sábado, 12 de mayo de 2012

EL HOMBRE ESTÁ SIENDO SACRIFICADO EN EL ALTAR DE LA RENTABILIDAD./ TODO EL MUNDO PASA UN MOMENTO DE SOLEÁ.

TÍTULO: EL HOMBRE ESTÁ SIENDO SACRIFICADO EN EL ALTAR DE LA RENTABILIDAD.

TZVETAN TODOROV FILÓSOFO. foto.

El pensador francés reflesiona sobre la deshumanización de la sociedad en su libro " Los enemigos íntimos de la democracia".
En el afán de ganar cada vez más dinero estamos destronando nuestra vida.
El grito de protesta de los indignados indentifica el problema pero no da soluciones.


Tzvetan Todorov, lingüista, filósofo e historiador, premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2008, cree que «la deshumanización» de la sociedad actual se encarna en tres grandes peligros: el mesianismo, el ultraliberalismo y la xenofobia. De las reflexiones de Todorov (Sofía, Bulgaria, 1939) sobre el mundo nace 'Los enemigos íntimos de la democracia' (Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores), la última obra de este pensador francés de origen búlgaro que indaga en las costuras de un sistema que se resquebraja. A juicio de Todorov, que ayer visitó Madrid para presentar su libro, el ultraliberalismo, el más notorio de los peligros, se concreta en la separación total entre política y economía, con el predominio de la segunda sobre la primera, sin contrapoderes que frenen la pujanza del dinero. «Todas las vertientes del hombre se están sacrificando en el altar de la rentabilidad, que se considera imprescindible para la supervivencia del estado y de los países», asegura el filósofo, que ejemplifica el significado de su idea en el eslogan electoral con el que Nicolas Sarkozy se presentó a las últimas elecciones francesas, 'Trabajar más para ganar más'. «Esto es la deshumanización», remarca.
«Nos dicen que para salir de la crisis debemos someternos a la lógica implacable que nos viene de las alturas, pero esta lógica no ha servido para mejorar la economía y sí para un empeoramiento evidente de las condiciones de vida de las personas, con un aumento increíble de la tasa de suicidios», continúa, antes de culminar: «En el afán de ganar más estamos destrozando nuestra vida».
La preeminencia del poder económico sobre el poder político queda muy clara al sobrevolar la realidad de Estados Unidos, según Todorov. «Wall Street tiene más poder que Obama», asevera, y por eso recibe con «entusiasmo moderado» al nuevo presidente francés, François Hollande. «Está a favor del crecimiento, y eso es fantástico, pero veremos qué medios tiene para desplegarlo. Además, en su partido hay muchas corrientes, desde los que quieren nacionalizar la economía hasta los ultraliberales».
Los medios de comunicación tampoco quedan fuera de la crítica del filósofo francés, que considera una tragedia la etapa en la que Berlusconi dominaba en Italia tanto las televisiones privadas, por su condición de empresario, como las públicas, en su papel de primer ministro. «Los medios deben ser plurales porque los ciudadanos tienen que contar con diferentes fuentes de información para crearse su propia opinión», explica.
El papel del intelectual
En este sentido, el papel de los pensadores también está en el aire. «El intelectual no debe convertirse en un militante y tampoco debe pensar que está en posesión de la verdad. Tiene que ser humilde», recuerda Todorov, que por eso ha elegido con cuentagotas las causas por las que se ha comprometido. Sobre todo, se implicó en contra de las guerras de Afganistán, Irak y Libia, a las que encuadra dentro del mesianismo según el cual Occidente puede exportar su modelo de sociedad a todo el mundo a través de la guerra. Y como han demostrado las elecciones francesas y griegas, con los grandes resultados logrados por el Frente Nacional y Amanecer Dorado, la xenofobia y el populismo también viven un buen momento.
Pero ante tantas desgracias, el filósofo ve una salida; una salida que se encuentra en «nosotros mismos». «Nadie vendrá, ni de Japón ni de ningún lugar, a salvarnos, ni habrá un 'deus ex machina'. Tampoco creo en la revolución. Lo que nos sacará de esto es la toma de conciencia. La salvación pasa por una reapropiación del poder por parte del pueblo», afirma Tzvetan Todorov. Unos ciudadanos concienciados y comprometidos «son capaces de presionar con su voto en la forma de ejercer la política, así que la responsabilidad corresponde a cada uno de nosotros».
Enlazando con esta idea, el pensador francés considera que «el grito de protesta de los 'indignados' identifica bien el problema y los políticos tienen que escuchar atentamente todo lo que dicen», pero cree también que el 15M «no propone soluciones». «El movimiento, tal como lo vemos, es un síntoma revelador de los males sociales que estamos sufriendo. Está bien que alguien diga que el emperador está desnudo, pero no nos están diciendo cómo vestirlo», destaca Todorov.

TÍTULO: TODO EL MUNDO PASA UN MOMENTO DE SOLEÁ. ANTONIO SANTIAGO GUITARRISTA.

Belén Maya, bailaora y coreógrafa. Entrevista
“Quiero saber si puedo bailar desde la felicidad.

Empecé a tocar con trece años o catorce años, pero he estado junto a la guitarra desde que nací.
En la noche se apreden cosas que uno le sorprenden realmente y escuchar es importante.
Libre. Creativa. Arriesgada. Inquieta. Dialogante. Belén Maya sigue simbolizando el avance del baile flamenco. La permanente necesidad de renovación y desafío la empuja de un extremo a otro, del neoclasicismo de la entente con Mayte Martín a la contemporaneidad de la alianza con Rafaela Carrasco. Y no le importa que no haya etiquetas a su medida. Rebelada contra el marchamo paterno, luchó por hacerse a sí misma, aunque el tiempo le hizo comprender que el legado artístico de Mario Maya y Carmen Mora también le pertenecía. Tras dos años de intensa actividad, siempre inspirada desde dentro, busca ahora estímulos externos que alienten nuevas creaciones, la complicidad de otros artistas... o la certeza de que es capaz de bailar desde la felicidad.

 

Belén Maya (Foto: Daniel Muñoz)
  

Continúa presentándose exitosamente por el mundo ‘Flamenco de cámara’. ¿Cuál es el concepto artístico del tándem Belén Maya-Mayte Martín?
‘Flamenco de cámara’ es un espectáculo que estrenamos en el Festival de Jerez hace dos años y ahora estamos rodándolo. Sigue la misma tónica que ‘Mayte+Belén’, la misma filosofía, la misma estética, una formación muy chiquitita detrás, dos guitarras y dos palmas, Mayte Martín cantando y un violín. Igual que el primero, tiene bailes tradicionales, acompañamiento tradicional, las luces bastante sobrias, el vestuario clásico y basado, sobre todo, en la música. Nos reunimos para hacerlo todos juntos y fue un trabajo bastante bonito. Mayte y yo teníamos la idea, pero se fue modificando con las aportaciones de todo el mundo. Quedó muy bonito y, sobre todo, muy musical. A mí me gusta mucho: hay dos batas, la de las alegrías y la de la soleá; hay unos tientos de Pastora -La Niña de los Peines- no a la velocidad a la que ella los hacía, que era superrápido, sino más cerca de cómo eran originariamente. Mayte ha recuperado las letras y los giros, que a ella le gusta tanto Pastora, y lo disfruto muchísimo. Y terminamos por tarantos, rematados con abandolaos, que a mí me apetecía mucho volver a hacerlos, pues los tuve aparcados después de saturarme. Y lo he recuperado ahora más íntimo, es un baile casi sin pasos, muy vacío, igual que la soleá. Están muy básicos, no tienen casi pasos, hay muchos silencios. Y es un espectáculo muy maduro para nosotras, de ya haber trabajado algunos años juntas, de ya conocernos. El problema ahora es hacer otro... que no creo que salga igual.
¿Tenéis en perspectiva hacer otro?
No.
¿Dónde está el punto de entendimiento entre vosotras?
Es una relación muy profunda. Admiras a mucha gente, pero esto a mí me ha pasado sólo dos o tres veces en la vida. Oyes a alguien o ves bailar a alguien y dices: quiero trabajar con esa persona. Con Mayte fue algo diferente, fue decir: ese es el cante que yo quiero para mi baile. Es algo que sabes dentro de ti. Y a ella le pasó igual. Fue como un descubrimiento y a partir de ahí fuimos trabajando y descubriendo, aparte de ese primer impulso, todas las cosas más de tierra, más básicas que nos unían, conceptos artísticos, escénicos. Estamos de acuerdo en todo, aunque luego chocamos muchísimo. Todas las veces que trabajamos, peleamos. Nos dicen en la compañía que somos Juanito Valderrama y Dolores Abril. Pero es parte del trabajo, de la inspiración. Y a mí me encanta. Todavía no he encontrado a nadie que me guste más cantando para mi baile. A Estrella Morente la adoro, pero yo no me veo, no sería natural.
Un detalle. Los bailes con bata de cola que últimamente has hecho, desprenden un algo mágico...
Yo con quien he estudiado bata ha sido con Yolanda Heredia. Y luego a La Toná la he podido ver mucho porque he trabajado con ella y a Milagros Menjíbar también un poquito. No tengo una base técnica buena, lo que pasa es que yo tengo una capacidad de mimetizar muy grande y entonces veo las cosas y de alguna manera me las llevo a mi terreno y a mi cuerpo, las copio. Entonces he podido buscar la expresividad que a mí me apetecía con la bata. Y es un punto difícil, pues la bata tiene que ser tradicional, al menos la base técnica, porque si no, no te responde. Es como dos y dos son cuatro, tiene que ser así. Pero luego por arriba, te admite muchas variaciones de cuerpo y de expresión que un traje corto te limita, no puedes contarlas igual. Aparte de la línea tan bonita, tienes algo del vestuario que puedes utilizar, que te sirve. A mí me gusta mucho buscar por ahí.
Y luego yo me siento muy guapa, te lo juro (risas). Pero eso le pasa a todo el mundo que se pone bata. La bata es un personaje, vas de bata y eres la de la bata. La del taranto soy más yo, la de la bata es otra. Y las alegrías es un tipo de bata que tienes que echarle unos ‘huevos’, porque es muy enérgica y muy constante el movimiento. Y en cambio, la soleá es todo lo contrario, es superlenta y la hemos hecho más lenta de lo normal, la bata va supersostenida, es otra técnica y también es muy dura. Y hay como una personificación de algo antiguo que te posee un poco. Te lo juro por dios que me siento así. Y también la forma de peinarte y de arreglarte, cambia. Me gusta mucho, me siento divinamente y cada vez la disfruto más. Y últimamente me están pidiendo cursillos y coreografías de bata, que ahora es lo que más ilusión me hace.


Belén Maya
(Foto: Daniel Muñoz)
 
  

Pero luego admites mucha versatilidad en tu vestuario y en la manera de presentarte en un escenario, ¿verdad?
Ahora, por ejemplo, con ‘Fuera de los límites’, que no es flamenco tradicional, hay un número en el que salgo con ropa de calle, es vestuario más contemporáneo. Y de cuatro solos, uno es una bata tradicional. A mí me gusta cambiar, es que me aburro fácilmente de mí y de todo en general. Es lo mismo que le pasa a Rafi (Rafaela Carrasco), por eso nos llevamos tan bien y trabajamos tan bien juntas.
Ella dijo lo mismo en una entrevista para Flamenco-world.com...
Es que en arte cuando ya lo has hecho... se acabó. Yo soy más vieja que Rafi y con el tiempo me voy notando más la edad en cosas que ya no me hacen ilusión. Ella todavía ataca las cosas de una manera que yo ya no, estoy muy relajada con todo, gracias a dios. Sí nos parecemos en eso, en que nos aburrimos en seguida y en los retos: esto no lo he bailado, lo quiero bailar. Nos cuesta quedarnos en el mismo palo.
Con Rafaela tienes también una conexión artística especial, ¿no?
Somos muy amigas desde hace dieciocho años. Y es una persona a la que yo veo bailar y la entiendo, entiendo lo que está sintiendo y me llega muchísimo lo que hace, la leo. Sé lo que quiere contar y todo, pero no es alguien con quien me complemente como con Mayte. Con Rafi es todo lo contrario, como si fuésemos dos polos opuestos. Ella es el frío y yo el calor. El movimiento de ella y cómo ella expresa las cosas no tiene nada que ver con cómo yo las hago. Y por eso ‘Fuera de los límites’ es tan bonito. Los solos no tienen nada que ver unos con otros, son ocho solos de personajes muy distintos. No nos hemos repetido. Yo a mí misma sí me he podido repetir, pero no entre las dos. Son dos visiones totalmente distintas. Sí hay conexión, nos respetamos. Yo considero que es la bailaora más inteligente, aparte de Eva Yerbabuena, que hay ahora mismo, la más honesta.
Dice que os dais miedo entre vosotras, ¿estás de acuerdo con ella?
Fue muy bonito cuando estrenamos este espectáculo en el Teatro Central. Hubo un momento en el que nos tuvimos que sentar y decir: a ver, nos conocemos tanto que no nos podemos ocultar las cosas, ¿qué nos pasa? Y es que nos da miedo subirnos al escenario porque de alguna manera nos reflejamos. Yo tengo inseguridades que ella me saca: de mis pies, de la rítmica... Y ella se siente insegura conmigo por otros motivos. Es muy interesante trabajar juntas por eso.



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