viernes, 1 de junio de 2012

CORRUPCIÓN Y MAFIAS EN EL SIGLO DE ORO./ EL GRUPO 7:

TÍTULO: CORRUPCIÓN Y MAFIAS EN EL SIGLO DE ORO.

A finales del siglo XVI Sevilla es la capital de mundo. En la compleja y vivísima urbe, como en la Nueva York del siglo XX, conviven riqueza y miseria, delincuencia, corrupción y altruismo; el hampa de corte mafioso y el crimen de guante blanco. Un caleidoscopio que en clave de thriller y aventura desentraña Juan Gómez-Jurado (Madrid, 1977) en 'La leyenda del ladrón' (Planeta). Una trepidante intriga resuelta en 700 páginas, en la que juegan un papel crucial dos gigantes de la literatura universal: Miguel de Cervantes Saavedray William Shakespeare, a quienes el azar reúne a orillas del Guadalquivir.
«No es una novela histórica. Priman la aventura y la intriga en una narración con muchas capas, elementos del cine, del cómic y un toque al estilo de 'Los Soprano'», explica el escritor. El peso de la trama descansa en Sancho de Écija, «personaje con algo de superhéroe» y contrapunto de Clara, «esclava rebelde de mucho carácter».
Aquella Sevilla trepidante y traicionera, capital del poder y el dinero, refinada y ruin como la Roma de los césares y la Florencia renacentista, es un nido de víboras castigado por la peste en el que coincidirán Cervantes y Shakespare, fallecidos el mismo 23 de abril de 1616 según una leyenda con mucha licencia poética. «Los vemos mucho antes de que se conviertan en mitos de la literatura», advierte Gómez-Jurado. Cervantes es un comisario de abastos recién liberado de su cautiverio en Argel y Shakespeare un aventurero sin brújula ni nombre que recala en Sevilla en sus «años perdidos» entre 1587 y 1592. «Cervantes salva a Sancho de la peste cuando es un crío y Shakespeare alimenta su imaginación; marcan su vida, como Sancho marca la de los escritores, futuros genios que aún se están cocinando», anticipa Gómez-Jurado de una trama que es «más cervantina que shakespeariana». «La vida de Cervantes fue una novela mucho más grande que todas las que escribió; aquí hay más de 'Rinconete y Cortadillo' y del patio de Monipodio que de Macbeth o Hamlet», precisa.
El relato y una aplicación de realidad aumentada permiten al lector vivir virtualmente la Sevilla barroca. Oler la pólvora y la inmundicia, sentir el polvo de sus amenzantes callejuelas, los cascos de los caballos, el entrechocar de sables y crugir de navajas, su bullicio portuario con roce de cabos, jarcias, obenques y velas desplegándose en las naos que zarpan y arriban con el oro americano al puerto del Guadalquivir.
Para Gómez-Jurado la literatura es un juego de espejos entre el tiempo que se narra y el que se vive. Se recrea jocoso comparando la España del Siglo de Oro y la actual. «Son contextos muy semejantes». «A pesar de las vacas gordas, la economía estaba emponzoñada como ahora; el imperio, en quiebra técnica, debía a los bancos el aire que respiraba. La situación política era calamitosa y la corrupción galopante», enumera. «Los personajes más malvados y aprovechados de la trama son un banquero y un duque que mueven los hilos tratando de no mancharse la manos», refiere irónico.
La voluntad, el sacrificio, la imaginación y el amor permitirán al protagonista, con todo en contra, sobreponerse y salir adelante. «Es un huérfano, un ladronzuelo convertido en héroe gracias a unos encuentros que cambian su destino de rata callejera, carne de cañón para la delincuencia del patio de Monipodio». También cambia su inapelable destino Clara, «esclava y bastarda, cuya rara sabiduría le permitirá vencer al oscurantismo que anula a la mujer y la doblega; se rebela y cumple su sueño de convertirse en médica».
Ha necesitado Gómez-Jurado cuatro años para concluir su cuarta novela. Antes se ganó a pulso un hueco en el mercado internacional. Cómo Ruiz Zafón y Javier Sierra, no deja de cosechar elogios y lectores por el mundo. Tantos, que se le conoce como el Ken Follet español. «Me enorgullece la comparación y se lo dije al propio Follet, mi verdadero maestro junto a Stephen King y Arturo Pérez Reverte», dice.
 
TÍTULO: EL GRUPO 7:
 
Ángel (Mario Casas), un joven inteligente y bondadoso, aspira a ser inspector de policía. Rafael (Antonio de la Torre), en cambio, es un policía expeditivo, contundente y arrogante. Por su parte, Miguel (José Manuel Poga) y Mateo (Joaquín Núñez), forman parte del Grupo 7, un conjunto de policías sin escrúpulos, dispuestos a todo con tal de lograr sus objetivos,etc.
 

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