domingo, 22 de septiembre de 2013

LA CARTA DE LA SEMANA, Y AL FONDO, BUENOS AIRES,./ PERIODICO LA RAZÓN, Nacho Figueras: «No me siento un hombre deseado»

TÍTULO; LA CARTA DE LA SEMANA, Y AL FONDO, BUENOS AIRES,.

 Una de las características de la muy acogedora ciudad de Buenos Aires es que no le resulta aparentemente extraña a un visitante español.
 
Una de las características de la muy acogedora ciudad de Buenos Aires es que no le resulta aparentemente extraña a un visitante español. No solo por el paisaje, sino también por el aspecto del paisanaje, uno cree que está en cualquier ciudad de España. Ello no ocurre en otras capitales centro y sudamericanas: Lima, Río, Bogotá, México son ciudades interesantes y sugerentes, pero uno sabe que está en el extranjero por cómo son los individuos que las pueblan o por los nombres de los lugares y los lugares en sí mismos. No así en la capital argentina, en la que los cafés nos remiten a los madrileños; los edificios, a los barceloneses; o los pobladores, a los vallisoletanos, por poner algunos ejemplos.
El porteño es amable, acogedor como la gran mayoría de los hispanoamericanos, brillante, rápido, listo, pícaro, con gestos mediterráneos propios de la ribera italiana y el lenguaje florido del mejor Siglo de Oro español. Quien ama la capital del Río de la Plata lo hace desde la intensidad de enamorado pletórico, total: Borges solía decir que amaba tanto Buenos Aires que incluso le molestaba que la amaran otros, celoso propietario del amor urbano. No es la gran ciudad monumental de la que cualquiera se prenda en la contemplación de su historia milenaria, es la ciudad en la que cualquier sorpresa espera a la vuelta de una esquina merced a ese indeterminado resplandor de sus pobladores, condenados a un inexplicable malditismo histórico. Argentina no ha desarrollado la suerte que se esperaba pudiera convertirla en la gran potencia del hemisferio sur. Lo ha impedido su clase gestora, poseedora de los más densos defectos repartidos en un par de siglos. San Martín libera los territorios; Bartolomé Mitre, años después, los unifica; e Hipólito Yrigoyen impulsa la gran clase media en el primer gran periodo de expansión y formalidad de la República.
A partir de ahí, esta comenzó a tambalearse y vio cómo el general Uriburu, el primero que abrió el baile, inició más de cincuenta años de golpes militares que hicieron imposible la estabilidad. Pero Argentina fue, en los años cincuenta, el granero de Europa. Y la carne de una Europa deprimida por la guerra que había finalizado pocos años antes. La Argentina de Perón llegó a ser autosuficiente, además del lugar en el que los progresos sociales se sucedían en pocos años y en el que la inmigración seguía siendo imparable. Era el futuro. Pero lo fue poco tiempo. El pavoroso Terrorismo de Estado de las Juntas Militares de los setenta acabó de demoler un país en el que en pocos años se pasó de una pobreza del cinco por ciento a otra del cuarenta y cinco. Y así. Hay una suerte de resignación en los argentinos a ver su país como un lugar imposible para las políticas estables y serenas, inteligentes y con planes a largo plazo. Lo que pudo haber sido no fue y el 'corralito' se constituyó en el símbolo del destino de un pueblo que igual veía llegar a inmigrantes en masa como contemplaba a sus moradores huir desencantados. En alguna ocasión he aconsejado el visionado de la excelente película documental La República perdida, del cineasta Miguel Pérez -se puede ver completa en YouTube-, para comprender de un vistazo el zigzag permanente de la historia argentina.
Después de pasar cuatro días de asados y paseos a cuenta de la elección de sede de los Juegos Olímpicos de 2020 -para que vamos a hablar-, me queda dentro el come-come de querer saber más, de querer meter la mano en la tierra prodigiosa del cono sur y saborear la corta e intensa historia de un país deslumbrante, de una ciudad singular y atractiva, poderosamente culta. Entiendo a aquellos que dejaron atrás pobreza en la vieja Europa para encontrar una tierra prometida más allá de los mares. Entiendo su fascinación al remontar el río de la Plata y llegar al puerto de brazos abiertos que siempre fue Buenos Aires. No me canso de volver a ella, como no me canso de lamentar su injusto destino


-foto--Nacho Figueras (Buenos Aires, 1977) es el jugador de polo más popular del mundo y figura en casi todas las listas de los hombres más sexys.

Nacho Figueras: «No me siento un hombre deseado» gente

Nacho Figueras: «No me siento un hombre deseado»

La imagen de Ralph Lauren, es un modelo comprometido pero sin «vocación política». El jugador de polo abandera la lucha contra el sida, rehúye la fama y vive entregado a su mujer y a sus cuatro hijos,.
 
Nacho Figueras (Buenos Aires, 1977) es el jugador de polo más popular del mundo y figura en casi todas las listas de los hombres más sexys. Divide su tiempo entre niños, pañales y caballos, y va tan sobrado de clase que se puede permitir el lujo de vestir trajes sin calcetines y no perder un gramo de estilo. Ha visitado esta semana Madrid para publicitar Polo Red, la última fragancia de Ralph Lauren, «para hombres que asumen riesgos».
– Estaba claro que de hacer carrera en la moda debía ser en la firma del logo del caballito.
– Ja, ja. Me críe admirando la marca. De chiquito tenía una camisa de Ralph que para mí era especial. No entendía nada ni de moda ni de Ralph, pero era el logotipo que me gustaba.
– ¿Cuánto le debe a los caballos?
– ¡Todoooo! Los caballos son lo que más me gusta en el mundo.
– El hombre del polo, sin embargo, quería ser futbolista o tenista.
– No. Siempre supe que quería ser deportista. Me gustaba el tenis, el fútbol, el atletismo... Poco a poco le fui agarrando el gusto a los caballos y decidí que quería ser polista el resto de mi vida.
Nacho admite que la «combinación del hombre y el caballo, un animal muy sensual», provoca una reacción «especial» en las mujeres, lo que transforma el polo en «un deporte muy sexy».
– ¿Los polistas merecen la fama de seductores que arrastran?
– Ja, ja. No lo sé. Yo no me pude enterar porque me casé muy joven. Así que habría que preguntarle a los solteros.
Nacho tiene cuatro hijos (Hilario, Artemio, Aurora y Alba) y en 2005 se casó con la fotógrafa y exmodelo Delfina Blaquier tras seis años de noviazgo. «Es mi socia y el motivo de mi éxito», repite.
– Ha sido un hombre precoz.
– Eso lo dice ‘vos’. Me gusta la velocidad. Tuve la suerte de formar una familia muy joven que me ayudó mucho a concentrarme en lo que tenía que hacer y a no distraerme. Quizá por eso he podido hacer tantas cosas.
– ‘New York Magazine’ le definió como el Brad Pitt del polo. ¿Cómo vive sintiéndose uno de los hombres más deseados?
– Yo no me siento de esa manera. Son listas y punto. Chicos como yo hay por todas partes.
– «No quiero criticar ni ofender a los modelos, pero no me siento parte de esa profesión». ¿Por qué?
– Porque realmente no me siento modelo. Represento a una marca y punto. Todo esto lo veo como algo complementario que me divierte, pero yo soy un profesional del polo. No hago pasarelas.
– ¿Lo suyo con Ralph Lauren fue un flechazo?
– Siempre digo que no trabajo para una empresa sino para un hombre líder de una compañía y un jefe de familia. Su firma, más que una marca, es un estilo y una manera de vivir muy agradable a la vista.
– Los deportistas están desplazando a actores y cantantes de la moda. ¿Son buenos modelos de vida?
– Se nos relaciona con una vida sana, que no significa que los demás no la tengan. Damos una imagen saludable y apetecible, y somos una referencia para los niños.
Aunque en Estados Unidos despierta el furor de una estrella pop, Nacho pasa de puntillas sobre este punto. Mucha gente identifica el nombre de Ralph Lauren más con la figura de Figueras que con la del propio diseñador. Su fama le llevó a hacer un cameo en la serie ‘Gossip Girl’ interpretándose a sí mismo. «La idea es que fuera yo mismo, con la camiseta de Black Watch, mi equipo», afirma.
– Madonna, Marc Jacobs, Chloë Sevigny o Hugh Jackman son algunos de sus incondicionales. ¿Dónde radica su carisma?
– Habría que preguntarle a la gente que cree que lo tengo.
– «Detesto la falta de honestidad y en política es algo común». ¿Ha sopesado el salto a la política?
– Me encantaría ayudar, pero soy demasiado idealista. Es muy fácil criticar. También creo que es un camino muy arduo y muy difícil, pero no creo que la política sea mi vocación. Me interesa la filantropía. Es mi meta y el pasillo para devolver a la vida tantas cosas buenas como me ha dado a mí.
– ¿Confía en los políticos?
– Yo soy muy positivo. Mantengo que alguien no es culpable hasta que no se prueba lo contrario.
«Un tipo de clase media»
– Ha contribuido al conocimiento del polo. ¿Su siguiente compromiso es popularizarlo para que lo practique el que quiera, no solo la realeza o los millonarios?
– El polo nunca será como el fútbol, el tenis o el golf. Pero me encantaría que cada vez más gente se interesara por él. Es un camino largo y lento. Un tipo de clase media como yo practica deporte con gente increíble como el príncipe Harry de Inglaterra. Se establecen vínculos de total normalidad.
– ¿Dejará de ser elitista?
– El polo es gente a caballo que trabaja un montón de horas, que se levanta todas las mañanas... ¿Que a veces te lleva a recibir un premio de la reina de Inglaterra? Es circunstancial. Se debe enfocar con una óptica superinclusiva.
– Es también un fanático del diseño. Tanto que tiene potrillos con nombres de arquitectos.
– Me apasiona la arquitectura. A dos los llamé ‘Mies’ y ‘Zaha’ por Mies van der Rohe y Zaha Hadid.
– ¿Cómo diseña su vida?
– Mi vida está basada un 100% en la familia. Tratamos de pasar el mayor tiempo juntos. A todos nos gustan los caballos, el campo...En un anuncio salimos todos.
– ¿Son más complicadas las sesiones cuando toda la familia se funde en besos y abrazos en pijama?
– ¡Nooo! Es mucho más fácil. Es como un día más.
Durante la agotadora jornada del pasado martes en Madrid, su mujer le mandó varios tweets cariñosos. «Vos, volvé pronto», le escribió Delfina.
– Es también embajador de la fundación Sentebale, dedicada a ayudar a niños de Lesotho con sida.
– Hay que dar a estos niños educación, comida, sanidad y... ¡prevención! Se puede cambiar a una generación entera, a todo un país. Lesotho tiene dos millones de personas y 400.000 enfermos de sida.
– ¿Ahondan las diferencias entre las clases ricas y pobres?
– Por eso es tan importante dar oportunidades. Así podrán sacar la cabeza quienes las tienen.
– Como Ronaldo y Beckham, que lanzan ropa interior, ¿Nacho se ve de diseñador?
– No. Yo estoy muy bien con Ralph. Me quedan diez años de profesional y debo dedicarme a lo que me corresponde, que es jugar al polo.

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