camareros de Badajoz te llaman padre y los de Cáceres, mi niño,.
Todos sabemos, o creemos saber, qué es una caña. Una caña de cerveza, quiero decir, no de pescar. Dice el Diccionario de la RAE que es un vaso de forma cilíndrica o ligeramente cónica, alto y estrecho, que se usa para beber vino o cerveza, y también vaso de otra forma para cerveza, o líquido contenido en este vaso. En fin, que es una cerveza de barril servida en un vaso de cualquier forma, incluso en muchos lugares nos la pondrán en una copa. Pero la pregunta crucial es: ¿cuánta cerveza? No hay un criterio único, oficial e indiscutido para saber cuánta cerveza hay que poner en una caña (hay quienes también la llaman tubo, las denominaciones suelen variar de un lugar a otro).
La
cuestión está clara cuando pedimos la cerveza en botella; las hay de 20 cl.
(botellín o quinto), de 33 cl. (tercio o mediana) o de un litro (litrona). Si
la preferimos en lata sabemos que son 33 cl. También en otros países de gran
tradición cervecera lo tienen claro. Los ingleses e irlandeses piden una pinta,
que tiene exactamente 56,8 cl., o media pinta, que como su nombre indica es la
mitad, 28,4 cl. (ojo, en otros países la medida de la pinta varía). Los
alemanes habitualmente consumen una jarra de medio o de un litro (a esta no
casualmente le llaman Maß, “medida”), y solo si tienen poca sed en
algunos sitios piden un Kölsch de 25 cl. Los belgas piden una demi,
que es medio litro; en cambio para los franceses, menos cerveceros que sus
vecinos, una demi o media pinta son 25 cl. Pero el bebedor ibérico
aficionado a la caña, salvo que se halle en un bar de confianza, no suele saber
de antemano qué cantidad le van a servir. Hay cañas de 20 cl. y las hay de 35
cl. Más o menos esa es la extensa horquilla por donde se suele mover el
movedizo concepto de caña. Dependerá del vaso que decidan utilizar en el bar
donde la pidamos.
En mi
opinión, debiéramos exigir que las cañas nunca tengan menos de 25 cl. Esa es la
medida mínima que suelen dar los fabricantes especializados a los vasos de
cerveza, que suelen variar entre 25 y 40 cl. También los vasos de plástico
normales suelen ser de 25 cl., y aunque no es el recipiente ideal para beber
cerveza nos lo darán en muchas fiestas populares. En los concursos de camareros
donde se incluye la prueba de tirar unas cañas se suele establecer que sean de
25 cl., y los grifos automatizados, que también los hay, suelen ofrecer las
opciones de 25 ó 40 cl. El ideal es rondar la media pinta inglesa o la botella
de tercio, entre 30 y 35 cl. Pero en ocasiones nos encontraremos que nos sirven
apenas 20 cl., que viene a ser poco más que los entre 10 y 20 cl. de un zurito
o una mini. Tomamos esta última expresión con el sentido que tiene en Pamplona,
no en Madrid, donde mini equivale a un litro de cerveza en vaso de plástico, lo
que aquí llamaríamos un cachi o katxi, mientras que el zurito allí sería un
corto. Ni que decir tiene que tampoco hay un patrón oficial para saber cuánta
cerveza tiene un zurito (little fox, tradujeron en una guía turística
yanqui). Sólo se sabe que teóricamente menos que la caña, aunque hay cañas
pequeñas menores que algunos zuritos grandes.
Últimamente
los consumidores de cerveza tenemos la impresión de que una de las
consecuencias de la actual crisis económica y moral es que el tamaño de las
cañas está menguando apreciablemente en algunos bares (y en este caso, vaya si
el tamaño importa). Pides una caña y parece que te llevas un zurito. Eso sí, no
se suele notar mengua proporcional en los precios.
Para
hacernos una idea real sobre el volumen que tienen las cañas en Pamplona hemos
hecho una pequeña investigación midiendo el volumen de las cañas que nos han
servido en diversos bares los últimos meses, y ofrecemos los resultados en el
siguiente cuadro resumen. Para proteger a los culpables y no hacer más
enemistades en la hostelería de esta ciudad omitimos el nombre de los bares y
ponemos solamente la zona en la que están ubicados.
Conclusiones:
bajo la común denominación de caña nos sirven lo que les da la gana y las
diferencias son abismales, sobre todo si nos molestamos en calcular el precio
por litro de cerveza. Aunque aquí no hemos considerado otros factores que pueden
incidir en el precio (calidad de la cerveza, comodidad del local,
profesionalidad del personal, la rara circunstancia de que te pongan unas
aceitunas o unos cacahuetes), está claro que en algunos sitios abusan de
nosotros. Procede estar al loro y elegir cuidadosamente los bares donde nos
vamos a dejar la pasta sin dejarnos engañar por ese concepto económico
indeterminado que es el precio de una caña. A veces pagar 2 euros es preferible
a pagar 1,60.
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