Aunque parezca mentira, un bando del alcalde de Trujillo, Alberto Casero, ha quitado protagonismo en la ciudad a la final de la Eurocopa. Ha causado tal revuelo que dirigentes políticos y la Policía Local han tenido que matizar la medida.
En ese polémico bando, Casero anuncia que se prohíbe el juego con balones o pelotas en la Plaza Mayor. Se debe a «las molestias que generan los niños» con esta actividad, «dada las voces y griterío que ello provoca, especialmente en las horas nocturnas». En este escrito también se detalla que este juego supone un riesgo para los usuarios de las terrazas del céntrico enclave de la población.
El regidor trujillano también prohíbe jugar con globos de agua en la fuente de la plaza. «Supone un riesgo de ser mojados para el resto de viandantes». Además, dice que genera suciedad al dejar esos globos esparcidos en el pavimento. Las infracciones a estas medidas se pueden sancionar con multas de hasta 750 euros.
Esta noticia corrió ayer como la pólvora por las redes sociales. Además, en cada uno de los foros de debate en la ciudad no se habló de otra cosa. Hubo opiniones para todos los gustos. Un vecino propone en twitter que «si gana España la final, una guerra de globos en la plaza Mayor no estaría mal». Los chistes fáciles por cuestión de las pelotas estuvieron al orden del día. Lejos de la ironía, la medida mantiene dividida a la ciudad, aunque por ahora ha tenido más detractores que partidarios.
Ante el revuelo montado en la ciudad trujillana, el equipo de Gobierno ofreció ayer una improvisada rueda de prensa. La portavoz del PP, Inés Rubio, remarcó que no se trata de una medida coercitiva o persecutoria. El objetivo es evitar los juegos con pelota más agresivos. Aseguró que si se permite ese tipo de actividad se puede incurrir en una responsabilidad patrimonial en caso de algún daño. Por ello, manda un mensaje de tranquilidad y de sentido común. Junto a Rubio, estuvo Dolores Azores, edil de Movilidad Urbana. Reconoció que ha habido múltiples quejas por los 'balonazos'. Añadió que a pesar de las recomendaciones de los agentes para evitar esas molestias, los 'futbolistas' han hecho caso omiso. Azores asegura que lo que se quiere «prohibir es jugar al fútbol en la plaza», y matiza que una norma tiene que llevar aparejada una sanción.
PSOE y IU han criticado esta decisión y han pedido que se retire. El portavoz socialista, Fernando Acero, asegura que no daba crédito a la noticia. Considera que son medidas de otras épocas. Añade que va a suponer un perjuicio para los hosteleros. El líder de IU, Joaquín Paredes, propone actividades paralelas para los más pequeños. Foto de los jóvenes jugando con la pelota en la Plaza Mayor.
TÍTULO: EL DERECHO A CRECER CON MAMÁ.
En África fallecen cada año 200.000 mujeres al dar luz. Madres que dejan huérfanos a un millón y medio de niños que crecerán solos.
LA LLAMAN en plena madrugada. Coge su bicicleta y pedalea lo más rápido que puede porque el tiempo va en su contra. Con suerte lleva un teléfono móvil. Y con algo más de suerte el aparato tiene suficiente batería. No pretende usarlo para llamar, sino para iluminar la noche africana y ayudar a una mujer a parir. Porque la han avisado que cerca del Centro de Salud de Atiriri Katione, en Uganda, yace una mujer desplomada en el suelo tras recorrer varios kilómetros. Salió de su poblado cuando sintió las primeras contracciones. Pero el camino es largo y antes de llegar al centro de salud el parto entra en una fase en la que no le queda más remedio que tumbarse en el suelo y parir. La mitad de las mujeres africanas dan a luz completamente solas.
PERO EN ESTE CASO avisan a Esther Madudu, y la matrona corre. Encuentra a la mujer, enciende el móvil y lo sujeta con la boca; necesita las manos libres para, colocar al bebé y confortar a la madre. Otra noche Madudu llega cuando el bebé ha nacido, pero está ahogándose en un pantano. Y lo salva. Otras veces la madre logra llegar al centro de salud. Si tiene suerte lo hará acompañada y un familiar podrá sujetar el suero que, en casos de extrema urgencia, porque es un bien escaso, se le administrará a la parturienta. Difícil ser matrona en África, sin recursos humanos o materiales suficientes. Auscultando al feto muchas veces con rudimentarias trompetillas. Trabajando más con el corazón y la imaginación que con el escasísimo instrumental médico.
Y AÚN ASÍ, las mujeres que pueden parir con matronas como Madudu tienen una suerte extraordinaria. Muchas de ellas se salvarán. Y sus hijos también. En el África subsahariana cada año fallecen 200.000 mujeres al dar a luz, una de cada 16 parturientas. 200.000 muertas que dejan huérfanos a un millón y medio de niños. Cada año. La mayoría de estos fallecimientos son fácilmente evitables con la intervención de una persona: la matrona.
PARA DAR a los niños africanos la oportunidad de crecer con sus madres, AMREF, la mayor organización de salud pública del continente, ha puesto en marcha la campaña internacional Stand Up for African Mothers. Su objetivo es formar a 15.000 matronas africanas de aquí a 2015. Cada una podrá atender 500 partos al año. Y aunque la falta de medios les impide hacer milagros, con este esfuerzo esperan reducir la mortalidad materna en un 25%. Es decir, salvar a 50.000 madres al año. O lo que es lo mismo, evitar que más de 700.000 niños se queden huérfanos. A nosotros, occidentales que parimos con todas las comodidades, solo nos piden una firma. Tan sencillo como entrar en su web y rellenar un formulario. Un gesto que en unos pocos segundos puede regalar a un bebé africano la oportunidad de crecer con su madre.
P. D.: Por cierto, hagan un hueco en su memoria para recordar a Esther Madudu. Es candidata al Premio Nobel de la Paz 2015 como representación de todas las matronas africanas que tantas vidas salvan. Quizá se lo den, y entonces recordarán haber leído de ella tres años antes. Y haber podido ayudar.
TÍTULO: EL DERECHO A CRECER CON MAMÁ.
En África fallecen cada año 200.000 mujeres al dar luz. Madres que dejan huérfanos a un millón y medio de niños que crecerán solos.
LA LLAMAN en plena madrugada. Coge su bicicleta y pedalea lo más rápido que puede porque el tiempo va en su contra. Con suerte lleva un teléfono móvil. Y con algo más de suerte el aparato tiene suficiente batería. No pretende usarlo para llamar, sino para iluminar la noche africana y ayudar a una mujer a parir. Porque la han avisado que cerca del Centro de Salud de Atiriri Katione, en Uganda, yace una mujer desplomada en el suelo tras recorrer varios kilómetros. Salió de su poblado cuando sintió las primeras contracciones. Pero el camino es largo y antes de llegar al centro de salud el parto entra en una fase en la que no le queda más remedio que tumbarse en el suelo y parir. La mitad de las mujeres africanas dan a luz completamente solas.
PERO EN ESTE CASO avisan a Esther Madudu, y la matrona corre. Encuentra a la mujer, enciende el móvil y lo sujeta con la boca; necesita las manos libres para, colocar al bebé y confortar a la madre. Otra noche Madudu llega cuando el bebé ha nacido, pero está ahogándose en un pantano. Y lo salva. Otras veces la madre logra llegar al centro de salud. Si tiene suerte lo hará acompañada y un familiar podrá sujetar el suero que, en casos de extrema urgencia, porque es un bien escaso, se le administrará a la parturienta. Difícil ser matrona en África, sin recursos humanos o materiales suficientes. Auscultando al feto muchas veces con rudimentarias trompetillas. Trabajando más con el corazón y la imaginación que con el escasísimo instrumental médico.
Y AÚN ASÍ, las mujeres que pueden parir con matronas como Madudu tienen una suerte extraordinaria. Muchas de ellas se salvarán. Y sus hijos también. En el África subsahariana cada año fallecen 200.000 mujeres al dar a luz, una de cada 16 parturientas. 200.000 muertas que dejan huérfanos a un millón y medio de niños. Cada año. La mayoría de estos fallecimientos son fácilmente evitables con la intervención de una persona: la matrona.
PARA DAR a los niños africanos la oportunidad de crecer con sus madres, AMREF, la mayor organización de salud pública del continente, ha puesto en marcha la campaña internacional Stand Up for African Mothers. Su objetivo es formar a 15.000 matronas africanas de aquí a 2015. Cada una podrá atender 500 partos al año. Y aunque la falta de medios les impide hacer milagros, con este esfuerzo esperan reducir la mortalidad materna en un 25%. Es decir, salvar a 50.000 madres al año. O lo que es lo mismo, evitar que más de 700.000 niños se queden huérfanos. A nosotros, occidentales que parimos con todas las comodidades, solo nos piden una firma. Tan sencillo como entrar en su web y rellenar un formulario. Un gesto que en unos pocos segundos puede regalar a un bebé africano la oportunidad de crecer con su madre.
P. D.: Por cierto, hagan un hueco en su memoria para recordar a Esther Madudu. Es candidata al Premio Nobel de la Paz 2015 como representación de todas las matronas africanas que tantas vidas salvan. Quizá se lo den, y entonces recordarán haber leído de ella tres años antes. Y haber podido ayudar.
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