jueves, 15 de noviembre de 2012

PETRAEUS TENDRÁ QUE HABLAR DE BENGASI./ EL ÚLTIMO TREN IBEROAMERICANO,.

TÍTULO: PETRAEUS TENDRÁ QUE HABLAR DE BENGASI:

Los conspiradores decían que el escándalo sobre la amante del general David Petraeus era un intento del Gobierno de impedir que testificara,.

Obama subraya que no tiene evidencias de que la infidelidad del general comprometiera la seguridad nacional.,

 

Los conspiradores decían que el escándalo sobre la amante del general David Petraeus era un intento del Gobierno de impedir que testificara en el Congreso sobre los atentados de Bengasi. Esa teoría se desvaneció ayer cuando la directora del Comité de Inteligencia del Senado, Dianne Feinstein, anunció que Petraeus «está muy dispuesto» a testificar, aunque ya no sea director de la CIA. De hacerlo hoy, a puerta cerrada, será su primera aparición en público desde su dimisión, el viernes. Quien fue su adjunto, Michael Morell, ahora su sucesor interino, estaba citado a testificar hoy en las audiencias que se mantendrán en el Senado para responder a las muchas preguntas que quedan sobre esos atentados. Sin embargo, los senadores han dejado claro que a quien quieren interrogar es a Petraeus.
El general de cuatro estrellas que ha caído en desgracia tras conocérsele un 'affaire' extramarital con su biógrafa estaba el pasado 11-S al frente de la CIA durante los ataques que se cobraron la vida del embajador de EE UU en Libia y de otros tres estadounidenses. El consulado de Bengasi resultó ser una tapadera para las operaciones de la CIA en el norte de África. La agencia de inteligencia tenía un edificio 'anexo' al consulado que en realidad estaba a varias manzanas, y donde según dijo la amante de Petraeus en un acto público, habría tenido retenidos ilegalmente a dos miembros de las milicias libias, lo que habría provocado el ataque.
La CIA ha denegado tajantemente esa teoría, pero como Broadwell tenía la confianza de Petraeus y parecía hablar por él, todo el mundo se pregunta si disponía de información privilegiada. De hecho, ese es el motivo por el que continúa la investigación del FBI. Cuando los agentes federales la interrogaron el 20 de octubre y accedieron a su ordenador descubrieron una serie de documentos confidenciales que según ella no procedían de Petraeus. El lunes pasado el FBI obtuvo una orden de registro para la casa que Broadwell comparte con su marido en Charlotte (Carolina del Norte), donde requisó numerosas cajas que al parecer contienen evidencias de que poseía aún más documentos clasificados. Broadwell no es una periodista de investigación. Su único libro es la biografía de Petraeus, al que conoció cuando preparaba su tesis en Harvard, por lo que todo el mundo se pregunta de dónde si no pudo sacar esa información.
«Vengan a por mí»
La posible brecha en la seguridad nacional dio lugar a la primera pregunta de la primera rueda de prensa que da Obama desde su reelección, y aún más, la primera desde agosto. «No tengo evidencias, por lo que he visto, de que se haya comprometido la seguridad nacional», aseguró el mandatario, «pero obviamente hay una investigación y no puedo comentar los detalles». Obama se deshizo en halagos para un general de «extraordinaria carrera que ha servido a su país con distinción» y deseó que al final este romance extramarital sea solo una nota a pie de página. Sin embargo, el grueso de sus halagos fueron para Susan Rice, la embajadora de la ONU que los republicanos han convertido en cabeza de turco de los atentados de Bengasi, por haber sido la figura pública que cinco días después insistió en atribuirlos a las manifestaciones de protesta por un vídeo antiislámico.
Su nombre se ha rumoreado como uno de los favoritos para sustituir a Hillary Clinton al frente del Departamento de Estado, pero los senadores John McCain y Lindsey Graham reiteraron ayer que se opondrán tajantemente. «Estoy absolutamente decidido a asegurarme que no se promueve a nadie que haya sido jugador esencial en la debacle de Bengasi», dijo Graham. Según McCain, Rice «o bien encubría algo o fue muy incompetente». Obama tuvo para ellos sus palabras más agresivas: «Si quieren ir a por alguien que venga a por mí, pero ir tras la embajadora de la ONU, que no tenía nada que ver y habló a petición de la Casa Blanca, y manchar su reputación es indignante». El senador Graham no tardó en responder a sus deseos con un furibundo comunicado: «Señor presidente, no dude ni por un momento de que le haremos responsable último de lo que pasó en Bengasi». La posibilidad de que esa indiscrección de cama hubiera puesto en peligro la sagrada seguridad nacional es lo que tiene al Congreso en pie de guerra. Los detalles del escándalo, jugosos para el mundo de los cotilleos.
 
TÍTULO: EL ÚLTIMO TREN IBEROAMERICANO,.

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