" Por amor hay que enfrentarse a todos los fantasmas".
Maquillaje en clave de luz para irradiar el rostro, tonos refrescantes sobre los parpados y rojo lacado para envolver la sonrisa. La actriz Leticia Dolera nos muestra los "looks" que vestirán el rostro en la época estival, mientras revela su lado más salvaje tras su último paso por la gran pantalla.
Me gusta las mujeres que no esperan a que las vengan a salvar y cogen las riendas de su vida.Siempre me pongo corrector de ojeras y colorete; si no, parezco la novia cadáver. Y protector solar.
Leticia Dolera-foto- es una actriz española nacida en Barcelona el 23 de octubre de 1981.
En su formación destacan nombres como Eric Morris, con quien estudió interpretación en Los Ángeles, en la escuela de Juan Carlos Corazza y en la de Nancy Tuñón. También estudió canto con Susana Domènech, jazz con Karen Taft, danza clásica con Coco Comín y juego e improvisación con Peter Gadish.
Su carrera comenzó en la serie Al salir de clase, en la que interpretó el papel de Ángela entre 2000 y 2002.
A partir de ahí comenzó carrera cinematográfica en la que destacan títulos como El otro lado de la cama, Imagining Argentina, Semen, una historia de amor o Un café en cualquier esquina, película que tuvo 3 nominaciones a los Independent Spirit Awards.
También volvería a intervenir en series de televisión de éxito como Los Serrano u Hospital Central.
En el 2008, interpreta el personaje de la subcomisaria Rebeca Mendoza en Guante blanco.
En el verano de 2010 da vida a Violeta, una joven de 1923 que vive en Canfranc, donde descubre el amor. Es una de las 3 protagonistas de la opera prima de Paula Ortiz, "De tu ventana a la mía", que será estrenada en marzo de 2012.
En abril del 2011, Comienza a grabar la 3ª entrega de la saga REC, donde interpreta a Clara en [REC]3: Génesis, que se estreno el 30 de Marzo del 2012.
Ha rodado dos cortometrajes como directora, "Lo siento te quiero" y "A o B", con el primero obtuvo el premio a mejor cortometraje fantástico en la convención Fantastic Fest en 2010.[1]
El 6 de Mayo de 2012 comienza a rodar en Barcelona Los Últimos Días de los hermanos Pastor y el 8 de Mayo se hace oficial su fichaje por la serie de Antena 3 El Barco.
TÍTULO: EL LUNES DESAYUNAMOS CON GALLETAS CHOCOLATE Y AVELLANA.
Las Galletas de chocolate no suelen faltar en ninguna despensa, y con lo fáciles que son de hacer, no hay manos que se resistan a elaborar unas galletas caseras. Recetas de galletas de chocolate hay muchas, hoy vamos con una bien sencilla y que da muy buen resultado. Aunque nosotros las hacemos con chocolate negro, se puede sustituir por chocolate con leche si es de vuestro agrado.
Con esta base de galletas de chocolate podemos elaborar además un sinfín de variantes, añadiendo distintos ingredientes como cereales, frutos secos, frutas confitadas, etc., puedes disfrutar de un amplio abanico de este alimento que acompaña a nuestra gastronomía desde hace muchos años.
Ingredientes
125 gramos de mantequilla, 70 gramos de azúcar moscovado, 150 gramos de azúcar blanquilla, una pizca de sal, 5 gramos de esencia de vainilla, 300 gramos de harina, 175 gramos de chocolate fondant, 5 gramos de bicarbonato sódico y 2 huevos.
Elaboración
Deja la mantequilla a temperatura ambiente unas horas antes para que esté blandita. A la hora de empezar a hacer las galletas, mezcla en un cuenco amplio la mantequilla con el azúcar moreno moscovado y el azúcar blanquilla, añade también la esencia de vainilla y trabaja bien esta mezcla.
Tamiza la harina junto al bicarbonato y viértela en el cuenco, añade los huevos batidos y la pizca de sal y vuelve a amasar. Finalmente funde el chocolate al baño maría o en el microondas procurando que no supere los 45-50º C y viértelo sobre la masa de las galletas. Mezcla bien y deja reposar a temperatura ambiente durante una hora aproximadamente.
Precalienta el horno a 175º C y empieza a dar forma a las galletas. Haz bolitas del tamaño de una nuez, aplánalas ligeramente y colócalas en una bandeja de horno cubierta con una lámina de teflón u otra tela de cocción, déjales un margen de separación para que no se toquen durante el horneado.
Introduce la bandeja en el horno cuando esté a la temperatura y hornea durante 10-15 minutos. Si las dejas diez minutos aproximadamente (todo dependiendo del tamaño de las galletas), mantendrán un corazón crujiente. Si las dejas cinco minutos más tendrás, cuando se enfríen, unas galletas crujientes ideales para mojar en la leche y disfrutar de su textura.
Esperamos que os gusten y disfrutéis de vuestras galletas de chocolate, seguro que conquistáis a más de un paladar.
TÍTULO: EL NIÑO QUE HACE BOMBAS NUCLEARES: Taylor Wilson.
A los 14 años construyó un reactor atómico de fusión. Lo empezó en el garaje y lo acabó en el colegio. Ahora, a los 18 años, es ya el fisico nuclear más prometedor del mundo.
¿ Quién es Taylor Wilson, el genio precoz que hasta el propio Obama ha querido conocer?.
Lo llaman el Morzart de la física. a los diez años ya sabía los elementos de la tabla periódica, sus números atómicos y puntos de fusión.
Taylor logró que su abuela, enferma terminal de cáncer, le donara tejido tumoral para sus experimentos de terapia oncológica.
Taylor Wilson, con 14 años, decidió construir un reactor nuclear de fusión en su garage, haciendo colisionar núcleos de deuterio. Ahora, con 17 años, nos lo cuenta en una charla TED de 3 minutos. Presentó su trabajo en una Feria de Ciencias organizada por Intel, fue visitado por el Presidente Barack Obama e invitado al CERN en Ginebra. No ha logrado la ignición, pero afirma que ha fabricado por cientos de dólares unos detectores de neutrones comparables a los que cuestan cientos de miles de dólares.
A los 12 años, Taylor Wilson quería crear una estrella en un frasco. Su sueño, como los sueños de todos los niños, era solo eso, un sueño. La gran diferencia entre un niño común y corriente y Taylor, es que los sueños de los niños generalmente no se cumplen. Unos quieren ser astronautas, otros policías, y terminan siendo abogados o periodistas. La vida le cambia a uno los sueños y las aspiraciones. A Taylor Wilson se le efectuó el sueño, y eso que era absurdo. A los 14 años recién cumplidos, logró una reacción de fusión nuclear, cosa que únicamente habían hecho 31 personas antes que él, todos connotados científicos.
Su taller, o mejor dicho, su laboratorio, es el garaje de su casa. Ahí tiene una colección de materiales radiactivos, muchos de los cuales pesca en desiertos donde el Gobierno de Estados Unidos hacía experimentos con bombas atómicas. Hoy tiene 17 años y es un físico nuclear. Se graduó así de joven porque comenzó de pequeño, y bueno, porque es genio.
A los 10 años colgó una tabla periódica de elementos en una de las paredes de su cuarto, y en una semana ya había memorizado todos los números, masas atómicas y puntos de fusión de cada elemento. Su último logro fue ganarse un premio en la Feria Internacional de Ingeniería y Ciencias, montada por Intel, por hacer un detector nuclear para escanear cargamentos que vienen del exterior. A Taylor le costó unos cuantos cientos de dólares crear este aparatico, capaz de reemplazar en eficiencia máquinas que quintuplican su valor. Ya está en conversaciones con el Departamento de Seguridad Nacional estadounidense para volver su proyecto realidad.
Taylor estudia en la Universidad de Nevada en Reno, y atiende una escuela para jóvenes superdotados donde su intelecto sobresale. Este apoyo académico le ayudó a sacar sus proyectos adelante, por más absurdos que parecieran.
Todo empezó cuando su abuela le regalo un libro, El boy scout radiactivo, escrito por Ken Silverstein. El libro cuenta la historia de David Hahn, un joven que a principios de los noventa intentó hacer un reactor nuclear en el jardín de su casa. Taylor leyó el libro y se fascinó con el mismo reto. Cándidamente les dijo a sus padres: “Yo puedo hacer lo que él quería”. Y se puso manos a la obra.
Kenneth, su papá, es embotellador de Coca-Cola. Su mamá, Tiffany, es instructora de yoga. Aunque nunca entendieron los gustos nucleares de Taylor, lo apoyaron mientras él recorría solo un mundo apenas conocido por un puñado de científicos. A la mayoría de los padres de familia les preocupa cuando sus hijos juegan con fuego, pero Taylor estaba jugando con radiactividad. Con preocupación, Kenneth llamó a un amigo, farmaceuta nuclear, para que revisara el laboratorio que su hijo había montado en el garaje sin que nadie lo notara. El improvisado inspector nuclear se encargó de calmarlo al comprobar que el joven genio había adoptado todas las medidas de seguridad. Podía estar tranquilo: la casa no estaba en riesgo de estallar en mil pedazos.
Taylor pudo haber tenido intenciones siniestras. Habría podido ser, por ejemplo, un Lex Luthor en potencia, capaz de producir kriptonita. Pero por ahora solo le interesa promover las ventajas de la tecnología nuclear. El futuro, dice Taylor, es de los niños. Y uno podría añadir que, sobre todo, para niños como él. Ahora está trabajando en desarrollar isótopos médicos como tratamiento de cáncer.
Es posible que él nunca hubiera logrado crear una estrella en un frasco si sus padres no hubieran creído en él, y si unos académicos no le hubieran puesto bolas a sus avanzados conocimientos académicos. Y, claro, si no hubiera existido internet, donde encontró todo el material que necesitaba para educarse. Ahora sus padres, sus maestros y la comunidad científica en general, ruega para que su talento no se desvíe hacia el lado oscuro y no se convierta en un pequeño Darth Vader. Que la fuerza lo acompañe.
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