El arquitecto casa la magia de la luz y el agua en un complejo «transparente» que «levita» sobre la bahía y quiere ser «tolerante».
El Centro Botín, la mayor inversión privada en una infraestructura cultural, será realidad en 2014.
Santander busca su 'efecto Guggenheim' de la mano de Renzo Piano y la Fundación Botín. El genial arquitecto italiano ha diseñado y reformulado el que será el Centro Botín, una delicada y primorosa infraestructura cultural que cambiará la fisonomía y la fachada marítima de la capital cántabra y será su motor, cultural, social y económico. Botín y Piano, junto a todas las autoridades cántabras, lanzaron simbólicamente sobre el terreno la cuenta atrás para este proyecto que «levita» sobre el Cantábrico y abrirá sus puertas el 1 de junio de 2014. Supone la mayor inversión privada en un infraestructura cultural en España y quiere colocar a Santander en la primera línea del circuito mundial del arte y la cultura.
Su presupuesto es de 77 millones de euros. Es el primer gran proyecto en España de Piano, Premio Pritzker y uno de los grandes arquitectos del mundo. Generará 1.400 puestos de trabajo y contará con un presupuesto anual de 12,5 millones de euros. Vicente Todolí, exdirector de la Tate Modern, será el responsable de su programación artística.
Transparente. Tras varias modificaciones, Piano ha concebido un complejo de dos edificios prácticamente «transparentes» en los que el genio genovés de la arquitectura jugará con la magia de la luz y el agua y su reflejo en la bahía, sobre el que volarán parte de las edificaciones. Tendrá 7.000 metros cuadrados, 2.500 para exposiciones, y tres plazas públicas, una cubierta y otra con un anfiteatro para 1.000 personas. Con diversos equipamientos educativos y sociales, albergará más de 2.000 actividades anuales. La previsión es que lo visiten más de 200.000 personas al año.
Piano ha suprimido una polémica y contestada pasarela elevada que debía conectar los jardines de Pereda, el centro neurálgico de la capital, con la zona portuaria sobre la que se alzará el complejo que abre la ciudad al mar. El proyecto definitivo la suprime y soterra el tráfico del paseo de Pereda, la arteria principal de la capital cántabra, en un tramo de 200 metros. Esta actuación consumirá 15 de los 77 millones de euros presupuestados, que aporta íntegramente la Fundación Botín. «Aceptamos con humildad el debate, que es necesario», dijo Piano ante Emilio Botín y las primeras autoridades de Cantabria.
Magia y ligereza. Jugar con la luz y el agua ha sido el reto de Piano, empeñado en alzar una construcción «ligera, tolerante y que no intimide. Los museos fueron intimidantes en los 70, pero el paradigma ha cambiado», comenta Piano evocando su aventura del Pompidou: «Una máquina que fue la expresión de la rebelión y que tardó en ser aceptada, porque las innovaciones rara vez son aceptadas con rapidez». «El arte hace mejores a las personas y eso pretende este proyecto, como lo hizo el Pompidou en su día, a pesar de la polémica», dice. «Este centro será lo mismo a menor escala, un edificio para disfrutar de la vida y el arte, tolerante, porque la tolerancia debe ser una de sus cualidades. Una mezcla de educación, arte, ciencia, ecología y disfrute para los ciudadanos, que haga de la ciudad un lugar más civilizado y de mejor para su gentes», enumera.
Nácar. Su elemento más característico será su piel, configurada con 360.000 piezas de cerámica con cierta calidad nacarada. «Una epidermis con células como las humanas, con calidad de madreperla, que permitirá respirar al edificio y potenciará la magia de la luz de la bahía de modo dinámico y luminoso», anticipa Piano, que construye, entre otros proyectos, la nueva sede del New York Times. Soportado sobre pilotes en el antiguo aparcamiento del ferry, su altura será de 20 metros, para no superar la cota de los árboles circundantes. «Este enclave es mágico y queremos acentuar esa sensación suspendiendo e integrando el edificio sobre una de la bahías mas hermosas del mundo», insiste el arquitecto. «Deseamos reproducir el sentimiento de un edificio que vuela», resumió.
Motor. El proyecto de Piano devuelve a Santander un espacio vedado al uso público y ampliará de 20.000 a 40.000 metros cuadrados el espacio de los emblemáticos jardines de Pereda. Para Emilio Botín el proyecto es todo un desafío de futuro que revitalizará la región y será un activo y potente motor para su economía, su sociedad y su cultura. Un Botín que cree «ambiciosa pero posible» la cifra de 200.000 visitantes anuales. «Es el proyecto más importante de la Fundación», destacó su presidente, comprometido con la triple vertiente «social, global y local» del proyecto.
Foto.El arquitecto Renzo Piano, ayer, en Santander, en el punto donde se enclavará el Centro Botín,
TÍTULO: NOS GUSTARIA TOCAR CON EXTREMODURO, PERO NOS DA APUERO PEDIRSELO.
El próximo sábado los hermanos Muñoz vuelven a Extremadura para poner banda sonora a la Feria de San Juan de Badajoz.
Nacieron en Cornellá, pero sus abuelos, sus padres y hasta sus mujeres son extremeños. Por eso los hermanos Muñoz reconocen que para ellos siempre es especial tocar en esta tierra. «Aunque vivamos en Cataluña, nuestra cultura es 100% extremeña», asegura rotundo Jose, la mitad de 'Estopa'.
El pequeño de los 'sardinas', como los conocen en su pueblo (Zarzacapilla, Badajoz) ha crecido a la vez que el proyecto musical que comparte con su hermano David. Lejos de aquel chico tímido escondido detrás de la guitarra, Jose defiende su música y sus ideas con la misma convicción. Y suena tan auténtico como sus canciones.
-Ya que vienen a Extremadura, ¿nunca han tenido la tentación de organizar un concierto en su pueblo, Zarzacapilla?
-Nuestro pueblo es muy pequeño y la verdad es que allí vamos a otra cosa: a descansar. Allí no somos los Estopa, somos los 'sardinillas'. Nietos de Pablo 'sardinas' e hijos de Pablito 'sardinas'. Es ese lugar en el que podemos hacer un paréntesis, donde la gente nos sigue tratando igual que siempre y donde está ese imán que nos mantiene con los pies en el suelo.
-La crisis que lo empaña todo estos días no ha impedido que vuelvan 'a la carretera', ¿cuál es el secreto para seguir llenando en los conciertos?
-Creo que la gente se identifica con nuestra música y nuestras letras. Además, estoy seguro que hay un alto porcentaje de suerte. Nosotros no creemos que hagamos la mejor música, pero sí es cierto que le hemos caído a la gente en gracia. En cualquier caso, tenemos la suerte de hacer lo que nos gusta y podemos decir que siempre hemos podido imponer nuestro criterio musical a la hora de hacer una canción. Nunca hemos hecho canciones pensando en qué le gustaría al mercado o a la industria.
-En su disco del 10º aniversario tuvieron la oportunidad de tocar con muchos artistas que eran sus ídolos, ¿les queda alguien pendiente?
-Pues sí. Hemos sido grandes seguidores de Sabina, Los Chichos, Serrat, Rosendo... Gente a la que hemos crecido escuchando y con la que hemos llegado a cantar... Eso es una pasada. Pero se nos quedó en el tintero Robe Iniesta, de Extremoduro, que ha sido uno de nuestros grandes iconos. No hemos tenido la suerte de conocerle. A ver si para nuestro XX aniversario nos atrevemos a pedírselo. Pero le tenemos tanto respeto que nos da apuro. Tendremos que tirar de amigos, como Albert Pla, para intentar conocer a Robe.
-Han dicho en alguna ocasión que cuando componen buscan la palabra exacta, aunque sea incorrecta, ¿es un lujo poder hacer eso en los tiempos que corren?
-Siempre hemos dicho y escrito lo que nos ha dado la gana sin ningún tipo de temor. Sabemos que posicionarse ideológicamente o futbolísticamente te puede ir en contra, pero nunca hemos escondido ni nuestros valores ni nuestros colores. Cuando componemos, la canción tiene vida propia y si hace falta poner una palabra mal sonante, se pone. Son exigencias del guion.
-¿Siguen componiendo del sofá a la cama?
-Mi hermano y yo siempre hemos compartido habitación y como dormíamos cama con cama tenemos la costumbre... Ahora que vivimos separados cada uno compone por su cuenta, pero hay un lugar común que es la buhardilla de David. Allí tenemos dos sofás enfrentados y repetimos el ritual de siempre: nos ponemos el uno contra el otro, que así nos llegan mejor los sonidos, y hay veces que salen canciones y otras, tonterías. Pero hay que estar ahí, para que la inspiración te pille tocando la guitarra. Componer es como buscar trabajo, hay que currárselo, nadie viene a ofrecértelo a la puerta de tu casa. Por eso nosotros, cuando estamos teóricamente de descanso, echamos cada día un ratillo. Mientras la música nos siga haciendo disfrutar, seguiremos componiendo.
-Desde aquel primer disco titulado 'Estopa' de 1999, ¿qué ha cambiado y qué permanece después de casi 12 años de andadura?
-Hemos abierto nuestra mente y nos hemos metido en nuevos universos: como el electrónico. Hasta hace poco le teníamos mucho respeto por temor al 'efecto dance' pero bueno, esas tonterías ya están superadas. Porque el resultado no suena mal. Suena a Estopa, pero con algún sonidito electrónico que enriquece. Buscamos nuevos ritmos, no porque nos hayamos aburrido, sino por incluir colores bien diferenciados y eclécticos. En este último disco yo creo que lo hemos logrado más que en otros anteriores.
-Cuando leen sobre qué está pasando en la que era su empresa (SEAT), ERE, despidos... ¿es cuándo se dan cuenta de cómo les ha cambiado la vida?
-Lo cierto es que sí. La cosa está muy jodida allí. De hecho tenemos muchos amigos que se han quedado en el paro y que ya ni siquiera cobran prestación. Nos hacen ver nuestra propia realidad desde otro punto de vista. Tenemos la suerte de poder trabajar y de hacerlo en algo que nos gusta, eso en tiempos de crisis es todavía más importante.
-Y si vienen mal dadas, ¿mantienen aquello de que si la cosa se tuerce, se vuelven al pueblo?
-Seguro. Es la mejor manera de salir para adelante. Te vas allí, te montas tu huerto, compras un par de cerdos y haces la matanza para el año. Y con eso se puede ir tirando.
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