domingo, 7 de abril de 2013

EL BLOC DEL CARTERO LA BULLIPEDIA,./ LA CARTA DE L A SEMANA LA IDEOLOGÍA FREUDIANA,.

TÍTULO: EL BLOC DEL CARTERO LA BULLIPEDIA,.
Embelezzia
  1. La Bullipedia

    Ferran Adrià es un genio, cosa sabida. Y como buen genio es imprevisible. Y profesionalmente ambicioso. Y aventurero. Un buen día nos ...foto,.

    La Bullipedia,.

    Ferran Adrià es un genio, cosa sabida. Y como buen genio es imprevisible. Y profesionalmente ambicioso. Y aventurero. Un buen día nos sorprendió a todos con el cierre de su restaurante en Rosas, Gerona, convertido por aquel entonces en un claro objetivo de peregrinaje mundial. Nos aclaró que se transformaría en una suerte de taller de investigación y que, al cabo de un par de años, abriría sus puertas como una fundación elBullifoundation en la que se explorarían los límites de la creatividad y tal y tal. Ignoro el mecanismo mediante el cual podremos participar de ello sus seguidores, pero bien empleado estará el tiempo si se dedica, entre otras cosas, a salvaguardar el legado histórico del restaurante y a experimentar todas las revoluciones que caben a la vez en la cabeza de este tipo envidiado y envidiable.
    Ser líder incontestable en el mundo de un sector en concreto, vengo a decir, te garantiza un número indeterminado de odios gratuitos y envidias insanas. A pesar de su carácter apacible, solidario, amable, a Ferran le ha caído en lo alto el cubo de basura habitual de los propagadores de tiña: que si es un pesetero no lo es, un mantenido por las subvenciones mucho menos aún, un explotador de talentos ajenos me da la risa o un cuentista de creación amanerada. Todo entra dentro de lo previsible. Los creadores inquietos se someten a este tipo de tensiones críticas y mucho habrá de ser el acopio de paciencia cuando sus proyectos se materialicen. Tengo especial impaciencia por asomarme a uno de ellos, a una de las dos partes de la idea general: la Bullipedia, una enciclopedia gastronómica en Internet que vendrá a ser «el hogar digital de todo lo que sabemos acerca del sabor». Es decir: historia del arte culinario occidental, recuperación de documentación histórica, conocimiento científico para desarrollar ideas, terminología, creatividad, organización y gestión de empresas, y más.
    Cuenta Adrià que en El Bulli trabajaban diariamente ochenta personas para dar de cenar a cincuenta y solamente durante seis meses al año, renovando completamente sus contenidos cada temporada. Cada año se enfrentaban a una pequeña revolución, a un total desafío, ya que cada vez era mayor la exigencia creativa. Competían con ellos mismos, en pocas palabras. Ello ha permitido un acopio de conocimientos que está muy por encima de cualquier I + D. Eso es lo que quiere compartir con la gente, las herramientas con las que trabajar, las ideas no los platos con las que confeccionar lo que quieran. Los profesionales serán quienes podrán aprovechar de veras todo ese conocimiento: no nos engañemos, nosotros los aficionados difícilmente sabremos preparar una esferificación de espárragos verdes, esa cosa tan sabrosa que aparece en la demo que ya circula por la Red. La esferificación es uno de los ejemplos, pero cualquiera de las alquimias de la gente de Adrià estará abierta a la posibilidad de cada uno. La colaboración de chefs, historiadores, químicos, científicos, universidades, talleres especiales hará de Bullipedia, una aventura descomunal.
    No sé si Adrià finalmente se aburría en El Bulli, a pesar del ingente trabajo diario, pero sí sé que este reto excitante habrá servido para que se entretenga dentro de su insultante inquietud creativa. El capítulo correspondiente a propietario de restaurante de éxito mundial queda cerrado. Ya no es ser el número uno permanente lo que le debe impulsar a levantarse y trabajar cada día, a él, un tipo raro, sencillo, sin hijos y que sigue viviendo en su barrio de siempre. El desafío es muy otro y resulta bárbaro: dejar plasmada una obra monumental que seguirá en marcha cuando no esté Adrià ni estemos los que hemos comido y admirado cualquiera de sus creaciones. El ADN de la cocina se está escribiendo y preparando en Cala Montjoi. Yo voy haciendo ejercicios por la banda por ver si soy capaz de reproducir aunque sea un huevo frito con puntillas.
TÍTULO: LA CARTA DE L A SEMANA  LA IDEOLOGÍA FREUDIANA,.

La ideología freudiana

hace 14 horas – En 1892, en colaboración con el doctor Breuer, el joven Sigmund Freud lograba curar, por medio de la hipnosis, un caso de histeria, hallando,.

La ideología freudiana

En 1892, en colaboración con el doctor Breuer, el joven Sigmund Freud lograba curar, por medio de la hipnosis, un caso de histeria, hallando de golpe en esa experiencia los elementos fundamentales de su método. En primer lugar, la existencia del inconsciente, una región del psiquismo humano que permanece oculta y cuya exploración será a partir de entonces el objeto constante de su investigación. En segundo lugar, la existencia de un trauma o causa de la neurosis, que Freud fijó en un atropello sexual sufrido a muy temprana edad y que después fue ampliando mucho, aunque conservando siempre su carácter sexual; trauma cuyo ocultamiento o censura provoca en el paciente un complejo que emerge disfrazado de neurosis. Para lograr la curación de ese mal, Freud consideraba necesaria una reviviscencia provocada que sacase a la luz el trauma psíquico infantil oculto en el inconsciente y obligase al paciente a «contrarreaccionar», permitiendo que aflorase a la conciencia. Pronto, Freud abandonaría la hipnosis, sustituyéndola por el llamado 'psicoanálisis' y elaborando una doctrina psicológica que incluye una peculiar visión antropológica.
Esta antropología freudiana, heredera del materialismo empirista y del voluntarismo pesimista, parte del presupuesto de que el hombre es un manojo de fuerzas biológicas en el que no existe lugar para el alma, y mucho menos para la acción de la gracia. Lo que en un principio fue una hipótesis terapéutica no tardó en convertirse en una especie de dogmática que ve en el hombre un ser humillado y ofendido desde la infancia, poseído por un resentimiento contra la misma naturaleza humana; y, sobre todo, contra todo aquello que, pretendiendo regularla desde afuera frenos, normas y reglas, cultura, moral y religión, la reprime y coarta. Nadie podrá negar que en las teorías de Freud existe un núcleo aprovechable, que consiste básicamente en la exploración de lo inconsciente psicológico, pero toda su visión del hombre está tarada por el prejuicio del «pansexualismo».
El papel del inconsciente como elemento determinante del comportamiento humano quizá haya sido la idea freudiana que más ha revolucionado el pensamiento occidental. Como técnica terapéutica, explorar el inconsciente se demostró beneficioso en la medida en que descubría las causas de ciertos comportamientos obsesivos que hasta entonces se consideraban incurables, mediante la confrontación con recuerdos traumáticos que llevaban sepultados mucho tiempo. Pero la dificultad ha residido siempre en saber si los recuerdos traumáticos que reaviva el psicoanálisis son auténticos o se deben a autosugestión; y también si sacarlos a la luz no puede ser en muchos casos como reabrir una herida. Sin embargo, la principal consecuencia negativa de la exploración del inconsciente ha sido la idea de que la inmensa mayoría de las faltas y errores de la gente se pueden atribuir a unas causas sobre las que se tiene poco o ningún control. Así, el psicoanálisis se ha convertido en una coartada para evitar el juicio sobre la maldad objetiva de acciones que por su naturaleza exigen un juicio adverso.
La Libido, para Freud, es una noción que desborda los límites del deseo sexual, para extenderse en torno a una amplia zona concéntrica, mal delimitada o indelimitable, que comprende por abajo todas las aberraciones del instinto y por arriba las pasiones más nobles, desde la general simpatía de los sexos hasta el noble afecto de la amistad, o incluso el mero apego al semejante. Inevitablemente, la satisfacción de esta Libido inabarcable nunca puede ser completa, al menos en lo que denominamos 'estado de civilización'. Esta visión freudiana ha ejercido una influencia notoria en la llamada 'revolución sexual', y también en una concepción del hombre en la que desaparece todo sentido de responsabilidad moral, contribuyendo a la creación de un tipo de sociedad cuya característica predominante es un progresivo desmoronamiento de sus estructuras familiares y comunitarias, de las que el psicoanalizado se emancipa dichosamente, para dar cumplimiento a sus deseos reprimidos.
La conclusión que ha extraído nuestra época de las enseñanzas freudianas es que la felicidad debe consistir en liberar al máximo estos deseos reprimidos. Algo que la realidad desmiente; pero el psicoanálisis, tal vez superado como método de análisis clínico, se ha convertido ya en ideología. Y ya se sabe que nuestra época, puesta a elegir entre las ideologías y la realidad, se queda siempre con las primeras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario