"Espero que, cuando viajemos por el cosmos, no tengamos que avergonzarnos de lo que hemos hecho en la Tierra". Michel Mayor-(foto)
Este astrofísico abrió la puerta al sueño de encontrar mundos parecidosa a la Tierra.Lo hizo al descubrir hace 17 años el primer planeta fuera del sistema solar. Desde entonces, el reciente premio Fundación BBVA ha localizado más de 200. El suizo Michel Mayor conoce el universo como nadie. Ahora que las cosas por la Tierra parece que van regular, es momento de mirar hacia las estrellas.
Michel G.E. Mayor, (nació el 12 de enero de 1942) es un profesor suizo del Departamento de Astronomía de la Universidad de Ginebra.
Junto con Didier Queloz descubrió 51 Pegasi b en 1995, el primer planeta extrasolar que orbita una estrella de tipo solar. Este planeta extrasolar gira alrededor de la estrella 51 Pegasi.[1]
Después de estudiar física en la Universidad de Lausana, obtuvo su doctorado en astronomía, en el Observatorio de Ginebra en 1971. Trabajó además en el observatorio de Cambridge, el Observatorio Europeo Austral (ESO), en Chile y un observatorio en Hawái. Hasta 1998, había participado en más de 200 publicaciones científicas. Actualmente (junio de 2009) es coautor de más de 320 de ellas.[2] Desde el descubrimiento del 51 Pegasi b, Michel Mayor y su equipo se han dedicado a la labor de descubrir y estudiar más planetas extrasolares.
En agosto de 1998 fue galardonado con el premio suizo Marcel Benoist en reconocimiento a su labor y la influencia de esta en la vida humana. En 2000, fue galardonado con el premio Balzan. En 2004, le otorgaron la Medalla Albert Einstein. En 2005, recibió el premio Shaw de astronomía.
Desarrollo instrumental
En 2003, el instrumento High Accuracy Radial Velocity Planet Searcher (HARPS), del cual es investigador principal, entró en línea.Lo más reciente
En 2007, fue uno de los once científicos europeos que descubrieron Gliese 581 c, el primer planeta extrasolar en la zona habitable de una estrella. El descubrimiento fue realizado desde el telescopio de 3,6 m de la ESO situado en La Silla con el instrumento HARPS.[3] [4]En 2009, Mayor y su equipo descubrieron el planeta extrasolar más ligero conocido hasta la fecha, Gliese 581 e,etc.
TÍTULO: FAUNA: TIEMPO DE MUDA LA PIEL QUE HABITO SERPIENTE LA COBRA,.
Como un ave fénix, muchos animales renacen cada tanto de sus cenizas al desprenderse de su antigua piel para seguir creciendo. En la Antigüedad, el fenómeno era la evidencia de que era posible alcanzar la eterna juventud. El verano es el momento perfecto para contemplar este milagro.
Cobra es el nombre común de un grupo de serpientes venenosas de la familia Elapidae, en especial los géneros Naja, con unas 20 especies, y Ophiophagus, con una especie, conocidas por su aspecto amenazante y su mordedura. Habitan en zonas tropicales y desérticas del sur de Asia y África.
Es fácil reconocerlas porque despliegan una especie de "capucha" en la zona de la cabeza cuando están irritadas o en peligro. Logran hacer esto aplanando las vértebras de la cabeza.
En general, se alimentan de roedores y aves, a los que matan inyectándoles una neurotoxina a través de los colmillos. Entre sus predadores se incluyen la mangosta y algunas aves rapaces.
Cobra es el nombre común de ciertas serpientes venenosas, conocidas por su aspecto intimidante y su picadura mortal. Es fácil reconocerlas por una especie de caperuza que despliegan cuando están irritadas o se sienten amenazadas, que se forma por extensión de las costillas de la parte trasera de su cabeza. Estos reptiles viven en Filipinas, el sur de Asia y África.
La cobra real o cobra de Birmania (Ophiophagus hannah) es la serpiente venenosa más larga del mundo. El promedio de su longitud es de 3,7 m pero algunas alcanzan los 5,5 metros. Es una serpiente delgada, de color oliva o pardo, con ojos de color bronce. Vive en Filipinas, Malasia, sur de China, Birmania, India, Tailandia y la península Malaya. Su actividad es diurna y se alimenta principalmente de otras serpientes (algunas de ellas también venenosas). Su veneno es muy tóxico.
La otra cobra asiática es conocida como cobra india o cobra de anteojos (Naja naja), debido a un dibujo similar a unos anteojos que exhibe en su piel. Rara vez alcanza una longitud superior a los 1,8 metros. El ensanchamiento de la zona de su cabeza es, proporcionalmente, mucho mayor que el de la cobra real y suele ser de color amarillo o castaño. Desarrolla su actividad durante el crepúsculo y por la noche, y se alimenta de reptiles, aves y roedores.
Esta serpiente es causa de muchas muertes al año en la India, donde se le trata con respeto religioso y rara vez se le da muerte, aunque se cometen abusos tales como quitarles los dientes y presentarlas a la gente en espectáculos con flautas o trompetas.
El veneno
El veneno de las cobras, una neurotoxina, tiene un efecto devastador sobre el sistema nervioso. Con todo, gracias a la mayor disponibilidad de un antídoto eficaz, la elevada tasa de mortalidad debida a su potente veneno ha disminuido en algunas zonas de Asia.Además de morder e inyectar su veneno neurotóxico, algunas cobras como la cobra escupidora occidental escupen el veneno comprimiendo los músculos que tienen en los colmillos. Estas cobras confían más en escupir el veneno que inyectarlo. Suelen apuntar a los ojos provocando una ceguera temporal, y a veces permanente.
El veneno de las cobras se viene usando en la investigación médica debido a que contiene una enzima, la lecitinasa, que disuelve las paredes de las células, así como las membranas que rodean a los virus.
Mitología
La cobra, símbolo solar y protectora del faraón, representada como Uadyet y Uraeus, fue de gran relevancia en la mitología egipcia,etc.TÍTULO: ¿HACIA DÓNDE VA LA INVESTIGACIÓN MÉDICA?.
os premios Nobel y
"No hay que
intentar
descubrir
la pólvora,
sino mejorar
el sistema
inmunitario"
cualquier tejido del organismo.
Se ha iniciado la sustitución
de la vieja medicina de las
enfermedades por la nueva
medicina de la salud, basada
en la mejora de lo que ya existe
como el sistema inmunitario,
en la transformación de
células humanas realmente
necesarias o en incidir
sobre las estructuras
cerebrales o genéticas
recurriendo, simplemente, a
la experiencia individual.
No puedo olvidarme de
lo que me dijo un científico
no hace mucho tiempo; su
profesión consistía en identificar
aquellos países que tenían
futuro y deslindar los que no lo
tenían en absoluto. «Mi trabajo
es fácil –me dijo–, no lo tienen
aquellos que se empeñan en
los viejos esquemas agrarios
y turísticos. Lo tienen, en
cambio, los que promueven
políticas de prevención para
hacer frente a las nuevas
necesidades, así como los
que se dedican a transformar
cosas que ya tenemos como
las células madre».
n
desarrolló la investigación
llevada a cabo por el
norteamericano Richard
Alan Lerner; él ha sido el
artífice más importante de la
concepción, diseño y creación
de bibliotecas combinatorias de
anticuerpos que han permitido
ampliar el rango de acción
del sistema inmunitario.
Otro científico también
premiado recientemente en
España, aunque en un contexto
distinto, fue el médico Shinya
Yamanaka. Fue él quien
puso en marcha una técnica
para devolver a las células
adultas las propiedades de las
células madre embrionarias,
al demostrar que las células
adultas de ratón pueden ser
más necesitados a la espera
de contar con los recursos
necesarios; ahora bien,
esta generalización de las
prestaciones ha colapsado
el suministro de muchas de
ellas en el campo sanitario
o educativo o de seguridad
ciudadana, por citar solo
las más apremiantes.
La única manera de resolver
esta contradicción entre la
demanda excesiva y el colapso
causado por la falta relativa de
recursos consiste en mermar la
demanda futura de prestaciones
sociales gracias a políticas
insospechadas y revolucionarias
de prevención. Tanto el
británico Gregory Winter como
el norteamericano Richard A.
Lerner son claros exponentes
de esta nueva manera de hacer.
El bioquímico Gregory Winter
ha conseguido que el sistema
inmunitario de los humanos
no identifique como cuerpos
extraños y pueda asimilar
anticuerpos humanizados. Nadie
conoce mejor que nuestro
propio sistema inmunitario
cuáles son los peligros que
amenazan la salud y cuáles
le son beneficiosos. La gran
ventaja del trabajo desarrollado
por esos científicos consiste en
no intentar descubrir la pólvora
para sanar a una persona,
sino en concentrarse en lo
esencial, básico y conocido.
Un antiguo premio
Príncipe de Asturias
se unieron para
presentar la candidatura
del premio de Investigación
Científica y Técnica de este año.
El premio le tocó, efectivamente,
al biólogo Gregory Winter y
al patólogo Richard A. Lerner.
Estoy seguro de que mis
lectores se sentirán cómodos
con este nombramiento del
jurado científico de la Fundación
Príncipe de Asturias, porque
los premiados son claros
exponentes de lo que viene en
ciencia y en la vida cotidiana.
¿Qué es lo que viene?
Los dos galardonados han
contribuido como pocos a dos
principios que serán básicos
en la ciencia y la vida en las
décadas próximas: la revolución
inesperada en las políticas
de prevención y la mejora
del sistema inmunitario.
Veamos el primer punto.
He dicho muchas veces que
todo el mundo tenía razón a
la hora de querer generalizar
las prestaciones sociales
como la sanitaria, educativa,
de entretenimiento y hasta
de seguridad ciudadana. No
podíamos, efectivamente,
dejar al margen a los sectores
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