TÍTULO; Los 'tróspidos' vuelven a la caza,.
TELEVISION
Los 'tróspidos' vuelven a la caza
-foto-Luján Argüelles regresa con '¿Quién quiere casarse con mi hijo?' (hoy a las 22.30, en Cuatro)
A Corina el príncipe le salió rana, pero Luján Argüelles
sigue buscando el amor para sus 'tróspidos'. La celestina de Cuatro ya
le ha echado el lazo a cinco solteros y esta noche regresa con la
tercera edición de '¿Quién quiere casarse con mi hijo?' (22.30 horas).
Un programa que aspira a convertirse en «un clásico de la tele», como
revelaron ayer los directivos de la cadena durante la presentación del
'reality'.
Esta vez Argüelles tendrá un papel más activo y «se
involucrará personalmente en algunos casos, siendo testigo de desenlaces
inesperados», adelantan. Pero ahí no se quedan las novedades. Entre las
madres se ha colado ¡un padre! Es Armando y su función será «espantar a
las cazafortunas» que quieran acercarse a su hijo, Alexis, un
apasionado del lujo y devoto de los cochazos. ¿Estará dispuesto a darle
su apellido al hijo de otro? Porque entre las candidatas que pelearán
por el amor de Alexis figura una embarazada.
En el polo opuesto se encuentra Víctor, un niño grande que
no se ha despegado de las faldas de su madre. Y la lista de casamenteros
la completan Roi, el James Dean del siglo XXI; Leo, un seductor
argentino; y Fran, un ligón muy consentido que idolatra a Pipi Estrada.
Las madres llegan con las ideas muy claras sobre sus nueras
ideales, que nada tienen que ver con los prototipos de mujeres que
buscan los niños. Y prototipos hay unos cuantos porque la flecha de
Cupido ha atravesado el corazón del personal más variado: entre los
participantes hay travestis, sadomasoquistas y hasta «la niña del
exorcista», adelanta una de las 'promos'.
Cuatro aprovecha el tirón de los 'realities' románticos y
prepara un '¿Quién quiere casarse con mi madre?', además de una segunda
edición de 'Un príncipe para Corina'.
Alexis (Alicante, 26 años) se dedica a la compra-venta de coches de lujo.
Fran (Jaén, 29 años) es un exmilitar.
Roi (A Coruña, 27 años) estudia diseño de producción y lleva un bar con su madre, Belén.
Leo (Alicante, 27 años) es encargado de un local.
Víctor (Alicante, 29 años) estudia para ser auxiliar administrativo y trabaja en una hamburguesería.
La relación de El Greco con Extremadura fue residual, y la presencia de su obra en la región se ciñe al retablo que se custodiaba en la Iglesia ...
La relación de El Greco con Extremadura fue residual, y la
presencia de su obra en la región se ciñe al retablo que se custodiaba
en la Iglesia de San Andrés de Talavera la Vieja y fue evacuado cuando
el pantano de Valdecañas inundó el pueblo en 1963; siendo depositados
muchos años más tarde sus cuadros en el Monasterio de Guadalupe. También
permanece en Extremadura un cuadro con la figura de El Salvador, que
pertenece al Museo de Cáceres.
Pero esta relación podría haber sido otra cosa muy
diferente si se hubiese concretado un proyecto nunca realizado que se le
encargó en 1597 al pintor para llevar a cabo el retablo principal del
templo del Monasterio de Guadalupe. El encargo lo hizo el prior Fray
Gabriel de Talavera y hubiese constituido uno de los contratos más
sustanciosos del mundo del arte de aquel momento, porque ascendía a la
cantidad de 26.000 ducados. De haberse hecho, «el retablo habría sido
también el proyecto artístico más importante de toda la carrera del
pintor». De todas estas cosas se habla en la conferencia sobre El Greco
que ayer pronunció en Badajoz José Redondo, técnico de los museos de El
Greco y Sefardí de Toledo y profesor asociado de la Facultad de
Humanidades de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Esta conferencia ha sido organizada por Caja Extremadura
con motivo de la próxima conmemoración del IV Centenario de
fallecimiento de El Greco (Creta, 1541-Toledo, 1614) y también será
impartida hoy en Cáceres y mañana en Plasencia.
'El Greco, una evolución prodigiosa' narra los años de
formación en su tierra y en Roma de este pintor que forjó finalmente en
España su acusada personalidad pictórica y un estilo inimitable que le
ha convertido en uno de los artistas más admirados del renacimiento
europeo. José Redondo admite que una buena parte de los turistas que
llegan hoy a Toledo lo hacen atraídos por el impacto visual y el desafío
que comportan los cuadros de El Greco. «Hay un conocimiento superficial
de este pintor que es un caso único en el mundo occidental, ya que
comienza pintando iconos y acabará alcanzando la categoría de genio»,
dice.
Venecia-Roma-Toledo
Venecia y Roma fueron etapas artísticas en la formación del
pintor. En la primera aprende todo sobre el color y en la segunda se
empapa de la monumentalidad de Miguel Ángel. Hacia 1590 va a desarrollar
su etapa de madurez ya en España, convirtiéndose «en El Greco que
abandona el naturalismo y se interesa por el expresionismo».
José Redondo estima que el pintor grecoespañol es el
«padre» de la pintura moderna al haber evolucionado «hacia una
concepción de esa pintura como manchas pictóricas».
Esa modernidad, sin embargo, le haría sufrir también la
incomprensión de sus contemporáneos, tanto los espectadores de sus
cuadros como los posibles mecenas. Al propio Felipe II no le gustó
demasiado uno de los cuadros que el pintor le presentó, frustrando así
sus aspiraciones de convertirse en pintor de la Corte. Comienza entonces
a trabajar intensamente en Toledo, donde aportará a la pintura española
sus hallazgos paisajísticos y su retrato psicológico y una concepción
del taller del artista como centro multiplicador de la obra del mismo y
de sus ventas. Otro hallazgo «moderno» en la forma de concebir el
trabajo de los pintores.
Las razones por las que El Greco nunca llegó a pintar el
retablo de Guadalupe son desconocidas, pero José Redondo explica que
probablemente los motivos económicos estuvieron detrás. En aquella
época, los artistas debían prestar una fianza como garantía de que
llevarían a término su trabajo y el montante del contrato de Guadalupe
era tan elevado que El Greco no pudo, al parecer, recaudar la cantidad
requerida para empezar la obra.
También por entonces se produjo una donación dineraria de
Felipe II al Monasterio de Guadalupe y eso influyó para que la obra del
retablo fuese ejecutada por artistas más en la órbita de los gustos del
monarca, como el arquitecto Juan Gómez de Mora y los pintores Vicente
Carducho y Eugenio Cagés. «Fue una desgracia -se lamenta José Redondo-
porque si el retablo lo hubiese hecho El Greco habría sido su obra
cumbre, hecha en su momento de madurez y porque su taller tenía
capacidad para realizar la traza del retablo, su ejecución
arquitectónico, las pintura y la escultura policromada».
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