Los pacientes graves pagarán hasta 4,2 euros en farmacias ... de farmacia de los hospitales, con un máximo de 4,2 euros por envase.
Los
pacientes no ingresados deberán asumir una "aportación reducida" desde
el 1 de octubre por los medicamentos para tratar enfermedades graves o
crónicas que se dispensan en los servicios de farmacia de los
hospitales, con un máximo de 4,2 euros por envase.
Consta en una
resolución de la Dirección General de la Cartera Básica de Servicios del
Sistema Nacional de Salud que hoy publica el BOE, que incluye una
relación de más de 150 presentaciones de distintos fármacos afectados,
informa Efe."La aportación reducida conforme a lo dispuesto en el artículo 94.bis de la Ley 29/2006 es de un 10 % del PVP del medicamento, con un máximo actualmente fijado en 4,2 €", según se precisa. Cuando la dispensación no se ajuste al envase comercial, el cálculo de la aportación se realizará de manera "proporcional" a la medicación suministrada.
La medida ha sido criticada tanto el PSOE como la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP). "El Gobierno se ceba con los enfermos, castigando y empobreciendo a los más vulnerables", según denuncia en un comunicado la secretaria socialista de Política Social, Trinidad Jiménez, que ha pedido la dimisión de la ministra de Sanidad, Ana Mato. Según Jiménez, "no hay explicación alguna para esta decisión", que ha considerado "inhumana".
Mato "se está cargando el sistema público de salud", ha añadido, y es "inadmisible" una "insensibilidad tan grande" con estos enfermos. La carga económica "se multiplica de tal forma" que habrá personas que no podrán hacerle frente", señala Jiménez. "La ministra Mato compareció ayer en la Comisión de Sanidad del Congreso y no fue capaz de anunciarnos la medida", según el portavoz socialista de Sanidad en el Congreso, José Martínez Olmos.
Al mismo tiempo, la FADSP considera que se trata de "una nueva barrera que dificulta y/o impide el acceso a medicamentos necesarios a los sectores de la población con menos ingresos", lo que genera el "aumento de la morbilidad y de la mortalidad" en los grupos con bajos ingresos y problemas graves de salud. "Se trata de una agresión más del Ministerio de Sanidad", opina esta organización en una nota. Hasta ahora, recordó la entidad, estos fármacos eran de dispensación gratuita y se dirigían a enfermos con hepatitis C, distintos tipos de cáncer, VIH, o artritis, entre otros procesos médicos.
Los pacientes no ingresados deberán asumir una "aportación reducida" desde el 1 de octubre, según publica hoy el BOE, por los medicamentos para tratar enfermedades graves o crónicas que se dispensan en los servicios de farmacia de los hospitales, con un máximo de 4,2 euros por envase.
La ministra de Sanidad, Ana Mato, explicó hace nueve meses en el
Congreso que el objetivo es equiparar la receta médica con la orden de
dispensación hospitalaria para evitar diferentes interpretaciones
jurídicas y clarificar ambos conceptos, y poder seguir avanzando en la
implantación de la receta electrónica.
Se
trata de reflejar la realidad de la farmacia hospitalaria, que incluye
los medicamentos que se dan a las personas ingresadas y los que se
dispensan a través de las farmacias de los hospitales, dijo entonces.
"En modo alguno -precisó- los pacientes hospitalizados van a tener que
pagar nada por los medicamentos que reciba"
TÍTULO; Sociedad
«La moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes»
-foto--El Papa Francisco declara a la
revista de los jesuitas que ha pecado de excesos autoritarios y alega
que nunca ha sido de derechas
Francisco considera que las enseñanzas de la Iglesia no son
un conjunto de doctrinas «para imponerlas insistentemente». La
declaración, muy seria viniendo de donde viene, la ha realizado el Papa a
'La Civiltá Cattolica', la emblemática revista de los jesuitas, que ha
sido reproducida por otras quince publicaciones de la Compañía de Jesús
en todo el mundo, entre ellas la española 'Razón y Fe'. «El edificio
moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes, de
perder la frescura y el perfume del Evangelio», reconoce el Pontífice,
que se manifiesta con mucha libertad y de manera muy abierta. En muchos
momentos se baja del pedestal y del dogmatismo -expresa su miedo a los
que están tan seguros- con formulaciones brillantes. Sus declaraciones
se extendieron como la pólvora a las cinco de la tarde, cuando los
jesuitas levantaron un embargo que habían mantenido casi en secreto.
Francisco no rehúye temas controvertidos, como la cuestión
de los cristianos que viven situaciones irregulares para la Iglesia, los
divorciados vueltos a casar, parejas homosexuales o el aborto. El Papa
pide tener siempre en cuenta a la persona. «Tenemos que anunciar el
Evangelio en todas partes curando todo tipo de heridas. En Buenos Aires
recibía cartas de personas homosexuales que son verdaderos 'heridos
sociales', porque me dicen que sienten que la Iglesia siempre les ha
condenado. Pero la Iglesia no quiere hacer eso. Una vez una persona,
para provocarme, me preguntó si yo aprobaba la homosexualidad. Yo le
respondía con otra pregunta: 'Dime, Dios, cuando mira a una persona
homosexual, ¿aprueba su existencia con afecto o la condena? En esta vida
Dios acompaña a las personas y es nuestro deber acompañarlas a partir
de su condición. Hay que acompañar con misericordia».
También expresa la misma actitud en episodios de aborto,
que ha de evaluarse en cada caso, antes de sostener que el confesionario
«no es una sala de tortura», sino un lugar de misericordia. Pese a
todo, Francisco señala que «no podemos seguir insistiendo solo en
cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de
anticonceptivos. Si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un
contexto».
Otro de los temas polémicos en los que entra es el referido
al papel de la mujer en la Iglesia. Aunque teme el 'machismo con
faldas', Francisco defiende que la mujer es «imprescindible» para la
Iglesia y apuesta por una mayor presencia femenina, más incisiva: «Es
preciso profundizar más en la figura de la mujer en la Iglesia. Hay que
trabajar más hasta elaborar una teología profunda de la mujer. En los
lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio
femenino. Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto
específico de la mujer incluso allí donde se ejercita la autoridad en
los varios ámbitos de la Iglesia», sostiene.
Y en esta tarea lanza un mensaje a «los ministros» del
Evangelio: «El pueblo de Dios necesita pastores y no funcionarios ni
'clerigos de despacho'. Los ministros de la Iglesia deben ser, ante
todo, ministros de misericordia», advierte. También afirma que la
Iglesia «es la casa de todos, no una capillita en la que cabe solo un
grupito de personas selectas». Y es duro en esta reflexión. «No podemos
reducir el seno de la Iglesia universal a un nido protector de nuestra
mediocridad. La Iglesia es madre. La Iglesia es fecunda, debe serlo.
Mire, cuando percibo comportamientos negativos en ministros de la
Iglesia o en consagrados o consagradas, lo primero que se me ocurre es:
'un solterón', 'una solterona'. No son padres ni madres. No han sido
capaces de dar vida». Sobre los religiosos el Papa subraya que «son
profetas», pero les reclama una actitud más activa, una actitud
profética que a veces «crea alboroto, estruendo» y que «anuncia el
espíritu del Evangelio».
Y va más allá. «Los votos no pueden acabar convirtiéndose
en caricaturas, porque cuando así sucede, por ejemplo, la vida de la
comunidad se vuelve un infierno y la castidad una vida de solterones».
Defectos
El Papa reconoce que ha aprendido de las dificultades
vividas en el pasado cuando siendo muy joven y en un contexto difícil se
convirtió en superior provincial de los jesuitas. «Mi gobierno como
jesuita, al comienzo, adolecía de muchos defectos. Yo tomaba mis
decisiones de manera brusca y personalista. Al final, la gente se cansa
del autoritarismo. Mi forma autoritaria y rápida de tomar decisiones me
ha llevado a tener problemas serios y a ser acusado de conservador»,
admite. «No habré sido ciertamente como la beata Imelda, pero jamás he
sido de derechas», confiesa con humildad sobre una metedura de pata en
su día, que ahora se convierte en una revelación valiosísima.
Reclama una Iglesia que salga de sí misma. «Busquemos más
bien ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos, capaz de salir de sí
misma yendo hacia el que no la frecuenta, hacia el que se marchó de
ella, hacia el indiferente. El que abandonó la Iglesia a veces lo hizo
por razones que, si se entienden y valoran bien, pueden ser el inicio de
un retorno. Pero es necesario tener audacia y valor».
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