Solo faltaba el 'cuervo' para aumentar la presión sobre el cónclave.
Estaba en el guion que tarde o temprano, mientras el caso 'Vatileaks' agita las
reuniones previas, asomaran los famosos 'cuervos' del Vaticano que entre enero y
mayo de 2012 filtraron papeles reservados y llevaban diez meses desaparecidos.
Lo hicieron ayer, al día siguiente de que la vieja guardia de la Curia y el
'partido romano', que aspira a colocar un Papa inmovilista y dócil a sus
intereses, hiciera una demostración de fuerza: imponer el silencio a los
cardenales de Estados Unidos, que con sus inéditas ruedas de prensa piden
transparencia, quieren saber la verdad sobre 'Vatileaks' y lideran un sector que
exige reformas con un Pontífice no italiano.
La gran batalla que desemboca en el cónclave es por elegir un Papa
que limpie o uno que tape -las dos almas que chocan en la Iglesia- de la
pederastia al IOR, el banco vaticano. Y la persona que ayer se identificó como
un 'cuervo' en una entrevista a La Repubblica recordó que están del lado de la
regeneración, a la espera de lo que ocurra y con la amenaza de sacar nuevos
papeles a la luz si esto no cambia en serio. El cónclave cada vez está más
crispado y en medio de un deseo general de debate e información de los
cardenales, con una larga lista de espera para hablar en las congregaciones
generales, ayer tampoco se decidió cuándo comenzará a pesar de estar ya todos
los electores: el cardenal vietnamita se incorporó por la tarde. Es otro síntoma
de la tensión interna, porque en teoría había un consenso general para anticipar
el cónclave, dado que Benedicto XVI anunció su dimisión con mucha antelación, el
11 de febrero.
Por eso accedió a emitir un decreto que modificaba las reglas y
autorizaba a adelantar la elección. Pero pasan los días y nada. Quizá no había
tal consenso, sino un deseo de la Curia de acelerar los tiempos para imponer sus
esquemas a los extranjeros que llegaban a Roma despistados y desorganizados. Es
más, ahora les empujaría también el temor a nuevos escándalos antes de
encerrarse en la Sixtina. Con todo, se espera que la fecha se fije hoy y ahora
se apunta al martes como el día más probable. Que a fin de cuentas serían solo
tres días antes de lo marcado en las reglas.
«Somos más de veinte»
En este clima ya enrarecido ha irrumpido el 'cuervo'. Repite lo que
ya dijo el mayordomo de Benedicto XVI, Paolo Gabriele, 'Paoletto', detenido en
mayo: «Somos más de veinte personas de la Santa Sede y hemos filtrado documentos
para desencadenar una operación de limpieza en la Iglesia». En resumen, si hay
que creerles, no se han ido, vigilan el cónclave y pueden volver a liarla. La
pieza clave del juego es el informe secreto sobre 'Vatileaks' que encargó el
Papa en abril de 2012 a tres cardenales 'detectives', mayores de 80 años y fuera
del cónclave, dirigidos por el español Julián Herranz, del Opus Dei.
Mientras 'Paoletto' era procesado en un juicio que fue una pantomima
para dejarle como único culpable y cerrar el caso en falso, los 'detectives'
investigaron a fondo con decenas de interrogatorios, cardenales incluidos.
Gabriele fue condenado, indultado y hasta le buscaron un trabajo en un hospital
vaticano porque no podían dejarle en la calle con todo lo que sabía. Los tres
cardenales entregaron al Papa un informe secreto de 300 páginas el 17 de
diciembre. Era «tan demoledor», según la prensa italiana, que habría pesado en
su renuncia. La Repubblica aseguró hace dos semanas que hablaba de un 'lobby'
gay en el Vaticano y de chantajes a prelados homosexuales.
Mientras el secretario de Estado, Tarcisio Bertone, atacaba a la
prensa por intentar «condicionar» el cónclave con «noticias falsas», los
cardenales extranjeros llegaban a Roma alarmados y empezaban a preguntar por el
informe. En una de sus últimas audiencias privadas Benedicto XVI recibió a los
tres 'detectives', alabó su trabajo y optó por meter el dossier en su caja
fuerte para que el próximo Papa decida qué hacer. Se acordó que Herranz y sus
dos colegas podían explicar su contenido al resto de cardenales de forma
general. Sin embargo estos días ha habido varias peticiones en ese sentido en
las asambleas y las respuestas de Herranz han sido de tal vaguedad que habrían
causado indignación entre algunos purpurados.
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