Libertad y firmeza
Creo que todos los hombres libres nos sentimos un poco ciudadanos de los Estados Unidos. Más aún, cuando apreciamos y envidiamos el ..
Creo
que todos los hombres libres nos sentimos un poco ciudadanos de los
Estados Unidos. Más aún, cuando apreciamos y envidiamos el patriotismo
de sus gentes y su firmeza en la lucha contra el terrorismo. Ante la
sangre inocente derramada, demócratas y republicanos abandonan sus
discrepancias ideológicas y hacen una piña humana bajo su Bandera. El
brutal atentado de Boston ha servido para demostrar la grandeza y la
unidad de una ciudadanía ejemplar. Aquí en España, hemos padecido
durante décadas el miserable terrorismo etarra. Cada vez que un canalla
era detenido, un obispo protestaba, algún partido político se quejaba de
la «desmedida acción policial» y ante la sangre caliente de las
víctimas, alguien decía que «algo malo habrán hecho para que los maten».
En
España, seis magistrados del Tribunal Constitucional, cumpliendo a
rajatabla las directrices del Gobierno socialista y humillando las
sentencias del Tribunal Supremo, abrieron la puerta de las instituciones
democráticas a la ETA. No sirven los camuflajes de las siglas. Bildu,
Sortu, Amaiur, Batasuna, Segi, no son otra cosa que malos disfraces del
movimiento etarra. Nadie es culpable hasta que no se demuestra su
delito, pero en España, dos altos jefes de la Policía están acusados de
colaborar con la ETA. Inexplicable situación si no estuvieran detrás de
esa traición infumable las sombras siniestras de los auténticos
culpables, de los gobernantes inductores de tamaña perversidad. ¿Se
figuran al director del FBI avisando a los hermanos Tsarnaev de los
dispositivos policiales con el fin de que escapen de la acción de la
justicia? ¿Se figuran al obispo de Nueva York o de Boston lamentándose
de la detención de los terroristas y acudiendo a consolar a los
familiares de los asesinos abandonando la tristeza y desesperación de
las víctimas? ¿Se figuran, con una mayoría demócrata, al líder
republicano quejarse de la desmedida acción policial y organizando una
manifestación en homenaje al terrorista abatido? ¿Se figuran lo que
sucedería en los Estados Unidos, si por una enfermedad de gravedad
subjetiva, fuera puesto en libertad el terrorista superviviente? ¿Se
figuran lo que el pueblo americano demandaría en el caso de que ese
terrorista puesto en libertad se paseara por los bares y restaurantes de
Boston ahogándose en potes de vino y riéndose de los familiares de sus
asesinados? ¿Cuánto duraría en la Casa Blanca un Presidente de los
Estados Unidos que propugnara el diálogo amable con el terrorismo?
¿Estaría en libertad el responsable máximo de uno de los partidos
políticos americanos después de haber reconocido que habla mucho y con
gran afecto con uno de los principales responsables del terrorismo de Al
Qaeda? En España lo hace Eguiguren, y en el PSOE están encantados con
ello. Y en España, por un complejo absurdo y medroso, el Gobierno del
Partido Popular ha puesto en la calle a un sinvergüenza canalla que ha
asesinado y torturado a decenas de inocentes. Si en España, la Guardia
Civil o la Policía Nacional, cumpliendo con su obligación, abatieran a
un terrorista armado, ya tendríamos, desde el Partido Comunista hasta la
extrema izquierda deplorando la actuación policial y llamando
«asesinos» a los miembros de las Fuerzas de Seguridad. La diferencia es
tan abrumadora y tan vergonzoso su resultado, que no nos queda otra
opción que admirar, desde la lejanía, a una nación que se une cuando su
libertad y su seguridad es amenazada o ensangrentada. ¿Se figuran a un
partidario acérrimo de los terroristas al frente de la alcaldía de
Boston gracias al complaciente permiso del más alto tribunal
norteamericano?
Los partidarios de la libertad y de la democracia
y aquellos que no lo tienen excesivamente claro se distinguen hoy en
España por sus manifestaciones. Y desgraciadamente, seguimos igual. O
peor.TÍTULO: REVISTA PANTALLA SEMANAL XL Y AHORA PESADILLA EN EL NEGOCIO,.
Y ahora... pesadilla en el negocio
Nadie ignora que las «hijas adoptivas» de Antena 3 y Telecinco –laSexta y Cuatro, respectivamente– están librando su propia pugna para,.
Nadie
ignora que las «hijas adoptivas» de Antena 3 y Telecinco –laSexta y
Cuatro, respectivamente– están librando su propia pugna para hacerse con
una parte de la tarta de la audiencia. A pocos les pasó inadvertido que
a la cadena de Mediaset le escoció el éxito de «Pesadilla en la
cocina», uno de los programas revelación de la temporada, además de
convertirse en primordial para que subieran los dígitos de índices de
audiencia de laSexta. Cuatro ha aprendido la lección. El viernes anunció
que, junto a Tom Collins Productions, ya ha puesto en marcha un
«coaching» que bebe de las fuentes de «Pesadilla en la cocina».
Los protagonistas serán pequeñas empresas que son incapaces de adaptarse a las nuevas exigencias del mercado, planes de negocio que se han quedado estancados ante la falta de un empuje definitivo, propietarios y trabajadores que padecen incomunicación, desmotivación y demás desconexiones, familias que se han jugado todo a una carta en un negocio que no levanta el vuelo... El programa de Cuatro amplía su espectro: los protagonistas no serán sólo restaurantes, tendrán cabida todo tipo de pymes.
La novedad del programa, aún sin título –tampoco se ha desvelado quién será el «coach» que dé un giro copernicano a la situación de los afectados– es que introduce un nuevo concepto: el «mentoring». Esta figura no sólo ofrece las pautas para reflotar el negocio, también realiza un acompañamiento práctico –se implica durante un tiempo en las labores organizativas y demás situaciones de la empresa– durante el proceso. «En Cuatro queremos que pequeños empresarios que caminan hacia el fracaso actúen en este momento para que sus negocios sean grandes mañana. Y lo haremos con las mejores armas de un género en el que somos pioneros», afirma Mariano Blanco, el director de Producción de Programas de Entretenimiento del canal.
Los protagonistas serán pequeñas empresas que son incapaces de adaptarse a las nuevas exigencias del mercado, planes de negocio que se han quedado estancados ante la falta de un empuje definitivo, propietarios y trabajadores que padecen incomunicación, desmotivación y demás desconexiones, familias que se han jugado todo a una carta en un negocio que no levanta el vuelo... El programa de Cuatro amplía su espectro: los protagonistas no serán sólo restaurantes, tendrán cabida todo tipo de pymes.
La novedad del programa, aún sin título –tampoco se ha desvelado quién será el «coach» que dé un giro copernicano a la situación de los afectados– es que introduce un nuevo concepto: el «mentoring». Esta figura no sólo ofrece las pautas para reflotar el negocio, también realiza un acompañamiento práctico –se implica durante un tiempo en las labores organizativas y demás situaciones de la empresa– durante el proceso. «En Cuatro queremos que pequeños empresarios que caminan hacia el fracaso actúen en este momento para que sus negocios sean grandes mañana. Y lo haremos con las mejores armas de un género en el que somos pioneros», afirma Mariano Blanco, el director de Producción de Programas de Entretenimiento del canal.
Emblema de la cadena,.
Lo cierto es que, desde sus inicios, y mucho más desde que se fusionó con Telecinco, uno de los pilares de Cuatro son los programas de «coaching», una vuelta de tuerca de los «realities», seña de identidad de la principal cadena de Mediaset.
Este género de
telerrealidad nació a finales de los ochenta en Estados Unidos al calor
del éxito de los entrenadores personales de los famosos, que se
convirtieron en estrellas televisivas. El formato suele ser muy rentable
para las cadenas, ya que el coste no es muy elevado. La clave para que
el formato se convierta en un producto atractivo para el espectador es
que tenga un punto de partida estimulante: en general se buscan personas
y/o situaciones de conflicto con el fin de que reorienten su vida. El
principal objetivo es encontrar un «coach» con carisma. En ese sentido,
entre los formatos que se han estrenado tanto en Cuatro como en laSexta,
Pedro G. Aguado («Hermano mayor») y Alberto Chicote («Pesadilla en la
cocina») han sido fundamentales para que sus programas atraigan a la
audiencia.
Hasta ahora, el género no está dando ningún síntoma de
agotamiento; al revés, es un seguro de vida para cadenas, tanto
generalistas como de la TDT, ya que tienen un aceptable «share».
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