sábado, 29 de diciembre de 2012

«He alucinado dando el biberón»/ La sombra de Iñaki:

TÍTULO: «He alucinado dando el biberón»,.

Conde de San Martín de Hoyos. Es el título que ostenta Luis Medina. Pero no lo busquen en su tarjeta de visita porque no lo encontrarán.

Luis Medina-foto. afirma que su madre, Naty Abascal, es una abuela abnegada, «aunque cueste imaginarla»,.

Conde de San Martín de Hoyos. Es el título que ostenta Luis Medina. Pero no lo busquen en su tarjeta de visita porque no lo encontrarán. «Nunca lo utilizo. Y eso que me siento orgullosísimo de él y de la historia de mi familia», advierte el hijo menor de Naty Abascal. Ardiente (nunca mejor dicho) defensor de los habanos, que le han ayudado a quitarse del cigarrillo, este altísimo aristócrata de 32 años acaba de vivir un acontecimiento digno de encender un puro: el nacimiento por partida doble de sus primeros sobrinos, los mellizos Rafael y Laura, hijos de su hermano mayor, el actual duque de Feria, y de Laura Vecino. «No sé si me van a llamar tío o tito Luis, porque todavía queda mucho para que hablen, pero lo que sí tengo claro es que yo quiero ser un buen tío».
«Son guapísimos», proclama, pero no les encuentra ningún parecido. «Todo el mundo rompiéndose la cabeza para ver a quién han salido y yo creo que es demasiado pronto para eso. El otro día me estrené dándole un biberón al niño y he alucinado con la experiencia. Estoy deseando repetir», asegura uno de los solteros de oro más cotizados entre el pijerío de Madrid y de Sevilla. «¿Ganas de ser padre? Sí, pero todavía tengo una serie de pasos que dar como por ejemplo tener pareja estable». La tuvo durante unos años, Alejandra Rojas, hija de la condesa de Montarco, pero aquello terminó y ya solo queda (que no es poco) una «estupenda» relación y la crianza compartida de algunas mascotas. «Teníamos dos perros y un gato, yo me quedé con la última en llegar, una perrita llamada Tula. Cuando tengo que ausentarme de Madrid la primera persona a la que llamo es Alejandra por si le viene bien quedarse unos días con ella. Otras veces es ella la que me llama, porque la echa de menos y quiere verla».
¿Y Tamara Falcó?
Luis acaba de mudarse a un piso en el centro de Madrid y ahora mismo («todavía no sé donde voy a poner el sofá ni la tele»), no está para organizar fiestas. Sin embargo, tiene fama de buen anfitrión. Por herencia materna, según él. En su casa nunca falta un 'cigar corner' que viene a ser «como un mueble bar, pero para los habanos», ni un buen vino con el que acompañar la cena. El último plato con el que dice haber sorprendido fue un carpaccio de boletus que copió de un restaurante. «Las setas las compré, porque si voy yo al campo a por ellas lo mismo me pierdo, o a saber lo que traigo», bromea. Muy bien equipado él, posee una mandolina con la que convirtió los boletus en finas láminas a las que añadió lascas de queso parmesano, aceite de oliva y sal. «A mí me gusta dar bien de comer -puntualiza el hijo de Naty- no sacar una pizza del congelador y calentarla. Hay que currárselo un poco».
Por esta y otras razones, más de uno ha pensado que este es el hombre con el que debería soñar Tamara Falcó, si no estuviera tan obnubilada con el catecismo. «Tamara es una niña encantadora. Pero ella y yo nos llevamos bien y punto. No hay más. El resto es un invento de los medios», zanja él. Y sobre la reciente vena espiritual de su amiga (que en estas mismas páginas declaró que si la llama el Señor, acudirá) prefiere no pronunciarse, aunque tampoco parece muy sorprendido: «Bueno, ¿por qué no? Eso es algo muy personal».
El hijo menor de Naty Abascal está en condiciones de afirmar que su madre es una abuela abnegada. «Ahora mismo su vida es su trabajo y sus nietos. Está completamente volcada en ellos, se desvive. Y no nos ha sorprendido porque ha sido una gran madre. A nosotros nos crió ella y no la típica nanny». Luis entiende no obstante que esa Naty «vestida superestupenda en cenas y actos sociales» a muchos les cueste imaginarla cambiando pañales o ejerciendo de canguro, «pero lo hace». Y es que a Medina le encanta dinamitar tópicos... Licenciado en Empresariales y dueño de un despacho de prensa que representa marcas de moda y que «contra todo pronóstico» está sobreviviendo a la crisis «gracias a los recortes que apliqué hace tres años», Luis admite que su apellido y su alcurnia le han ayudado, pero asegura conocer a mucha gente en paro y abrocharse el cinturón todo lo que puede. «No voy a decir que en nuestra casa haya armarios pequeños, porque vivimos de la ropa, pero yo ahora mismo solo me compro una camisa si la necesito, conduzco un coche normal y no colecciono relojes, tengo solo uno. A mí no me han educado en la abundancia, porque en mi casa nunca la hubo».

TÍTULO: La sombra de Iñaki:


Iñaki Urdangarin pidió a Telefónica, cuando aún era consejero y delegado de la multinacional española en Washington, que pusiera a su disposición y corriera con los gastos de un relevante gabinete de imagen y relaciones públicas que le ayudara durante el proceso judicial desencadenado por el 'caso Nóos'. La minuta de la consultora de comunicación por seis meses de trabajo ascendía a medio millón de euros. El presidente de la compañía, César Alierta, se negó en redondo a hacer frente a semejante factura.
El duque de Palma se había reunido con Alierta y con un reducido grupo de directivos de Telefónica a quienes trasladó que se sentía «desamparado» por la Casa del Rey, que no iba a apoyarle ante la tormenta que se dibujaba en el horizonte, según ha publicado 'El Confidencial'. Urdangarin, consciente de lo que le esperaba a la vuelta de la esquina, realizó esas gestiones semanas antes de que el juez José Castro le imputase por corrupción, hace ahora un año.
La respuesta de Alierta fue ponerle en contacto con alguien de la casa, un hombre de confianza de Telefónica que se convirtiera en su asesor de guardia, en su sombra ante la comparecencia judicial. Su nombre, José María Urquijo, un muy discreto periodista nacido en Bilbao y responsable de la agencia Hermes Comunicación, especializada en prensa, marketing y relaciones públicas. Entre sus clientes, además de la propia Telefónica, se encuentran Campsa, la Asociación Española de Banca (AEB) o Ferrovial, entre otras empresas y sociedades.
Se trataba de darle la vuelta a la situación de acoso. Como a un calcetín. La puesta en escena de la comparecencia de Iñaki Urdangarin ante el magistrado en los juzgados de Palma respondió a una coreografía aprobada, estudiada, medida y memorizada al detalle por el protagonista. Nada de salir corriendo ante las preguntas o las cámaras. Totalmente desaconsejado llegar en la parte trasera de una berlina con cristales tintados o por la puerta de atrás, como si quisiera esconderse, como hacen los culpables. Se trataba de dar la cara, de mostrar aplomo, confianza y determinación.
A pie, sin traje, pero con chaqueta azul, corbata a rayas, camisa blanca y pantalón gris. Deliberadamente tranquilo, hasta situarse frente a los periodistas, ante quienes reprodujo, con seguridad, un texto que había memorizado horas antes. «Iñaki es muy disciplinado, un hombre acostumbrado durante sus años como deportista de élite a sufrir agresiones e insultos. Cuando toma una decisión no hay vuelta atrás. Y, contra lo que pueda parecer ahora, es una persona muy próxima», retrata al duque de Palma una persona de su entorno familiar en Vitoria.
Otra cosa es lo que puede sentir ahora mismo. Esa frase que tildaba sus negocios de comportamiento «no ejemplar», con que la Casa del Rey desacreditó sus actos como gestor antes de una condena en firme o las palabras de don Juan Carlos, en su discurso navideño de 2011, al reprobar de forma expresa «conductas irregulares que no se ajustan a la legalidad» le han hecho mucho daño. No hay más que verle la cara.
Doña Sofía, mediadora
Desde sus comparecencias ante la Justicia, la pareja ha tratado de modificar el perfil que venía mostrando en sus apariciones públicas. Ha desempolvado, por ejemplo, el veterano Golf verde, con más de quince años a cuestas, donde los casi dos metros del duque de Palma caben a duras penas. Planean vender la exclusiva villa del barrio de Pedralbes donde vivían con sus cuatro hijos hasta mudarse a Washington. Esa vivienda de 1.200 metros cuadrados, muy luminosa y con un inmenso jardín, por la que pagaron entre escrituras y reformas más de ocho millones de euros, se había convertido en un símbolo demasiado incómodo. Se habla de que podrían mudarse a una vivienda en Sant Cugat del Vallés, un barrio acomodado en las afueras de Barcelona. Los críos vuelven a estudiar en el Liceo Francés
Es su nueva vida, otro modo de situarse ante el mundo. La reina Sofía, preocupada por sus nietos y por la cohesión familiar, se ha convertido en la gran mediadora de la pareja. Gracias a su intervención, Iñaki Urdangarin acudió a visitar al Rey junto a la infanta Cristina al Hospital Quirón, donde se recuperaba de la operación de cadera. También por ella, los duques de Palma asistieron a la cena de Nochebuena en La Zarzuela, donde no coincidieron con los Príncipes de Asturias. El día de Navidad, sin embargo, compartieron mesa y mantel con la Familia Real. Hubo tensión, pero mucha diplomacia. Dicen que en las distancias cortas, Urdangarin es un genio. Aunque parece que, por ahora, no le dejan... acercarse demasiado.


 

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