Ahí es nada. Aparecen, en tapa dura muy dura, gracias al buen hacer editorial de los chicos de Suma de Letras, los secretos e historias del archivo de esa especie de Abuelita Paz belicosa, Reina Madre del Reino de Detectivedonia que es doña Agatha Christie. Segunda entrega o continuación, en realidad, de lo que ya se ha convertido una investigación en marcha de lo más sublime que una puede echarse a los ojos últimamente.
Es decir, de ese libro de cabecera para un buen número de aficionados que es 'Agatha Christie. Los cuadernos secretos', publicado en 2009. Currele máximo llevado a cabo por un bendito ratón de biblioteca llamado John Curran, archivista y experto en Christie, quien demuestra con cada tocho que saca que nadie como él para pasar el mocho por los rincones más ocultos del archivo de la mamá putativa de Hercules Poirot. Lo sé. Hay días en que me repito, cual morcilla encebollada, más de la cuenta. Pero es que no es para menos. Ahí. Es. Nada. ¡Ahí es nada!John Curran-foto-, en la Mostra de Cinema Mediterrani (Valencia), en 2010.
Por ejemplo, que su editor la convenció para cambiar el final de su primer libro, 'El misterioso caso de Styles', cambiando con ello la suerte no solo de su carrera, sino del futuro de todo el género detectives. Pues en esta joya podemos leer aquel capítulo 'perdido' en su totalidad. Un libro que, aparte de ser un viaje fascinante al universo del crimen Christie, cuenta con una historia de la señorita Marple que hasta ahora nunca había sido publicada. Su título: 'El caso de la mujer del portero'. Y no, no se trata de Sara Carbonero, por muy 'eurocopizados' que estemos.
Ahí os dejo, para que os vayáis haciendo una mínima idea del festín 'christielizado' que suponen sus 449 páginas –confieso habérmelos leído de un tirón–, algunos extractos del libro.
Que ustedes se empachen bien.
¡Cuidado ahí fuera!
Es decir, de ese libro de cabecera para un buen número de aficionados que es 'Agatha Christie. Los cuadernos secretos', publicado en 2009. Currele máximo llevado a cabo por un bendito ratón de biblioteca llamado John Curran, archivista y experto en Christie, quien demuestra con cada tocho que saca que nadie como él para pasar el mocho por los rincones más ocultos del archivo de la mamá putativa de Hercules Poirot. Lo sé. Hay días en que me repito, cual morcilla encebollada, más de la cuenta. Pero es que no es para menos. Ahí. Es. Nada. ¡Ahí es nada!John Curran-foto-, en la Mostra de Cinema Mediterrani (Valencia), en 2010.
El trabajo de Curran
Pues eso. Que inicia su investigación el bueno de John Curran en los años 20 del pasado siglo y así, cronológicamente, trata de poner orden en las cosas de Agatha mientras nos desvela un buen número de secretos que, hasta hoy, mantenía la vieja guardados bajo cuatro llaves.Por ejemplo, que su editor la convenció para cambiar el final de su primer libro, 'El misterioso caso de Styles', cambiando con ello la suerte no solo de su carrera, sino del futuro de todo el género detectives. Pues en esta joya podemos leer aquel capítulo 'perdido' en su totalidad. Un libro que, aparte de ser un viaje fascinante al universo del crimen Christie, cuenta con una historia de la señorita Marple que hasta ahora nunca había sido publicada. Su título: 'El caso de la mujer del portero'. Y no, no se trata de Sara Carbonero, por muy 'eurocopizados' que estemos.
Ahí os dejo, para que os vayáis haciendo una mínima idea del festín 'christielizado' que suponen sus 449 páginas –confieso habérmelos leído de un tirón–, algunos extractos del libro.
Que ustedes se empachen bien.
¡Cuidado ahí fuera!
Los setenta y tres cuadernos reposaban en una sencilla caja de cartón situada en el fondo de un armario; eran cuadernos de diferentes formas, tamaños, colores y estados de conservación, cubiertos de una letra trazada a lápiz, pluma y bolígrafo, amplia y a menudo ilegible; carecían de cronología, de orden, de método; pero contenían un espléndido despliegue de la imaginación.
'El asesinato de Roger Ackroyd', primera obra para la editorial Collins, causó un revuelo sin igual al publicarse, debido a que el narrador acaba resultando ser un asesino a sangre fría y un chantajista. El libro aseguró la fama y el éxito de su autora al instante e, incluso si no hubiese escrito ni una sola palabra más, su nombre aún sería recordado como reconocimiento a ese truco de magia.
Christie no se valió nunca de métodos mecánicos o científicos complejos para lucir su ingenio, y gran parte de su popularidad y accesibilidad se debe a su apego a la sencillez.
No concedía entrevistas a la radio ni a la televisión, no participaba en actos para firmar sus libros o responder preguntas de los lectores y sus apariciones públicas eran casi inexistentes.
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