La pareja de galos más famosa se convierte en la anfitriona perfecta para un tour gastronómico. Los banquetes romanos o donde se ...
La pareja de galos más famosa se
convierte en la anfitriona perfecta para un tour gastronómico. Los
banquetes romanos o donde se degustaba el mejor jamón son claves que se
descubren en los cómics de Astérix y Obélix,.foto,.
Ostras y vino de Burdigala, jamón de Lutecia, ensalada de
Nicaea, ciruelas pasas en Aginum. Esto, que parece la lista de la
compra de un sibarita, no es más que parte de un tour gastronómico
protagonizado por la pareja de galos más famosa del mundo. Dos
irreductibles guerreros que, a base de resistir los embates del Imperio
Romano, han viajado por medio mundo prestando su ayuda a otros pueblos.
Uno de ellos, los bretones, son los culpables del viaje
de Astérix y Obélix a Bretaña, aventura que en parte centra su nueva
película, 'Al servicio de su majestad', que el próximo viernes se
estrena en el cine. Un viaje que es toda una pesadilla para el bueno de
Obélix, culinariamente hablando. Comprensible cuando en lugar de un rico
jabalí asado le sirven a uno ¡solo una ración de este animal cocido en
salsa de menta!
Sin embargo, ese plato tuvo gran aceptación en su época,
en su versión romana. Marco Gavio Apicio da buena cuenta de ello en 'De
Re Coquinaria', en la que se lee esta receta: «Hervir 1 kg de carne de
jabalí en agua de mar y hojas de laurel. Escurrir la carne aún un poco
dura y tirar el agua de cocción. Moler pimienta, aligustre, comino
silfio, piñones, caryota y mostaza en grano. Mezclar con vinagre, salsa
de soja, liquamen y aceite. Poner la carne cocida en una cacerola,
cubrir con la salsa y dejar a fuego suave durante 15 minutos sin dejar
que hierva».
No quiere decir esto que en Roma se menospreciara el
jabalí asado, de hecho era un plato reservado a la elite -en 'Astérix
Gladiador' vemos que lo sirven por raciones en el cuidado 'Restaurante
Galo'-. De hecho, Petronio señala su importancia situando este manjar en
el famoso banquete que el rico Trimalción ofrece a sus invitados en 'El
Satiricón', donde se detalla que se sirve con dátiles de Siria y de la
Tebaida y rodeado de jabatos de pasta cocida.
A la vista está por qué frente a este suculento mamífero
queda el pescado relegado a ser usado como proyectil. De hecho, una de
las pocas veces que Obélix lo come es casi por obligación: en la
trayectoria marítima de 'Astérix en Hispania' lo toman fresco y asado
por la imposibilidad de llevar una reserva de jabalí por ser una carga
muy pesada.
Pero hasta el bueno de Obélix pudo renunciar a comer
jabalí, tal y como Uderzo y Goscinny muestran en 'Astérix en los Juegos
Olímpicos'. Todo un milagro protagonizado por los griegos y los
platillos que les sirven en un restaurante local que incluye en su menú:
souvlaki (pinchos de carne asada), pan, sandía, olivas, hojas de parra
rellenas, brochetas, vino de Aquitania. Todo muy del gusto de los
paladares galos.
Alababa Estrabón los «magníficos jamones» que preparaban
los cerretanos. Piezas bien curadas, junto a ristras de chorizo, cuelgan
del techo de la taberna 'El turista satisfecho' ('Astérix en
Hispania'), en la que los galos devoran una buena carne asada regada con
vino aromatizado con miel, ya que los íberos eran grandes productores
de este endulzante.
Problemas en Hispania
Apiano de Alejandría documenta en 'Ibérica' los problemas
que los romanos tuvieron con la comida en Hispania: «(Los romanos) al
comer trigo, cebada, gran cantidad de carne de venado y de liebre cocida
y sin salar, enfermaban del vientre y muchos incluso morían». Atestigua
también que lo que en las aventuras de Astérix se narra de Sevilla es
cierto. De hecho, sobre los banquetes en esta ciudad explica que ningún
otro pueblo siente tanta pasión por estos y por la diversión, que todos
los habitantes ofrecen a sus huéspedes «ágapes elaborados» y que son
«hospitalarios y amistosos».
Curioso resulta ver que el plato del día que se ofrece en
la taberna andaluza donde llegan los galos se compone de «salchichas,
coles y tocino, con cerveza». Probablemente esto tenga mucho que ver con
la cantidad de suevos que se trasladó al sur de la Península entre los
años 406 y 409 d.C. Todo un paraíso para los pueblos germánicos, de los
que Apiano asegura que eran glotones y muy aficionados a la bebida,
porque «en su país solo hay cereales».
En los 34 álbumes de aventuras no faltan caricaturas de
'cocinillas'. Toda una celebración de la glotonería que tiene su culmen
en esos banquetes que cierran cada aventura de Astérix y Obélix, de las
que se dan más pistas en 'Los viajes de Astérix', de René Van Royen y
Sunnyva Van Der Vegt (Beta Editorial).
TÍTULO: CUANDO LA CIENCIA REESCRIBE LA HISTORIA,.
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