Esto se parece más al fútbol que a una carrera universitaria. O despuntas a los 20 o ya no llegas». Así describe el chef Quique Dacosta,.
Cocina: La cantera de las estrellas
«Esto se parece más al fútbol que a una
carrera universitaria. O despuntas a los 20 o ya no llegas». Así
describe el chef Quique Dacosta la cocina de los mejores restaurantes.
Le presentamos a la próxima generación de Adriàs.
Edad: 26 años. Restaurante: Coque. Chef: Mario Sandoval. Lugar: Humanes (Madrid). Estrellas Michelin: 1
Desde los 12 años acompañaba a su hermano Juan, torero, en sus viajes. Pero, más que las plazas, a Fran lo que le gustaba eran las cocinas de los hoteles. «Quería saber qué pasaba ahí dentro, cómo lo hacían». Su padre murió de un infarto cuando él tenía nueve años y la madre sacó adelante a los cuatro hijos. Su apoyo fue decisivo para que Fran estudiara en la Escuela de Hostelería de Salamanca, de donde es. Al acabar, ganó un concurso de jóvenes cocineros. El premio: un mes de prácticas en el restaurante Coque. «Hubo química con Mario» y, aunque estuvo unos años fuera, en Paradores, acabó volviendo. Lleva tres años. «Empecé de cocinero... Y hasta que me hice con el poder», bromea.
XLSemanal. ¿Por qué cree que hay tantos cocineros tan jóvenes? ¿Son más creativos?
Fran Vicente. Quizá, pero creo que es porque, si nos gusta algo, lo damos todo por ello; vamos a muerte. A esto hay que dedicarle muchas horas y esfuerzo.
XL. ¿Qué es lo peor de la cocina?
F.V. Que no le guste un plato a un cliente.
XL. ¿En serio? ¿Pensé que me iba a decir el estrés o la presión?
F.V. No tanto. Se vive un estrés enorme, de correr, de tener el restaurante lleno... pero eso lo controlas. Hay momentos, cuando estás a todo trapo y los platos van saliendo, en que te das la vuelta un segundo y piensas: «Qué bien, ¿no?». Ese estrés no me disgusta.
XL. ¿Aspira a ser chef de su propio restaurante, imagino?
F.V. Aspiraciones hay muchas, ya veremos lo que se puede hacer. Mi sueño es desde dirigir un hotel a tener mi restaurante para hacer mis cosas.
XL. Con todo lo que hay en la cocina, ¿cree que puede aportar algo nuevo?
F.V. Sí, claro. Personalidad tenemos cada uno la suya. Y eso es lo que se trasluce en la cocina, en los platos. Lo importante es tener personalidad.
XL. ¿Pero no empieza a ser toda la alta cocina 'muy Adrià'? ¿Se puede 'deconstruir' más la comida?
F.V. Es difícil, es verdad, pero se puede. Trabajamos en crear platos nuevos, con productos que no se han trabajado. Queda investigación por hacer.
XL. Y no puede ser que ahora lo importante no sea la creatividad, sino la puesta en escena, la provocación, como eso de tirarte unas hormigas vivas en el plato para que te las comas...
F.V. En parte, sí. Se está haciendo espectáculo. Pero es que, cuando pagas un dinero, tienes que disfrutar algo extraordinario. Yo no digo que todos los restaurantes deban ser así. A mí me encanta comerme un chuletón con patatas fritas, pero también me gustan las texturas, los aromas... A todo el mundo le gusta que le asombren.
XL. Sobre todo si pagas lo que pagas...
F.V. Si das calidad de verdad, el producto, la materia prima, vale un dinero. Lo que ha hecho mucho daño son los restaurantes que se llaman 'alta cocina' y no lo son. Un plato grande con comida pequeña no es alta cocina.
XL. ¿Cuál es su restaurante favorito en este país, aparte del Coque, claro?
F.V. Mugaritz. La personalidad de Andoni Aduriz es admirable.
XL. ¿Quién es el mejor chef del mundo ahora mismo, y no vale decir 'Mario'?
F.V. Además de Andoni, me atrae mucho Quique Dacosta. Y Arzak o Roca, por no hablar de Adrià, son de los mejores del mundo.
XL. Todos son españoles, ¿barriendo para casa?
F.V. Es que, de los diez mejores chefs del mundo, ¡casi todos son españoles!
XL. ¿Y que hay del número uno 'oficial', René Redzepi, del Noma?
F.V. Hace algo diferente a todos. Para empezar, su restaurante parece un mesón: no tiene manteles ni camareros, atiende la cocina... Además, ha conseguido que los productos de su entorno sean comestibles. Y no es un entorno fácil. ¿Dime cuatro productos de Copenhague? Lo admiro porque lo que él hace no lo había hecho nadie antes con los recursos que él tenía.
XL. ¿Quién va a ser el próximo gran chef mundial?
F.V. Mario Sandoval.XL. ¿Y después?F.V. [Risas]. Esa pregunta tiene trampa... Yo, ¿no?
SECRETOS DE MI COCINA
Qué es lo primero para crear un plato. «La materia prima. Piensas en el mejor ingrediente para trabajarlo. Empiezas sobre el papel, escribiendo sus cualidades, discutiendo, dibujando... Luego piensas en las técnicas que le pueden ir bien. Y ahí empiezas a experimentar».
Una receta de 'pesadilla'. «A todas les acabas cogiendo el truco. Pero una de las más difíciles de hacer, si quieres hacerlos perfectos, son los macarons (pastelitos tradicionales franceses), por su textura».
Qué cocina y no soporta comer. «Yo soy de los que comen de todo. Es difícil que algo no me guste, pero nunca pediría sesos de cordero o cochinillo. Ahora, si hay que comerlos, me los como. Sin problema».
E. MARTÍN Y A. LAS HERAS: "Mi "ama" tiene su forma de cocinar. Le cuento cómo lo hago yo y le cuesta verlo"
Edad: 28 y 27 años. Restaurante: Azurmendi. Chef: Eneko Atxa. Lugar: Larrabetzu (Vizcaya) Estrellas Michelin: 3
Para Eneko Atxa, una mano derecha no es suficiente. Necesita dos. Más que nada porque Azurmendi, su restaurante -un recién llegado al firmamento de las tres estrellas Michelin-, es uno de los proyectos más ambiciosos de la gastronomía española. Edurne Martín es una de esas manos. Tiene 28 años, Atxa la contrató cuando tenía 21 y hace cuatro se puso al frente de su cocina. La otra mano se llama Ander Las Heras: 27 años, seis con Atxa y jefe entre los fogones de Azurmendi Gastronómico, el nuevo espacio que abrió en febrero.
XLSemanal. Azurmendi abre en 2005 y ya tiene tres estrellas. ¿Se pellizcan?
Ander. Pues sí. Cuando empecé a estudiar esto, con 16 años, solo pensaba en buscarme la vida y trabajar. Nunca se me pasó por la cabeza algo así.
Edurne. Sí, es extraño. Trabajas sin pensar en reconocimientos y un día, de pronto, llegan.
XL. ¿Y corre el chacolí?
A. La que más celebramos fue la segunda. Al día siguiente andábamos todos bastante perjudicados [se ríen].
E. Sí, y el teléfono echaba humo.
XL. ¿Esa es la primera consecuencia?
E. Claro, la demanda se dispara; el gran cambio es que estamos a tope.
XL. ¿Cómo les dio por la cocina?
E. Mis aitas tienen un bar y desde pequeña por ahí andaba, haciendo tartas, pinchos y demás, hasta que con 18 años aterricé en la Escuela Superior de Hostelería Artxanda.
A. En mi caso acabé el colegio con 16 años y pensé: «Bueno, algo tendré que hacer en la vida». Me apunté a la Escuela de Hostelería de Montaño, en Bilbao, y hasta ahora.
XL. ¿Qué opinan sus madres de sus platos?
A. Yo nunca he cocinado para mi familia. Voy a mesa servida. Me da mucha vergüenza de todos modos, ella y mi abuela llevan toda la vida cocinando, ¿qué les puedo enseñar yo?
E. A veces les pica la curiosidad y preguntan cosas, pero mi ama y mi amama tienen su forma de hacerlos, han sido siempre las jefas de casa. Les digo cómo lo hago yo y les cuesta verlo.
XL. ¿Por qué los contrató Eneko?
E. No sé, éramos jóvenes y con ganas de aprender.
XL. ¿Qué les ha enseñado?
E. La disciplina, el trabajo constante y la autoexigencia.
XL. Siendo jefes tan jóvenes, ¿los respetan sus compañeros?
A. Sí, aquí todos somos muy jóvenes. Yo entré para preparar carnes; luego pasé a primeros platos, postres, pescados... Vas subiendo escalones.
XL. ¿Abrir restaurante propio es siempre una aspiración?
E. Igual soy muy joven, pero no es una idea que me ronde por la cabeza.
A. Ahora no me lo planteo, pero como dice Eneko: «Hay que estar un poco loco y tirar palante».
SECRETOS DE MI COCINA
El punto de partida para un plato es... «Un ingrediente explica Ander. La cebolla, el guisante, lo que quieras. Empiezas a experimentar hasta que das con lo que buscas»
Una receta de 'pesadilla'. «Un postre de la violeta explica Edurne, había que hacerlo y servirlo sin perder un segundo. Se nos estropeaba en el trayecto entre la cocina y la sala. En esto se debe pensar, pensar y pensar. Hay que ser muy cabezota».
Algo que cocinen y que no soporten. «Los sesos, la casquería, el tomate y el queso dice Ander. Manías que arrastras desde niño». «No puedo con las cocochas y los callos de bacalao confiesa Edurne. Me salen perfectos, pero no puedo con ellos».
JUANLU FERNÁNDEZ: "Un día, con 13 años, acompañé a un tío panadero al horno. Y así empezó todo"
Edad: 28 años. Restaurante: Aponiente. Chef: Ángel León. Lugar: ElL Puerto de Santa María (Cádiz). Estrellas Michelin: 1
El chef ángel león se ha propuesto redefinir la gastronomía del mar. Para ello cuenta desde hace cinco años con la colaboración de Juanlu Fernández, un gaditano que se inició en esto de la cocina de la mano de Martín Berasategui y que se convirtió en jefe de cocina de Aponiente con apenas 23 años. A bordo de este restaurante dirige con mano firme a una tripulación entregada a la exploración de los océanos.
XLSemanal. Esto de cocinar solo productos del mar, ¿no lo obliga a quebrarse más la cabeza?Juanlu Fernández. Supongo que sí, pero es que nuestro objetivo siempre ha sido hacer cosas que no se hayan hecho nunca. En todo caso, la variedad del mar es inmensa. ¡Piensa que el 75 por ciento del planeta es agua! XL. ¿Me puede dar un ejemplo de algo que no se haya hecho nunca?J.F. El plancton. Fuimos los primeros en cocinar plancton, hace tres años. XL. Dígame, ¿de dónde sale usted? ¿Es hijo de pescadores, de pescaderos...?J.F. No, no. Tengo un tío panadero y un domingo nos preguntó a los sobrinos si alguno quería acompañarlo a hacer pan. Tenía 13 años y a partir de ahí me fui con él todos los fines de semana. XL. Diez años después entró en Aponiente como jefe de cocina. ¿Qué hizo: vender su alma al diablo?J.F. [Se ríe]. No, no, mi escuela ha sido la cocina, el oficio. De la panadería me fui a un obrador y luego a hoteles, donde empecé a tocar la cocina, hasta que acabé con Martín Berasategui. Allí fui tocando todos los palos y en 2007 volví a la tierra a trabajar con un amigo que abría restaurante en Cádiz. XL. ¿Algún despistado les viene con ganas de comer carne?J.F. [Se ríe]. Hombre, el cliente aquí ya sabe a lo que viene, aunque también hacemos platos a modo de sustitución del gustillo de la carne. Por ejemplo, tenemos embutidos cien por cien marinos que visualmente recuerdan a los del cerdo o un asado de parpatana, una de las partes más tiernas y desconocidas del atún, debajo de la aleta, con un glaseado que cuando lo ves parece como un jarrete de ternera
SECRETOS DE MI COCINA
Para crear una receta empieza... «Por mirar a mi alrededor, respetar las raíces y expresarlas en el plato».
Una receta de 'pesadilla'. «Hemos creado una burrata a partir de grasas de pescado. Nos costó la vida, de quitarnos el sueño, de verdad. Al final, resultó que era una tontería, pero claro, había que dar con ella. En todo caso, investigamos constantemente. Nos apoyamos en la facultad de Ciencias del Mar; si tenemos ideas nos sentamos con ellos y nos dicen si estamos locos o no. Incluso hemos creado juntos una máquina, Clarimax, para clarificar caldo por medio de unas algas, llamadas diatomeas».
¿Algo que cocine, pero que le guste comer? «No hay nada, de verdad. Me gusta comer todo lo que cocino».
TÍTULO: 2045 LLEGA LA SUPERINTELIGENCIA,.
La era de la humanidad terminará poco después
de 2030. Lo que ocurra después será tan comprensible para nosotros como
la ópera para un ...
2045: Llega la superinteligencia
La humanidad pronto será un modelo
obsoleto. Parte de la comunidad científica defiende que la tecnología se
disparará a cotas inimaginables, fusionándose incluso con nosotros
mismos, y traerá la superinteligencia y hasta la inmortalidad.
La era de la humanidad terminará poco después de
2030. Lo que ocurra después será tan comprensible para nosotros como la
ópera para un gusano».
Así describe Vernor Vinge, matemático y escritor, la llegada de la singularidad (llamada así por analogía con la singularidad de los agujeros negros, donde existe un punto en el que las reglas de la física dejan de ser válidas), una nueva etapa en la evolución de la humanidad que él ha popularizado tanto como Raymond Kurzweil, inventor y principal apóstol singularista, quien sitúa su llegada en 2045.
Si esas predicciones se cumplen, deje de preocuparse por la crisis económica, porque para entonces usted estará obsoleto. Llegará la época poshumana: la tecnología dará tales saltos a tanta velocidad que incluso la inmortalidad estará a la vuelta de la esquina, aunque será para personas que poco tendrán que ver, en lo fisiológico o lo mental, con usted y conmigo.
La idea de la singularidad, de una próxima expansión repentina del conocimiento que llegue a cotas no imaginables, no genera una respuesta unánime en la comunidad científica, pero tiene un papel cada vez más destacado. Por ejemplo, en la Singularity University, creada por Kurzweil, colaboran la NASA y Google.
No es ciencia ficción, advertía la revista Time al dedicarle la portada al tema. «Es una hipótesis seria que, si fuese real, sería lo más importante que le ha ocurrido a los seres humanos desde la invención del lenguaje».
¿Cómo puede llegarse a ese punto? Según Vinge, la singularidad se puede alcanzar por tres vías: el desarrollo de un computador que supere el nivel de inteligencia humana; la creación de redes de computadoras que se comporten como un cerebro inteligente y autónomo; o la aparición de elementos de interacción del hombre con computadoras que permitan a un humano comportarse como un ser superinteligente.
La aparición de ordenadores más inteligentes que el ser humano, la llamada inteligencia artificial (IA) fuerte, es la teoría defendida por más científicos. Podrían conducir a lo que el matemático inglés I. J. Good llamó en los años sesenta una «explosión de inteligencia». Porque ese ordenador sería capaz a su vez de crear otros más inteligentes que él, iniciando una espiral incalculable.
La ley de Moore, que viene cumpliéndose rigurosamente desde hace 50 años, es el principal argumento al respecto. Afirma que la capacidad de los microchips se duplica cada 18 meses. Se anuncia, además, que IBM ha conseguido el primer chip cuántico, que se comercializaría dentro de diez años. En resumen, si un ordenador actual puede realizar ocho operaciones distintas con tres bits, un ordenador cuántico puede realizar ocho operaciones simultáneas con ellos.
Por supuesto, hay una gran diferencia entre desempeñar tareas predefinidas y resolver problemas, entre hacer cálculos deprisa y crear, lo que se mantiene como una capacidad humana. El profesor de la Universidad de Málaga Juan Antonio Fernández Madrigal, especialista en robótica, insiste en que el desarrollo de inteligencia artificial «está estancado desde hace décadas, sin que el incremento de potencial computacional le haya afectado».
Hasta la fecha, lo más parecido a una IA semifuerte se ha conseguido en robots militares, que deciden de forma autónoma los objetivos que atacar y buscan fuentes para repostar energía.
Raymond Kurzweil, por su parte, ha situado en 2029 el momento en que un ordenador podrá superar el test de Turing: simular hasta no dejar dudas que se trata de un humano. Kurzweil cree con firmeza en la singularidad por este camino. Kurzweil lo basa en un hecho demostrable: el progreso tecnológico no avanza linealmente, sino exponencialmente. En 2045, según él, la inteligencia creada artificialmente será un billón de veces superior a la inteligencia humana que conocemos hoy.
Ahora bien, hay quien considera que para llegar a la superinteligencia hay que superar el silicio. Es decir, nuestro cerebro es demasiado complejo para reducirlo al silicio digital. Habría que crear unas superneuronas con elementos biológicos. El biólogo Dennis Bray lo explicó en una ponencia, precisamente en la Universidad de la Singularidad, titulada Lo que las células pueden hacer y los robots, no. Argumentó cómo los procesos químicos propios de las moléculas y proteínas que integran la célula crean una capacidad infinita de almacenar información y una capacidad única de predecir hechos futuros, muy superior a cualquier combinación de ceros y unos. Pero es que esa fusión con la biología tampoco se descarta en el camino a la singularidad.
La tercera vía. La otra vía hacia la singularidad está precisamente en el cuerpo humano. Ya existe un ciudadano que tiene el estatus oficial de cíborg, el inglés Neil Harbison, que es capaz de ver colores pese a un defecto de nacimiento gracias un dispositivo electrónico. Harbison lidera la Cyborg Foundation, con sede en Mataró, para la creación de otros mecanismos cibernéticos. En último extremo, el objetivo de este tipo de desarrollos es la expansión de las capacidades humanas, tanto en términos físicos como mentales.
José Ramón Vázquez, físico investigador en altas energías en la Universidad Complutense y también escritor de ciencia ficción, ve la biotecnología como un camino más probable a la singularidad. Sin embargo, tanto Fernández Madrigal como Vázquez mantienen el mismo escepticismo que la mayor parte de la comunidad científica hacia la idea de la singularidad, citando no solo motivos de desarrollo tecnológico, sino también las dificultades para implantar algunas innovaciones por motivos éticos o morales. «En la idea de la singularidad hay un punto religioso, algo de lo que el escritor inglés Ken McLeod bautizó como el éxtasis de los nerds. En una época en que lo apocalíptico triunfa, la singularidad es el sueño definitivo de los tecnoadictos», explica Vázquez.
Y está el miedo a las máquinasdispuestas a terminar con sus creadores, idea popularizada por la película Terminator (1984) y que tiene defensores tan acreditados como Stephen Hawking, que habló hace más de una década de su temor ante la posibilidad de que la inteligencia artificial supere a la humana: «Existe un peligro real de que las máquinas llegaran a controlar el mundo», afirmó en una entrevista.
Entre otras cosas, Hawking señalaba que resulta mucho más fácil crear una inteligencia artificial que pueda resultar agresiva -que simularía en sus comportamientos a un anima-l que cooperativa -que simularía el comportamiento humano-. Otros pensadores aseguran que los objetivos de una inteligencia artificial no tendrían por qué coincidir con los humanos, y que de hecho, si la primera desarrollara instinto de supervivencia o de reproducción podría considerar a la humanidad como un obstáculo para la obtención de recursos. En su breve relato Respuesta, de 1954, el escritor Fredric Brown da cuenta de la creación por parte de una civilización extraterrestre de un supercomputador. A la primera pregunta que se le hace «¿Dios existe?» da una lacónica respuesta: «Ahora, sí», seguida de un rayo destructor.
¿EL TERCER SALTO EVOLUTIVO?
La evolución socioeconómica de la humanidad está ligada a hallazgos técnicos o tecnológicos que la cambiaron para siempre. En la Historia hay dos saltos clave. Ahora podríamos estar asistiendo al comienzo del tercero.
Primer salto: la agricultura. Su aparición en el Neolítico es el primer cambio radical en la Historia. Supuso duplicar la economía mundial cada 900 años. Implicó un aumento de población al haber alimento para más individuos y el desarrollo de una sociedad más compleja
Segundo salto: la industrialización.La industralizacion iniciada en la segunda mitad del siglo XVIII supuso la mayor transformación socioeconómica desde las transformaciones el Neolítico. La economía mundial comenzó a duplicarse cada 15 años
Tercer salto: la singularidad tecnológica. Esta expresión hace referencia a un crecimiento exponencial de la inteligencia artificial que alcanzará cotas inimaginableS y que permitirá que la economía mundial se duplique cada trimestre, como mucho.
LOS PASOS HACIA LA SINGULARIDAD
Los superordenadores. Desde noviembre, el Top500 (que señala al superordenador más potente del mundo) está encabezado por el Cray Titán del Oak Ridge National Laboratory de Tennessee. Cuenta con 18.688 procesadores AMD, una memoria de 710 teras y funciona con Linux, lo que le permite alcanzar casi los 20.000 billones de operaciones por segundo. Un argumento a favor de los defensores de la singularidad es que Cray ya ha presentado la serie Cascade: 6 ordenadores que quintuplicarán la potencia del Titán. El español mejor clasificado (puesto 36) es el Mare Nostrum del Centro de Supercomputación de Barcelona.
Microscópicos transportistas. Lo último en nanorrobots es el llamado 'origami de ADN', creado hace seis años en la Universidad de Cal-Tech y que ya empieza a emplearse. Mediante el plegado de moléculas de ADN, el biólogo computacional Ido Bachelet, de la Universidad israelí de Bar-Ilan, ha creado los 'mensajeros médicos' perfectos: carga a estos nanorrobots con drogas anticancerígenas para que las suelten en la zona enferma. La llamada robótica de enjambre también promete: nanorrobots no muy listos (aunque baratos), obtienen buenos resultados al trabajar en colmena.
Ratas con un cerebelo artificial. La creación de cerebros artificiales se estudia ya en ratones. Un grupo de la Universidad de Tel Aviv, liderado por Matti Minz, inhabilitó en 2011 el cerebelo de varios roedores, sustituyéndolo por un dispositivo artificial. Fue la primera vez que se logró un implante en ese órgano en un animal. Por su parte, Kevin Warwick, profesor de cibernética de la Universidad de Reading (Inglaterra), cultivó in vitro una corteza cerebral de ratón con neuronas de fetos, la cual dirige robots sencillos. A largo plazo también se busca introducir implantes que mejoren el cerebro humano.
Crear un cerebro, neurona a neurona. Desde 2005, el neurocientífico Henry Markram desarrolla una ambiciosa iniciativa en el Brain Mind Institute de la Escuela Politécnica de Lausana, en Suiza. Su proyecto Blue brain es un intento de crear una simulación del cerebro de un mamífero, neurona por neurona, con el supercomputador Blue Gene, de IBM. De momento, Markram ha logrado simular una columna neocortical del cerebro de una rata, con unas 10.000 neuronas. Markram espera hacer funcionar un cerebro humano virtual en diez años.
El impacto en las discapacidades. Un observador de comienzos del siglo XX consideraría cíborgs a muchas personas con discapacidad que hoy suplen sus carencias con la tecnología. El astrofísico Stephen Hawking, víctima de la esclerosis lateral amiotrófica, es un claro ejemplo. Desde hace casi 30 años se comunica a través de una máquina que vocaliza las palabras que él señala con movimientos de sus ojos. Y al artista británico Neil Harbisson, la primera persona con estatus legal de cíborg, se le permitió posar en la foto de pasaporte con un dispositivo que corrige su problema ocular, la acromatopsia, que limita sus ojos a las escalas de grises.
El inventor del concepto.
Raymond Kurzweil nació en 1948, pero quizá nunca muera. Eso al menos cree él, convencido de que la singularidad abrirá la puerta a la inmortalidad humana, mediante mejoras fisiológicas o con procesos para grabar la mente humana y reproducirla en entornos virtuales masivos: uno de los principales temas en las reuniones singularistas. Para llegar hasta la singularidad y convertirse en eterno, Kurzweil sigue incluso una dieta hipocalórica y consume cada día 250 pastillas que, dice, favorecen su longevidad. Músico, empresario, escritor y científico, preside la Kurzweil Technologies, empresa informática que elabora dispositivos electrónicos de conversación máquina-humano y aplicaciones para personas con discapacidad. Hijo de judíos que huyeron de Austria antes de la Segunda Guerra Mundial, fabricó con apenas 17 años el primer ordenador capaz de crear composiciones musicales. Cree que la humanidad es solo un ciclo de la evolución, iniciado en el universo inanimado, seguido por la vida no consciente y luego por la humanidad, a la que seguirán la transhumanidad y la poshumanidad.
Así describe Vernor Vinge, matemático y escritor, la llegada de la singularidad (llamada así por analogía con la singularidad de los agujeros negros, donde existe un punto en el que las reglas de la física dejan de ser válidas), una nueva etapa en la evolución de la humanidad que él ha popularizado tanto como Raymond Kurzweil, inventor y principal apóstol singularista, quien sitúa su llegada en 2045.
Si esas predicciones se cumplen, deje de preocuparse por la crisis económica, porque para entonces usted estará obsoleto. Llegará la época poshumana: la tecnología dará tales saltos a tanta velocidad que incluso la inmortalidad estará a la vuelta de la esquina, aunque será para personas que poco tendrán que ver, en lo fisiológico o lo mental, con usted y conmigo.
La idea de la singularidad, de una próxima expansión repentina del conocimiento que llegue a cotas no imaginables, no genera una respuesta unánime en la comunidad científica, pero tiene un papel cada vez más destacado. Por ejemplo, en la Singularity University, creada por Kurzweil, colaboran la NASA y Google.
No es ciencia ficción, advertía la revista Time al dedicarle la portada al tema. «Es una hipótesis seria que, si fuese real, sería lo más importante que le ha ocurrido a los seres humanos desde la invención del lenguaje».
¿Cómo puede llegarse a ese punto? Según Vinge, la singularidad se puede alcanzar por tres vías: el desarrollo de un computador que supere el nivel de inteligencia humana; la creación de redes de computadoras que se comporten como un cerebro inteligente y autónomo; o la aparición de elementos de interacción del hombre con computadoras que permitan a un humano comportarse como un ser superinteligente.
La aparición de ordenadores más inteligentes que el ser humano, la llamada inteligencia artificial (IA) fuerte, es la teoría defendida por más científicos. Podrían conducir a lo que el matemático inglés I. J. Good llamó en los años sesenta una «explosión de inteligencia». Porque ese ordenador sería capaz a su vez de crear otros más inteligentes que él, iniciando una espiral incalculable.
La ley de Moore, que viene cumpliéndose rigurosamente desde hace 50 años, es el principal argumento al respecto. Afirma que la capacidad de los microchips se duplica cada 18 meses. Se anuncia, además, que IBM ha conseguido el primer chip cuántico, que se comercializaría dentro de diez años. En resumen, si un ordenador actual puede realizar ocho operaciones distintas con tres bits, un ordenador cuántico puede realizar ocho operaciones simultáneas con ellos.
Por supuesto, hay una gran diferencia entre desempeñar tareas predefinidas y resolver problemas, entre hacer cálculos deprisa y crear, lo que se mantiene como una capacidad humana. El profesor de la Universidad de Málaga Juan Antonio Fernández Madrigal, especialista en robótica, insiste en que el desarrollo de inteligencia artificial «está estancado desde hace décadas, sin que el incremento de potencial computacional le haya afectado».
Hasta la fecha, lo más parecido a una IA semifuerte se ha conseguido en robots militares, que deciden de forma autónoma los objetivos que atacar y buscan fuentes para repostar energía.
Raymond Kurzweil, por su parte, ha situado en 2029 el momento en que un ordenador podrá superar el test de Turing: simular hasta no dejar dudas que se trata de un humano. Kurzweil cree con firmeza en la singularidad por este camino. Kurzweil lo basa en un hecho demostrable: el progreso tecnológico no avanza linealmente, sino exponencialmente. En 2045, según él, la inteligencia creada artificialmente será un billón de veces superior a la inteligencia humana que conocemos hoy.
Ahora bien, hay quien considera que para llegar a la superinteligencia hay que superar el silicio. Es decir, nuestro cerebro es demasiado complejo para reducirlo al silicio digital. Habría que crear unas superneuronas con elementos biológicos. El biólogo Dennis Bray lo explicó en una ponencia, precisamente en la Universidad de la Singularidad, titulada Lo que las células pueden hacer y los robots, no. Argumentó cómo los procesos químicos propios de las moléculas y proteínas que integran la célula crean una capacidad infinita de almacenar información y una capacidad única de predecir hechos futuros, muy superior a cualquier combinación de ceros y unos. Pero es que esa fusión con la biología tampoco se descarta en el camino a la singularidad.
La tercera vía. La otra vía hacia la singularidad está precisamente en el cuerpo humano. Ya existe un ciudadano que tiene el estatus oficial de cíborg, el inglés Neil Harbison, que es capaz de ver colores pese a un defecto de nacimiento gracias un dispositivo electrónico. Harbison lidera la Cyborg Foundation, con sede en Mataró, para la creación de otros mecanismos cibernéticos. En último extremo, el objetivo de este tipo de desarrollos es la expansión de las capacidades humanas, tanto en términos físicos como mentales.
José Ramón Vázquez, físico investigador en altas energías en la Universidad Complutense y también escritor de ciencia ficción, ve la biotecnología como un camino más probable a la singularidad. Sin embargo, tanto Fernández Madrigal como Vázquez mantienen el mismo escepticismo que la mayor parte de la comunidad científica hacia la idea de la singularidad, citando no solo motivos de desarrollo tecnológico, sino también las dificultades para implantar algunas innovaciones por motivos éticos o morales. «En la idea de la singularidad hay un punto religioso, algo de lo que el escritor inglés Ken McLeod bautizó como el éxtasis de los nerds. En una época en que lo apocalíptico triunfa, la singularidad es el sueño definitivo de los tecnoadictos», explica Vázquez.
Y está el miedo a las máquinasdispuestas a terminar con sus creadores, idea popularizada por la película Terminator (1984) y que tiene defensores tan acreditados como Stephen Hawking, que habló hace más de una década de su temor ante la posibilidad de que la inteligencia artificial supere a la humana: «Existe un peligro real de que las máquinas llegaran a controlar el mundo», afirmó en una entrevista.
Entre otras cosas, Hawking señalaba que resulta mucho más fácil crear una inteligencia artificial que pueda resultar agresiva -que simularía en sus comportamientos a un anima-l que cooperativa -que simularía el comportamiento humano-. Otros pensadores aseguran que los objetivos de una inteligencia artificial no tendrían por qué coincidir con los humanos, y que de hecho, si la primera desarrollara instinto de supervivencia o de reproducción podría considerar a la humanidad como un obstáculo para la obtención de recursos. En su breve relato Respuesta, de 1954, el escritor Fredric Brown da cuenta de la creación por parte de una civilización extraterrestre de un supercomputador. A la primera pregunta que se le hace «¿Dios existe?» da una lacónica respuesta: «Ahora, sí», seguida de un rayo destructor.
¿EL TERCER SALTO EVOLUTIVO?
La evolución socioeconómica de la humanidad está ligada a hallazgos técnicos o tecnológicos que la cambiaron para siempre. En la Historia hay dos saltos clave. Ahora podríamos estar asistiendo al comienzo del tercero.
Primer salto: la agricultura. Su aparición en el Neolítico es el primer cambio radical en la Historia. Supuso duplicar la economía mundial cada 900 años. Implicó un aumento de población al haber alimento para más individuos y el desarrollo de una sociedad más compleja
Segundo salto: la industrialización.La industralizacion iniciada en la segunda mitad del siglo XVIII supuso la mayor transformación socioeconómica desde las transformaciones el Neolítico. La economía mundial comenzó a duplicarse cada 15 años
Tercer salto: la singularidad tecnológica. Esta expresión hace referencia a un crecimiento exponencial de la inteligencia artificial que alcanzará cotas inimaginableS y que permitirá que la economía mundial se duplique cada trimestre, como mucho.
LOS PASOS HACIA LA SINGULARIDAD
Los superordenadores. Desde noviembre, el Top500 (que señala al superordenador más potente del mundo) está encabezado por el Cray Titán del Oak Ridge National Laboratory de Tennessee. Cuenta con 18.688 procesadores AMD, una memoria de 710 teras y funciona con Linux, lo que le permite alcanzar casi los 20.000 billones de operaciones por segundo. Un argumento a favor de los defensores de la singularidad es que Cray ya ha presentado la serie Cascade: 6 ordenadores que quintuplicarán la potencia del Titán. El español mejor clasificado (puesto 36) es el Mare Nostrum del Centro de Supercomputación de Barcelona.
Microscópicos transportistas. Lo último en nanorrobots es el llamado 'origami de ADN', creado hace seis años en la Universidad de Cal-Tech y que ya empieza a emplearse. Mediante el plegado de moléculas de ADN, el biólogo computacional Ido Bachelet, de la Universidad israelí de Bar-Ilan, ha creado los 'mensajeros médicos' perfectos: carga a estos nanorrobots con drogas anticancerígenas para que las suelten en la zona enferma. La llamada robótica de enjambre también promete: nanorrobots no muy listos (aunque baratos), obtienen buenos resultados al trabajar en colmena.
Ratas con un cerebelo artificial. La creación de cerebros artificiales se estudia ya en ratones. Un grupo de la Universidad de Tel Aviv, liderado por Matti Minz, inhabilitó en 2011 el cerebelo de varios roedores, sustituyéndolo por un dispositivo artificial. Fue la primera vez que se logró un implante en ese órgano en un animal. Por su parte, Kevin Warwick, profesor de cibernética de la Universidad de Reading (Inglaterra), cultivó in vitro una corteza cerebral de ratón con neuronas de fetos, la cual dirige robots sencillos. A largo plazo también se busca introducir implantes que mejoren el cerebro humano.
Crear un cerebro, neurona a neurona. Desde 2005, el neurocientífico Henry Markram desarrolla una ambiciosa iniciativa en el Brain Mind Institute de la Escuela Politécnica de Lausana, en Suiza. Su proyecto Blue brain es un intento de crear una simulación del cerebro de un mamífero, neurona por neurona, con el supercomputador Blue Gene, de IBM. De momento, Markram ha logrado simular una columna neocortical del cerebro de una rata, con unas 10.000 neuronas. Markram espera hacer funcionar un cerebro humano virtual en diez años.
El impacto en las discapacidades. Un observador de comienzos del siglo XX consideraría cíborgs a muchas personas con discapacidad que hoy suplen sus carencias con la tecnología. El astrofísico Stephen Hawking, víctima de la esclerosis lateral amiotrófica, es un claro ejemplo. Desde hace casi 30 años se comunica a través de una máquina que vocaliza las palabras que él señala con movimientos de sus ojos. Y al artista británico Neil Harbisson, la primera persona con estatus legal de cíborg, se le permitió posar en la foto de pasaporte con un dispositivo que corrige su problema ocular, la acromatopsia, que limita sus ojos a las escalas de grises.
El inventor del concepto.
Raymond Kurzweil nació en 1948, pero quizá nunca muera. Eso al menos cree él, convencido de que la singularidad abrirá la puerta a la inmortalidad humana, mediante mejoras fisiológicas o con procesos para grabar la mente humana y reproducirla en entornos virtuales masivos: uno de los principales temas en las reuniones singularistas. Para llegar hasta la singularidad y convertirse en eterno, Kurzweil sigue incluso una dieta hipocalórica y consume cada día 250 pastillas que, dice, favorecen su longevidad. Músico, empresario, escritor y científico, preside la Kurzweil Technologies, empresa informática que elabora dispositivos electrónicos de conversación máquina-humano y aplicaciones para personas con discapacidad. Hijo de judíos que huyeron de Austria antes de la Segunda Guerra Mundial, fabricó con apenas 17 años el primer ordenador capaz de crear composiciones musicales. Cree que la humanidad es solo un ciclo de la evolución, iniciado en el universo inanimado, seguido por la vida no consciente y luego por la humanidad, a la que seguirán la transhumanidad y la poshumanidad.
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