TÍTULO: SALLY FIELD ACTRIZ DE CINE PARA TENER ÉXITO DEBES QUERERLO MÁS QUE RESPIRAR,.
-foto.--Sally Field: "Para tener éxito debes quererlo más que respirar"
- Es una de las damas de la gran pantalla. Dueña de dos Oscar, este año aspira a su tercera estatuilla por su trabajo en “Lincoln”, de Spielberg.
Unas horas después de haberla visto
sepultada bajos los pomposos trajes y los tocados imposibles del siglo
XIX, cuesta creer que la persona que está sentada frente a mí es la
misma. Sally Field lleva el pelo recogido, vaqueros, zapato plano, un
jersey morado, y poco maquillaje; y no solo no destila aura de estrella, sino
que podría pasar por una señora perfectamente anónima. Podría ser tu
vecina, la del quinto: sencilla, discreta, ajena a los cotilleos de la
escalera.
Además, Field, de 66 años, ya ha recuperado su silueta menuda de toda la vida después de haber engordado 11 kilos para interpretar a Mary Todd, la mujer de Abraham Lincoln, en la película sobre el presidente norteamericano que ha dirigido Steven Spielberg. “Tienes que olvidarte de tu ego y de querer estar guapa. Yo tenía una tarea: parecerme tanto como pudiera a Mary Todd en ocho meses y para eso acabé teniendo su cintura”, concluye, riéndose. Cualquier cosa con tal de que el personaje no se le escapara: cerrar el trato con Spiel- berg no fue sencillo.
Cuando Liam Neeson decidió abandonar el proyecto, el director llamó a Field para decirle que el papel ya no era suyo. El nuevo protagonista, Daniel Day-Lewis, era más joven que ella. Y Lincoln era 10 años mayor que su mujer, así que a Spielberg no le cuadraba la pareja Day-Lewis/Field. Pero Sally le pidió una última oportunidad: una audición junto al nuevo actor, con los trajes de época y demás parafernalia, para demostrarle que ella era exactamente lo que estaba buscando. Cuando, después de la prueba, la actriz llegó a su casa, sonó el teléfono. Al otro lado, Spielberg y Day-Lewis le preguntaban al unísono: “¿Quieres ser Mary?”.
Mientras esperaba a que el rodaje comenzara, un día Field recibió un mensaje en su móvil. Estaba escrito en inglés decimonónico y lo firmaba el mismísimo Abraham Lincoln con un cariñoso: “Tuyo, A”. “Daniel estaba en Irlanda y yo en Los Ángeles y, como él no utiliza el correo electrónico, en vez de escribirnos cartas nos mandábamos mensajes. En cierta forma, fue como mantener correspondencia, que era lo que Lincoln y su mujer hacían. Me ayudó a capturar el lenguaje de la época en mi cabeza”, explica la actriz. El de “Lincoln” (ya en cartelera) no fue un rodaje cualquiera: el set se convirtió en un santuario consagrado a proteger el método de Daniel Day-Lewis, famoso por obsesionarse tanto con sus personajes que es capaz de permanecer en su piel durante meses. “Steven y Daniel construyeron un ambiente de trabajo perfecto. El equipo prácticamente desaparecía cuando llegabas a rodar. En otras películas intentas esconderte entre escena y escena, porque todo el mundo te bombardea con comentarios de la vida real”.
Mujeres poderosas
La figura de Mary Todd es, de nuevo, la de la gran mujer detrás del gran hombre. Un modelo de pareja de poder que sigue perpetuándose hoy en día. Véase a Michelle Obama. ¿No es hora ya de abandonar la discreta segunda fila y ocupar el Despacho Oval?, le pregunto. “No es solo una cuestión de que haya una mujer en la Casa Blanca, sino de cosas tan elementales como la igualdad salarial. En este país, las mujeres siguen siendo ninguneadas cada día. Hasta que no conquistemos la igualdad, el mundo estará en peligro”. Suena a discurso puramente feminista, pero Field, que siempre ha sido una aguerrida defensora de los derechos de las mujeres, prefiere evitar la etiqueta.
“¿Estoy a favor de los derechos de las mujeres en todo el mundo? ¡Por supuesto! ¿Y he luchado para defenderlos? ¡Absolutamente! ¿Seguiré metiendo cada vez más ruido? ¡Sí! No sé si eso significa que soy feminista”. Ella misma es la prueba irrefutable de que Hollywood puede ser un lugar inhóspito para las mujeres.
Su currículum es brillante y, aun así, está lleno de baches y de alguna decepción. Field encontró en el departamento de arte dramático de su instituto de Los Ángeles un refugio frente al ambiente nocivo de su casa, alimentado por un padrastro colérico al que temía. Con 17 años, y después de acudir a un casting masivo, se convirtió en estrella de la televisión gracias a la serie 'Gidget' y, más tarde, a 'The flying nun'.
Pero aquella fama precoz pudo con ella y tuvo que tomarse un respiro. Había perdido la ilusión. Cuando la recuperó, nadie confiaba en que fuera capaz de sacar adelante un papel dramático. Su propio agente le dijo que jamás haría una película. “En los años 70, las únicas mujeres que trabajaban en el cine eran modelos, y yo no era ese tipo de mujer. Pero así es como funcionan las cosas en este negocio... La gente intenta derribarte constantemente y tú tienes que ganártelo más que nadie. Y tienes que desearlo más que respirar. Este negocio puede hacerte mucho daño”, explica.
Field ha confesado que esta profesión le ha roto el corazón. “Este es un oficio muy vulnerable. No es como ser dentista, contable o cirujano cardiovascular. En este negocio tu trabajo puede depender del tamaño de tu nariz, del sonido de tu voz o de lo que aportas como ser humano a un personaje. Es un trabajo en el que inviertes algo muy personal de ti mismo”.
Creciendo en pantalla
Empeñada en volver al cine, Field se puso en manos del famoso profesor de interpretación Lee Strasberg. Y el trabajo dio sus frutos. La actriz pertenece al selecto grupo de ganadores de dos Oscar, por 'Norma Rae' y 'En un lugar del corazón', ambas rodadas durante los 80. Ahora, es una de las cuatro nominadas como mejor actriz de reparto por su trabajo en 'Lincoln'. “Estoy orgullosa de mis estatuillas y me siento honrada de tenerlas, pero para mí los Oscar significan que fui afortunada por hacer esas películas. Ese es el verdadero premio”. Luego vinieron cintas como 'Magnolias de acero”, “No sin mi hija” o “Forrest Gump”.
Pero, paradójicamente, a Field le cuesta encontrar papeles a su medida. Por eso volvió a la televisión para encarnar a la matriarca de la serie 'Cinco hermanos'. “Hay muy pocas películas con papeles interesantes para mí. Por eso tienes que ir a donde está el trabajo”, confiesa sin ocultar su decepción. ¿Es cierta la leyenda urbana que afirma que cualquier papel con sustancia para una actriz madura es patrimonio exclusivo de Meryl Streep? “Meryl hace un trabajo magnífico... Pero yo no dejo que eso me frustre. Además, para interpretar a personajes interesantes no tienes que hacer cine. Aprendí esa lección hace tiempo. Al final, tienes que preguntarte: “¿Quiero hacer cine por hacer cine o prefiero hacer un buen trabajo?”. Yo lo tengo claro”.
En 2007, Jane Fonda contó en una entrevista que ella y Sally Field habían hecho un pacto: nada de cirugía estética. En el caso de Fonda, sin efecto retroactivo, claro. “¡Jane se inventó eso! Ella y yo nunca hicimos ese trato... Y no creo, ni siquiera, que Jane dijera aquello. ¡No es verdad!”, exclama. Se nota que no es su tema de conservación favorito, pero, ¿qué opina Field de la obsesión por frenar el paso del tiempo con el bisturí? “¿A cuántos hombres les haces esta pregunta? –responde–. Después de escucharla tantas veces, me molesta un poco, la verdad... ¿También se lo preguntas a las actrices de 25 años? ¡Es una forma de perpetuar esta pesadilla! Además, ¿cómo sabes que no me he operado? ¿Tan mal estoy?”, pregunta finalmente entre risas para aligerar el tono de la conversación. Lo ha dicho ella misma, explico. “Es cierto, yo no me he hecho nada, pero ¡quién sabe! La próxima vez que me veas quizá parezca una gaviota [risas]. Creo, simplemente, que cada uno tiene que hacer lo que quiera con su cuerpo”, afirma para zanjar el tema.
Field dice que lo mejor de envejecer es encontrarse, por fin, a gusto en su propia piel. “Cuando tienes sesenta y tantos años, llegas a un punto en el que dices: “Esta soy yo y, si no te gusta, me da exactamente igual”.
En armonía
También ha confesado que, con el tiempo, se ha acostumbrado a la soledad. Ha estado casada dos veces: con Steven Craig, su novio del instituto y padre de sus hijos Peter y Eli; y con el productor de cine Alan Greisman, del que se separó en 1993 y con el que también tiene un hijo. Tuvo una relación duradera con el actor Burt Reynolds, pero desde su segundo divorcio, Field está soltera. Y feliz.
Cuando se le pide que haga balance de una vida tan intensa, lo tiene claro: “El mayor logro es que mis hijos y mis nietos son felices y personas buenas, complejas e interesantes”. ¿Se arrepiente de algo? “Claro, no creo que ningún ser humano llegue a los 60 sin desear haber hecho ciertas cosas de otra manera. Aprender de los errores es la única forma de progresar como persona. Quien no se arrepiente de nada es un lunático”.
Además, Field, de 66 años, ya ha recuperado su silueta menuda de toda la vida después de haber engordado 11 kilos para interpretar a Mary Todd, la mujer de Abraham Lincoln, en la película sobre el presidente norteamericano que ha dirigido Steven Spielberg. “Tienes que olvidarte de tu ego y de querer estar guapa. Yo tenía una tarea: parecerme tanto como pudiera a Mary Todd en ocho meses y para eso acabé teniendo su cintura”, concluye, riéndose. Cualquier cosa con tal de que el personaje no se le escapara: cerrar el trato con Spiel- berg no fue sencillo.
Cuando Liam Neeson decidió abandonar el proyecto, el director llamó a Field para decirle que el papel ya no era suyo. El nuevo protagonista, Daniel Day-Lewis, era más joven que ella. Y Lincoln era 10 años mayor que su mujer, así que a Spielberg no le cuadraba la pareja Day-Lewis/Field. Pero Sally le pidió una última oportunidad: una audición junto al nuevo actor, con los trajes de época y demás parafernalia, para demostrarle que ella era exactamente lo que estaba buscando. Cuando, después de la prueba, la actriz llegó a su casa, sonó el teléfono. Al otro lado, Spielberg y Day-Lewis le preguntaban al unísono: “¿Quieres ser Mary?”.
Mientras esperaba a que el rodaje comenzara, un día Field recibió un mensaje en su móvil. Estaba escrito en inglés decimonónico y lo firmaba el mismísimo Abraham Lincoln con un cariñoso: “Tuyo, A”. “Daniel estaba en Irlanda y yo en Los Ángeles y, como él no utiliza el correo electrónico, en vez de escribirnos cartas nos mandábamos mensajes. En cierta forma, fue como mantener correspondencia, que era lo que Lincoln y su mujer hacían. Me ayudó a capturar el lenguaje de la época en mi cabeza”, explica la actriz. El de “Lincoln” (ya en cartelera) no fue un rodaje cualquiera: el set se convirtió en un santuario consagrado a proteger el método de Daniel Day-Lewis, famoso por obsesionarse tanto con sus personajes que es capaz de permanecer en su piel durante meses. “Steven y Daniel construyeron un ambiente de trabajo perfecto. El equipo prácticamente desaparecía cuando llegabas a rodar. En otras películas intentas esconderte entre escena y escena, porque todo el mundo te bombardea con comentarios de la vida real”.
Mujeres poderosas
La figura de Mary Todd es, de nuevo, la de la gran mujer detrás del gran hombre. Un modelo de pareja de poder que sigue perpetuándose hoy en día. Véase a Michelle Obama. ¿No es hora ya de abandonar la discreta segunda fila y ocupar el Despacho Oval?, le pregunto. “No es solo una cuestión de que haya una mujer en la Casa Blanca, sino de cosas tan elementales como la igualdad salarial. En este país, las mujeres siguen siendo ninguneadas cada día. Hasta que no conquistemos la igualdad, el mundo estará en peligro”. Suena a discurso puramente feminista, pero Field, que siempre ha sido una aguerrida defensora de los derechos de las mujeres, prefiere evitar la etiqueta.
“¿Estoy a favor de los derechos de las mujeres en todo el mundo? ¡Por supuesto! ¿Y he luchado para defenderlos? ¡Absolutamente! ¿Seguiré metiendo cada vez más ruido? ¡Sí! No sé si eso significa que soy feminista”. Ella misma es la prueba irrefutable de que Hollywood puede ser un lugar inhóspito para las mujeres.
Su currículum es brillante y, aun así, está lleno de baches y de alguna decepción. Field encontró en el departamento de arte dramático de su instituto de Los Ángeles un refugio frente al ambiente nocivo de su casa, alimentado por un padrastro colérico al que temía. Con 17 años, y después de acudir a un casting masivo, se convirtió en estrella de la televisión gracias a la serie 'Gidget' y, más tarde, a 'The flying nun'.
Pero aquella fama precoz pudo con ella y tuvo que tomarse un respiro. Había perdido la ilusión. Cuando la recuperó, nadie confiaba en que fuera capaz de sacar adelante un papel dramático. Su propio agente le dijo que jamás haría una película. “En los años 70, las únicas mujeres que trabajaban en el cine eran modelos, y yo no era ese tipo de mujer. Pero así es como funcionan las cosas en este negocio... La gente intenta derribarte constantemente y tú tienes que ganártelo más que nadie. Y tienes que desearlo más que respirar. Este negocio puede hacerte mucho daño”, explica.
Field ha confesado que esta profesión le ha roto el corazón. “Este es un oficio muy vulnerable. No es como ser dentista, contable o cirujano cardiovascular. En este negocio tu trabajo puede depender del tamaño de tu nariz, del sonido de tu voz o de lo que aportas como ser humano a un personaje. Es un trabajo en el que inviertes algo muy personal de ti mismo”.
Creciendo en pantalla
Empeñada en volver al cine, Field se puso en manos del famoso profesor de interpretación Lee Strasberg. Y el trabajo dio sus frutos. La actriz pertenece al selecto grupo de ganadores de dos Oscar, por 'Norma Rae' y 'En un lugar del corazón', ambas rodadas durante los 80. Ahora, es una de las cuatro nominadas como mejor actriz de reparto por su trabajo en 'Lincoln'. “Estoy orgullosa de mis estatuillas y me siento honrada de tenerlas, pero para mí los Oscar significan que fui afortunada por hacer esas películas. Ese es el verdadero premio”. Luego vinieron cintas como 'Magnolias de acero”, “No sin mi hija” o “Forrest Gump”.
Pero, paradójicamente, a Field le cuesta encontrar papeles a su medida. Por eso volvió a la televisión para encarnar a la matriarca de la serie 'Cinco hermanos'. “Hay muy pocas películas con papeles interesantes para mí. Por eso tienes que ir a donde está el trabajo”, confiesa sin ocultar su decepción. ¿Es cierta la leyenda urbana que afirma que cualquier papel con sustancia para una actriz madura es patrimonio exclusivo de Meryl Streep? “Meryl hace un trabajo magnífico... Pero yo no dejo que eso me frustre. Además, para interpretar a personajes interesantes no tienes que hacer cine. Aprendí esa lección hace tiempo. Al final, tienes que preguntarte: “¿Quiero hacer cine por hacer cine o prefiero hacer un buen trabajo?”. Yo lo tengo claro”.
En 2007, Jane Fonda contó en una entrevista que ella y Sally Field habían hecho un pacto: nada de cirugía estética. En el caso de Fonda, sin efecto retroactivo, claro. “¡Jane se inventó eso! Ella y yo nunca hicimos ese trato... Y no creo, ni siquiera, que Jane dijera aquello. ¡No es verdad!”, exclama. Se nota que no es su tema de conservación favorito, pero, ¿qué opina Field de la obsesión por frenar el paso del tiempo con el bisturí? “¿A cuántos hombres les haces esta pregunta? –responde–. Después de escucharla tantas veces, me molesta un poco, la verdad... ¿También se lo preguntas a las actrices de 25 años? ¡Es una forma de perpetuar esta pesadilla! Además, ¿cómo sabes que no me he operado? ¿Tan mal estoy?”, pregunta finalmente entre risas para aligerar el tono de la conversación. Lo ha dicho ella misma, explico. “Es cierto, yo no me he hecho nada, pero ¡quién sabe! La próxima vez que me veas quizá parezca una gaviota [risas]. Creo, simplemente, que cada uno tiene que hacer lo que quiera con su cuerpo”, afirma para zanjar el tema.
Field dice que lo mejor de envejecer es encontrarse, por fin, a gusto en su propia piel. “Cuando tienes sesenta y tantos años, llegas a un punto en el que dices: “Esta soy yo y, si no te gusta, me da exactamente igual”.
En armonía
También ha confesado que, con el tiempo, se ha acostumbrado a la soledad. Ha estado casada dos veces: con Steven Craig, su novio del instituto y padre de sus hijos Peter y Eli; y con el productor de cine Alan Greisman, del que se separó en 1993 y con el que también tiene un hijo. Tuvo una relación duradera con el actor Burt Reynolds, pero desde su segundo divorcio, Field está soltera. Y feliz.
Cuando se le pide que haga balance de una vida tan intensa, lo tiene claro: “El mayor logro es que mis hijos y mis nietos son felices y personas buenas, complejas e interesantes”. ¿Se arrepiente de algo? “Claro, no creo que ningún ser humano llegue a los 60 sin desear haber hecho ciertas cosas de otra manera. Aprender de los errores es la única forma de progresar como persona. Quien no se arrepiente de nada es un lunático”.
TÍTULO: EL HORÓSCOPO CON ALICIA KEYS,.
Alicia Keys
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BIOGRAFÍA
Con cuatro años subió por primera vez a un escenario. A los doce años se matriculó en la Professional Performance Arts School; dos años más tarde compuso su primera canción. Alicia Keys ya se perfilaba como un prodigio que hacía música todo cuanto tocaba. Su madre supo que en ella se escondía un diamante en bruto que había que pulir. La fama le llegó con un álbum en La menor.
25 Enero 1981
Manhattan, Nueva York
"Puedes prescindir de todo lo que quieras, excepto de tus clases de piano". Alicia Keys tuvo una madre tozuda que ha luchado mucho por ver a su hija donde se encuentra ahora. Cuando ingresó en la Professional Performance Arts School de Manhattan, con doce años, pocos supondrían que cuatro años más tarde (dos años antes de lo habitual) abandonaría la escuela con el título debajo del brazo. Sus profesores captaron la clase, elegancia y enorme fuerza de esta joven, hija de un italo-irlandés y una afroamericana. Confiaron en ella y la obligaron a trabajar duramente, para lograr un rendimiento óptimo. Su profesora de piano clásico le recomendó que probara con el jazz porque "en cuanto a piano clásico no sé qué más puedo enseñarte".
Al salir de la escuela se planteó qué hacer con su vida y, en un primer momento, optó por matricularse en la Columbia University. Sin embargo, la música y su mundo ya estaba muy dentro.
Se dio a conocer gracias a la banda sonora de la película Man in Black. Después, se la pudo escuchar en Shaft. Poco a poco se la ha ido conociendo como la Roberta Flack del siglo XXI. Y es que su voz no tiene nada que envidiar a la de las grandes divas de la canción, aunque según ha declarado: "Yo odio la palabra diva. De repente, toda cantante que triunfe es una diva. Soy de trato muy fácil. Me gusta tener energía positiva y hacer amigos y mantenerlos".
Su voz aterciopelada llamó la atención a muchos, y buenos, productores discográficos. En 1998 firmó para Arista Record y un año más tarde, Alicia Keys siguió al reconocido Clive Davis en su nueva compañía discográfica, J Record. En el año 2001 se pudo disfrutar de su primer álbum, de excelente calidad, Songs in A Minor. En él, mezcla con gran maestría estilos como rock&roll, jazz y blues. Con esta declaración de principios hecha música, y letras sinceras, Alicia Keys no hizo sino empezar.
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