TÍTULO: Saul Bass
La Vanguardia
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Saul Bass, los mejores títulos de crédito del cine
Google dedica su logotipo este miércoles, en el 93º aniversario de su nacimiento, al diseñador estadounidense que ilustró, entre otros, los créditos y carteles de «West Side Story», «La tentación vive arriba» y «El Hombre del brazo de oro»,.
Saul Bass fue capaz de definir la psicosis con solo un fondo negro y líneas paralelas. Lo hizo para el clásico de terror de Alfred Hitchcock, anticipando al espectador en los títulos de crédito el suspense psicológico que le iba a acompañar hasta el desenlace del filme. Con este director, el diseñador gráfico Saul Bass, hoy homenajeado en un nuevo doodle de Google con motivo del 93 aniversario de su nacimiento, desarrolló sus trabajos más brillantes y logrados, introduciéndose hasta el extremo en la piel de los personajes de sus películas y reduciendo al límite sus sensaciones para transmitirlas únicamente con un par de magistrales pinceladas.Saul Bass es el gran maestro del cartelismo -tres de sus creaciones se incluyen entre los 25 mejores carteles del cine- y los títulos de crédito cinematográficos. Antes de él, los nombres de los actores y el equipo oculto tras las cámaras, así como el póster promocional -solía centrarse exclusivamente en las estrellas que protagonizaban las cintas-, constituían un elemento simple, neutro, carente de significado artístico, que únicamente se ceñía a informar. Hasta que llegó Saul Bass. Curtido publicista, diseñador de logotipos y experto en imagen corporativa, el neoyorkino salió a la superficie en el agitado y elitista mundo de la publicidad de la América de los años 40. Con las llaves de su propio estudio de diseño en la mano, Saul Bass recibió en 1950 la llamada del director Otto Preminger, quien lo invitó a diseñar el póster para su película Carmen Jones (1954). Fue esta la verdadera llave de su futuro, un trabajo que le catapultó a diseñador de culto y tras el que empezaron a acumularse otras proposiciones de distinguidos cineastas que requerian el inteligente minimalismo de Saul Bass para condensar en un solo parpadeo la esencia de sus largometrajes.The Big Knife de Robert Aldrich y The Seven Year Itch (La Tentación Vive Arriba) de Billy Wilder, fueron las siguientes. Pero el estirón llegó de la mano de Preminger y su proyecto The Man with the Golden Arm (El Hombre del brazo de oro), la cinta que elevó a Bass a auténtico maestro de culto del diseño de títulos de crédito.Los trazos de Saul Bass eran tan magistralmente sencillos que lo complicado era llegar a idearlos. Una espiral para explicar el amor mucho más allá de muerte en Vértigo, de Hitchcock. Un brazo desdibujado para plasmar la adicción a la heroína en El hombre del brazo de oro. El juego doble de unos rectángulos para ilustrar las idas y venidas de La tentación vive arriba. Dos individuos bailando en una escalera para transmitir el espíritu callejero y musical de West Side Story. Y así, en adelante.Adorado por los diseñadores gráficos y con el universo publicitario volcado a sus pies, Saul Bass mantuvo una especial colaboración con el genio del terror psicológico Alfred Hitchcock. Para él, además de los carteles de Vértigo y Psicosis y sus títulos de crédito, el neoyorkino ilustró el storyboard -conjunto de dibujos mostrados en secuencia con el objetivo de servir de guía para entender una historia- de la clásica escena de la ducha de la obra maestra del director británico. Hay quien, desmontando a Hitchcock, especula con que fue el propio Saul Bass quien dirigió la escena más famosa de Psicosis.Saul Bass también ideó un cartel para La lista de Schindler que finalmente Spielberg rechazó e hizo sus pinitos como director de cine con la película Sucesos en la cuarta fase. Pero fueron sus colores planos y su tratamiento naif, sus letras de palo seco y su caracterísico movimiento de la cámara, inspirado en la animación abstracta de los años veinte lo que acabó escribiendo su nombre entre los grandes del cine como el creador de casi un subgénero cinematográfico, el de los títulos de crédito.TÍTULO: UNOS DISEÑADORES DE PELOTAS,.Stella McCartney idea la ropa de Caroline Wozniacki, Serena Williams compagina su tiempo en las pistas con las reuniones de trabajo sobre su línea de moda, Maria Sharapova ejerce como imagen de marca de calzados o relojes y Anna Kournikova se apartó el circuito de la raqueta por el mundo audiovisual cuando se había instalado entre las diez mejores del mundo.Así, numerosos ejemplos demuestran que la relación entre la moda y el tenis es tan cercana como fructífera y el Másters 1.000 de Madrid ha querido tender otro puente. Desde el comienzo del torneo la huella de diez de los más destacados diseñadores españoles se puede contemplar en la Caja Mágica en forma de personalísimas pelotas de tenis que se visten con un toque especial de los artistas de la moda. “Queríamos colaborar y nos preguntamos ¿por qué no vestimos las pelotas?”, explica entre risas Modesto Lomba, presidente de la Asociación de Creadores de la Moda de España, a la hora de revelar el proyecto.El arte y deportes se conjuntan en versión minimalista con las fotografías de Ana Domínguez porque los diseñadores se han aplicado en la tarea de emparentar su estilo con el deporte. “Hemos hecho una visión desde el patronaje, desde la estructura del volumen, desde el papel... y cada uno le ha dado su visión y su forma de ver en una pelota imposible de jugar”, argumenta Lomba. Frente a él, José Víctor Rodríguez se empeña en lo contrario. “Nosotros nos hemos inspirado en las pelotas antiguas. La nuestra es de piel pero plateada y no tiene más, pero no es una pelota práctica para jugar y para que se pueda vender, no para que no se pueda jugar”, comenta uno de los pensadores de Victorio & Luchino, al tiempo recuerda los tiempos de las bolas blancas. Junto a ellos convive la siempre personal creación de Agatha Ruiz de la Prada, con “un caos de corazones con un corazón central en amarillo que es un poco el alma”. Ella misma se encarga de definir su obra como “una pelota superagatha”. Angel Schlesser, Duyos, Roberto Torretta, Roberto Verino, Helena Rohner, Maya Hansen y Amaya Arzuaga completan las pelotas vestidas con cueros, cremalleras y abalorios a las que solo les falta el maquillaje para salir a la pasarela.No obstante, después los disparos de los flashes y de las fotografías con sus creaciones los artistas terminan por confesar sus debilidades y su conocimiento del tenis. Lomba confía que no está entre sus deportes preferidos, Ruiz de la Prada recuerda sus trofeos del Tour de Francia o de la Vuelta a España pero que no es “todo lo deportista que le gustaría ser”. En cambio, José Víctor Rodríguez confiesa su pasión por la raqueta desde la juventud. “Montones de veces he jugado al tenis. He diseñado mis pelotas, las hacía de trapo, con muñecos, pero me divertía más jugar con las pelotas divertidas que con las pelotas clásicas”, señala una de las cabezas de Victorio & Luchino.En cambio, todos coinciden en señalar con ahínco y júbilo a su modelo perfecto entre los tenistas. “En este momento el que más me gustaría vestir es a (Rafael) Nadal porque es una máquina. Cuando entra en la pista es una especie de energía que se multiplica por mil, es una energía fabulosa”, reconoce Agatha Ruiz de la Prada. “Nadal me encanta y le adoro. Es un tío que me cae fenomenal”, secunda 'Victorio'. A su lado, Lomba observa pasar al dandy del circuito, Feliciano López, y le señala: “Todos los tenistas tienen una altura determinada y estarían muy próximos a esos cánones de belleza de la pasarela y de un modelo”. Pero Agatha acaba con sus ilusiones sobre Nadal: “Tiene un señor que le dice lo que se tiene que poner en cada momento, uno de Nike”. Entonces se marchan porque, de momento, tendrán que conformarse con diseñar sus pelotas.
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