Acomodado en uno de los miles de trenes que atraviesan
cada día las arterias de los bajos fondos de Nueva York, Kazimieras
Prapuolenis (Nueva Jersey, 1959) exprime la punta del lápiz con
efusividad. Por el entorno que le rodea, pocos habrían apostado que el
"horrible dibujo" resultante, tal y como reconoce su propio autor, era
parte de las credenciales que este veinteañero iba a presentar en la
prueba de admisión a la que se dirigía. Aquello fue suficiente para que
se hiciese con una vacante en uno de los cursos de la Academia de Artes
Visuales de la Gran Manzana, lo que supuso un punto de inflexión en su
hasta entonces enrevesada vida. De ser un joven criado en el seno de una
familia humilde con un paso errático por el instituto y una corta vida
laboral en las deprimentes cadenas de montaje de la zona a convertirse
en una de las referencias del cómic independiente de EE UU y de medio
mundo. Un logro que finalmente le brindó la oportunidad de pasar a
formar parte del equipo de franquicias de renombre planetario como 'Bob
Esponja' o 'Phineas y Pherb'.
El salto que ha dado es lo más parecido a un triple
mortal con doble tirabuzón. A pesar de su trabajo en la trastienda de
dos de las series infantiles más consumidas de todo el planeta, acude
puntual a su cita semanal con 'Submundo', la rocambolesca tira cómica
que le lanzó al estrellato y que hasta ahora ha permanecido casi inédita
en España, a donde llega de la mano de Autsider Cómics. "El cambio
resulta realmente extraño. He tenido que empujar muchísimo mi
imaginación y aprender nuevas formas para poder trabajar en este tipo de
formatos de animación", admite Kaz, como se le conoce en el gremio.
Estas palabras cobran más sentido, si es posible, con una
rápida ojeada a sus creaciones. Aquí no hay ni caracoles que maúllan ni
crustáceos convertidos en magnates de la comida rápida. Gusanos, ratas y
peces alterados genéticamente, yonkis de vocación, mininos enganchados a
la pitillera y varios especímenes de la América profunda. Todo ellos
conviven en algún lugar que Art Spiegelman -uno de los grandes gurús del
genero- ha situado "entre las catacumbas que hay bajo la ciudad de
Popeye y las cloacas del suburbio en el que habita la Nancy de
Bushmiller".
"Emocionalmente hablando es real, pero 'Submundo' está
exagerado para lograr el efecto cómico. Viví en las barriadas de
Hobokonen y Jersey City y allí vi mucha gente loca", explica Prapuolenis
sobre la fuente de inspiración de la que bebe esta publicación no apta
para una audiencia infantil a pesar de la estética agradable propia de
los años 50. Una temprana pasión, la de los cómics, que apenas pudo
compartir con sus amigos de la época: "Eran un montón de idiotas de
renta baja que se dedicaban a drogarse y recorrer Nueva Jersey en busca
de bronca".
Esquivando los tabúes, el objetivo de Kaz es sacar rédito
de las desgracias de unos protagonistas pasados de revoluciones para
obtener la carcajada de un lector que debe estar desprovisto de
prejuicios. Una fórmula que le ha valido tanto para ser nominado a los
codiciados premios Harvey como para ganarse las críticas de detractores
que no dejan de mandarle correos para dar fe de su indignación, un
'trofeo' que exhibe con orgullo en su página web.
Ausencia de tabúes
Ese peculiar repertorio de personajes deslenguados con
aire punk ha conseguido imprimir cierto aspecto de crítica social.
"Crecí perteneciendo a una clase pobre y trabajadora", reconoce al
preguntarle a este respecto. Aclara que en su adolescencia cuando la
gente de su nivel "buscaba un escape" lo hacía "con emociones baratas,
delinquiendo o drogándose" y que esta realidad "se ve a veces" reflejada
en su trabajo.
Steve Hillenberg, creador de Bob Esponja, es uno de sus
más fieles seguidores. En cuánto quedó libre una vacante en plantilla no
dudó en levantar el teléfono para ofrecerle un contrato como guionista.
"Yo siempre soñé trabajar en animación y el salario semanal era más que
lo nunca había visto", relata. El que haya visto algún capítulo de la
serie comprobará que con el cómic comparte el dislate y ese espíritu de
locura irracional. "Por su perseverancia e inocencia, Bob Esponja podría
sobrevivir en 'Submundo", remacha. Tras estos años de "duro trabajar"
en los que ha sido reclutado entre otros por la factoría Disney, ahora
se ha lanzado a preparar su propia serie de dibujos para televisión que,
podría ver la luz a lo largo de 2014.
TÍTULO: HACIA EL FINAL DE LA AMNIOCENTESIS,.
Los actuales métodos para la detección de
anomalías fetales tienen los días contados. La aparición en el mercado
de una prueba capaz de ...
Los actuales métodos para la detección de anomalías
fetales tienen los días contados. La aparición en el mercado de una
prueba capaz de detectar el síndrome de Down y otras complicaciones con
un simple análisis de sangre amenaza con acabar para siempre con las
actuales pruebas de cribado prenatal y reducir de manera muy importante
el uso de la clásica amniocentesis, más complicada y con mayores riesgos
para la criatura. «Vivimos tiempos de crisis, pero a la Sanidad pública
no le quedará más remedio que incluir este procedimiento en su cartera
de servicios», asegura el ginecólogo Txanton Martínez-Astorquiza,
presidente de la sección de Medicina Perinatal de la Sociedad Española
de Ginecología y Obstetricia (SEGO).
Dos avances en apariencia pequeños han permitido mejorar
de forma notable la atención a la mujer embarazada en la última década.
El primero de estos dos hitos se alcanzó al lograrse conocer el sexo del
bebé a través de un análisis de sangre, lo que evita, cuando menos,
tener que someterse a una o varias ecografías hasta poder visualizarlo.
Sin embargo, el mayor paso se ha dado este año al comercializarse una
nueva prueba que permite detectar con certeza si la criatura padece
síndrome de Down, de Edwads y el de Patau. Las tres enfermedades suponen
el 95% de las anomalías fetales que se detectan.
La prueba, basada en el análisis del ADN fetal, está
«llamada a revolucionar el diagnóstico prenatal», el de las
enfermedades detectables en el útero materno. Gracias a las tecnologías
más avanzadas, ya es posible extraer de la sangre materna una muestra
del material genético del bebé y obtener de él la información necesaria
sobre patologías previas al nacimiento.
«Está comprobado que en el plasma sanguíneo de la madre
circula material genético del feto. El procedimiento desarrollado
permite algo aparentemente tan sencillo como diferenciar el tejido de la
criatura y comprobar en el laboratorio si padece alguna patología»,
explica Martínez-Astorquiza, cuya clínica, Amnio, ha sido la primera de
Euskadi en incorporar la prueba a la práctica clínica rutinaria. Otros
centros, como los del grupo Quirón, han preferido realizar sus propios
ensayos para comprobar que el medicamento ofrece las mismas garantías y
resultados que se han obtenido en Estados Unidos y otros países
europeos. Su fiabilidad y resultados están garantizados, en todo caso,
por la Agencia Europea del Medicamento, que es la institución pública
comunitaria que autoriza o niega su uso y comercialización.
¿Qué ventajas y qué inconvenientes tiene este nuevo
sistema frente a los métodos convencionales para la detección de
anomalías cromosómicas? Tradicionalmente, las mujeres que querían saber
si su bebé presentaba un síndrome de Down, una malformación congénita
que afecta aproximadamente a uno de cada 800 recién nacidos, debían
someterse a una amniocentesis. El procedimiento consiste en extraer una
muestra del líquido amniótico en el que se baña y vive la criatura para
analizarla con posterioridad en el laboratorio. Tiene la contrapartida
de que existe un riesgo del 0,5% al 1% de perderse el embarazo si, por
un accidente, el pequeño se pincha con la aguja que se utiliza para
practicar la extracción.
Para evitar amniocentesis innecesarias, un reconocido
especialista chipriota, Kipros Nikolaides, desarrolló en 1999 el cribado
prenatal, una doble prueba que consiste en una ecografía y un análisis
de sangre que permite calcular las probabilidades de un embarazo de
riesgo. La necesidad de practicar una amniocentesis se evalúa en función
de la falta y el exceso de dos proteínas producidas por la placenta,
que son respectivamente la PAPP-A y la ßHCG.
Fiabilidad máxima
La principal ventaja del nuevo análisis de sangre es,
según Martínez-Astorquiza, que no detecta hormonas segregadas por el
feto, sino «directamente ADN fetal». Su fiabilidad es superior al 99%.
Las autoridadas sanitarias, «de momento», no han concedido al examen el
carácter de prueba de diagnóstico, por lo que todo resultado positivo
debe ser verificado por una amniocentesis convencional. «Esta prueba
acabará con el cribado del primer trimestre, porque es más fiable. La
amniocentesis aún tiene recorrido. No está muerta, pero su uso quedará
limitado a la verificación de diagnóstico», argumenta el presidente de
Medicina Perinatal de la SEGO.
El test tiene un coste cercano a los 1.000 euros, frente a
los 700 del cribado prenatal. «Vivimos tiempos de crisis, pero cuando
su uso se generalice y las tarifas bajen un poquito, en unos dos años,
la Sanidad pública acabará por asumirlo», vaticina el ginecólogo vasco.
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