domingo, 9 de diciembre de 2012

El bombero torero,./ Elogio de la usura Los bienes hipotecados son hoy mercancías de alto contenido tóxico para la economía real./ Siria necesita una negociación a dos bandas Ni la guerra civil ni una intervención militar externa son la solución


TÍTULO: El bombero torero,.

 Esperemos que tarde mucho en sacar al ruedo al ministro de Defensa,.

El bombero torero,.

Esperemos que tarde mucho en sacar al ruedo al ministro de Defensa,.

Muchos lectores se acordarán del espectáculo que recorría los pueblos de España hasta no hace demasiado tiempo. En esencia consistía en que una decena de afectados por una enfermedad, el enanismo, se enfrentaban vestidos de toreros a vaquillas que les triplicaban en tamaño y peso. Pasaba allí, en la plaza muchas veces improvisada, de todo. Las vaquillas tiraban a los enanos por los aires y estos se vengaban haciéndoles todo tipo de canalladas. El público se partía de risa con los encuentros que —imagino llevarían a menudo al hospital a los diminutos toreros y al matadero a las maltrechas fieras.
El bombero torero, que era el jefe del espectáculo, tenía una estatura normal e iba armado de una manguera, que le servía para tirar a los enanos al suelo y para desviar la atención de los animales cuando procediera. O sea, que templaba y mandaba, como los toreros de verdad, aunque por otros procedimientos. El objetivo de la fiesta era, por supuesto, hacer que el público se desternillara. No había más. Se reían, en aquella España analfabeta y primaria, de los enanos y sus penalidades, aunque admiraban su valor, porque en los pueblos se sabía bien lo que significa ser empitonado por una vaquilla. Eran otros tiempos que ahora nos parecen de hace siglos.
Mariano Rajoy ha debido ser testigo alguna vez de aquel espectáculo. Tiene edad para ello. Y puede ser que quiera emular el espíritu del bombero, enviando a algunos de sus ministros para hacer de enanos provocadores.
Por ejemplo, el ministro del Interior, al que envía a provocar a la vaquilla catalana con unos informes policiales que no tienen autor. La vaquilla se enfada y embiste. Y el bombero Rajoy dice que no sabe nada. Se lo promete a Durán. Manguerazo y vaquilla que se para a mitad de carrera.
Por ejemplo, el ministro de Hacienda, que amaga con sacar unos miles de millones a los defraudadores y, como no le sale bien, se engancha oportunamente al enchironamiento de un chorizo disfrazado de empresario, y dice que el experimento ha valido la pena. O el de Justicia, Ruiz Gallardón, que fustiga a la vaquilla de los desposeídos poniendo unas tasas judiciales disparatadas que sirven para disuadir a cualquiera de, por ejemplo, denunciar a un tipo que les ha vendido acciones preferentes de Bankia aprovechándose de que no saben leer bien. Luego, para apaciguar algo las cosas, el gobierno del bombero dice que si la víctima lo es también del terrorismo o de malos tratos, no va a pagar. Otro manguerazo.
Y qué decir del ministro José Ignacio Wert. Qué gracioso con todas las cosas que se le ocurren por salvar a España, a su cine o a la lengua. No digamos a la religión católica, a la que defiende con un entusiasmo que no habría soñado el cardenal Rouco Varela. Wert puede conseguir, él solito, que Artur Mas se reponga del repaso de las urnas.
Y de Ana Mato, que dice que le parece muy positiva la indignación de los minusválidos a los que se deja sin atención porque eso demuestra que hay conciencia del problema. Los machacados tienen conciencia de su problema. Impresionante.
Venga de enanos dedicados a pinchar con punzones a las vaquillas. Lo que pasa es que Mariano Rajoy no tiene la misma gracia que el bombero torero, y sus enanos carecen de la dignidad de los de antes. El montaje que dirige no provoca la hilaridad del público, sino una irritación cada vez más extendida y profunda.
Mientras, Alemania ordena a Luis de Guindos lo que tiene que hacer con cada euro rescatador. El desempleo se desmanda, los cotizantes a la Seguridad Social disminuyen, y los pensionistas ven decrecer sus magras rentas en contra de los deseos expresados en el programa del PP.
La tarea del bombero torero se está complicando. Ni los más cerrados entre los paseantes de la calle de Goya de Madrid o entre los clientes del Samborn’s de Barcelona pueden maquear de gobierno.
El bombero torero tiene, como les gusta decir a todos los políticos ganadores, la legitimidad que le han dado las urnas. Pero su juego de bromitas y manguerazos ha llegado al final. Los enanos que ha sacado a la plaza están magullados, y las vaquillas embravecidas por tanto castigo.
Lo peor es que es un profesional, y va a intentar que el espectáculo dure hasta el final, hasta lo que estaba pactado con el respetable, que ya no se ríe nada, que le está cubriendo el ruedo no de almohadillas, porque no las hay, sino de sillas de tijera.
 Esperemos que tarde mucho en sacar al ruedo al ministro de Defensa.

TÍTULO: Elogio de la usura,.

Los bienes hipotecados son hoy mercancías de alto contenido tóxico para la economía real,.

En el año 1787 el gran filósofo y humanista Jeremías Bentham se pronunciaba, de forma categórica, en defensa de la usura como motor de la economía. Como buen liberal utilitario sostenía que poner límites a los préstamos era un atentado contra la libertad. Reflexivo y autocrítico se propuso indagar sobre cuales podrían ser las causas que justificarían reducir los tipos de interés en los préstamos. Manejaba varias claves: la prevención de la usura, la prevención de la prodigalidad, la protección de la indigencia contra la extorsión, la contención de la temeridad de los promotores y la protección de la simpleza contra el engaño.
Las reflexiones de Jeremías Bentham que tan valiosas aportaciones han hecho a las ciencias sociales y jurídicas, se producían en el contexto social de su época. Es una lástima que no pueda proyectar su pensamiento sobre las reglas económicas que rigen nuestro mundo globalizado.
El que presta dinero quiere obtener una rentabilidad en forma de intereses y una garantía que cubra los perjuicios que se derivan de su impago. En España los Montes de Piedad, nacieron para atender las demandas de las clases sociales más necesitadas concediéndoles préstamos gratuitos sin interés, garantizados con joyas y ropas para suavizar los abusos de la usura. La no devolución del préstamo otorga a la entidad la propiedad del collar o del anillo, liberando al que lo empeñó de cualquier otra responsabilidad.
Los préstamos garantizados con bienes inmuebles debieran haber seguido la misma tónica pero el rendimiento económico del suelo destinado a la construcción de viviendas en régimen de propiedad horizontal, ha roto todas las reglas y pautas legales. La hipoteca no es ya una garantía, se ha transmutado en un negocio disfrazado de producto financiero que actúa sobre un sector económico que fue el motor de muchas economías.
Cuando las cosas se mutan el riesgo de cáncer esta garantizado. Las últimas ramificaciones las estamos viviendo de forma dramática en los desahucios de cada día. Las consecuencias se aceleraron cuando el mundo de las finanzas comprendió que tenía un maná entre sus manos. Pero no carguemos exclusivamente las culpas sobre los banqueros, también el suelo era rentable para los municipios, las viviendas para las haciendas públicas y los contratos un artilugio para hacer circular dinero negro o para blanquear capitales procedentes del delito.
Los poderes políticos y financieros endosan la crisis a los pródigos y disolutos ciudadanos
Tanto atractivo no podía dejar a nadie indiferente. Los bancos, en realidad, no prestaban dinero a los que querían adquirir una vivienda, les vendían hipotecas y otros productos adosados como seguros de vida y cantidades adicionales.
Para llegar a este escenario ficticio se comienza por desligar la hipoteca de su función originaria. Deja de utilizarse para cubrir la deuda mediante la dación en pago. Las leyes la convierten en un instrumento dinamizador del mercado inmobiliario. Cuando se llega a este nivel de ficción, las metástasis invaden el sistema financiero de forma masiva. Para sobrevivir acuden a una terapia agresiva e ineficaz, crean productos milagrosos (subprimes), cuando los efectos del tumor eran ya prácticamente inevitables. Una vez sentadas las bases de la metamorfosis el resultado es el previsible. Los bienes hipotecados se transforman en mercancías de un alto contenido tóxico para la economía real.
El comprador que necesita la vivienda no adquiere un piso sino una carga económica casi de por vida. Pero la vida casi nunca responde a las expectativas y si, por desgracia, un día le llega la notificación del desahucio le habrán despojado de su vivienda y le seguirán exprimiendo con intereses de demora que alcanzan cotas inadmisibles, ética y jurídicamente
La mutación ha hecho crisis y los jueces se han dado cuenta de que lo que tienen entre manos no es una ejecución por impago de hipoteca sino un conglomerado de relaciones jurídicas que deben someter a los principios de la buena fe y de la equidad. Las cláusulas abusivas que deben ser expulsadas del mundo de los contratos.
La adaptación legal de las hipotecas era una necesidad urgente para amoldarla a las circunstancias económicas que surgían de las prodigiosas promociones inmobiliarias. Ya en 1855 los legisladores recordaban que las reformas en el orden civil y económico eran de más interés y urgencia que las leyes hipotecarias.
Todo lo que se estaba tejiendo alrededor de un llamado préstamo hipotecario era tan irreal, imaginario, gravoso e ineficiente que los restos del naufragio han tenido que pasar a una entidad artificiosa, conocida como Banco malo, para refugio de las basuras que ha generado el sistema. El reciclaje de los residuos puede ser un buen negocio para unos pocos.
Las consecuencias personales más dramáticas las estamos contemplando en estos días. Las económicas nos han llevado, aquí y en otros países, a la crisis que los poderes políticos y financieros endosan a los pródigos y disolutos ciudadanos que, según sus infalibles diagnósticos, han vivido por encima de sus posibilidades. Pretenden transportarnos resignados hacia la ensoñación de un mundo al revés como el que describe la poesía de José Agustín Goytisolo: Érase una vez un lobito bueno al que maltrataban todos los corderos.
José Antonio Martín Pallín es abogado, magistrado emérito del Tribunal Supremo y comisionado de la Comisión Internacional de Juristas (Ginebra).

TÍTULO: Siria necesita una negociación a dos bandas,.

Ni la guerra civil ni una intervención militar externa son la solución,.

La guerra civil en Siria suma cerca de 35.000 víctimas mortales. Aproximadamente 350.000 refugiados se distribuyen entre Jordania, Líbano, Turquía e Iraq, y serán 700.000 para fin de año. La oposición ha logrado un acuerdo de futuro incierto. La OTAN se ha resistido a intervenir pero avanza el clima en favor de una intervención. Una negociación nacional e internacional podría detener un conflicto que está impactando a toda la región.
Desde que se inicio la revuelta en 2011, se intentaron tres estrategias. Primero se esperó que la presión en la calle llevase al gobierno de Bachar el Asad a iniciar reformas o marcharse, como ocurrió en Túnez y Egipto. Segundo, cuando el régimen lanzó una dura represión, la comunidad internacional exigió la renuncia del Presidente y alentó a la oposición a continuar la protesta. Esto se hizo sin medir que el régimen no se suicidaría mientras contase con el apoyo de la comunidad alauita (que controla el poder militar y político), los cristianos ortodoxos y los empresarios.
Ante la dura represión surgió la oposición armada que esperó erradamente una operación aérea de la OTAN como sucedió en Libia en 2011. Al mismo tiempo, la ONU y la Liga Árabe encargaron a Kofi Annan una negociación. La tarea fue imposible porque el punto de partida de la oposición externa y la del Ejército Libre de Siria era que el Asad renunciara. Apoyado por las fuerzas armadas sirias (excepto pequeñas disensiones), Irán, China y Rusia, y ante la perspectiva de terminar en un juicio como Mubarak o asesinado como Gadafi, el presidente sirio y sus militares consideran la única opción es luchar hasta el final.
La tercera estrategia, llevada a cabo por Rusia, Irán, Turquía y Qatar, e inteligencia de Estados Unidos y Gran Bretaña, fue hacer llegar armas a la oposición. Esto ha generado una gravísima violencia, ampliado el abismo entre la oposición y el régimen, y creado una situación de casi empate: Asad no puede acabar con los opositores pero estos no pueden derrocar al gobierno. La población civil sufre las consecuencias, atrapada en el campo de batalla y sanciones internacionales que no afectan al gobierno.
Es preciso detener un conflicto que está impactando a toda la región
Mientras Estados Unidos busca unificar una oposición en la que cada vez hay más milicianos jihadistas provenientes de diversos países. Los salafistas, con experiencia de combate en otros conflictos y financiación exterior, tienen diferentes estrategias, desde implantar un estado islamista radical hasta ver a Siria como parte de un proyecto yihadista internacional.
A diferencia de otros casos de las revueltas árabes, Siria es un campo de batalla entre las visiones suníes y chiíes del Islam, y más concretamente entre Catar, Arabia Saudi y Turquía, por una parte; e Irán y el gobierno iraquí, por otra. Además, Estados Unidos, Europa, Israel y las monarquías del Golfo Pérsico tienen interés en que la caída de el Asad prive a Irán de su principal aliado regional. Esto debilitaría también al grupo político-militar Hezbolá.
China y Rusia consideran que la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU para proteger civiles en Libia fue aprovechada por la OTAN para derrocar a Gadafi y cambiar el régimen político. Ambos países quieren evitar sentar precedentes en nombre de “intervenciones humanitarias” que en el futuro pudiesen volverse contra ellos. Los dos tienen, además, fuertes relaciones con Irán y no quieren participar en la desestabilización de Teherán.
Hasta ahora Estados Unidos y los aliados de la OTAN no han contemplado una intervención militar en Siria debido a la dificultad geográfica, la potencia del régimen, la división de la oposición, y el temor a que el conflicto se expanda a Líbano y Jordania. Turquía y Estados Unidos no quieren un cambio de régimen que llevaría a la fragmentación del país, pero preparan más armas para la oposición mientras la OTAN refuerza la frontera turco-siria. La política contra Siria es impopular en la sociedad turca; los refugiados le causan problemas internos, y las minorías kurdas en Siria, Iraq y Turquía hacen causa común.
Es urgente detener la brutal guerra en Siria y la crisis humanitaria. La situación se vuelve más compleja cada día debido a la diversidad étnica. Los que alientan la guerra están jugando con fuego en la región. Líbano, por ejemplo, corre peligro de renacimiento del sectarismo.
Dos iniciativas podrían impulsarse. Primero, apoyar que la misión de la ONU y la Liga Árabe que lidera Lakhdar Brahimi tenga poder, recursos y apoyo diplomático para negociar un acuerdo entre el régimen y la oposición para iniciar una transición que incluya a las dos partes y garantice la seguridad de todas las minorías. Si el Asad es suficientemente poderoso habrá que negociar con él y sus generales. Segundo, el mandato de Brahimi tiene que contar con un apoyo político que incluya a Estados Unidos, Rusia, China, Irán, Egipto, la Unión Europea, Turquía, Catar y la Liga Árabe, y quizá países emergentes como Brasil que no apoyan una intervención contra Siria. La guerra civil no es la solución. Una acción militar externa tendría resultados imprevisibles.
 Mariano Aguirre dirige el Norwegian Peacebuilding Resource Centre (NOREF), en Oslo.

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