Montserrat Domínguez afronta su nueva aventura periodística con una ilusión que no puede disimular. Guiada por esa curiosidad que es vitamina para los periodistas, dice que de nuevo toca aprender, una de las maravillas que ofrece el oficio. “Tengo la sensación de que esto va a pitar”, desliza, sentada en su nuevo despacho, situado bajo la redacción central de EL PAÍS.
Está ilusionada con la idea de poner en marcha un medio volcado en los lectores: “El espíritu de The Huffington Post implica crear comunidad; no solo interesa que se lean las noticias; también que se muevan por la Red, que se comenten, que se compartan. Este será un lugar en el que debatir y en el que al lector se le escucha”.
La periodista madrileña, de 48 años, confía en la fórmula del llamado splash del HuffPo, esa portada que apuesta por un tema a todo lo ancho, con gran foto y titular llamativo: “Hay otra manera de contar las cosas, más fresca, más directa, sin complejos, casi como un puñetazo, a veces”.
En Estados Unidos, el HuffPo está más bien alineado con el Partido Demócrata. En España, dice Domínguez, la línea editorial es clara: “Somos un medio progresista y creemos en una democracia cada vez más ciudadana y cada vez más participativa”.
Están dispuestos a romper con algunos mitos y no dudarán en agregar contenidos de otros medios. No hay demasiada tradición entre los medios generalistas españoles de enlazar a contenidos de otras publicaciones de la competencia. “Cuando veamos un trabajo que a nuestro juicio, merece la pena mostrar, enlazaremos directamente. Tiene el inconveniente de que tu tráfico lo transfieres, pero creo que ganas credibilidad; tus lectores saben que tú les das lo mejor que has encontrado”. Enlazarán a cualquier medio “sin complejos”, dice, ya sea este EL PAÍS, Abc o El Mundo.
El Huffington Post arranca en España envuelto en polémica. Desde que Domínguez informó de que no se pagaría a los blogueros, las redes sociales se incendiaron. La exdirectora de A vivir que son dos días asegura que ya hay grandes medios que no pagan a sus blogueros. Sostiene que en su redacción se paga a los periodistas, pero que “para mucha gente, publicar en un medio como este es una oportunidad valiosa y única de llegar a más gente”. Y sentencia. “Antes solo escribíamos unos pocos y ahora escribe todo aquel que quiere comunicar, contar, compartir sus experiencias. Hay mucha gente que escribe de cosas que le apasionan. Y muchos lo hacen muy bien”.
Está ilusionada con la idea de poner en marcha un medio volcado en los lectores: “El espíritu de The Huffington Post implica crear comunidad; no solo interesa que se lean las noticias; también que se muevan por la Red, que se comenten, que se compartan. Este será un lugar en el que debatir y en el que al lector se le escucha”.
La periodista madrileña, de 48 años, confía en la fórmula del llamado splash del HuffPo, esa portada que apuesta por un tema a todo lo ancho, con gran foto y titular llamativo: “Hay otra manera de contar las cosas, más fresca, más directa, sin complejos, casi como un puñetazo, a veces”.
En Estados Unidos, el HuffPo está más bien alineado con el Partido Demócrata. En España, dice Domínguez, la línea editorial es clara: “Somos un medio progresista y creemos en una democracia cada vez más ciudadana y cada vez más participativa”.
Están dispuestos a romper con algunos mitos y no dudarán en agregar contenidos de otros medios. No hay demasiada tradición entre los medios generalistas españoles de enlazar a contenidos de otras publicaciones de la competencia. “Cuando veamos un trabajo que a nuestro juicio, merece la pena mostrar, enlazaremos directamente. Tiene el inconveniente de que tu tráfico lo transfieres, pero creo que ganas credibilidad; tus lectores saben que tú les das lo mejor que has encontrado”. Enlazarán a cualquier medio “sin complejos”, dice, ya sea este EL PAÍS, Abc o El Mundo.
El Huffington Post arranca en España envuelto en polémica. Desde que Domínguez informó de que no se pagaría a los blogueros, las redes sociales se incendiaron. La exdirectora de A vivir que son dos días asegura que ya hay grandes medios que no pagan a sus blogueros. Sostiene que en su redacción se paga a los periodistas, pero que “para mucha gente, publicar en un medio como este es una oportunidad valiosa y única de llegar a más gente”. Y sentencia. “Antes solo escribíamos unos pocos y ahora escribe todo aquel que quiere comunicar, contar, compartir sus experiencias. Hay mucha gente que escribe de cosas que le apasionan. Y muchos lo hacen muy bien”.
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