viernes, 31 de mayo de 2013

«No voy a desaprovechar ninguna llamada»/ ANTONIO FERRERA Y DOS TOROS DE ADOLFO MARTÍN, GRAN ESPECTÁCULO,

TÍTULO: «No voy a desaprovechar ninguna llamada»
Tal y como hace un año, el dueño del Cacereño, Antonio Martínez Doblas, no sabe si renovar al último técnico que ha tenido o sentar en el ...foto,.
Tal y como hace un año, el dueño del Cacereño, Antonio Martínez Doblas, no sabe si renovar al último técnico que ha tenido o sentar en el banquillo a uno nuevo. O a lo mejor lo sabe y prefiere callárselo. Chirría, sin embargo, que si prefiriese continuar con Julio Cobos aún no se lo haya hecho saber. Si antepone ahorrar gastos, Ángel Marcos, con sueldo del club, coge fuerzas para volver a sentarse en el banquillo del Príncipe Felipe. Si se atiene a lo puramente deportivo, Julio Cobos sigue siendo una opción.
-¿Le gustaría seguir?
-Claro que sí. Por supuesto
-¿Y por qué?
-Pues porque he estado como jugador, como segundo y ahora como entrenador, y por tanto lo considere como mi casa. Porque creo conocer bien a la plantilla, porque estoy a gusto, soy extremeño... Y porque quiero seguir entrenando.
-¿Pero qué intuye que pasará?
-La intuición que tengo es que no voy a desaprovechar la llamada de ningún equipo. Está todo parado porque Antonio (Martínez Doblas) está echando sus números, pero si me llega una oferta y no tengo nada, no la puedo desaprovechar. No puedo estar esperando que me llamen desde el Cacereño y que luego no lo hagan. De hecho yo he terminado contrato. Se le pueden adelantar al Cacereño, pero al igual que a los jugadores. Si el club no les ha dicho nada y llega otro equipo... como el año pasado con Lolo Sánchez.
-¿Por qué cree que Martínez Doblas le pudiera renovar?
-Porque estará contento con el trabajo realizado, imagino. Creo, bajo mi punto de vista, que ha sido un año positivo. Ha habido momentos de la temporada en que hemos estado cerca del playoff. Lo que pasa es que en el último tramo de Liga el equipo ha estado muy mermado, por lesiones y sanciones. Casi nunca hemos repetido alineación. Nos la hemos jugado en los últimos diez partidos y cuando miraba al banquillo, no teníamos recambios ofensivos. Y luego está lo de la Copa del Rey, que ha sido la guinda. Yo estoy muy contento con lo hecho.
-Y si no le renueva, ¿por qué cree que sería?
-Puede haber muchos motivos. Uno es que no le haya convencido del todo. Que crea que no he hecho un buen trabajo. O también que tenga otro entrenador y otro proyecto en mente. No se los pensamientos de Antonio (Martínez Doblas): si quiere reducir gastos, si quiere contar con más jugadores de la tierra... Aunque, siendo realistas, yo creo que se ha hecho una buena temporada: una cosa es lo que todo el mundo quiere y otra es la realidad.
-¿Se jugará la próxima temporada en el Príncipe Felipe?
-Eso es un problemón. Es un estadio muy costoso para Antonio, y más en esta coyuntura económica que vivimos. Pero me cuesta trabajo pensar que el Cacereño vaya jugar en otro campo que no sea el Príncipe Felipe. Pero el que pone el dinero es Antonio, por tanto la decisión es únicamente suya.
-De todo lo que ha aprendido, ¿cuál es la noción más importante?
-Llevo toda la vida en este mundo, pero cuando eres entrenador se vive de una manera diferente a cuando eres jugador y segundo entrenador. Tú tomas la última decisión, la más trascendente de todas. Si sale bien, fenómeno; y si no, los palos van para ti. Eso se sabe de antes, pero hasta que no estás metido dentro no te das cuenta. He aprendido mucho tanto de las cosas negativas como de las positivas.
-¿Es rentable entrenar en Segunda B?
-Lo comido por lo servido. No te haces rico. Pero ni entrenando ni jugando, salvo en tres equipos. La situación está mal, y sobre todo en fútbol. Si tienes trabajo ya es para estar contento. Por eso le digo que si llega una oferta no te lo puedes pensar mucho. Si te llega la oportunidad tienes que aprovecharla.
-¿Es viable un proyecto solvente en Segunda B?
-En Extremadura es difícil. Son muchos los partidos que se televisan y aunque tenemos mucha afición al fútbol, somos aficionados de periódicos y de bares, no tanto de ir al estadio. A la gente le cuesta mucho hacerse socio. Hacerse abonado del Cacereño, por ejemplo, es casi más barato que hacerse socio del equipo de mi pueblo, y no pasamos de los mil y picos en el Príncipe Felipe. Y así es muy difícil que un club se mantenga o pueda competir con los mejores. La solución pasa, creo, por intentar tener una plantilla con jugadores de la región, donde el coste sea menor. Y si es posible, aunque sea fácil decirlo, acercarse al modelo del Villanovense: entrenar por la tarde para que los jugadores puedan trabajar por las mañanas.
-Está acostumbrado ya a este periodo del Cacereño.
-Con Pedro Buenaventura el club tenía movimiento por estas fechas. Antes de llegar él, el estadio estuvo un mes cerrado, acuérdese. Y ahora tenemos las mismas dudas que el año pasado. El periodo se va a alargar porque Antonio tiene que saber con qué va a contar. Yo confío en que lo saque para adelante. Es un hombre de fútbol.
-¿Y si le llaman de Tercera?
-A mi me gustaría seguir entrenando en Segunda B, pero dentro de quince días, a lo mejor, lo veo de forma diferente. Creo que conozco la categoría bastante bien. Pero a veces hay que dar un paso hacia atrás para luego dar dos para adelante. Sería una posibilidad.
 
TÍTULO: ANTONIO FERRERA Y DOS TOROS DE ADOLFO MARTÍN, GRAN ESPECTÁCULO,.

Antonio Ferrera y dos toros de Adolfo Martín, gran espectáculoTOROS

Antonio Ferrera y dos toros de Adolfo Martín, gran espectáculo

La segunda corrida torista del abono, variada y seria. El torero extremeño, tan valiente como inteligente, se consagra como maduro maestro ,foto,.

Con tres toros de la corrida de Adolfo Martín se vivieron emociones mayores. Primero, cuarto y quinto de sorteo. Cuarto y quinto fueron toros distintos pero igual de espectaculares. Escarbó de fiero y no de manso el cuarto, que se resolvió de partida con cierta agresividad pero estilo formidable, se atemperó en banderillas y tardeó entonces más de lo previsto, y, aunque tuvo fijeza en la muleta, se aplomó demasiado pronto. Era un toro más entrepelado que cárdeno y, por el nombre, 'Baratillo', de la reata infalible de los Barateros de Albaserrada, de línea Ibarra.
El quinto de sorteo se soltó de sexto por imponderables. Castaño estaba siendo intervenido de una cornadita en el pulgar de la derecha. Toro de hechuras todavía más hermosas que el cuarto. Cárdeno capirote, muy marcado el listón negro. El galope de esos dos toros, que se daban aire de parentela, fue de salida muy bello de ver. El uno, con una velocidad de vértigo, propia de la fiereza pero en viajes humillados; el otro, con estilo de pura sangre. Este quinto, o sexto, se hizo de rogar para ir al caballo hasta tres veces, pero las tres lo hizo galopando con el mismo estilo de salida. Tardos en banderillas uno y otro, se entregaron en las reuniones de los pares con la misma fe que en el caballo.
El sexto hizo el surco de tanto humillar al embestir, repitió con tranco del caro o al ralentí, según. Con algo más de empuje, habría sido un toro de bandera. El toro que abrió el desfile fue muy de otra manera. Un señor pavo, de cuajo rotundo, badanudo, alto de agujas, veleto de gruesas mazorcas. Justo de motor, un punto remiso, de sorprendente fijeza, muy noble. Hubo un tercero de corrida, veleto y casi paso, de mutante carácter pero combativo.
Y, en fin, dos toros muy complicados: un segundo de mucha viveza pero que pegó tarascadas sin cuento y un sexto de sorteo, quinto en saltar, sumamente incierto, orientado, frenado pero también felino cuando buscó o cortó. El conjunto tuvo la virtud de variedad y, además, la fortuna de ser corrida con una segunda mitad mejor que la primera, que no fue mala sino todo lo contrario.
Brillante y valeroso
Dos toros de los de mejor aire y fondo, primero y cuarto, tuvieron, además, la suerte de encontrarse con un Antonio Ferrera en estado de gracia. Brillante, serio, inteligente y valeroso en las dos bazas. Competente, solícito y atento como director de lidia, y tanto que una parte no menor del espectáculo estuvo en sus manos, en su capote de brega, en la manera de sujetar y fijar no sólo sus dos toros sino los dos de Castaño. Y la pureza del toreo a la verónica de salida, perfecto encaje, manos bajas y templadísimo vuelo. La madeja de siete verónicas en los medios y la media en el saludo del cuarto fue espléndida; los lances para fijar y recoger al primero, también.
Con este cumplió una faena serísima, templada y acompasada a pesar de que hubo que tirar siempre del toro o aguantarle entre pitones sin titubear. Y cruzarse desenfadadamente o pisarle el terreno donde el noble se rinde, y ese fue el caso. Trabajo de gran autoridad, en un palmo de terreno. La estocada fue extraordinaria por todo.
El cuarto de corrida le duró a Ferrera menos de lo que deseaba y esperaba. El derribo en la primera vara fue para el toro muy lesivo; el segundo puyazo, un fastidio y el tercio de banderillas pasó factura. Por la cantidad de tiempos muertos, mala para el toro tardo. Y este se aplomó. Fino Ferrera para medir los ataques y los tiempos, firme para traerse a pulso al toro por las dos manos. Ni siquiera con la voz. Silencioso toda la tarde el torero extremeño. Hablaron los hechos. Otra excelente estocada, un descabello. Una oreja, gran triunfo que marcó distancias notables con los dos compañeros de terna.
Muy de verdad los dos. La sinceridad, la resolución y el sitio de Alberto Aguilar con el tercero de la tarde, su calma cuando le protestó debajo el toro; y el corazón suficiente para no atragantarse ni apurarse con el incierto quinto, que habrá sido uno de los tres más difíciles de San Isidro si no el que más. Castaño tuvo que cortar por lo sano con el segundo, que, agarrado al piso pero violento al atacar, le pegó un pitonazo en la mano y se lo pegó con el pitón de salida o de fuera, que no es fácil.
Al bravo sexto se encargó de lucirlo en varas -la ayuda de Ferrera fue entonces clave, la puntería y la monta de Tito Sandoval también-, dejó que la cuadrilla hiciera en banderillas encaje de puntilla y, en fin, se atrevió con el toro a la hora de faenar. Una faena de corazón, segura, de mucho oficio, y de todavía más emoción que oficio, pero con un lastre: faltó ligar tres seguidos por cualquiera de las dos manos del toro. Todo en un solo terreno: las rayas casi frente al burladero de capotes. La espada entró tarde y tendida.

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