Vegas, reelegido presidente de la Federación de Peñas Flamencas
-foto---Celestino Vegas fue reelegido el pasado sábado por unanimidad como presidente de la Federación de Peñas Flamencas de Badajoz, ...
Celestino Vegas fue reelegido el pasado sábado por
unanimidad como presidente de la Federación de Peñas Flamencas de
Badajoz, un cargo que ostentará otros cuatro años al frente de una
organización que agrupa a 42 asociaciones de toda la provincia pacense.
Según se explica desde la asociación, la candidatura de
Celestino Vegas ha sido la única presentada a la elección de presidente
de la Federación de Peñas Flamencas de la Provincia de Badajoz y, por lo
tanto, «fue aclamada por unanimidad».
La asamblea, que se celebró en la sede de la Asociación de
Arte Flamenco de Badajoz, en la calle Porrina de la capital pacense,
contó con la práctica totalidad de presidentes de peñas locales y varios
artistas flamencos, como Pilar 'La Ratita', Juan de Carmen, Matías de
Paula, 'El Niño de la Encina', entre otros.
Tras la reelección, Celestino Vegas agradeció el apoyo
recibido a su gestión y la ratificación para los cuatro años siguientes,
manifestando que el flamenco en la provincia «no está en crisis, vive
un momento dulce, pero le afecta la crisis como a todo».
«Afortunadamente tenemos unos artistas de primer nivel y
una población que cada vez se interesa más por este arte que, como todo,
precisa tanto de buena gestión como de una buena difusión y, por
supuesto, de altas dosis de ilusión», destacó Celestino Vegas.
Tras la elección del presidente, unos cien peñistas participaron en una comida de hermandad, donde destacó el «buen ambiente».
TÍTULO: UN PAÍS EN CAMINO.
Los somalíes piden caminos. Algunos demandan carreteras practicables y seguras, libres de los habituales controles armados, accesos ...
Los somalíes piden caminos. Algunos demandan carreteras
practicables y seguras, libres de los habituales controles armados,
accesos fáciles y rápidos a los centros de aprovisionamiento, mientras
que otros, más ambiciosos, reclaman rutas convincentes que les otorguen
voz y voto en la reconstrucción de su país. Pero la laboriosa
resurrección del Estado africano también ha puesto de manifiesto la
búsqueda de nuevas vías por los demás implicados en el proceso. La
cumbre de donantes celebrada en Londres el martes ha mostrado el deseo
de Gran Bretaña de mantener su condición privilegiada en África, pero
también el indisimulado tesón de Turquía por encontrar la proyección
mundial adecuada al estatus de potencia emergente.
La comunidad internacional acaba de comprometer 250
millones de euros en partidas destinadas, principalmente, a reforzar el
sistema policial y judicial. Los dos principales mecenas han seguido con
su pulso por el mejor padrinazgo. Reino Unido aportará fondos para
prevenir futuras hambrunas y mejorar las comunicaciones radiofónicas en
la costa, un medio para luchar contra la piratería naval, actualmente en
horas bajas. El Gobierno otomano, consciente de que esta no era su
mano, no ha desplazado a su primer ministro porque ya había anticipado
el correspondiente movimiento táctico. El pasado abril fue anfitrión de
una reunión entre las autoridades de Mogadiscio y Somaliland, el
secesionista territorio noroccidental.
Esa pugna por liderar la recuperación de Somalia,
auspiciada por Naciones Unidas y la Unión Europea, no cuestiona la
figura del presidente Sheikh Hassan Mohamud, elegido el pasado año por
el Parlamento y representante de una clase dirigente moderna. Ahora
bien, la realidad es notablemente distinta y menos alentadora. La
política local sigue encallada en el ancestral juego de alianzas entre
clanes y subclanes, verdadero poder en la sombra, capaz de determinar,
en función de sus movedizos intereses, el auge y declive de las
facciones islamistas y progubernamentales.
El nacimiento de Jubaland demuestra la importancia de esa
corriente subterránea. La ofensiva contra Al-Shabab en el extremo
meridional, ha liberado las provincias meridionales y, rápidamente, ha
alentado a crear una nueva república autónoma. Tal entidad resulta útil
para las elites nativas que aspiran a controlar el puerto de Kismayo,
gran exportador de carbón, y establecer un nuevo marco administrativo
más o menos ajeno a las directrices gubernamentales.
Además de Gran Bretaña y Turquía, la península arábiga
constituye el otro agente esencial en este proceso de recuperación.
Somalia se halla integrada en el pujante sistema comercial regional,
masivo demandante de bienes de primera necesidad. Más del 80% de los
flujos comerciales de Mogadiscio se establecen con las monarquías
ribereñas del golfo Pérsico. La cuasi ciudad-Estado los abastece de
productos de alimentación y recaba materiales de construcción y
vehículos para su reciente desarrollo y expansión urbana. Kuwait, Catar y
los Emiratos, con una gran comunidad de expatriados, prevén la próxima
apertura de Embajadas en la peligrosa capital siguiendo los pasos de
Londres y Ankara.
El maná proporcionado por la solidaridad internacional
constituye el otro asiento para el 'boom' económico que experimenta
Somalia, donde sectores como las telecomunicaciones o los servicios se
hallan en franca expansión. Pero el optimismo parece matizado por otro
fenómeno tan extendido como es la corrupción. Los esfuerzos de Occidente
por auditar la ayuda otorgada han sido tan vanos como los intentos de
fiscalizar el comercio internacional.
La falta de una Administración ha impulsado una
autogestión, libre de impuestos y controles, que no favorece la
soberanía financiera del nuevo país, condición inexcusable para su
viabilidad. La reciente conferencia de Londres ha impuesto un plazo de
cuatro años para conseguir una gestión pública trasparente.
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