Desde 2008, el museo pacense ha recogido las mejores creaciones hechas para ser vistas a través del ordenador .foto.
El MEIAC documenta y muestra su colección de obras digitales españolas e iberoamericanas.
El MEIAC(Museo Extremeño Iberoamericano de Arte Contemporáneo) decidió en el año 2008 reunir piezas del arte digital que en las dos décadas anteriores habían empezado a circular profusamente por la red. Lógicamente, se interesó sobre todo por las obras realizadas por artistas españoles e hispanoamericanos, cuyo trabajo es reclamado a través del propio nombre del museo.
Hasta el momento, el MEIAC ha recopilado unas 120 piezas de casi 80 artistas, entre los cuales figuran los nombres de Antoni Muntadas, Marcelí Antúnez, José Luis Brea, Belén Gache o Ricardo Iglesias y los colectivos Taller d'Intangibles y Santo File, junto con los extranjeros Arcángel Constantini, Brian Mackern, Alessandro Ludovico y los colectivos Critical Art Ensemble o The Electronic Disturbance Theater.
Estas obras han sido mostradas por el MEIAC en sucesivas exposiciones que se corresponden con otras tantas etapas de recopilación de obras digitales. Así, el museo mostró las obras incorporadas en 2008 a través de la muestra 'Desmontajes'. 'Re/apropiaciones' documentó los trabajos que habían sido recogidos por el MEIAC en 2009 y, más recientemente, 'Intrusiones' dio a conocer la obra recopilada en el año 2011.
Si en la primera se definían las iniciales estrategias artísticas de esta corriente y se usaban con profusión la interactividad o los navegadores alternativos, en la segunda muestra se vio ya la tendencia de los artistas al remix o a un nuevo papel «redireccionador de la información». En lo que se refiere a 'Intrusiones', las intervenciones artísticas se desparraman ya por toda la red, con proyectos que intervienen en espacios de uso común como Wikipedia o Google Maps o «subvierten páginas de uso privado».
«Lo que hace el MEIAC es coger una réplica de esas obras y guardarlas en el ordenador, por supuesto con la aprobación de los artistas» -dice Gustavo Romano, comisario de la exposición, para explicar el modo en que se ha ido conformando la colección del museo extremeño. Todas las obras pueden ser vistas a través de ordenador, pero la exposición del MEIAC, según Romano, «permite ponerlas en contexto, reunir obras que apuntan a temáticas similares y espacializarlas. Así, en los vídeos lo que hemos hecho han sido navegaciones guiadas sobre algunas piezas que consideramos más interesantes para explicar estos procesos».
Gustavo Romano reconoce que algunas piezas pueden resultar difíciles de interpretar para el público menos relacionado con este tipo de producciones; por eso, con respecto a ellas, los vídeos facilitan una visión más lineal, pero también más didáctica. «Pero la gente está invitada a hacer su propia navegación en estos puntos de información», manifiesta el comisario.
¿Tiene este arte una mayor tendencia a caducar que la plástica tradicional dado que está ligado a artilugios tecnológicos que se suceden y sustituyen muy rápidamente? Gustavo Romano contesta que en este género existen tanto artistas muy directamente ligados a las novedades tecnológicas que se producen en los diferentes dispositivos digitales como otros que utilizan tecnologías «de más bajo perfil». «Pero, más que el dispositivo están interesados en las nuevas conductas que generan en la gente», detalla el comisario.
Según él, hay artistas que profundizan en el arte a través del teléfono móvil sólo por la gran cantidad de gente que tiene acceso al mismo y «porque eso les proporciona una serie de materiales simbólicos y material textual y redes que se forman a las que les interesa acceder».
En cualquier caso, afirma que viendo el perfil de estos artistas, «detectamos que ninguno hace una apología de la tecnología sin llevar a cabo también una crítica a estas cuestiones de mercado que generan continuamente dispositivos que se quedan obsoletos y que inducen al consumo».
Dice que existe también una tendencia, siguiendo la línea de los hackers, de desarmar el dispositivo y mostrar su interior «para que deje de ser una caja negra a la que sólo accede el ingeniero de la compañía». Se trataría de una medida de defensa del software libre que utilizan muchos de ellos y una acción destinada a divulgar su objetivo de que las obras circulen libremente por la red sin sometimiento a las reglas del copyright.
¿Cómo funciona el mercado del arte digital? Gustavo Romano confirma que éste huye a las reglas del mercado tradicional del arte, aunque en principio algunas obras todavía se vendieron por este método. «Pero no se traslada a él el esquema de la compra-venta de obra -asegura-. Para empezar, porque nunca hubo un original del que se derivara una copia, sino que se trata de bits públicos que están abiertos para que acceda a ellos cualquiera».
«Salvo algunas excentricidades que se hicieron en realidad para provocar reflexión sobre esto, no hubo ningún tipo de compraventa», ratifica. Lo que sucede es que muchos artistas tienen otras líneas de producción y les interesa incidir en la red como lugar para interrelacionarse directamente con el público, no para obtener recursos.
El interés de colecciones como ésta viene también de su capacidad de preservar obras realizadas en soportes frágiles que suponen una amenaza para su conservación. «Así como cambian los dispositivos constantemente también cambian los software, los navegadores tienen tres o cuatro actualizaciones por años y muchas de estas obras empezaron a utilizarse con navegadores de los años 90 que hoy son totalmente diferentes», resume. Algunas obras han necesitado retoques aunque ninguna debió ser sometida a un proceso de conservación radical. «Quizá algún día haya que tener departamentos de conservación», anticipa Romano.
Esta muestra podrá verse en distintas partes del mundo, como el Laboratorio Arte Alameda del Distrito Federal mexicano o el festival Northern Spark de Minneapolis (EE.UU).
TÍTULO: SU MAJESTAD LA SILLA:
TÍTULO: SU MAJESTAD LA SILLA:
Es la reina indiscutible del diseño. Su majestad la silla es la prueba de fuego para arquitectos y diseñadores, que tantean con este sencillo y milenario mueble el alcance de su talento. De Egipto a Roma, de Leonardo a Le Corbusier, de la Bauhaus a la Escuela de Chicago, el diseño de una silla es el súmmum del oficio, capaz de consagrar y colocar en la historia a su creador.
Queda patente en la muestra 'Royalties' que exhibe hasta el 8 de junio en la nueva sede del Colegio de Arquitectos de Madrid medio centenar de estas joyas. Piezas casi centenarias en algún caso, clásicos eternos como los diseños de Marcel Breuer que están en el Moma, y que siguen siendo objeto de deseo. Se fabrican y venden a precios de obra de arte por las mejores firmas de diseño del planeta, sus prototipos cotizan al alza en las subastas y se copian con descaro.
No están en esta muestra todas las que son, pero sí una excelente representación de los iconos del diseño de la última centuria. Como la silla 'redonda uno', pieza singularísima del danés Hans J. Wegner que se adjudicó el título de 'la silla más bella del mundo', reducido luego al elocuente y definitivo de 'la silla'. Bautizada por su creador como 'PP mobler 501', se consagró al ser elegida por su extraordinaria comodidad para el histórico debate de 1960 entre John F. Kennedy y Richard Nixon. Su edición en un excepcional acabado en madera de wengué cuesta 10.000 euros. Su versión en abedul se queda en 4.000. Su diseñador fue el primer sorprendido por su éxito. «No hay nada nuevo aquí. Podría haberse hecho hace ciento de años» dijo Werner de uno de «los muebles más bellos del mundo».
Organizada por 'La Alegre Compañía', 'Royalties', reivindica «el valor y la autenticidad del diseño en el mobiliario». Para lograrlo recurre a los diseños de grandes maestros como Marcel Breuer, Walter Gropius, Mies van der Rohe, Arne Jacobsen, Carlo Scarpa, Alvar Aalto, Toshiyuki Kita, Ron Arad o Patricia Urquiola.
«Hay muebles de tirar y de heredar, y aquí están los que pasarán de generación en generación», se ufana Marco Gil, comisario de la muestra y responsable de la selección en la que destacan emblemas del diseño como el sillón 'Egg' de Jacobsen, la silla 'patín' de Mies, expresión de su máxima de 'menos es más', o la asimétrica silla 'Fjord' de Patricia Urquiola, española que con sus muebles para 'Moroso' reina en la vanguardia.
Con un precio de 800 euros la silla 'patín' de Mies es otro icono universal. Creada en 1927, supuso una ruptura genial y casual, ya que aprovechó la experimentación con la técnica de plegado de tubos para fabricar bicicletas. «Explica por sí misma las tesis de Mies para urbanizar Chicago», elogia el comisario este dechado de sencillez capaz de sintetizar la exigencia de la Bauhaus para que «la forma siga a la función».
En torno a los doscientos euros, pero en el top de la funcionalidad y la eficiencia, está la silla de más éxito del mundo y sin duda la más replicada. Es la 'número 7' de Jacobsen, un sencillo asiento de siete capas de madera laminada -de ahí su nombre- de sutil ergonomía, patas de acero cromado robustas y ligeras y diseño elegante y sencillo.
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