peor, más descensos. De chaval le iba el hockey hielo. Ayer lo practicó en las bajadas y, con el tiempo que recaudó, tuvo de sobra para los siete kilómetros rizados de curvas de La Gallina. Disfrutó. Ni sabía que el líder de su equipo, Basso, se había congelado.A casi cuatro minutos, en la niebla, se vio llegar a Nibali y Horner. Tan opuestos. Joven y viejo. Sentado y de pie. Moreno y blanco. Nibali se adelantó unos metros para recoger la bonificación. Volutas de aliento. Se giró y miró el marcador. Venía fresco; no frío. El reloj empezó a descontar segundos a su favor. «Pero la Vuelta no está aún cerrada. Con este frío puede pasar de todo. Veremos», dijo. Viene de ganar el Giro más gélido de la historia. El invierno es su aliado. Al lado, Horner, piernas de palillo, se abrigaba para salir de este día de plomo. «En los descensos iba con la vista cruzada. A lo loco. No veía. Bajaba esquivando las alcantarillas. Ha sido una locura. Estaba helado», relataba atropellado. Trémulo. Es el único rival que se arrima a Nibali. No pudo. Al menos, dejó atrás al resto. Sus víctimas, las del frío, llegaron gota a gota. Purito, con los ojos hinchados, desencajado. Samuel, con el sufrimiento impreso en las arrugas del rostro. Y Valverde, sin brújula. Sin saber ni dónde estaba. Con la lluvia al cuello.«Ha sido terrible». Valverde sufrió un golpe de frío en el descenso del antepenúltimo puerto, en Ordino. En plena tormenta. Los truenos agrietaban la montaña. Pedía ropa, comida, bebida caliente. Clemencia. No le obedecía el cuerpo. Ni las manos frenaban ni las piernas giraban. Por la derecha y la zurda le pasaban ciclistas. Su equipo, el Movistar, le sostuvo. Tiró de él en el puerto de la Comella. «Hasta subiendo tenía frío». Se le había clavado. Sentía mareos. Rogaba que empezara al fin el último puerto, La Gallina. Quería dejar de sufrir el tacto del hielo y comenzar a sufrir cuesta arriba. Eso se soporta mejor. Así entró en calor. Y se rehízo. Al cambio de temperatura. Desde atrás, ya sin el agobio del chubasquero, atrapó a los que no podían seguir a Horner y Nibali. Uno a uno. Valverde cogió a Arroyo, a Landa, a Cardoso, a Pozzovivo y a Pinot. Y casi alcanzó a Samuel y Purito. Salvó sus opciones. Pero no era esa su preocupación. «Me da miedo la etapa de mañana». La de hoy.
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