El aprecio por los cuentos y poemas de-foto- Raymond Carver (1938-1988) no deja de acrecentarse desde la prematura muerte del escritor ...
El aprecio por los cuentos y poemas de Raymond Carver
(1938-1988) no deja de acrecentarse desde la prematura muerte del
escritor norteamericano poco después de cumplir cincuenta años. A 25
años de su desaparición y a 75 de su nacimiento, el narrador
estadounidense mantiene el cetro que lo distingue como uno de los
autores más influyentes y singulares de la segunda mitad del siglo XX.
Es para muchos el mejor cuentista de su tiempo, el lúcido narrador del
envés del sueño americano y cumbre de lo que los críticos dieron en
llamar "realismo sucio".
Anagrama, el sello de Jorge Herralde que lo descubrió para el lector hispano, altera ahora su patrón editorial para rendirle homenaje con un libro misceláneo y al margen de su formato habitual. 'Carver country' -El mundo de Raymond Carver- narra la vida del escritor mediante un puñado de textos, algunos inéditos, y los mezcla con una biografía en imágenes de su azarosa vida trazada con la cámara de Bob Adelman, uno de los grandes fotógrafos norteamericanos contemporáneos, miembro de la mítica agencia Magnum que recorrió todos los escenarios de la vida de Carver.
Herralde editó en España la completa y no muy extensa obra de Carver, once libros de relatos y poemas que situaron en la cima de las letras estadounidenses del pasado siglo a este ser a merced de sus emociones y sus debilidades, pero que, según Tess Gallagher, esposa, albacea literaria y autora del epilogo de esta biografía múltiple, "cambió nuestra visión del mundo".
Los cuatro libros de relatos que Carver vio publicados antes de su prematura muerte constituyeron una suerte de biblia de la nueva narrativa norteamericana. Las desgarradas y enternecedoras historias de 'Catedral', 'Tres rosas amarillas', 'Quieres hacer el favor de callarte, por favor' y 'De qué hablamos cuando hablamos de amor' recorren los quebrantos vitales y sentimentales de unos personajes que, como el propio Carver, trataban de salir a flote después de que alguna trágica circunstancia cortocircuitara sus vidas las pusiera a la deriva. Su obra cuentística se competa con 'Principiantes' y 'Si me necesitas, llámame', confeccionado con los cuentos que Tess Gallagher rescató doce años después de la muerte de Carver.
Anagrama, el sello de Jorge Herralde que lo descubrió para el lector hispano, altera ahora su patrón editorial para rendirle homenaje con un libro misceláneo y al margen de su formato habitual. 'Carver country' -El mundo de Raymond Carver- narra la vida del escritor mediante un puñado de textos, algunos inéditos, y los mezcla con una biografía en imágenes de su azarosa vida trazada con la cámara de Bob Adelman, uno de los grandes fotógrafos norteamericanos contemporáneos, miembro de la mítica agencia Magnum que recorrió todos los escenarios de la vida de Carver.
Herralde editó en España la completa y no muy extensa obra de Carver, once libros de relatos y poemas que situaron en la cima de las letras estadounidenses del pasado siglo a este ser a merced de sus emociones y sus debilidades, pero que, según Tess Gallagher, esposa, albacea literaria y autora del epilogo de esta biografía múltiple, "cambió nuestra visión del mundo".
Los cuatro libros de relatos que Carver vio publicados antes de su prematura muerte constituyeron una suerte de biblia de la nueva narrativa norteamericana. Las desgarradas y enternecedoras historias de 'Catedral', 'Tres rosas amarillas', 'Quieres hacer el favor de callarte, por favor' y 'De qué hablamos cuando hablamos de amor' recorren los quebrantos vitales y sentimentales de unos personajes que, como el propio Carver, trataban de salir a flote después de que alguna trágica circunstancia cortocircuitara sus vidas las pusiera a la deriva. Su obra cuentística se competa con 'Principiantes' y 'Si me necesitas, llámame', confeccionado con los cuentos que Tess Gallagher rescató doce años después de la muerte de Carver.
TÍTULO: LA GRANDEZA DE LO PEQUEÑO,.
Las obras son de pequeño tamaño, pero es una muy grande colección de esculturas la que el escultor extremeño José Antonio González .FOTO,.
Las obras son de pequeño tamaño, pero es una muy grande
colección de esculturas la que el escultor extremeño José Antonio
González López-Arza (Cabeza del Buey, 1961) presenta en Badajoz en estos
días. 'In parvulis maximum' está compuesta por un grupo de figuras
mitológicas esculpidas en bronce que demuestran la maestría del autor en
el modelado del cuerpo humano y su inclinación hacia una abstracción
que llena de sutileza y levedad sus obras.
González López-Arza es catedrático de Dibujo en el
instituto de segunda enseñanza Maestro Juan de Ávila, de Ciudad Real. En
esa ciudad está instalado desde 1991, aunque hizo sus estudios de
Bellas Artes en Sevilla, donde se especializó en escultura.
Asegura a través del teléfono que en el instituto prefiere
impartir dibujo técnico porque así establece una separación entre su
forma de vida y la escultura, a la que procura dedicar un tiempo todos
los días. González López-Arza cuenta con obra en Extremadura, que en
algunos casos es de tipo monumental, como ocurre con la fuente que hizo
para su pueblo natal y en otros tiene relación con la escultura
religiosa, tal como demostró con sus trabajos de varias figuras para las
iglesias de San José y San Pedro de Alcántara, de Badajoz.
De hecho, el escultor admite que se encuentra muy cómodo
modelando esculturas de gran tamaño. Le gusta la obra pública. Pero el
pequeño formato no sólo tiene que ver con las actuales dificultades para
tener encargos de obras monumentales sino con la posibilidad de
expresarse «más rápidamente y con mayor libertad».
Preparar una gran figura supone dedicar mucho tiempo a la
simple tarea de modelar barro para erigir su estructura. «Te puedes ir a
más de 300 kilos de barro y, además, hay que hacer un armazón de
hierro. Es un proceso muchísimo más largo. Pero trabajar en pequeñas
dimensiones es parecido a hacer un dibujo. Lo que sale parece surgir muy
rápido del interior y también hay que rectificar menos».
Estas pequeñas figuras de 'In parvulis maximum' están
concebidas con la misma precisión que las grandes y podrían reposar en
un jardín o también permitir que la gente discurriese por encima o
debajo de ellas. Eso les haría perder su carácter figurativo en
beneficio de la incontenible inclinación actual de la obra de González
López-Arza hacia la abstracción. «Una de mis grandes preocupaciones es
que la escultura monumental pudiera funcionar desde cualquier punto de
vista -explica. Estas obras pequeñas tienen un punto de vista principal
más importante, se ve que es una figura humana, pero poco a poco va
cambiando y puede llegar un momento en que la escultura reconocible pase
a una abstracción». El carácter mitológico de las figuras da unidad a
esta exposición que le ha costado un año y medio completar. Ha hecho
relieves y esculturas de bulto redondo y un tercer grupo de
representaciones en las que la figura humana se integra en un prisma.
«Ahí, la abstracción prevalece», dice.
El catálogo cuenta con un estudio firmado por Felipe
Gutiérrez Llerena en el que se analizan pormenorizadamente cada una de
las figuras que integran la exposición, que cuenta también con dos
bustos en terracota, de un hombre y una niña, a tamaño natural.
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