Desayuno de domingo con. ... Imprimir. Tricicle. Foto: Javier Ocaña. XLSemanal. ¡A numerarse! ¿Qué tienen tres que no tengan dos o seis?
Tricicle: "Lo de Artur Mas es un 'campo minado' en materia de humor"
Somos Joan Gràcia, Carles Sans y Paco
Mir. Comediantes gestuales. Llevamos 32 años haciendo reír a medio
mundo. Bits, nuestra última creación, es un espectáculo digital en
código de gags trinario. Ahí queda eso.
XLSemanal. ¡A numerarse! ¿Qué tienen tres que no tengan dos o seis?
Joan Gràcia. Un equilibrio mayor. Un taburete de tres no cojea. Nuestro caso es la aportación de tres personas creativas que se compensan en cada momento a base de la mejor química.
XL. ¿Y no se cansan unos de otros?
Carles Sans. Sí, y hemos discutido mucho. De ahí salen los mejores gags.
Paco Mir. Además, tenemos muchas vacaciones y así descansamos unos de otros. ¡Parecemos una olla a presión!
XL. Para ustedes, lo de dejarse de hablar tras un enfado seguro que es más fácil que para los demás, ¿no?
C.S. [Sonríe]. No te creas. Nosotros hablamos mucho durante los ensayos para después no hacerlo en el escenario.
XL. ¿Cómo afrontan el 2013?
J.G. Yo estoy esperando la llegada de los extraterrestres porque, según dicen, van a arreglarnos incluso la salud [ríe].
C.S. Ya ves. Hay personas que creen en Dios y otras, en marcianos [sonríe].
J.G. Pues sí. Porque, de momento, Dios estuvo ya aquí hace tiempo, pero no le quedaron muchas ganas de repetir.
XL. ¿Admitirían a una mujer en su trío?
P.M. Estuvimos a punto de hacerlo en el 84. Pero la que escogimos nos dio plantón. Ahí vimos claro lo que había que hacer. Y empezamos a travestirnos.
XL. ¿Cómo era esa candidata?
P.M. Tenía muchísima vis cómica. Aunque no se atrevió a romper el trío.
J.G. No quiso ser divisionaria [sonríe].
XL. Al hilo de eso: lo de Artur Mas, ¿da para gag o para temporada completa?
J.G. [Sonríe]. Temporada. De hecho, hay un programa en Cataluña que se llama Polònia y él es uno de los protagonistas.
P.M. Cualquiera de nuestros políticos da, por lo menos, para gag, ¿no creéis?
C.S. Menos en nuestro caso, ya que nosotros no hacemos imitaciones.
P.M. Ya, pero en materia de humor, lo de Artur Mas es una verdadera mina.
J.G. Yo diría que, más que una mina, es un campo minado.
P.M. Pues sí. Cualquiera hace coñas.
XL. ¿Se animan a resumir el panorama político actual en Cataluña?
J.G. Me temo que no nos animamos.
C.S. Es que no hablamos de política. Somos humoristas, no analistas políticos. Y de esos ya hay un montón.
P.M. Dejémoslo en que el panorama político en Cataluña está entretenido.
XL. ¿Y tiene gracia?
P.M. No tanto. Entretenido y poco más.
XL. ¿Moderarían un debate político en televisión únicamente con gestos?
J.G. [Ríe]. ¡Sería rizar mucho el rizo!
El desayuno de Tricicle. Dulce y salado: «Nunca nos ponemos de acuerdo para uniformar los desayunos. Joan toma un chorizo; Carles, un mango; y Paco, dos tostadas con mantequilla y mermelada».
TÍTULO: Y SIN EMBARGO TE QUIERO:
Les propongo un truco infalible para saber si una persona ama a otra: pedirle que enumere las razones por las que la ama. Si lo que recita es ...
Joan Gràcia. Un equilibrio mayor. Un taburete de tres no cojea. Nuestro caso es la aportación de tres personas creativas que se compensan en cada momento a base de la mejor química.
XL. ¿Y no se cansan unos de otros?
Carles Sans. Sí, y hemos discutido mucho. De ahí salen los mejores gags.
Paco Mir. Además, tenemos muchas vacaciones y así descansamos unos de otros. ¡Parecemos una olla a presión!
XL. Para ustedes, lo de dejarse de hablar tras un enfado seguro que es más fácil que para los demás, ¿no?
C.S. [Sonríe]. No te creas. Nosotros hablamos mucho durante los ensayos para después no hacerlo en el escenario.
XL. ¿Cómo afrontan el 2013?
J.G. Yo estoy esperando la llegada de los extraterrestres porque, según dicen, van a arreglarnos incluso la salud [ríe].
C.S. Ya ves. Hay personas que creen en Dios y otras, en marcianos [sonríe].
J.G. Pues sí. Porque, de momento, Dios estuvo ya aquí hace tiempo, pero no le quedaron muchas ganas de repetir.
XL. ¿Admitirían a una mujer en su trío?
P.M. Estuvimos a punto de hacerlo en el 84. Pero la que escogimos nos dio plantón. Ahí vimos claro lo que había que hacer. Y empezamos a travestirnos.
XL. ¿Cómo era esa candidata?
P.M. Tenía muchísima vis cómica. Aunque no se atrevió a romper el trío.
J.G. No quiso ser divisionaria [sonríe].
XL. Al hilo de eso: lo de Artur Mas, ¿da para gag o para temporada completa?
J.G. [Sonríe]. Temporada. De hecho, hay un programa en Cataluña que se llama Polònia y él es uno de los protagonistas.
P.M. Cualquiera de nuestros políticos da, por lo menos, para gag, ¿no creéis?
C.S. Menos en nuestro caso, ya que nosotros no hacemos imitaciones.
P.M. Ya, pero en materia de humor, lo de Artur Mas es una verdadera mina.
J.G. Yo diría que, más que una mina, es un campo minado.
P.M. Pues sí. Cualquiera hace coñas.
XL. ¿Se animan a resumir el panorama político actual en Cataluña?
J.G. Me temo que no nos animamos.
C.S. Es que no hablamos de política. Somos humoristas, no analistas políticos. Y de esos ya hay un montón.
P.M. Dejémoslo en que el panorama político en Cataluña está entretenido.
XL. ¿Y tiene gracia?
P.M. No tanto. Entretenido y poco más.
XL. ¿Moderarían un debate político en televisión únicamente con gestos?
J.G. [Ríe]. ¡Sería rizar mucho el rizo!
El desayuno de Tricicle. Dulce y salado: «Nunca nos ponemos de acuerdo para uniformar los desayunos. Joan toma un chorizo; Carles, un mango; y Paco, dos tostadas con mantequilla y mermelada».
TÍTULO: Y SIN EMBARGO TE QUIERO:
Les propongo un truco infalible para saber si una persona ama a otra: pedirle que enumere las razones por las que la ama. Si lo que recita es ...
Les propongo un truco infalible para saber si una persona
ama a otra: pedirle que enumere las razones por las que la ama. Si lo
que recita es una lista de virtudes encomiables como que es una buena
persona, considerada, sincera, inteligente, trabajadora, solidaria,
amante de los animales, etcétera, malo, malo. En cambio, si responde
algo estúpido y/o irracional del tipo: lo quiero porque tiene los ojos
más verdes del mundo, me encantan sus manos tan fuertes, o adoro ese
lunar que tiene, cielito lindo, junto a la boca, bingo, esa persona está
enamorada.Parece una boutade, pero no lo es en absoluto. Ya puede ser
uno un cruce perfecto entre Einstein y san Francisco de Asís o la mezcla
ideal de Audrey Hepburn con Teresa de Ávila que no hay nada que hacer,
ganan siempre los ojos verdes, y ese lunar; sobre todo ese
lunar....¿Quiere esto decir que somos rehenes de quién sabe qué espíritu
burlón que se divierte emparejándonos con personas cuyo mayor mérito es
este o aquel atributo físico, bastante banal, además?
A lo largo de la historia, el ser humano ha interpretado el fenómeno del enamoramiento de forma diferente. Hasta no hace mucho se creía debido a factores exógenos. Los humanos éramos víctimas de un dios ciego que ensartaba con sus flechas a dos personas que no tenían nada que ver la una con la otra. Mutatis mutandis, esta es la interpretación que hacen Dante, Shakespeare o Stendhal. En la actualidad, en cambio, la explicación se busca dentro de nosotros, en nuestra parte más animal, digamos. Se dice que la elección amorosa puede parecer absurda, caprichosa e incluso ridícula, pero responde sin embargo a necesidades ancestrales de uno y otro sexo. Así, ellos buscan la hembra que parece más fértil, y nosotras, el macho que mejor prole pueda engendrar. Siempre según los estudiosos de este fenómeno, una mandíbula cuadrada en el hombre o unas caderas anchas en la mujer son atributos que buscamos (y valoramos) de forma inconsciente. Visto el panorama, uno piensa: vale, de acuerdo, está muy bien que la madre Naturaleza lo tenga todo previsto para la mejora y perpetuación de la especie. Pero yo soy un ser racional y para pasar la vida junto a otra persona debería ponderar otros valores más útiles para la convivencia que una mandíbula cuadrada o unos ojos verdes. ¿Dónde entra en todo esto el sentido común, la inteligencia, el raciocinio? Pues entra, creo yo, en que uno sepa que existe esa atracción irracional y haga un esfuerzo para añadir a la elección otros factores o cualidades que permanezcan cuando se nos pase ese estado de estupidez transitoria que es como Ortega y Gasset llamaba al enamoramiento. Y es que el amor es el verdadero loco de la casa y uno no ama a alguien por sus virtudes, sino siempre a pesar de sus defectos. Igualito que aquella canción de la Piquer Y sin embargo te quiero: «Me lo dijeron mil veces mas yo nunca quise poner atención, cuando vinieron los llantos, ya estabas muy dentro de mi corazón».
¿De veras no hay nada que uno pueda hacer para evitar enamorarse de quien ya sabe que es la persona equivocada? El mayor problema, creo yo, es que la gente piensa que usar la cabeza en temas sentimentales equivale a convertirse en una persona calculadora, cerebral, insensible. Se considera más guay dejarse llevar por el corazón, una víscera que tiene muchos más fans que el cerebro. Yo no digo que se prescinda de los sentimientos (además sería imposible hacerlo), pero no creo que sea buena idea perder del todo la cabeza. Seamos sinceros, por mucho estado de estupidez transitoria en el que esté uno inmerso, siempre sabemos cómo es en realidad la persona de la que nos enamoramos. Otra cosa es que nos empeñemos en no verlo, como en la canción de marras. ¿De veras alguien quiere que su vida sea una copla o, peor aún, un bolero? Serán superrománticos para cantarlos y echar un par de lagrimones, pero para vivirlos, qué quieren que les diga, mejor rumba o chachachá.
A lo largo de la historia, el ser humano ha interpretado el fenómeno del enamoramiento de forma diferente. Hasta no hace mucho se creía debido a factores exógenos. Los humanos éramos víctimas de un dios ciego que ensartaba con sus flechas a dos personas que no tenían nada que ver la una con la otra. Mutatis mutandis, esta es la interpretación que hacen Dante, Shakespeare o Stendhal. En la actualidad, en cambio, la explicación se busca dentro de nosotros, en nuestra parte más animal, digamos. Se dice que la elección amorosa puede parecer absurda, caprichosa e incluso ridícula, pero responde sin embargo a necesidades ancestrales de uno y otro sexo. Así, ellos buscan la hembra que parece más fértil, y nosotras, el macho que mejor prole pueda engendrar. Siempre según los estudiosos de este fenómeno, una mandíbula cuadrada en el hombre o unas caderas anchas en la mujer son atributos que buscamos (y valoramos) de forma inconsciente. Visto el panorama, uno piensa: vale, de acuerdo, está muy bien que la madre Naturaleza lo tenga todo previsto para la mejora y perpetuación de la especie. Pero yo soy un ser racional y para pasar la vida junto a otra persona debería ponderar otros valores más útiles para la convivencia que una mandíbula cuadrada o unos ojos verdes. ¿Dónde entra en todo esto el sentido común, la inteligencia, el raciocinio? Pues entra, creo yo, en que uno sepa que existe esa atracción irracional y haga un esfuerzo para añadir a la elección otros factores o cualidades que permanezcan cuando se nos pase ese estado de estupidez transitoria que es como Ortega y Gasset llamaba al enamoramiento. Y es que el amor es el verdadero loco de la casa y uno no ama a alguien por sus virtudes, sino siempre a pesar de sus defectos. Igualito que aquella canción de la Piquer Y sin embargo te quiero: «Me lo dijeron mil veces mas yo nunca quise poner atención, cuando vinieron los llantos, ya estabas muy dentro de mi corazón».
¿De veras no hay nada que uno pueda hacer para evitar enamorarse de quien ya sabe que es la persona equivocada? El mayor problema, creo yo, es que la gente piensa que usar la cabeza en temas sentimentales equivale a convertirse en una persona calculadora, cerebral, insensible. Se considera más guay dejarse llevar por el corazón, una víscera que tiene muchos más fans que el cerebro. Yo no digo que se prescinda de los sentimientos (además sería imposible hacerlo), pero no creo que sea buena idea perder del todo la cabeza. Seamos sinceros, por mucho estado de estupidez transitoria en el que esté uno inmerso, siempre sabemos cómo es en realidad la persona de la que nos enamoramos. Otra cosa es que nos empeñemos en no verlo, como en la canción de marras. ¿De veras alguien quiere que su vida sea una copla o, peor aún, un bolero? Serán superrománticos para cantarlos y echar un par de lagrimones, pero para vivirlos, qué quieren que les diga, mejor rumba o chachachá.
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