TÍTULO: EL DUEÑO DE ZARA BUSCA JOYAS EN EL LADRILLO:
La estrategia empresarial de Amancio Ortega y el éxito de Zara, germen de Inditex, se estudia en las escuelas de negocio. Los analistas ...
La estrategia empresarial de Amancio Ortega y el éxito de Zara, germen de Inditex, se estudia en las escuelas de negocio. Los analistas inmobiliarios también estudian su estrategia en el sector, que le ha llevado a tener una de las sociedades inmobiliarias más potentes, con una valoración de activos al nivel de Colonial o Metrovacesa, y sin sufrir la crisis como ellas.
La tercera mayor fortuna del mundo -según Bloomberg posee 57.500 millones de dólares, unos 43.000 millones de euros, gracias a la fuerte subida en Bolsa de las acciones de Inditex- es un inversor privado que juega en volúmenes de grandes fondos internacionales. Posiblemente, solo pueda comparársele Carlos Slim, la primera fortuna del mundo, que acaba de comprar 400 locales a La Caixa. Ese camino ya lo inauguró Ortega: en 2007 adquirió los palacetes y edificios históricos de Banco Santander en las principales ciudades españolas. Un tesoro inmobiliario que le costó 458 millones de euros, pero quedándose con Botín como inquilino durante 40 años.
Esta fórmula, conocida como 'sale & leaseback', que consiste en adquirir edificios de oficinas y sucursales de bancos o empresas quedándose la entidad como inquilino por un periodo de 25 a 40 años, ha sido utilizada más veces por el dueño de Zara. Después del negocio con el Santander, compró 40 edificios y oficinas a Caixa Galicia por 250 millones de euros y cinco locales a Banco Sabadell por 55 millones. Con una estrategia conservadora, que no persigue la máxima rentabilidad sino tener activos seguros, la sociedad que gestiona su patrimonio ha aprovechado la crisis y la necesidad de liquidez de las entidades financieras para comprar activos singulares en los mejores barrios de las grandes ciudades a buen precio.
Mikel Marco-Gardoqui, director nacional de Inversiones Institucionales de CBRE, explica que Amancio Ortega busca, sobre todo, «calidad y buena ubicación», y califica de operaciones «únicas» las últimas realizadas (Torre Picasso, la antigua sede de Banesto reconvertida en tienda de Apple y la macrotienda de Burberry, ambas en Barcelona). Marco-Gardoqui destaca que «aunque se trata de un inversor privado, tiene la capacidad de los grandes fondos internacionales por los volúmenes que maneja y una gran credibilidad de ejecución». Es decir, que si decide hacer una compra no va a tener problemas de financiación. Ortega ingresa anualmente unos 600 millones de euros en dividendos procedentes de su 59,3% de Inditex, liquidez que le permite afrontar compras de grandes activos sin apalancarse. Es un acorazado inmobiliario. Y solo busca las «joyas de cada ciudad», señala un experto del sector.
Reuniones semanales
La adquisición de Torre Picasso a FCC en 2011, en la que fue asesorado por Aguirre Newman, por 400 millones de euros, cuando pocos años antes había sido valorada en el doble, es un ejemplo. Ortega ejecutó la compra que no había sido capaz de cerrar un gran fondo estadounidense. Cuando dice «compro», el negocio está hecho.
¿Qué pasa antes de decir la palabra mágica? Tiene un equipo que rastrea el mercado nacional e internacional, cuyo núcleo lo forman unas quince personas y celebra reuniones semanales. La decisión siempre la toma personalmente Ortega y, según quienes le conocen, nunca es «caprichosa» aunque no se enmarque en la estrategia del momento. Por ejemplo, cuando adquiere Torre Picasso, Pontegadea Inmobiliaria estaba sobredimensionando su exposición al dólar comprando activos en Estados Unidos: el hotel de lujo Epic (100 millones de euros)y la sede de Bacardí (84 millones), ambos en Miami; el centro comercial y de negocios en la Milla de Oro de Chicago (240 millones)o la sede del Banco de Atlanta en Washington (49 millones). Pero surgió la oportunidad de Torre Picasso y no la desaprovechó. El director general del Grupo Main, José Parra, compara los inmuebles adquiridos por Ortega con los monasterios románicos, donde no solo la arquitectura es un referente, sino que las «localizaciones en ambos casos son excelentes». Y son activos que le proporcionarán retornos a largo plazo porque son un producto de primera, señala Parra.
Pontegadea Inmobiliaria obtuvo en 2011 un resultado de 248,8 millones con unos activos valorados en 3.364 millones. Eso supone que la rentabilidad media obtenida fue de casi el 7,5%, un rendimiento «interesante», a juicio de los analistas, para un inversor que no busca ganancias a corto plazo sino invertir su dinero en activos seguros.
La sociedad inmobiliaria de Ortega también tuvo momentos malos. En 2008 tuvo que inyectar 22,25 millones de euros en Pontegadea para cubrir las pérdidas registradas en 2007 (22 millones) y no ir a la disolución por la depreciación que la crisis provocó en sus activos. Superado ese bache, la crisis no ha vuelto a golpear a Amancio Ortega.
TÍTULO: LA BIBLIA DE LOS EXPLORADORES:
En enero de 1888 un grupo de prohombres de la alta sociedad de Washington se reunieron en el Cosmos Club de la ciudad para fundar una ...
En enero de 1888 un grupo de prohombres de la alta sociedad de Washington se reunieron en el Cosmos Club de la ciudad para fundar una asociación destinada a «incrementar y difundir el conocimiento de la geografía». Así nació National Geographic (NG), al principio una institución sólo centrada en la cartografía, pero que con el paso de los años se convirtió en la sociedad de divulgación científica por excelencia. Han transcurrido ya 125 años desde aquella reunión, y el romanticismo en blanco y negro de las primeras expediciones que financió (la exploración del monte Elías en Alaska) ha dado paso a las investigaciones actuales sobre la vida en los fondos abisales, la nanotecnología o las técnicas de ADN para identificar momias. «En estos momentos vivimos uno de los periodos de exploración más interesantes de la historia. Ahora podemos cuestionarnos, por ejemplo, cómo han evolucionado las especies a niveles del genoma, y todo gracias a las tecnologías emergentes», asegura Tom Smith, biólogo evolutivo y directivo de NG.
Exploración moderna con satélites e imágenes digitales, pero que mantiene el «mismo romanticismo» que siempre guió a los exploradores de esta sociedad en, por ejemplo, la conquista de los polos, el descubrimiento de Machu Picchu y la tumba de Tutankamón, los viajes a la Luna, la ascensión al Everest, la exploración de las selvas, la conservación de la fauna salvaje... Todo un legado histórico firmado por nombres legendarios -Hiram Bingham, Richard E. Byrd, Jane Goodall o Jacques-Yves Cousteau- e inmortalizado por los mejores fotógrafos de cada generación -William Albert Allard, David Alan Harvey, José Azel, Jodi Cobb o Steve McCurry-.
Diez mil proyectos y expediciones organizadas durante más de un siglo que han podido llegar al gran público gracias a la revista que esta institución, sin ánimo de lucro, comenzó a editar también en 1888 y que se ha convertido en la más prestigiosa del mundo. El más fiel testigo y notario público de las aventuras más relumbrantes del hombre donde arqueólogos, biólogos, científicos, paleontólogos o historiadores sueñan con publicar sus investigaciones, siempre ilustradas con excepcionales fotografías.
«En mi especialidad, National Geographic es lo máximo a lo que se puede aspirar», confiesa el catalán Enric Sala, prestigioso biólogo marino considerado por muchos el nuevo Cousteau. «Apoya mis expediciones y con su prestigio me abre todas las puertas a las que llamo. Es la plataforma ideal», añade este 'explorador residente'. Esta figura corresponde a élite de los exploradores de la institución, los número 1 de cada especialidad que NG capta para que desarrollen las investigaciones que deseen. En el caso de Sala, su proyecto se denomina 'Mares Prístinos' y pretende crear reservas marinas por todo el planeta para garantizar la conservación del mar. Él trabaja a tiempo completo para la institución, aunque hay otros 'exploradores residentes' que tienen otros oficios, como el cineasta James Cameron.
15.000 fotos por reportaje
A día de hoy, aquella pequeña sociedad creada a modo recreativo por la élite capitalina es una gran institución que ocupa tres edificios en el centro de Washington, a pocas manzanas de la Casa Blanca. Tiene en nómina a más de un millar de personas, además de cientos de colaboradores repartidos por todo el mundo. De hecho, en estos momentos 140 científicos y exploradores trabajan en 90 países en proyectos de NG centrados en, por ejemplo, los chimpancés, la búsqueda de la tumba de Gengis Kan, los grandes felinos africanos o nuevas pirámides africanas.
La publicación sigue siendo, aún hoy, el estandarte de la sociedad pese a haber perdido difusión en Estados Unidos. Cada mes se edita en 35 países con una audiencia global de 60 millones de personas. Su icónico recuadro amarillo se interpreta en todo el planeta como una imagen de seriedad, veracidad y calidad. En una expedición cualquiera, el equipo de NG puede permanecer varios meses trabajando 'in situ', sacar más de 15.000 fotos y realizar miles de anotaciones que al final se plasmarán en un artículo de 5 páginas y 10 imágenes. «Como curiosidad, durante la II Guerra Mundial, Churchill y Roosevelt recurrieron a nuestros mapas para esbozar sus propuestas para el reparto de las zonas ocupadas», destaca una portavoz de la institución.
Con el paso de los años, la institución ha ampliado sus medios de difusión y negocio hasta crear un gran conglomerado que incluye revistas de viajes, edición de libros, un museo ubicado en su sede central, un canal de televisión presente en 171 países, además de una página web con blogs y aplicaciones para tabletas y móviles. Todo este entramado mediático ha obligado a exploradores y científicos a modificar su modo de trabajo para introducir en sus equipos a operadores de cámara, diseñadores, infografistas y redactores que ofrecen una «cobertura global» de su trabajo.
Esta necesidad de aportar constantemente contenidos a todos esos canales ha puesto de relieve, más que nunca, la disyuntiva a la que se enfrentan los exploradores de si prima más obtener unos resultados científicos relevantes o unas buenas fotos e imágenes para un documental. Enric Sala se muestra categórico. «Pesan más los descubrimientos científicos, pero tengo claro que si no consigo comunicarlos de una manera adecuada son irrelevantes. Y en mi caso aún más, porque mi objetivo es divulgarlos entre el gran público pero también entre los políticos y líderes mundiales que toman las grandes decisiones. Yo tengo que convencerles para que protejan inmensas áreas de mar y para ello necesito buenos resultados y buen material», detalla
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