sábado, 17 de noviembre de 2012

HOLA CON LA MODELO MARISA MILLER./ EL BLOC DEL CARTERO MOZOS VIEJOS.

TÍTULO: HOLA CON  LA MODELO MARISA MILLER.

Marisa Miller (n. 6 de agosto de 1978)1 es una modelo famosa por sus apariciones en Sports Illustrated y sus desfiles de ropa interior para Victoria's Secret. Después de una temporada posando para el fotógrafo Mario Testino para revistas de moda como Vogue,2 Miller comenzó a trabajar para ambas empresas en 2002. A finales de 2007, es una de las "ángeles" de Victoria's Secret y fue portada de Sports Illustrated, logros que la han llevado a ser apodada como una de las grandes supermodelos de América."3
Ella es también conocida por sus contratos con empresas como Harley-Davidson, y por alcanzar en la revista Maxim el primer puesto de la lista "Hot 100" de 2008.4
 Nace en Santa Cruz, California, bajo el nombre Marisa Lee Bertetta; fue descubierta a la edad de 16 años por Mario Testino en la playa de California.5 El cual tomo una fotos mentras le dijo que ella será una TOP.A las pocas semanas estaba en New York posando para las cámaras.2 En 1997 Miller fue obteniendo la atencion pública tras de aparecer en la revista Perfect 10. Sin embargo ella terminó en el tercer puesto detrás de Ashley Degenford y Monica Hansen en la primera búsqueda anual de modelos de la revista Perfect 10,6 Después de esto apareció repetidamente en los siguientes ejemplares, incluidas las portadas de las ediciones de Invierno 1998, Agosto/septiembre de 1999, y otoño 2004.


Marisa Miller desnudaMarisa Miller, considerada como una de las modelos más sexys del planeta, se desnudó en una sensual sesión de fotos para room23.
En ella podemos ver como Miller se toma un “baño relajante”, con la que seguramente subirá la temperatura a sus muchos fans.
Recordemos que Marisa Miller es una de las modelos más cotizadas en catálogos de ropa de baño y toda una celebridad en los Estados Unidos. Ya debutó con algún que otro pequeño papel en el mundo de la televisión, y no descarta hacer lo propio en Hollywood. 









18-11-2012-TÍTULO: EL BLOC DEL CARTERO MOZOS VIEJOS.

 El acceso a la adolescencia siempre ha tenido, inevitablemente, un componente traumático: de repente, nos descubrimos inquilinos de un .
 He oído decir que los mozos o mozas viejos suelen tener peor humor que el resto de la gente. Por regla general a los que yo conozco les ...

Mientras repaso las Memorias de Winston Churchill, caigo sobre el relato de Dunkerke. Como saben ustedes, cuando los alemanes invadieron Francia y Bélgica en 1940, la fuerza expedicionaria británica se replegó hacia esa ciudad de la costa. Y allí, bajo duros bombardeos, la Armada Real evacuó de modo ejemplar a 340.000 hombres, incluidos franceses y belgas. Los británicos, según su envidiable costumbre, dieron la vuelta a la derrota para convertirla en episodio heroico: omitieron mencionar los episodios de saqueo, destrucción, alcoholismo colectivo e indisciplina que sus tropas protagonizaron en la retirada, pusieron el acento en la proeza de rescatar a las tropas cercadas, y adornaron el asunto con detalles patrióticos eficaces, entre los que destacó el hecho real de que en los dos últimos días, una flotilla de pequeñas embarcaciones tripuladas por navegantes particulares y miembros de clubs náuticos ingleses, que acudieron con carácter voluntario al llamamiento del Gobierno, cruzaron el canal y estuvieron recorriendo la costa francesa para rescatar a grupos de rezagados.
Coincide mi repaso a Churchill con tiempos de agitación mediática por las elecciones en Cataluña y otras discutibles lealtades periféricas, pasto de columnistas de prensa y tertulianos varios. Y escuchando a la peña, oigo subrayar la diferencia entre tener una Escocia o un Gales británicos, tener una Bretaña, una Córcega, una Cataluña o un País Vasco franceses, o tener aquí el espectáculo que tenemos. ¿Cuál es la diferencia?, inquiere retóricamente el tertuliano. Y claro. Mi imaginación calenturienta, tocada de refilón por Dunkerke, se pone al tajo. La diferencia, concluyo, es la que va de las Malvinas a Perejil. De Gibraltar a Vélez de la Gomera. De la Batalla de Inglaterra a los reinos de taifas. De la guillotina que nunca tuvimos al confesor de Fernando VII. De la reina Victoria al putón de Isabel II. De Churchill, De Gaulle o Ángela Merkel a Franco, Azaña o Companys para acabar en Aznar, Zapatero y Rajoy. Y metidos en hazañas bélicas, de Dunkerke a Ceuta. O Melilla.
Porque ahora, háganme el favor, imaginen una crisis gorda, de las nuestras, al otro lado del agua. En Melilla, por ejemplo. Estimen el paisaje: esas masas musulmanas con velo y barba, sus imanes a la cabeza, bajando del Gurugú camino del paraíso del Profeta. Esa intifada moruna en la ciudad, con los barrios más duros, que son unos cuantos, llenos de barricadas y patas arriba. Esos minaretes comunicando al personal, por megafonía, que Alá ilá-lá ua Muhammad rasul Alá. Esos legionarios y soldados regulares que se llaman Alí, Mimún y Mohamed diciéndole a la sargento Maricarmen que sí, en efecto, que faltaría más. Que están dispuestos a defender la ciudad como fieras. Que la duda ofende. E imaginen, también, al enérgico Gobierno español diciéndole a la población europea de allí que tranquila, que todo está bajo control; y la población europea, en lógica respuesta a las ya famosas garantías gubernamentales, corriendo acto seguido maleta en mano hacia el puerto, despavorida, en plan mahometano el último. Y en pleno pifostio, como España ni tiene barcos de guerra, ni tiene flota mercante ni tiene una puñetera mierda, al ministro de Defensa de turno se le ocurre la idea: «Vamos a hacer como en Dunkerke -dice-. Con dos cojones». Y en el telediario sale Ana Blanco pidiendo a los capitanes y patrones de embarcaciones deportivas, a los particulares que tienen velero o motora amarrados en los clubs náuticos, a los cuatro pescadores con barco que nos quedan, a Álvaro de Marichalar con su moto náutica y a Borja Thyssen con el yate Mata-Múa de su madre, que acudan a Melilla para evacuar a la peña. Por la cara. Y los antedichos, imagínense, dándose bofetadas en los pantalanes para embarcar los primeros rumbo a donde haga falta; y en vez de irse a Ibiza ponen todos el cabo Tres Forcas en el Gepeese y tiran millas para el norte de África, haciendo sonar las sirenas mientras cantan emotivos himnos solidarios, con sus bermudas rojas de raya y dobladillo, sus náuticos Rockport y sus polos Lacoste -La flotilla de la esperanza, titularía ABC-, húmedas las mejillas con lágrimas de emoción fraterna, a rescatar compatriotas jugándose el todo por el todo. Y una vez allí, bajo las bombas de la Luftwaffe moruna, a arrimarse heroicamente a las playas y al puerto, con un ojo en la sonda y otro en la enseña nacional, para evacuar a civiles y militares mientras, en tierra, los ciento cuarenta panchitos de la compañía Bravo de la XXXIII bandera paracaidista se sacrifican hasta el último cartucho para asegurar la defensa del perímetro.
Y claro. Luego me preguntan por qué a veces a menudo, últimamente me gustaría ser inglés. O francés. Lo que fuera.

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