domingo, 9 de diciembre de 2012

DESAYUNO DE DOMINGO CON MANUEL DÍAZ " EL CORDOBÉS".ENTREVISTA./ A VECES, SI A VECES, NO, A VECES, TÚ, A VECES, YO,.

TÍTULO: DESAYUNO DE DOMINGO CON MANUEL DÍAZ " EL CORDOBÉS".ENTREVISTA:

Desayuno de domingo con...

-foto--Manuel Díaz, el Cordobés:"Quizá ahora sea yo el que no quiera que mi padre me reconozca"

Torero. Cosecha del 68. En el libro De frente y por derecho, mi madre y yo contamos por primera vez la verdad sobre nuestras vidas. Necesitaba contar mi historia.
Desayuno de MANUEL DÍAZ CORDOBÉS,.Redoble de jamón«».
XLSemanal. Tiene 44 años. ¿Qué le ha hecho dar ahora este paso?
Manuel Díaz. Lo he hecho por mis hijos, para que lo entiendan todo, porque me hubiera sido difícil hablarlo con ellos. También le he querido contar a Manuel Benítez lo que he vivido, para que lo sepa, por si algún día tiene tiempo y quiere leerlo.
XL. ¿Cree que lo hará?
M.D. Yo creo que, además de leer, él ve, siente y escucha; aunque a lo mejor no lo transmite.
XL. A mí me parece que hay más cera que la que arde en esta biografía.
M.D. Siempre hay que guardar algo en el tintero para la segunda parte [ríe]. Pero la primera ya va bien despachá...
XL. Si ya se hubiera abrazado con él a escondidas, ¿me lo diría?
M.D. Seguramente, no. Pero te voy a sacar de dudas: ese momento no ha llegado. Para afrontar la realidad, algunos necesitan mucho más valor que para ponerse delante de un toro. Creo que él tiene miedo a explicar la verdad.
XL. Él le regaló una muleta. ¿Es lo único que tiene del Cordobés?
M.D. Una muleta y un apodo, nada más. El apodo es lo más grande que tengo y la muleta me la envió dedicada para decirme que tuviera suerte y triunfara.
XL. Dice que nunca lo llevará ante un juez, pero lo ha sentado en un tribunal popular y sin posibilidad de defensa. 
M.D. Yo no quiero juzgar a nadie y en cualquier caso que se defienda escribiendo él otro libro. Sería genial, en vez de en los juzgados, nos hablaríamos a través de los libros [se ríe]. Yo ya he contado la verdad de mi madre, que es la que creo.
XL. Pero a lo mejor hay otra verdad, otra forma de ver las cosas...
M.D. En todas las historias hay dos lados. Yo sé la parte de mi madre y me queda saber la de él. ¡Que la cuente!
XL. He leído que están preparando el encuentro en un plató de televisión por una millonada.
M.D. Yo habría dado más dinero del que tengo por estar diez minutos con él y preguntarle un par de cosas. Pero nunca lo haría ni por dinero ni en una televisión. Eso que cuentas no existe.
XL. ¿Por qué cree que él no quiere admitir que es su padre?
M.D. Porque quizá ya no puede hacerlo.
XL. ¿...?
M.D. Porque a lo mejor ya no quiero yo.
XL. ¿Qué?
M.D. Ahora yo no sería el hijo del Cordobés, ahora él sería el padre de Manuel Díaz.

TÍTULO: A VECES, SI A VECES, NO, A VECES, TÚ, A VECES, YO,.

Steven Pinker, de cincuenta y siete años, profesor de Harvard y físicamente muy parecido a como sería Jim Morrison si aún estuviera en el ...
 Steven Pinker, de cincuenta y siete años, profesor de Harvard y físicamente muy parecido a como sería Jim Morrison si aún estuviera en el mundo de los vivos, es la gran estrella de la psicología evolutiva, que se ha hecho aún más rutilante con la publicación de su libro Los ángeles que llevamos dentro. El declive de la violencia y sus implicaciones. En él, y recurriendo a la estadística, Pinker argumenta que vivimos en la época menos cruel y violenta de cuantas ha conocido la humanidad. Nos recuerda que, a pesar de nuestra habitual creencia de que todo tiempo pasado fue mejor, esto no es cierto en absoluto y argumenta que una serie de prácticas monstruosas han sido abolidas con carácter irreversible. «Dudo mucho que vuelvan los sacrificios humanos -señala Pinker- o que se legalice de nuevo la esclavitud o la costumbre de torturar sádicamente a nadie». Si uno le recuerda que en países como Rusia existen alrededor de un millón de personas que pueden considerarse esclavos o menciona los desmanes de Abu Ghraib o Guantánamo, el señor Pinker no tuerce el gesto. Después de señalar que las estadísticas cantan y que según ellas nunca ha habido menos guerras y genocidios, se pregunta: «¿Puede decirse que la naturaleza humana tiende de manera innata a la violencia?». Sobre esta cuestión hay, tradicionalmente, dos posturas. Pacifistas y progresistas rechazan la idea porque, según ellos, sostener que existe «una naturaleza humana» equivale a decir que la violencia es un instinto del que no podemos librarnos. Pero el argumento es erróneo -explica Pinker- porque aceptar la existencia de la naturaleza humana en toda su complejidad implica saber que, junto a los instintos violentos, existen otros igualmente fuertes y de signo contrario, y todo depende de qué lado de nuestra naturaleza acabe siendo más fuerte. Su afirmación puede parecer de Perogrullo, pero es una de las cuestiones que más ríos de tinta han hecho correr. ¿Qué somos, ángeles o demonios? La novedad está en que lo que dice Pinker pertenecía antes al territorio de la filosofía y ahora se enmarca en el de la ciencia, la biología y el neoempirismo. Según él, lo que el ser humano tiene es un aparato cognitivo de signo abierto capaz de concebir nuevas ideas acerca de cómo organizar nuestras vidas. Dicho de otro modo, si la violencia fue útil en otros tiempos para medrar, sobrevivir y aparearse, tal vez ahora sea más útil y eficaz y también rentable fomentar nuestro lado angélico. A mí, esta me parece una idea esperanzadora. Personalmente, dentro de las dos corrientes filosóficas entre Rousseau, que cree que el hombre es un ser mirífico y que son las instituciones las que lo corrompen, y Hobbes, que sostiene todo lo contrario yo siempre he estado más del lado de Hobbes (ya saben, eso de que el hombre es un lobo para el hombre, etcétera). Sin embargo, me ha interesado la idea de que ambos puedan tener razón. Lo que por cierto viene a corroborar la tesis de un amigo mío muy cínico que sostiene que el gran filósofo de todos los tiempos es... Julio Iglesias. «A ver cuándo te caes del guindo, Carmencita me ha dicho más de una vez. Tú estás todo el día tratando de entender el mundo y a ese mono vestido de seda que es el ser humano con preguntas trascendentes: ¿Qué pesa más, el bien o el mal?. ¿Qué mueve el mundo, el amor o el dinero?. ¿Es el hombre un lobo para el hombre o todo es para bien en el mejor de los mundos?. Pero en realidad es muy sencillo. En esta vida todo es: a veces, sí; a veces, no; a veces, tú; a veces, yo». No se rían, esto de la teoría Julio Iglesias tiene su punto. Si algo caracteriza a la naturaleza humana es su facilidad para adaptarse al terreno, he ahí su grandeza, también su miseria. Pinker, que es menos frívolo que yo, en vez de al papá de Chabeli invoca a Kant para explicar que este filósofo (que sí creía en la naturaleza humana con todos sus defectos) sostiene que en cada época elegimos sencillamente lo que creemos más conveniente. Así, si los intereses de una determinada sociedad están entremezclados con los de sus vecinos y si cree que con ello puede sacar más beneficio, el riesgo de enfrentamiento disminuye. Puro instinto de supervivencia, ni más ni menos.

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