La mala fama de la caza
Óscar Garriga, presidente da Asociación Galega de Clubes e Cazadores de Caza Maior de Galicia
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Después de ver el cartel de la Dirección Xeral de Montes, en el que se
reflejaba que los cazadores éramos una de los causantes de los incendios,
alegando que los provocamos para facilitarnos el paso por el monte, además de
otros temas que van saliendo estos días, nos viene de nuevo a la mente la eterna
pregunta de ¿por qué tiene la caza tan mala fama e imagen en nuestro
país?
Este cartel es paseado por cuanto sarao ferial tenga a bien la Dir. Xeral de Montes montar su "estand".
La falta de respeto mostrada a nuestro colectivo arranca, las más de las veces, de la opinión de un vigilante al rellenar la casilla donde el impreso interroga por la causa del incendio. Este buen funcionario, en más de una ocasión, ha puesto bajo el científico método de su criterio: "La Caza".
Este mismo baremo serviría para criminalizar, a tenor de las estadísticas de las detenciones, al colectivo de señoras mayores, generalmente de luto y de religión católica. Puesto que con estas características se han dado abundantes casos.
Últimamente estamos observando cómo somos el blanco de una gran parte de la sociedad que detesta la caza y que no duda en lanzarnos acusaciones indiscriminadamente, negando que sea una actividad absolutamente necesaria para el buen desarrollo de los entornos naturales y el equilibrio entre especies y su conservación. Todos sabemos que nadie mejor que nosotros conoce la naturaleza y los animales que la habitan, pero la pregunta, antes de intentar buscar las formas de revertir esta situación, es ¿qué estamos haciendo mal?, ¿cómo hemos llegado a este punto?, ¿y hasta qué punto somos nosotros mismos los culpables de ello?
Estamos siendo la diana de organismos políticos y de la sociedad en general, y por desgracia, en la mayoría de los casos, apoyan esta causa por puro desconocimiento, ya que reducen su visión de la caza a matar animales indefensos. Otro de sus argumentos es que matamos animales solo por su trofeo y nos hacen culpables de actividades con las que no tenemos nada que ver como el furtivismo, etc.
En el último Observatorio Cinegético, la administración ha reconocido que la actividad cinegética en Galicia, debería considerársela de interés público y social. Un solo año sin cazar los excedentes convertiría el agro gallego en un erial incultivable. Esta ponencia fue explicitada por la "Fundación Félix Rodríguez de la Fuente". Algo podrá enseñarles esta organización pionera del ambientalismo en España a muchos neoverdes incrustados en las administraciones. Deberían tomar nota de ello.
Este cartel es paseado por cuanto sarao ferial tenga a bien la Dir. Xeral de Montes montar su "estand".
La falta de respeto mostrada a nuestro colectivo arranca, las más de las veces, de la opinión de un vigilante al rellenar la casilla donde el impreso interroga por la causa del incendio. Este buen funcionario, en más de una ocasión, ha puesto bajo el científico método de su criterio: "La Caza".
Este mismo baremo serviría para criminalizar, a tenor de las estadísticas de las detenciones, al colectivo de señoras mayores, generalmente de luto y de religión católica. Puesto que con estas características se han dado abundantes casos.
Últimamente estamos observando cómo somos el blanco de una gran parte de la sociedad que detesta la caza y que no duda en lanzarnos acusaciones indiscriminadamente, negando que sea una actividad absolutamente necesaria para el buen desarrollo de los entornos naturales y el equilibrio entre especies y su conservación. Todos sabemos que nadie mejor que nosotros conoce la naturaleza y los animales que la habitan, pero la pregunta, antes de intentar buscar las formas de revertir esta situación, es ¿qué estamos haciendo mal?, ¿cómo hemos llegado a este punto?, ¿y hasta qué punto somos nosotros mismos los culpables de ello?
Estamos siendo la diana de organismos políticos y de la sociedad en general, y por desgracia, en la mayoría de los casos, apoyan esta causa por puro desconocimiento, ya que reducen su visión de la caza a matar animales indefensos. Otro de sus argumentos es que matamos animales solo por su trofeo y nos hacen culpables de actividades con las que no tenemos nada que ver como el furtivismo, etc.
En el último Observatorio Cinegético, la administración ha reconocido que la actividad cinegética en Galicia, debería considerársela de interés público y social. Un solo año sin cazar los excedentes convertiría el agro gallego en un erial incultivable. Esta ponencia fue explicitada por la "Fundación Félix Rodríguez de la Fuente". Algo podrá enseñarles esta organización pionera del ambientalismo en España a muchos neoverdes incrustados en las administraciones. Deberían tomar nota de ello.
TÍTULO: LA MODA DEL VELO:
La moda del velo, por Cristina Morató. Cristina Morató escribe para MujerHoy. com Cristina Morató, escritora y periodista: "En una región casi,.
Se llama Yasmine Mohsen es
modelo y presentadora de televisión egipcia y, a su manera, está
protagonizando una auténtica revolución. Esta atractiva joven de 26 años y
esbelta figura decidió un buen día llevar el “hiyab”, o pañuelo islámico, a la
pasarelas. Para Mohsen fue muy difícil convencer al público egipcio, bastante
conservador y religioso, que una chica con velo podía ser modelo. Tras
sortear muchos impedimentos, ahora organiza en su país desfiles de moda a la
occidental, con modelos que llevan el “hiyab” como parte de su atuendo.
Ella misma causó un gran revuelo cuando comenzó su carrera siete años atrás,
apareciendo con pañuelo en varios anuncios comerciales. Su rostro es muy
conocido en los canales internacionales jordanos, iraquíes y en los de los
Emiratos Árabes, donde trabaja como presentadora de programas sociales. Sin
embargo, no ha podido cumplir su sueño de presentar programas en la televisión
egipcia, que sigue mostrando reservas a la hora de contratar presentadoras
veladas.
Cuando le preguntan a Yasmine el porqué de su empeño en llevar el “hiyab” a las pasarelas, ella responde que cada vez hay más chicas veladas en los países árabes y por eso alguien las tiene que representar en el mundo de la moda. Sin embargo, su iniciativa ha recibido muchas críticas de los sectores más reaccionarios y las autoridades religiosas, que la acusan de querer imponer “el islam a la americana”. Para los creyentes, el “hiyab” no es solo un trozo de tela sino un símbolo que marca unas normas de conducta en público basadas en el recato y la decencia.
Yasmine, que recibe a diario amenazas e insultos, incluso por parte de mujeres, se defiende diciendo que todo lo nuevo da miedo y que hay muchas maneras de entender el islam. Está convencida que hay que dar un paso adelante “se pueden conservar las costumbres cambiando las formas y respetando la tradición musulmana”. Entre la gente que acude a sus desfiles hay opiniones para todos los gustos. En general, las adolescentes están encantadas porque llevan el pañuelo como un accesorio más en el vestir, a juego con su blusa o los zapatos. Pero los hombres piensan que el “hiyab” es incompatible con desfilar con vaqueros ajustados, zapatos de tacón alto y el rostro maquillado.
No está dispuesta a ceder ante las críticas y, además de diseñadora de velos, tiene una escuela de modelos donde enseña a decenas de chicas que llevan “hiyab” a desfilar a la manera occidental. Esta ambiciosa joven aspira a tener su propia marca internacional “como Dior, Chanel o Dolce & Gabbana, para los diseños de ropa y velo islámico”. Y lamenta que hasta el momento ninguno de estos diseñadores internacionales tenga una línea de moda islámica. Mientras ese día llega, Yasmine Mohsen vende por internet todo tipo de ropa diseñada por ella para las “muhayabat” (chicas veladas) que quieren ir a la última sin renunciar a esta prenda. La polémica está servida porque son muchas las voces que se levantan contra el uso del velo que se asocia con la innegable discriminación que sufren las mujeres en estos países.
P. D.: Considerado a menudo en Occidente como un símbolo de opresión y discriminación de la mujer musulmana, el velo islámico es objeto de debate entre las propias mujeres árabes, que dividen su actitud entre el rechazo, la tolerancia o su uso reivindicativo como seña de identidad.
Cuando le preguntan a Yasmine el porqué de su empeño en llevar el “hiyab” a las pasarelas, ella responde que cada vez hay más chicas veladas en los países árabes y por eso alguien las tiene que representar en el mundo de la moda. Sin embargo, su iniciativa ha recibido muchas críticas de los sectores más reaccionarios y las autoridades religiosas, que la acusan de querer imponer “el islam a la americana”. Para los creyentes, el “hiyab” no es solo un trozo de tela sino un símbolo que marca unas normas de conducta en público basadas en el recato y la decencia.
Yasmine, que recibe a diario amenazas e insultos, incluso por parte de mujeres, se defiende diciendo que todo lo nuevo da miedo y que hay muchas maneras de entender el islam. Está convencida que hay que dar un paso adelante “se pueden conservar las costumbres cambiando las formas y respetando la tradición musulmana”. Entre la gente que acude a sus desfiles hay opiniones para todos los gustos. En general, las adolescentes están encantadas porque llevan el pañuelo como un accesorio más en el vestir, a juego con su blusa o los zapatos. Pero los hombres piensan que el “hiyab” es incompatible con desfilar con vaqueros ajustados, zapatos de tacón alto y el rostro maquillado.
No está dispuesta a ceder ante las críticas y, además de diseñadora de velos, tiene una escuela de modelos donde enseña a decenas de chicas que llevan “hiyab” a desfilar a la manera occidental. Esta ambiciosa joven aspira a tener su propia marca internacional “como Dior, Chanel o Dolce & Gabbana, para los diseños de ropa y velo islámico”. Y lamenta que hasta el momento ninguno de estos diseñadores internacionales tenga una línea de moda islámica. Mientras ese día llega, Yasmine Mohsen vende por internet todo tipo de ropa diseñada por ella para las “muhayabat” (chicas veladas) que quieren ir a la última sin renunciar a esta prenda. La polémica está servida porque son muchas las voces que se levantan contra el uso del velo que se asocia con la innegable discriminación que sufren las mujeres en estos países.
P. D.: Considerado a menudo en Occidente como un símbolo de opresión y discriminación de la mujer musulmana, el velo islámico es objeto de debate entre las propias mujeres árabes, que dividen su actitud entre el rechazo, la tolerancia o su uso reivindicativo como seña de identidad.
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