domingo, 6 de enero de 2013

DESAYUNO DE DOMINGO CON MELENDI,./ EL ARTE DE MOVER LOS HILOS,.

Melendi con Rosa Villacastin durante su entrevista para Diez MinutosTÍTULO: DESAYUNO DE DOMINGO CON MELENDI:

Entrevista

-foto--Melendi: "Mi mujer es la clave de mi transición musical y vital"

El cantante, que se ha convertido en la estrella de 'La Voz' y acaba de presentar su nuevo disco, no habla de su vida y de su familia en su entrevista más íntima.

A corazón abierto... para XL SEMANAL.

Melendi, como a otros grandes cantantes, la fama le cogió desprevenido. Era demasiado joven y la gente que tenía a su alrededor no supo poner freno a sus excesos, lo que estuvo a punto de arruinar su brillante carrera y su vida. Cuando nació Carlota, su hija mayor, tomó conciencia de lo importante que era la familia y se produjo el milagro.
Hoy, Melendi es un hombre nuevo, con una sonrisa y unos ojos cautivadores. Reconoce que su participación en el programa 'La voz' le ha devuelto las ganas de trabajar y componer canciones que recoge en su nuevo disco, titulado 'Lágrimas desordenadas'. Nos lo cuenta, a corazón abierto, en la siguiente entrevista.

Con la piraterí­a tengo un doble sentimiento. A mí­ las descargas y el top manta me han ayudado mucho en mis inicios¡.

Si digo que Melendi es un tipo serio, tal vez no me crea la gente. Quizá sea cierto eso que él dice de que la fama le ha cosido una careta. Pero es así­. Melendi un tipo serio con las cosas importantes y listo. Que da cercaní­a y con un gran sentido del humor, que le permite reí­rse de cosas que a otros acomplejan. Eso lo hace más humano y más grande.
Lo primero, Melendi, es lo primero. Y aunque seamos universitarios y tengamos fama de fiesteros y de juerguistas, tenemos educación. Me he enterado de que tu perro andaba de terapia de psicólogo, ¿Qué tal anda?
(Risas). Ya no va al psicólogo, lo va superando (risas). Lo va superando, ya está mucho mejor.
¿Y qué tal el concierto en el Madrid Arena? ¿Llenazo no?
La verdad es que todo muy bien. 5000 personas y disfruté mucho.
¿Nervioso?
Hombre, nervioso solo los quince minutos antes de saltar al escenario…
Pero eso con el puré ese de verduras que te tomas antes de los conciertos…
(Risas) Si,sí­. Con el puré de verduras, superado.
¿Y la gira en general de ¡Curiosa la cara de tu padre¡, cómo la valoras?
La gira muy bien, la verdad que estábamos ahí­ un poco a la expectativa porque el cd es mucho más distintos que los anteriores, era mucho más rockero. Estábamos esperando ahí­ a ver como lo aceptaba la gente. Y de momento muy bien tí­o, de puta madre.
Efectivamente, este cd es muy diferente, más rockero. Pero ¿cómo lo ves tú? ¿Es lo que quieres hacer?
Es que, la verdad, uno no puede decir lo que le va a salir cuando está componiendo. Al principio yo componí­a mucho con guitarra española. Y me cansé bastante.
Empecé a coger la acústica, empecé también a coger la eléctrica y, aunque los temas más o menos sean los mismos o hables un poco de las mismas cosas, el sonido cambia bastante, quieras que no.
Creo que hay que hacer las cosas como te salgan. Nosotros lo hicimos así­ y salió esto. Los discos que vengan dependerán de si cojo la española o sigo en esta lí­nea.
Hombre, yo creo que deberí­as seguir con la acústica, con la eléctrica…
Sí­, a mí­ me gusta más. Me gusta más y en el escenario y a la hora de componer las canciones estoy más cómodo tí­o.
Tienes en una de las canciones una frase que dice ¡la fama me ha cosido una careta que solo puedo quitarme en carnavales¡, ¿Qué estas reivindicando o echando en cara?
Quiero decir que desde que yo empecé han surgido sobre mí­ muchí­simos rumores, muchí­simas historias, unas ciertas y otras son mentira…
Es cierto, no estás muerto como se llegó a ver por internet…
No estoy muerto, no nada… Y bueno, lo del avión tampoco ayudó demasiado y mira, se ha creado como una especie de personaje. Se me ha cosido una careta que, como dice la frase sólo me puedo quitar en carnavales disfrazándome. Sólo puedo salir a la calle sin que me enfoquen en carnavales.
También ha salido ¡Aún más curiosa la cara de tu padre¡, un doble cd en el que incluyes todos los temas de ¡Curiosa la cara de tu padre¡ más un segundo cd en el que metes tres temas nuevos y luego te da por versionar otros seis. ¿Cómo te dio? Porque has escogido canciones de James Blunt, Juan Luis Guerra, Rosana…
Sí­… La verdad es que esto surge en la web [www.melendi.tv]. Yo siempre canto mis canciones y a la gente le apetecí­a verme versionar alguna canción. Y yo tampoco querí­a versionar algo con lo que he crecido, algo de Extremoduro, Platero…algo que no me hubiera costado mucho llevarlo a mi terreno y que hubiera sonado, más o menos parecido. Me apetecí­a hacer algo distinto. Otro estilo.
Lo que también haces, y ahora tienes una con Pignoise que está funcionando muy bien, son colaboraciones. ¿Amigos de la música?
Sí­ las colaboraciones yo creo que solo funcionan cuando es una cuestión de piel y hay gran amistad y de ahí­ surge algo que se ve natural. Que haya feeling de verdad. Hacer una colaboración, como a veces pretenden las compañí­as, sin conocer una persona… es muy difí­cil. Juntarte en el estudio y que todo salga bien… muy difí­cil.
Ahora que hablas de compañí­as… ¿Qué tal ves el mercado discográfico Melendi?
Ostia (risas), muy jodido hermano.
Jodido, pero no para ti…
(Risas) Jodido para todos. Ten en cuenta que aunque yo siga ahí­, se venden un 30% menos de discos cada año.
Pero tú fí­jate los conciertos que das: en Leganés 15.000 personas; al dí­a siguiente en Xátiva, 10.000; en el Madrid Arena, 5000…
Sí­, los conciertos es lo que nos mantienen vivos. Y de hecho, yo siempre tengo un doble sentimiento con el tema de la piraterí­a porque reconozco que a mí­ me ha ayudado mucho. Yo empecé con una compañí­a muy pequeña, Carlitorecords. No tení­amos dinero para nada, macho. Y entonces a mí­ las descargas y el top manta… me ayudaron bastante.
De hecho, en una canción de tu último disco, dices que tu disco está entre el de Paulina y Il Divo.
Sí­ señor, ahí­ estoy: entre Paulina y Il Divo.
Hemos hablado antes de rumores que te acompañan y eso… Aún así­ intuyo que tú sabes algo de brotes verdes… A los polí­ticos que hablan de brotes verdes en la economí­a, de todo esto… ¿Qué canción le dedicarí­as tú a la polí­tica actual?
Bueno… (risas) a la polí­tica actual. Joder me pillas un poco… ¡Los Premios Pinocho¡ tal vez, ¿no? (risas)
Sí­, sí­. Esa es buena porque además ahí­ va la sorpresa del disco.
Sí­ la última canción que incluimos y va a continuación, en la misma pista, que la de ¡Los Premios Pinocho¡.
Además de esa canción, también hiciste un himno para el Oviedo. No te olvidas de tu tierra Melendi.
Joer, esque la tierra es difí­cil de olvidar, tí­o. He pasado ahí­ veintiún años de mi vida y son muchos amigos, la familia… son muchas cosas las que allí­ dejas. Y el Oviedo es el club de mis amores. Soy socio desde los cuatro años.
Ahora por dónde andas. Por Vallecas, Moratalaz… porque también hay un montón de rumores sobre dónde vive Melendi.
Joer… esque yo he vivido en muchos sitios. Primero fue Vallecas que me fui a vivir enfrente del colegio Tajamar. Luego me fui a Moratalaz, metro Vinateros. Y de allí­, ahora, ya me vine a Boadilla.
Aaaah, bueno, ahora ya estás con los ricos…
Si eeeh (Carcajadas)… no te creas, no te creas.
Y ya, para ir terminando, te voy a preguntar por esa canción que tienes que se llama ¡Carlota¡. Háblanos de tu parte más personal, de lo que más valoras… y que digamos ¡joder, Melendi es tu tí­o con corazón y sentimiento¡.
Hombre, joder, yo creo que todo el mundo que tiene una hija sabe de lo que hablo. Una hija te cambia totalmente la vida. Poco a poco te la cambia total y absolutamente.
Para mí­ es lo más grande que hay, macho.
La   última pregunta, por ser la última, va a ser un poco cabronceja…
A ver… (risas)
¿Vas a escuchar el nuevo disco de Pereza o no?
Claro hombre… (duda)
Como se llama ¡Aviones¡…
(Carcajadas) ¡Qué cabrón! Si hombre, los escucharé (risas). Siempre los escucho. Me gusta mucho lo que hacen, además.
Pues nada Melendi, a nosotros también nos gusta mucho la mayorí­a de las cosas que haces tú y te deseamos que tengas mucha suerte en lo que te queda de gira. Nada, y sigue con tu guitarra acústica haciendo discos como el último.
Muchí­simas gracias, tí­o.

Su desayuno es el siguiente tostada con mantequilla con un café con leche y también uno cereales de miel,.

TÍTULO: EL ARTE DE MOVER LOS HILOS,.

 Es realmente extraño —sonrió Olivia— que en un tiempo
en el que todo el mundo invierte imaginación y tanto
dinero en organizar los momentos relevantes de su vida,
ya sea un cumpleaños, una boda, un bautizo o cualquier
otro tonto aniversario, nadie excepto yo piense en poner
igual cuidado en preparar la escenificación del hecho más
trascendental de todos, su muerte.»
—O mejor dicho, mi asesinato —añadió en voz alta, y
volvió a sonreír antes de decirse que si uno de sus mayores
méritos en esta vida había sido organizar y escenificarlo
todo con éxito (sus cinco matrimonios, sus amistades, así
como no pocos amores clandestinos) ahora, llegado el
momento, iba a planear también su mutis final cuidando
cada detalle.
«¿Quién dijo aquello de que el asesinato es una de las
bellas artes?» En su caso lo sería. Seguro.
«¡Santa Madonna, Oli! Hay que ver cómo te gusta hacerte
la interesante. Nadie celebra su muerte y menos aún su
asesinato. Qué típico de ti es este discursito tan provocador;
por lo que veo, sigues siendo capaz de cualquier cosa con
tal de escandalizar a quien tengas delante.»
Seguramente algo parecido a esto habría dicho Flavio,
su marido, acompañando la frase con un jettatore, jettatore!
y con un gesto de índice y meñique extendidos en el aire
como buen napolitano supersticioso que era. Pero no
había nadie delante, estaba sola. Flavio se había ido para
siempre. No sólo le había pedido el divorcio sino que además
había tenido la imperdonable descortesía de arruinarse
(y de verdad, no de forma ficticia como tantos de
sus amigos ricos durante la crisis). Arruinada y plantada
como una lechuga. O como un manojo de rúcula, que es
más fino e italiano, pero igualmente patético.
«¡Olivia, por amor de Dios! ¿Organizar tu propio asesinato?
¿Pero de qué demonios estás hablando? Además,
¿quién va a querer hacerte daño a ti, si todo el mundo te
adora? Sí, ya sé que te gusta dártelas de bruja y de adivina,
pero por mucho que te empeñes, lo cierto es que nadie
sabe cuándo va a morir. Es uno de los pocos consuelos que
tenemos en este valle de lágrimas. “Velad, pues no se conoce
el día ni la hora.”»
Y esto último (seguramente con las manos juntas como
en una plegaria) habría dicho su hermana Ágata de estar
ahora presente. La pobre Agatita, que era dos años menor
aunque pareciera cuatro o cinco mayor que ella. «Velad,
pues nadie conoce, etcétera.» Ágata era la culta de la familia,
la profesora de Lengua, igual hablaba de literatura que
de filosofía, de arte o, por qué no, de Historia Sagrada,
como en este caso. Muy leída su hermana, pero descuidaba
los detalles. En realidad ése había sido su mayor problema
en la vida, no poner atención a los matices y así le
había ido. Por eso, si la buena de Ágata hubiera estado
delante diciéndole que era imposible saber cuándo va uno
a morir, Olivia le habría replicado que no, que incluso la
cita bíblica que acababa de usar servía en realidad para
darle la razón a ella, puesto que no había más que poner
atención a cada una de sus palabras. «¿No te das cuenta,
tonta? —le habría explicado Olivia a continuación con su
mejor sonrisa de hermana mayor—. La misma frase lo dice
todo: “Velad”; en otras palabras, mantened los ojos bien
abiertos, ved. Antes de que se produzca una muerte existen
siempre indicios, avisos, premoniciones, sólo que nadie
repara en ellos hasta después del desenlace. ¿Me equivoco
acaso? Una vez que ha sucedido una tragedia, todos comprenden
que el finado sabía perfectamente lo que iba a
ocurrir. “Esta mañana se despidió de mí como si se fuera
para siempre”, llora el trastornado padre cuando le dicen
que su hijo ha muerto en carretera. “Me llamó desde el
aeropuerto sólo para decirme que me amaba”, recuerda
la desconsolada esposa cuando le notifican que su marido
está entre los desaparecidos de un accidente aéreo. Es
cierto. Todos los que van a morir lo saben, la única diferencia
es que yo lo sé con más tiempo, con varias semanas
de antelación, por eso quiero planear bien las cosas.»
Olivia encendió un cigarrillo, el segundo de la mañana,
y miró a su alrededor. Ella nunca había sido una persona
nostálgica pero, de no morir muy pronto, no tendría más
remedio que abandonar todo lo que ahora la rodea y que
tanto ama, como esta casa de Andratx, en Mallorca, que
ha ido creando habitación por habitación, igual que una
obra de arte. No le quedaría más remedio que mudarse a
otro lugar infinitamente más modesto, más «acorde con
sus nuevas circunstancias». Dicho de otro modo, deberá
empezar de cero con cuarenta y tantos años y malvivir en
estos tiempos de catástrofe.
Bueno —se convence ahora exhalando el humo de su
cigarrillo muy despacio—, partir es morir un poco, según
dicen. Y divorciarse de un hombre arruinado es algo bastante
similar aunque… qué más da eso ahora, ni de abandonar
las cosas que más ama, ni de su indeseado divorcio
tiene que preocuparse ya. La muerte tiene al menos esa
ventaja, libera a uno de todo, adiós problemas.
De lo que sí ha de preocuparse, en cambio, es de aquello
de lo que se ocupan los que saben que su fin está próximo.
Y eso cada uno lo hace a su manera. Los hay que
prefieren dedicar el tiempo que les queda a poner su alma
en paz con Dios y con sus seres queridos. Existen también
los amantes de las puestas en escena, esos que planifican
al detalle su partida eligiendo hasta la música que quieren
para su funeral (Mendelsson para el introito, Beethoven para
la despedida…). O bien, en el caso de no ser creyentes,
seleccionan los versos (a veces Benedetti, otras Lorca, casi
siempre Jorge Manrique) que desean se reciten ante su
tumba llena de flores. Los hay por fin con vocación de
médium que dejan cartas para ser abiertas cuando estén
en el Más Allá; pero nada de esto piensa hacer Olivia. Su
plan, en realidad, no es para el más allá sino para el más
acá. No para después de morir sino para antes.
¿Y cómo se planifica una muerte? ¿Cómo organiza uno
su propio asesinato?
Bueno, se hace del mismo modo en que ella lo ha
hecho todo en la vida, moviendo hilos, manejando a las
personas como un buen maestro de títeres. «Y para eso
—se dice—, lo primero que tengo que hacer es convocar
a mis posibles asesinos a pasar unos días conmigo, mandar
media docena de invitaciones a tan particular aquelarre.
Ya tengo un par de ellas a medio redactar, a ver, ¿dónde
las he puesto?»
Olivia se dirige hacia su escritorio, que está situado
frente a la ventana, de tal modo que cuando trabaja puede
mirar hacia el exterior. Desde allí alcanza a ver el jardín
que desciende en cuesta hacia el mar festoneado de pinos.
Sobre el escritorio hay dos fotos, una de una niña con
un bebé en brazos. La otra de un velero con todas sus velas
desplegadas. Sparkling Cyanide alcanza a leerse en la popa.
El nombre de aquel barco, que a fin de mes dejará también
de pertenecerle como todo lo demás puesto que está
embargado, tiene para Olivia un significado secreto y ella
lo había elegido sacándolo de las páginas de un libro. Así
se llama una de las novelas más famosas de Agatha Christie.
La idea de copiar su muerte o su asesinato de alguno de
los libros de una de sus autoras favoritas parecería más
propio de su intelectual hermana, que se llama igual que
la Christie, casualidades que tiene la vida. Sólo que su
hermana con toda probabilidad hubiese elegido inspirarse
en una novela más sesuda, una de Virginia Woolf, por
ejemplo. «Mi querida hermana. ¿Qué será de su vida? Hace
tanto tiempo que no tengo noticias suyas», se dice Olivia,
pero lo cierto es que le han pasado demasiadas cosas últimamente
y ninguna buena como para pensar en Ágata.
Olivia revuelve ahora su escritorio en busca de las invitaciones
y por fin las encuentra donde las había dejado la
noche anterior, en el cajón de la derecha. Entonces, ya
con la primera de ellas en la mano, se detiene unos segundos
para repetir una vez más aquel nombre: Sparkling
Cyanide, «Cianuro espumoso».
Que la vida imite al arte o a la literatura no es nada
nuevo, ocurre con frecuencia, pero para que la imitación
salga perfecta es preciso ayudarla un poco y eso depende
de la destreza del director artístico. «En otras palabras
—sonríe Olivia una vez más— depende enteramente
de mí.»
Abre un sobre, extrae la tarjeta que hay dentro y lee:
Olivia Uriarte tiene el placer de convidarle a… Se detiene por
segunda vez. Por supuesto no tiene intención de escribir
sobre la línea punteada que hay a renglón seguido «a su
muerte» ni mucho menos a «su asesinato», sería absurdo. Es
preferible que la invitación mencione otro motivo para la
convocatoria, como su reciente divorcio, por ejemplo. Sí
¿por qué no? ahora muchas personas celebran sus separaciones
casi tanto como sus matrimonios e invitan a sus
amigos a una gran fiesta o a pasar un fin de semana. Es la
excusa perfecta. ¿Y quiénes serán los convidados que elegirá
para tal reunión? Su hermana Ágata (que por supuesto
será una de ellos) seguro que se escandalizará cuando
vea la elección que ha hecho. ¿Pero a quién invita uno a
su asesinato sino precisamente a las personas que más
deseos tienen de cometerlo?
«En esta vida hay que saber elegir bien a los amigos
pero mejor aún a los enemigos». Algo así le había oído
mencionar hace años a Ágata que decía Oscar Wilde. Olivia
no ha leído ninguna de sus obras, pero no puede estar más
de acuerdo con él. Hay que ser muy cuidadoso, y precisamente
eso es lo que había procurado al cursar aquellas
invitaciones: elegir bien a cada uno de sus convidados. En
otras palabras, a las personas que más la odiaban.
—… O a las que más me aman —dice ahora en voz alta
mientras humedece y cierra el sobre destinado a su hermana
menor.
«Porque ¿acaso no es una obviedad decir que una cosa
y otra son caras de la misma moneda?»

 

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