Hoy es el Día de la
Madre en España, como cada primer domingo de mayo desde hace ya unos
cuantos. Aunque muchos atribuyen esta efeméride a una maniobra comercial, el
objetivo de la celebración tal y como la conocemos en la actualidad era el de
ser una «fiesta de agradecimiento hacia las madres, que nos han dado la
vida».
El Día de la Madre tiene sus orígenes en la antigua
Grecia, donde ya homenajeaban a la diosa Rea, que según la mitología, es la
madre de los dioses Zeus, Hades y Poseidón. Con leves modificaciones, los
romanos adoptaron posteriormente la tradición, a la que llamaron la Hilaria. Se
celebraba el 15 de marzo en el templo de Cibeles y durante tres días realizaban
ofrendas.
En Europa uno de los primeros antecedentes del Día de la
Madre se remonta al siglo XVII en Inglaterra, cuando el cuarto domingo de
Cuaresma se empleaba para honrar a la virgen María, madre de Jesús. Ese día los
siervos podían volver a sus hogares para visitar las iglesias en las que habían
sido bautizados, las iglesias «madres», y aprovechaban para reunirse con sus
familias. En su vuelta al hogar llevaban regalos, flores y pasteles especiales
para sus madres, una tradición que llega hasta nuestros días en lo que hoy se
conoce como Mothering Sunday o Día de las Madres.
Pero el Día de la Madre, hasta la celebración que hoy
conocemos, ha ido cambiando con el paso de los años, y en cada país y cada
cultura se celebra de una manera diferente. Fundamentalmente, la fecha sirve
para honrar a las madres
Aunque los colonos ingleses trataron de mantener la celebración
en Estados Unidos, la fiesta acabó cayendo en desuso. Hasta que en 1870 la
poetisa y activista Julia Ward Howe escribió un apasionado llamamiento a la paz
y al desarme para el Día de la Madre, «Proclama del Día de las
Madres». El 2 de junio Ward Howe organizó en Boston una gran manifestación
pacífica y una celebración religiosa a la que invitó a todas las madres de
familia que habían perdido a sus hijos en la guerra. Y aunque consiguió mantener
el congreso durante un par de años más, e incluso logró que en 18 ciudades
estadunidenses se celebrara reunión del Día de las Madres, la idea no
fraguó.
Fue en 1907 cuando Anna Reeves Jarvis inició una campaña a nivel nacional para
conseguir que se instaurase oficialmente la celebración del Día de la
Madre el segundo domingo de mayo, fecha en la que había muerto su madre.
Jarvis escribió a personalidades e intelectuales influyentes de la época para
que apoyasen su petición, logrando que en 1910 la fecha se conmemorase en casi
todo Estados Unidos. En 1914 el presidente Woodrow
Wilson coviertió el Día de la Madre en una celebración oficial en el
país.
Hoy en día se celebra en casi 70 países de todo el mundo. En
algunos, como Alemania, Brasil, Chile, Grecia, Igalia, Perú, Uruguya o
Venezuela, se mantiene la fecha del segundo domingo de mayo.
Aunque en España inicialmente se celebraba el 8 de diciembre, día
de la Inmaculada Concepción y fecha que sigue manteniendo la Iglesia
católica a nivel mundial, con el tiempo se optó por cambiar la fecha al primer
domingo de mayo. Hoy, como en nuestro país, también se celebra el Día de la
Madre en Hungría, Lituania, Portugal, Sudáfrica y Rumanía.
Olvidando ya las fechas, la costumbres del Día de la Madre
no varían mucho a lo largo del planeta. Las flores, en algunos lugares claveles
y en otros rosas, los bombones y las manualidades son elementos que se asocian
con este día en todo el mundo. Grandes comidas familiares y regalos también
forman parte de la tradición de este día, que muchos vinculan con intereses
comerciales. Por eso, nunca está de más tener una recopilación de ideas para acertar con el regalo del Día de la
madre.
TÍTULO: DESAYUNO DE DOMINGO CON PERE GIMFERRER,.
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XLSemanal. ¿Fue un niño repipi?Pere Gimferrer. ¿En qué sentido?XL. En el sentido de pedante, redicho.P.G. No, al contrario.
Desayuno de domingo con... Pere Gimferrer-foto-: "Prohibir los toros es una estupidez que tiene sus días contados"
Nací en Barcelona hace 67 años. Soy poeta y académico de la RAE. Escribo tanto en castellano como en catalán. Mi último poemario, Alma Venus, está dedicado a mi musa y pareja, Cuca de Cominges.XLSemanal. ¿Fue un niño repipi?
Pere Gimferrer. ¿En qué sentido?
XL. En el sentido de pedante, redicho.
P.G. No, al contrario. Como estudiante, nunca tuve nada de constancia.
XL. Y ahora, ¿es un académico repipi?
P.G. Espero que no [ríe]. En la RAE se ha tratado siempre de evitar la entrada de falsos prestigios. Aunque siempre se ha colado alguien. Eso es inevitable.
XL. Cuente, cuente...
P.G. [Sonríe]. No puedo darte nombres, pero seguro que sabes a quién me refiero. Yo recuerdo, en la Academia en la que entré, hace muchos años, figuras muy importantes. Quizá ninguno de los de hoy podemos medirnos con gente de la talla de Dámaso Alonso.
XL. ¿Es usted un hombre de su tiempo?
P.G. ¿Y qué otra cosa puedo ser? [sonríe]. ¿Qué quieres que te diga? ¿Que vivo en la época de Mozart? Eso sí, nunca me ha interesado Internet.
XL. ¿...? ¿Y eso?
P.G. Pues porque, con la memoria que tengo, recuerdo las cosas antes de lo que tardaría en encontrarlas. Llevo un Google incorporado en la cabeza.
XL. ¿Cuántas veces ha visto Splash!?
P.G. ¿Eh? ¿Qué es eso?
XL. Un programa de televisión.
P.G. No veo la tele. En ese caso, para nada, no soy un hombre de mi tiempo. Y eso que yo tuve una época en la que veía mucha televisión, me interesaban los informativos y los culebrones.
XL. Confiese. ¿Siempre gana el Planeta la mejor obra presentada?
P.G. Así es. Los miembros del jurado siempre votamos la mejor obra para que sea finalmente publicada.
XL. ¿No le dio hace años un soponcio durante una entrega del premio?
P.G. Sí, pero me hicieron todo tipo de pruebas y estoy totalmente recuperado.
XL. ¿Tan mala era la novela?
P.G. [Ríe]. No, hombre, la novela no era mala. Es que me tomé unas crepes que eran como para matar a un caballo. Me dijo una chica de la organización que no las tocase y yo, por desgracia, me las comí. Cometí ese error [sonríe].
XL. ¿Hay poesía después de YouTube?
P.G. La poesía no puede desaparecer. Volveremos a vivir un momento, tras esta avalancha digital, en que las cosas tengan que volver a escribirse otra vez.
XL. ¿Prohibir las corridas de toros es...?
P.G. Una estupidez que tiene sus días contados. Los toros tienen un alto valor antropológico, humano e incluso poético. Se han escrito pocas cosas tan buenas como algunos poemas taurinos. Y no podemos ir contra eso.
Su desayuno de domingo: «El domingo tomo el único yantar que no engorda: jamón ibérico, una o dos manzanas y leche descremada. Algo extraño, pero bueno para el colesterol».
TÍTULO: CAMINO DE KUMANO (V),.
EL MONJE Y EL MENSAJE,.
Termino hoy la narración de mi experiencia en un camino de peregrinación japonés y mi primer contacto con el Shugendo, práctCamino de Kumano (V) El monje y el mensaje
[Termino hoy la narración de mi experiencia en un camino de peregrinación japonés y mi primer contacto con el Shugendo, práctica ancestral de desarrollo espiritual].
Estamos en el espacio privado de un templo budista. Escuchamos al monje cantar, rezar en voz alta, tocar un instrumento de percusión. Encendemos incienso, y yo me acuerdo de los días que pasé en Kumano -la visita a los tres santuarios sintoístas, el momento en que Katsura alteró con su energía la temperatura, el viaje en barco por el río, la pelea provocada en el lugar en el que los hombres deben pelear, el entusiasmo de las personas, el monasterio en la montaña nevada, las noches con pescado crudo y sake caliente-.
Aquella misma tarde me marcharé a una ciudad grande y después vendrán un hotel confortable, un avión y una ciudad aún mayor: Tokio.
Recuerdo las otras veces que practiqué Shugendo durante estos días: caminar sin abrigo a la intemperie bajo cero, quedarme despierto una noche entera, mantener la frente apoyada en la áspera corteza de un árbol hasta que el dolor se dejase anestesiar a sí mismo.
Durante todo el viaje, las personas decían que el monje que tengo delante de mí recitando las oraciones es el máximo especialista de Shugendo de la región. Intento concentrarme, pero espero con ansiedad el final de la ceremonia. De ahí nos dirigimos a otro edificio desde el que puedo ver una gigantesca cascada precipitándose montaña abajo -134 metros de altura, la mayor de Japón-.
Para mi sorpresa (y la de todos los que me acompañan), el monje trae tres libros míos y me pide que se los dedique. Yo aprovecho para pedirle autorización para grabar nuestra charla. El monje, que no para de sonreír, dice que sí.
- Tenemos 48 cascadas en la región -comenta-. Para llegar a ellas, es necesario tener mucha resistencia física al dolor y al cansancio. Una de las prácticas del Shugendo consiste en resistir bajo el agua helada que cae, hasta que esta limpie el cuerpo y el alma.
- ¿Fue la dificultad del camino de Kumano lo que originó el Shugendo?
- Fue la necesidad de entender la naturaleza lo que obligó al hombre a dominar el dolor e ir más allá de sus límites. Hace mil trescientos años, un monje que tenía dificultades para concentrarse descubrió que el cansancio y la superación de los obstáculos físicos podían ayudarlo en la meditación. El monje hizo este camino una y otra vez hasta morir; subiendo y bajando montañas, quedándose sin abrigo en la nieve, entrando todos los días en una cascada de aguas friísimas para meditar. Como se transformó en un ser iluminado, las personas decidieron seguir su ejemplo.
- ¿El Shugendo es una práctica budista?
- No. Son una serie de ejercicios de resistencia física que ayudan a que el alma camine junto al cuerpo.
- Si pudiera resumir con una frase lo que significa el Shugendo y el camino de Kumano, ¿cuál sería esta frase?
- Quien realiza ejercicio físico adquiere experiencia espiritual si tiene su mente fija en Dios mientras está exigiendo lo máximo de su cuerpo.
- ¿Hasta qué punto el dolor físico es importante?
- Este tiene un límite. Traspasando el límite del dolor, el espíritu se fortalece. Los deseos de la vida cotidiana pierden su sentido, y el hombre se purifica. El sufrimiento viene del deseo, no del dolor.
El monje sonríe y me pregunta si quiero ver la cascada de cerca con lo que entiendo que nuestra conversación debe darse por terminada. Antes de salir, él se vuelve hacia mí:
- No se olvide: intente ganar todas sus batallas, incluso las que traba consigo mismo. No tema las cicatrices. No tema vencer.
Al día siguiente, cuando estoy a punto de embarcar, Katsura -la joven de veintinueve años que estuvo presente desde mi primer día en Kumano- aparece en el aeropuerto y me entrega un pequeño manuscrito en japonés con algunos datos históricos sobre Kumano. Yo inclino la cabeza y le pido su bendición. Ella no vacila ni siquiera un segundo: pronuncia algunas palabras en japonés y, cuando levanto los ojos, veo en su rostro la sonrisa de una joven que eligió ser guía de un camino que nadie conoce, que aprendió a dominar un dolor que no todos van a sentir y que entiende que el camino se hace al andar, no pensando
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