TÍTULO: Mirta Sosa es la reina del gimnasio,.
Mirta Sosa es la reina del gimnasio
En Facebook la podemos seguir. Mirta Sosa es la reina del gym, donde acude cada día para mantenerse en forma. Sus pases de modelo provocan asombro en las pasarelas españolas y es frecuente verla en vídeos musicales. Nos descubre que es futbolera y su pasión es el Real Madrid.
TÍTULO:LAS MUJERES SE ENGANCHAN AL SEXO:
La adicción al sexo no es sólo cosa de hombres. Las consultas especializadas reciben cada vez a más mujeres que se ven incapaces de ..
La adicción al sexo no es sólo cosa de hombres. Las
consultas especializadas reciben cada vez a más mujeres que se ven
incapaces de controlar sus impulsos carnales. La búsqueda irrefrenable
de un placer que les desborda, una satisfacción que les supera anímica y
económicamente, acaba por derrumbarlas y arruinarles la vida social,
afectiva e incluso laboral. La sexoadicción afecta a casi el 6% de la
población y de momento, que se sepa, casi uno de cada cuatro pacientes
en tratamiento tiene nombre de mujer (22%). La cifra puede parecer
menor, pero no lo es. Hace poco menos de una década, los casos conocidos
eran sólo una excepción en España. «Desde entonces, no han hecho más
que crecer».
Lo dice el reconocido psiquiatra catalán Josep María
Farré, del servicio de Psiquiatría del Instituto Dexeus de Barcelona,
que analizó el asunto en el último congreso nacional de la especialidad,
celebrado en Bilbao. «No se sabe por qué ocurre así, ya que no se ha
estudiado. Quizá tenga que ver con el proceso de socialización de la
mujer y su incorporación al mundo laboral. Lo que es innegable es que
éste es un hecho psicosocial, que se da cada vez con mayor frecuencia; y
al que la psiquiatría debería dar una respuesta, que no está dando»,
protesta el experto.
La dependencia al sexo, un problema de salud de difícil
-«aunque no imposible»- solución, ni siquiera está considerada como un
trastorno. La última edición del 'DSM', el manual de Psiquiatría
estadounidense considerado casi como la 'biblia' de la profesión, recoge
como trastorno la hipersexualidad, que para Farré es un paso anterior a
la adicción. Una persona puede ser muy promiscua y tener mil y un
relaciones de lo más variadas. Otra cuestión muy distinta es que su
sexualidad se convierta en una dependencia, una prisión de la que no
pueda escapar.
«Nadie va a ser adicto si antes no es hipersexual, pero
la hipersexualidad no tiene por qué convertirse en un problema. La
preocupación comienza cuando la situación se descontrola», detalla el
especialista, que dirige una investigación sobre la personalidad y
comportamientos de los adictos al sexo en colaboración con varios
hospitales catalanes, entre ellos el de Bellvitge. El trabajo evalúa
rasgos que, unos con otros, definen la personalidad del sexoadicto.
Aspectos como la frecuencia con que se piensa en el sexo, la urgencia
con que se da respuesta al apetito sexual y si se trata ésta de una
conducta abierta, de algo que no se oculta y se hace a la vista de
cualquiera, permiten al terapeuta hacerse una idea del grado de afección
del paciente.
Pasan a la «acción directa»
La mayoría de los pacientes responde a un mismo patrón.
Tienen entre 20 y 40 años y buscan en el sexo la manera de reprimir
conflictos de naturaleza muy distinta. Pueden ser familiares, laborales,
personales o de todo un poco. Lejos de ser una fuente de placer, la
sexualidad se convierte para ellos casi en un remedio terapéutico, algo
que les ayuda a liberar la energía acumulada, a olvidarse
momentáneamente de su inagotable fuente de preocupaciones. Esa conducta,
según detalla el psicólogo José Bustamente, les genera una enorme
frustración, un malestar que les lleva constantemente a buscar el sexo
como terapia. Entran así «en un círculo vicioso» que a menudo conlleva
«problemas económicos, infidelidades e incluso, en ocasiones, delitos
sexuales».
«Los afectados dedican tanto tiempo a su comportamiento
sexual -añade el psiquiatra catalán- que incluso llegan a perder horas
de trabajo para satisfacer sus necesidades». En su adicción, hombres y
mujeres también tienen matices que los hacen diferentes. Los varones
consumen «muchísima» más pornografía y buscan relaciones frías,
limitadas única y exclusivamente al aspecto sexual.
Ellas, en cambio, utilizan más la «acción directa», según
la define Farré. Recurren a la masturbación de manera compulsiva,
buscan sus contactos a través de los foros digitales y redes sociales de
Internet y, «por regla general», les gusta intimar en sus relaciones
sexuales. Se valen de la conversación para ir más allá del puro sexo,
aunque sepan de antemano que la experiencia tiene hora de caducidad.
El sexoadicto funciona como un alcohólico o un
cocainómano. El comportamiento sexual desordenado destruye al individuo,
que se hunde física y psíquicamente después de cada encuentro sexual.
En esto, hombres y mujeres no se diferencian. Como en la lucha contra el
consumo abusivo de drogas, cuando está enganchado, el paciente se ve
incapaz de abandonar su hábito sin ayuda especializada. Lo intenta, pero
no puede.
El proceso de deshabituación es, en cambio, más complejo
cuando se trata de liberarse de una adicción como la del sexo, que es
una condición que forma parte de la naturaleza humana. Por muy
consumidor que se haya sido, el alcohol y la cocaína son sustancias
tóxicas, de cuyo consumo puede prescindirse. La salud mejora en cuanto
se abandonan. Pero, ¿se puede vivir sin sexo? ¿Hasta qué punto una
persona aceptaría ayudar a su pareja con un desorden así?
Terapia y fármacos
«No es fácil», contesta el especialista de Dexeus, que lo
califica como uno de los trastornos «más complicados» de la psique
humana. El tratamiento que se aplica pivota en torno a la terapia
psicológica, aunque en algunos casos se requiere el uso de fármacos que
no rebajan la líbido pero sí apagan la impulsividad y matizan el estado
de ánimo.
Las terapias buscan que los pacientes aprendan a
disfrutar de la sexualidad de una manera saludable, eligiéndola
libremente, dejando de ser su esclavo. «Hay que trabajar la sexualidad,
la capacidad de intimar, el autocontrol de los estímulos. El apoyo de la
pareja resulta fundamental, pero suele ser muy duro. Como en las
ludopatías, no podrán entrar en determinados recintos, deberán someterse
a programas de control del móvil e Internet, de su dinero... Es
posible, pero no fácil», advierte el psiquiatra.
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